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Habitación en Roma

Drama. Romance Verano de 2008. Se inspira en el film 'En la cama', del chileno Matías Bize. En un hotel del centro de Roma se conocen una rusa y una española. Al día siguiente, Alba volverá a España y Natasha a Rusia. En la habitación del hotel se respira una atmósfera cargada de erotismo y sensualidad. Entre ellas nace un sentimiento nuevo que ambas aceptan. Durante doce horas, las dos mujeres se confían sus vidas, hablan de sus compromisos y del ... [+]
Críticas 141
Críticas ordenadas por utilidad
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8
7 de mayo de 2010
49 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que más me interesaba de esta película era el reto que suponía rellenar todos los minutos que supone un largometraje con una historia de amor encerrada en una habitación aséptica de hotel. Además, el hecho de que fuera una historia lésbica con mujeres desnudas en su mayor parte suponía también un reto, pues se daba el riesgo de que una desnudez tan osada y permanente se comiera la historia que se estaba contando. Por último, el hecho de que sea un encargo, en un director tan personal como Julio Medem, picaba mi curiosidad en el sentido de ver si era capaz de asumir como propio un producto que le era ajeno.

Pues bien, todos estos retos los han superado el director vasco y con nota, con nota de ocho para ser exactos. La historia que se cuenta no sale de las oscuras paredes de un hotel romano de poca monta; a pesar de ello, no me aburrí en ningún momento, no recordé el reloj de mi móvil, aunque ya sabemos que esto del aburrimiento es muy subjetivo. Concreto más. Las conversaciones de las protagonistas no son puro relleno o gratuitas. Se cuenta cosas y se ha progresar la acción, o quizás debería decir la prospección de los personajes, de forma constante, coherente, y enriquecedora para todos. Medem no se ha permitido trampas ni cartones. No se llega al cine poesía, pero se dista mucho de cine edulcorado banalmente.

Sobre los otros dos retos, diré sencillamente que Medem ha conseguido plenamente hacer suya esta película, con un aprovechamiento y riqueza de los recursos de cámara como pocos directores actuales tienen, ayudado por una gran fotografía, llena de claroscuros. Para acabar, los cuerpos desnudos de las protagonistas se integran perfectamente en la historia, no la dominan, y recordamos al salir de la sala cinematográfica más la sonrisa cautivadora de Natasha que las formas esculturales de su cuerpo, lo que ya es decir.
5
13 de mayo de 2010
42 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poca algarabía se escucha en las calles nocturnas y solitarias de Roma. Caminan entre calles adoquinadas dos figuras que las tenues luces ocultan su identidad. Continúa el plano mientras se acercan. Alba (Elena Anaya) con look vaquero (camisa de franela, cabellos cortos y vaqueros) y Natasha (Natasha Yarovenko) mantienen la conversación a la salida del bar. La cámara las sigue desde la altura. A la entrada del hotel de una de ellas, el plano queda casi vertical (cenital). Fuerzas telúricas luchan contra deseos escondidos. Fuerza ejercida en dos direcciones opuestas. Gana el deseo mientras la cámara que sigue sin cortar retrocede. Vemos las banderas, muebles de terraza y entramos por fin, a la habitación. Giramos con un lento movimiento y la puerta queda enfrente de nosotros. Ambas mujeres entran por la puerta. Sin cortar todavía, la cámara las sigue de nuevo a la terraza y la habitación ya ha quedado delimitada. Vista para sentencia. Dos cuadros, una cama, un aseo por el que pasar, y una pequeña terraza con una buganvilla. Ambas, apoyadas en la barandilla se miran de espaldas a la cámara.

Médem corta.

Para muchos no serás suficiente, incluso diremos que estos alardes son mas, egos crecidos que planos funcionales. Personalmente creo que he visto uno de los mejores planos-secuencias del cine actual, y merece la pena acercarse a ver esta película aunque sólo sea por sus primeros minutos.

Lo que falta tras los primeros minutos es una película de encargo; con fallos imperdonables y con excesos inaguantables. Los excesos son predecibles. El que conoce a Médem sabe que con los años ha perdido la atmósfera de sus primeras películas en detrimento de una lírica más o menos perfilada sustentada por el peso de la imagen, mas que por la palabra. Aunque con los años la imagen fue perdiendo batalla y la palabra ganaba terreno podíamos percibir un extraño equilibrio que finalmente se ha roto con la única película de Médem sin exteriores.

Desde el inicio de su filmografía, el espacio natural ha sido siempre, un personaje más en las tramas de Médem, y aunque pretende el director una nueva prosopopeya con la habitación, o no usa los recursos que debiera (cuando Alba cierra por fin la puerta sólo nos queda el plano de una triste mirada pero no permite el director que la propia habitación se despida del espectador) o los usa endiabladamente mal (la panorámica horizontal que usa Médem cuando Natasha explica que un cuadro habla sobre otro es torpe y acelerada).


Abróchense los cinturones porque esto continúa.
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Pero a pesar de ciertos fallos y de toda la lírica recurrente existe un fallo imperdonable: el uso de la música. No exagero si afirmo que el ochenta por ciento de la película tiene música. Escenas que requerían ser escuchadas quedan aniquiladas por la banda sonora. Los jadeos, los besos, el roce de los dedos con a piel queda enmascarado por la música. Escenas de grandísima planificación visual (p. ej. en la bañera) chirrían por culpa de una banda sonora metida con calzador.

Dice Médem que necesitaba dinero para el proyecto sobre la Grecia clásica que está realizando (Pericles y Aspasia) y que “Habitación en Roma” podía darle la financiación que necesitaba. Acaba de gastar el crédito, en la siguiente no hay excusa.
3
4 de enero de 2011
36 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inspirada en el film 'En la cama', del chileno Matías Bize, muestra un acalorado coño a coño en la habitación de un hotel romano entre una rusa y una española. Todo un flechazo. Las dos viven una sesión de folleteo que les tocará el alma, y supongo que a la mayoría de los que hayan pagado por esto, los cojones. Todo transcurre en una noche y en las primeras horas de la mañana, y está contada (es un decir) de tal manera que parece que la película dure en verdad doce horas, y no precisamente entregadas a la jodienda.

Se respira una atmósfera cargada de onanismo, con una extraña fuerza que engancha el miembro de Medem apuntando hacia el techo. Entre caliqueño y caliqueño, la rubia y la morena parlotean sobre todo lo humano y lo divino: cantan, bailan, ríen y lloran, a lo loco y sin bragas. Y quede claro que cada una está profundamente enamorada de su pareja habitual: en el caso de la rusa, un profesor de Renacimiento con el que se va a casar. Follar en Roma sin aludir al Renacimiento sería imperdonable.

El siguiente párrafo no lo altero, porque es sublime:

‘Ambas girarán sobre sí mismas hasta ponerse boca arriba mirando juntas hacia otra verdad, un abismo compartido, el secreto guardado en una habitación en Roma, una sorpresa del tiempo anterior que les adelanta, un regalo del destino para que hagan con él lo que más deseen. Así nace para ellas su nueva libertad.’

No me digáis que no es orgásmico.

Las chicas están de muy buen ver, y parece que se lo toman en serio, pero para proporcionar material a la concurrencia pajera tampoco hay que ponerse tan estupendos. Claro, que Medem es todo un falósofo.
6
11 de enero de 2011
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
No simplemente porque sea justo el solsticio de verano. También porque es la noche en la que Alba y Natasha conocen el amor verdadero. El más grande que hayan sentido.
Quizás a menudo las más intensas historias de amor son las que se guardan bajo llave entre cuatro paredes.
Cuántas habitaciones de hotel habrán sido testigos de romances así. Extraños que se cruzan, abriéndose a un embrujo que sólo es posible si acaso una vez, dos veces (y eso con endiablada suerte) en la vida.
Amores de cuento, jugando a lo imposible, redescubriéndote, puedes mentir e inventarte un yo porque todo es nuevo, porque él o ella no te conoce, porque tienes miedo, o porque las posibilidades son tantas que podrías probar a ser como un héroe romántico de esas novelas que has leído. Aunque también puedes dejarte llevar por el impulso contrario, el de revelar la verdad que tienes ahí tan escondida, tan enquistada que no te creías capaz ni de admitirla ante ti mismo.
Y dejarse llevar por el misterio de la noche romana, poco a poco, tanteando el terreno movedizo hasta que cierras los ojos, tomas aire, te desnudas y te lanzas a la piscina. Nunca antes te habías lanzado así. Seguramente no te volverás a lanzar así. El diálogo de las almas titubeantes y de los cuerpos en confusión, y ahora temor, y de repente fuego, y luego melancolía, y risas, y fuego otra vez, piel contra piel, corazón contra corazón. Dos seres degustando un punto álgido, el más elevado que se pueda degustar en el amor.
Lo sublime no abunda. Es su destino. Si no existiera la mediocridad, o la medianía, o la ordinariez de los días corrientes, tampoco sería posible saborear la plenitud que en muy raras ocasiones, en brevísimos destellos, puede llegar a rozar a unos cuantos afortunados.
Podemos hacernos la siguiente pregunta: “¿Yo he tocado el cielo alguna vez?” Si la respuesta es sí… Somos los más bienaventurados del mundo.
Un hermoso escenario, un marco exquisito para el cielo de Alba y Natasha, una preciosa idea inspirada por el chileno Matías Bize… Pero Medem no me conduce a los reinos celestiales pese a tan prometedoras premisas. Me quedo con la película chilena, nada glamourosa, en una habitación mucho más sencilla, con dos personajes más naturales, más próximos. La fotografía no era de ensueño, no daba tanta impresión de estar estudiada al milímetro, los protas eran dos desconocidos del montón a los que se les veía a la legua que eran como el promedio de la gente. A las chicas de Medem les detecto cierto aire a falso, a rebuscado. Luciendo cuerpazos, haciendo poses (sobre todo Anaya, la Yarovenko sí me ha parecido más auténtica). Se le ha notado un poquito a Medem, o así lo aprecio yo, la urgencia por diseñar la noche más “sensual-chic” del panorama cinematográfico del pasado año.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Pero hay algo que la rescata. Tras pensármelo un poco, y tras todas estas reflexiones, he decidido subirla al seis, que pensé en ponerle un cinco.
Y es que esta película nos recuerda esa historia de amor que algunos guardamos bajo llave entre cuatro paredes.
2
14 de mayo de 2010
44 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mala o malísima, depende de cada uno. Película falta de todo. Empieza bien(5 minutos), casi asombroso que Medem pueda hacer un plano sin cortar en una escena complicada, después, todo es lamentable. No tiene historia, no tiene sensualidad y no tiene ritmo. No ayuda ni el doblaje ruso ni la banda sonora tan mal traída en la mayoría de las escenas, utilizando 4 canciones para toda la película y no está exigua de música que digamos. Resulta cómico ver como se va desmoronando e hilarante algunas escenas de vergüenza ajena. El guión es el gran ausente de la película, nunca caracterizaré a Medem por darnos un buen guión pero este sobrepasa el ridículo, hecho en 10 días según él. Me parece desagradable como juega con el público volviendo a dárnosla por detrás.
Que no sea capaz de dar un sola escena de sensualidad en la película resulta confuso y deprimente, ya que exprime el cuerpo desnudo de las dos chicas durante más de dos horas. Mención aparte a Natasha, una actriz para el recuerdo porque espero que no vuelva a hacer una sola película. Claro que veo lo que pretende conseguir y se valora el intento, de ahí mi dos, pero se queda lejos, muy lejos de lo que busca. Sólo por ver a dos lesbianas en un intento de película, me parece asombroso que lesbianas y gays se unan para alabar semejante película, el amor no trata de hombre y mujer, hombre y hombre o mujer y mujer, trata de sentirlo y plasmarlo en la gran pantalla, sea cual sea su condición, no sólo de identificarte al ver por fin una película dónde se trata el lesbianismo, tiene que ir más allá. Creí que con Caótica Ana había tocado fondo, no se ha hundido más, era complicado, pero no ha salido del pozo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Díganme aquellos incondicionales de esta película qué escena es buena. Recuerdo el momento de Máximo ofreciéndose, el karaoke o la canción en la ducha, Alba llorando por el video y el comentario de la rusita, las caras forzadas viendo el amanecer, la flecha en el corazón, los diálogos tontos vacíos de sentimientos, 15 minutos en el google earth(más minutos que de sensualidad y romanticismo), etc. Innumerables situaciones de risa, de lástima, de Julio Medem y su ya tercera bazofia después de Pelota vasca y Caótica Ana.
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