La posesión
6.6
6,018
Terror
Berlín, antes de la caída del muro. Cuando Marc regresa de un viaje encuentra a su esposa Anna cambiada, muy nerviosa y perturbada. Por fin, le confiesa que tiene una aventura y lo abandona. Marc cae en una terrible depresión que lo lleva casi al borde de la locura. Poco después Marc se entera de que su mujer también ha abandonado a su amante, y la verdad sobre la aventura secreta de Anna se revelará monstruosa.
LA OSCURIDAD ES MÁS TRANQUILA. LA TENTACIÓN DE CAER EN ELLA PROMETE CONSUELO DESPUÉS DEL SUFRIMIENTO
4 de febrero de 2021
4 de febrero de 2021
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La Posesión" es un sorprendente y perturbador film de terror psicológico, dirigido por el controvertido director polaco Andrzej Żuławski. Berlín, años 80. Cuando Marc regreso de su trabajo como espía internacional, encuentra muy cambiada, perturbada y hostil a su esposa Anna. Luego de que la relación se vuelva insostenible y violenta y ésta le confiese que tiene un amante, Marc se embarcará en buscar respuestas que lo llevarán a descubrir una verdad monstruosa. A principios de los 80s, el polémico director Andrzej Żuławski encontraría finalmente cierta lucidez para expulsar sus demonios y embarcarse en su próximo proyecto cinematográfico, la cual terminaría por convertirse no sólo en su mejor película, sino en una de las experiencias de horror más impresionantes, angustiantes y subversivas de la segunda mitad del siglo XX. Żuławski se vería envuelto en un tormentuoso quiebre amoroso con la actriz Malgorzata Braunek, quien había protagonizado su legendario y prohibido film “Diabeł” y de quien se divorciaría en 1976. Durante este tiempo, la relación entre ambos se había deteriorado a tal punto de llevar a episodios de violencia física y psicológica que el director resumiría en la dramática experiencia de haber encontrado a su hijo de 5 años abandonado por su ex mujer y un estado de higiene deplorable, cubierto de mugre y mermelada.
No obstante, no es exagerado señalar que la concepción de la cinta se convirtiera en un verdadero exorcismo para el director, quien durante este difícil periodo no abandonaría sus pensamientos suicidas. De esta forma, sumergido en su propio infierno, Żuławski comenzó a escribir el guión basándose principalmente en su quiebre matrimonial e incorporando una serie de elementos narrativos, psicosociales y subtextos políticos que bien vale la pena detallar. En primer lugar, advertimos una ruptura inusual y especialmente violenta, que adopta un giro extremadamente desagradable hacia un colapso psicológico que recuerda a “Repulsion” de Roman Polanski y que se intensifica hacia alguno tipo de representación de surrealismo y horror biológico en la línea de “Eraserhead” de David Lynch. En segundo lugar, nos encontramos con la entidad diabólica que posee a Anna y Marc, la que se trata de una cruda metáfora de varios estados psicológicos alterados, en la forma de un monstruo pulpoide, que claramente remite al mundo pesadillesco de H.P. Lovecraft. De esta forma, está la psicosis de Anna, la conciencia inquisidora de Marc que no acepta la traición de su esposa y las tóxicas relaciones que estos tienen con personajes secundarios como Margie y Heinrich, amiga y amante bisexual de Anna respectivamente.
En tercer lugar, en tanto, es por eso que ambos crean un doppelgänger ideal de su pareja para tratar de escapar de la descafeinada y esteril relación amorosa que viven, ella creando un amante incansable que siempre está a su lado y él haciendo lo propio con una profesora que, además de amable y no pedirle cuestas de nada, asume mucho mejor sus triples labores de madre, esposa y trabajadora. En cuarto lugar, es posible identificar un ataque tan frontal como entre líneas a dos de las instituciones consideradas más sagradas por el Cristianismo Occidental: La Iglesia Católica y la familia, lo que le sumaría otro punto a su controversial estructura y mensajería narrativa. Żuławski recalca su emblemático ateísmo dejando una vez claro que Dios no existe que se refleja en la construcción y consolidación de esta deidad monstruosa a la cual Anna rinde culto en cuerpo y alma pero que no es más que el fruto de la brutal crisis matrimonial con Marc que bebe directamente de “The Brood” de David Cronenberg e inspira a la futura “Antichrist” de Lars von Trier. Por otra parte, el director enrostra a esta sociedad cínica y amoral la evidente vulnerabilidad moral y valórica de la familia como ente social, a través de la violencia intrafamiliar, pero especialmente el abandono a Bob.
Las actuaciones son extraordinarias e impactantes de la mano de una inmensa Isabelle Adjani y un eficiente Sam Neill. La talentosa actriz francesa nos regala una impresionante, desgarradora y perturbadora interpretación donde se refleja en varias secuencias notables de histrionismo y manejo de contención y liberación de emociones, De hecho, gracias a su doble interpretación de Anna y Helen, obtendría el Premio a la Mejor Actriz en el Festival de Cannes de 1981 y al César en la misma categoría, sin embargo, se traduciría en una experiencia traumática y agotadora. Por su parte, el joven y desconocido actor neozelandés Sam Neill ofrece uno de sus mejores trabajos interpretativos como Marc, esposo de Annam. Neill interpreta a un personaje que lejos de parecer una víctima ante la infidelidad de Anna, se muestra tan obsesivo, manipulador y violento, tan alterado e inestable como su esposa y que no encuentra, a pesar de sus poco acertados intentos, el camino que le permita acercarse nuevamente a su esposa. El resto del reparto lo completaron Heinz Bennet como el drogadicto y bisexual amante de Anna. Margit Carstensen encarna a Margit Gluckmeister como la mejor amiga de la mujer. Johanna Hofer como la madre de Heinrich. Carl Duering es el Detective. Y Shaun Lawton como Zimmermann.
En definitiva, una verdadera experiencia tan grotesca y enfermiza como fascinante y surrealista que debe estar entre las más honestas, poéticas y extremistas formas de horrorizar y perturbar. La diversidad de géneros que la película abraza, desde el horror y el terror, pasando por el suspenso y el drama, hasta la fantasía y el surrealismo más extremo la convierten decididamente en una experiencia tan alucinante como perturbadora. Donde dentro de todo simbolismo, habrá espacio para explorar la literalidad de la muerte del amor en la metáfora de la infección de la locura como principal vehículo narrativo de esta experiencia cinematográfica que incluye varias señales inequívocas de estados emocionales enfermizos y convalecientes.
FilmeClub.com
No obstante, no es exagerado señalar que la concepción de la cinta se convirtiera en un verdadero exorcismo para el director, quien durante este difícil periodo no abandonaría sus pensamientos suicidas. De esta forma, sumergido en su propio infierno, Żuławski comenzó a escribir el guión basándose principalmente en su quiebre matrimonial e incorporando una serie de elementos narrativos, psicosociales y subtextos políticos que bien vale la pena detallar. En primer lugar, advertimos una ruptura inusual y especialmente violenta, que adopta un giro extremadamente desagradable hacia un colapso psicológico que recuerda a “Repulsion” de Roman Polanski y que se intensifica hacia alguno tipo de representación de surrealismo y horror biológico en la línea de “Eraserhead” de David Lynch. En segundo lugar, nos encontramos con la entidad diabólica que posee a Anna y Marc, la que se trata de una cruda metáfora de varios estados psicológicos alterados, en la forma de un monstruo pulpoide, que claramente remite al mundo pesadillesco de H.P. Lovecraft. De esta forma, está la psicosis de Anna, la conciencia inquisidora de Marc que no acepta la traición de su esposa y las tóxicas relaciones que estos tienen con personajes secundarios como Margie y Heinrich, amiga y amante bisexual de Anna respectivamente.
En tercer lugar, en tanto, es por eso que ambos crean un doppelgänger ideal de su pareja para tratar de escapar de la descafeinada y esteril relación amorosa que viven, ella creando un amante incansable que siempre está a su lado y él haciendo lo propio con una profesora que, además de amable y no pedirle cuestas de nada, asume mucho mejor sus triples labores de madre, esposa y trabajadora. En cuarto lugar, es posible identificar un ataque tan frontal como entre líneas a dos de las instituciones consideradas más sagradas por el Cristianismo Occidental: La Iglesia Católica y la familia, lo que le sumaría otro punto a su controversial estructura y mensajería narrativa. Żuławski recalca su emblemático ateísmo dejando una vez claro que Dios no existe que se refleja en la construcción y consolidación de esta deidad monstruosa a la cual Anna rinde culto en cuerpo y alma pero que no es más que el fruto de la brutal crisis matrimonial con Marc que bebe directamente de “The Brood” de David Cronenberg e inspira a la futura “Antichrist” de Lars von Trier. Por otra parte, el director enrostra a esta sociedad cínica y amoral la evidente vulnerabilidad moral y valórica de la familia como ente social, a través de la violencia intrafamiliar, pero especialmente el abandono a Bob.
Las actuaciones son extraordinarias e impactantes de la mano de una inmensa Isabelle Adjani y un eficiente Sam Neill. La talentosa actriz francesa nos regala una impresionante, desgarradora y perturbadora interpretación donde se refleja en varias secuencias notables de histrionismo y manejo de contención y liberación de emociones, De hecho, gracias a su doble interpretación de Anna y Helen, obtendría el Premio a la Mejor Actriz en el Festival de Cannes de 1981 y al César en la misma categoría, sin embargo, se traduciría en una experiencia traumática y agotadora. Por su parte, el joven y desconocido actor neozelandés Sam Neill ofrece uno de sus mejores trabajos interpretativos como Marc, esposo de Annam. Neill interpreta a un personaje que lejos de parecer una víctima ante la infidelidad de Anna, se muestra tan obsesivo, manipulador y violento, tan alterado e inestable como su esposa y que no encuentra, a pesar de sus poco acertados intentos, el camino que le permita acercarse nuevamente a su esposa. El resto del reparto lo completaron Heinz Bennet como el drogadicto y bisexual amante de Anna. Margit Carstensen encarna a Margit Gluckmeister como la mejor amiga de la mujer. Johanna Hofer como la madre de Heinrich. Carl Duering es el Detective. Y Shaun Lawton como Zimmermann.
En definitiva, una verdadera experiencia tan grotesca y enfermiza como fascinante y surrealista que debe estar entre las más honestas, poéticas y extremistas formas de horrorizar y perturbar. La diversidad de géneros que la película abraza, desde el horror y el terror, pasando por el suspenso y el drama, hasta la fantasía y el surrealismo más extremo la convierten decididamente en una experiencia tan alucinante como perturbadora. Donde dentro de todo simbolismo, habrá espacio para explorar la literalidad de la muerte del amor en la metáfora de la infección de la locura como principal vehículo narrativo de esta experiencia cinematográfica que incluye varias señales inequívocas de estados emocionales enfermizos y convalecientes.
FilmeClub.com
21 de febrero de 2020
21 de febrero de 2020
16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Apenas daba inicio una de las décadas más proliferas de toda la historia en cuanto a cine de calidad se refiere, los maravillosos ochenta, con títulos que pasarían a formar parte de la historia del celuloide para siempre. No fue solo un fenómeno localizado en la industria americana, países como Japón o el cine Europeo arrasaban con auténticos títulos de autor que se convertirían en películas de culto prácticamente al instante. El cine de género no fue una excepción y bajo el paraguas de esta denominación encontramos Possession.
Mark, regresa de un viaje de trabajo que le ha tenido un tiempo largo fuera de su hogar, al llegar su mujer armada con un comportamiento más que extraño le pide el divorcio. Este, totalmente desolado y desesperado sospechará que el verdadero motivo de la ruptura es una infidelidad, lo que Mark desconoce, y no puede ni llegar a imaginar es lo que de verdad hay detrás de esta ruptura.
Para poder llegar a entender en profundidad esta película hay que nombrar a su director, el polaco Andrzej Zulawski, viejo conocido por la censura de la época, así como por sus obras oscuras llevadas al límite. Además hay que añadir que en el momento de escribir el guion hacía relativamente poco que se había separado de su mujer por lo que siempre se comentó que la película podía contener depresivos momentos autobiográficos o al menos sentimientos personales propios, en esta línea se entiende mucho mejor la meticulosidad del director por transmitir al espectador sensaciones en cada uno de los momentos de la película, tanto con el contenido de las escenas en sí como con la manera de filmar estas con gran variedad de planos en ocasiones asfixiantes, especialmente en la corta distancia, que ayudan a hacer de esta una obra todavía más extraña y personal si cabe.
Possession es un viaje por la visión distópica de una Berlín antes de la caída del muro, fría y desolada, en la que cuesta ver gente por la calle. Un escenario que da lugar a una historia donde todo parece posible, una premisa de fondo que mantiene durante todo el largometraje la tensión a flor de piel y la incertidumbre sobre el rumbo de los protagonistas del film, sin tener incluso en cuenta la monstruosa aparición final en un desenlace totalmente sorprendente y fantástico.
Andrzej Zulawski también era conocido por llevar a los actores al extremo para lograr así unas actuaciones al límite y este film es una buena muestra de ello, marcando fuertes discusiones de pareja o evolucionando por ejemplo y en este caso al personaje de Mark interpretado por Sam Neill, desde el punto de inseguridad y violencia más irracional hasta una seguridad en sí mismo que resulta por desembocar en explosión en un sinfín de secuencia de tonos subidos hasta la desesperación que parecen propios de otro personaje.
Pero si hay que remarcar y coronar una como auténtica y prodigiosa interpretación sería el trabajo de Isabelle Adjan, con nada más y nada menos que dos papeles en la misma película. Comportándose en el rol de Helen como la moderación y la sensatez y en el rol de Anna como una histriónica madre, mujer y amante desencadenada en unas emociones que ni ella misma puede controlar, y aquí hablo del personaje y de la actriz de carne y hueso, protagonizando así la que podría ser sin problemas una de las mejores interpretaciones femeninas de la historia del cine.
Largos planos y música de piano en un túnel de metro para la escena más potente de la película que llevó a la actriz al límite rozando la locura en una interpretación única, desenfrenada y totalmente magnética que consigue enmudecer y cortar la respiración como pocas veces sucede en el cine, un éxtasis de energía en continua evolución hasta el surrealismo y controversia final. Simplemente maravillosa, puro cine.
Censurada y recortada, polémica y coartada de libertad en definitiva, esta es una película magnífica en sí misma, redonda en la exigencia de sus creadores y con la capacidad de remover todo por dentro, capaz incluso de extenuar al espectador estático en la butaca. Un clásico de culto.
https://www.terrorweekend.com/2019/11/possession-review.html
Mark, regresa de un viaje de trabajo que le ha tenido un tiempo largo fuera de su hogar, al llegar su mujer armada con un comportamiento más que extraño le pide el divorcio. Este, totalmente desolado y desesperado sospechará que el verdadero motivo de la ruptura es una infidelidad, lo que Mark desconoce, y no puede ni llegar a imaginar es lo que de verdad hay detrás de esta ruptura.
Para poder llegar a entender en profundidad esta película hay que nombrar a su director, el polaco Andrzej Zulawski, viejo conocido por la censura de la época, así como por sus obras oscuras llevadas al límite. Además hay que añadir que en el momento de escribir el guion hacía relativamente poco que se había separado de su mujer por lo que siempre se comentó que la película podía contener depresivos momentos autobiográficos o al menos sentimientos personales propios, en esta línea se entiende mucho mejor la meticulosidad del director por transmitir al espectador sensaciones en cada uno de los momentos de la película, tanto con el contenido de las escenas en sí como con la manera de filmar estas con gran variedad de planos en ocasiones asfixiantes, especialmente en la corta distancia, que ayudan a hacer de esta una obra todavía más extraña y personal si cabe.
Possession es un viaje por la visión distópica de una Berlín antes de la caída del muro, fría y desolada, en la que cuesta ver gente por la calle. Un escenario que da lugar a una historia donde todo parece posible, una premisa de fondo que mantiene durante todo el largometraje la tensión a flor de piel y la incertidumbre sobre el rumbo de los protagonistas del film, sin tener incluso en cuenta la monstruosa aparición final en un desenlace totalmente sorprendente y fantástico.
Andrzej Zulawski también era conocido por llevar a los actores al extremo para lograr así unas actuaciones al límite y este film es una buena muestra de ello, marcando fuertes discusiones de pareja o evolucionando por ejemplo y en este caso al personaje de Mark interpretado por Sam Neill, desde el punto de inseguridad y violencia más irracional hasta una seguridad en sí mismo que resulta por desembocar en explosión en un sinfín de secuencia de tonos subidos hasta la desesperación que parecen propios de otro personaje.
Pero si hay que remarcar y coronar una como auténtica y prodigiosa interpretación sería el trabajo de Isabelle Adjan, con nada más y nada menos que dos papeles en la misma película. Comportándose en el rol de Helen como la moderación y la sensatez y en el rol de Anna como una histriónica madre, mujer y amante desencadenada en unas emociones que ni ella misma puede controlar, y aquí hablo del personaje y de la actriz de carne y hueso, protagonizando así la que podría ser sin problemas una de las mejores interpretaciones femeninas de la historia del cine.
Largos planos y música de piano en un túnel de metro para la escena más potente de la película que llevó a la actriz al límite rozando la locura en una interpretación única, desenfrenada y totalmente magnética que consigue enmudecer y cortar la respiración como pocas veces sucede en el cine, un éxtasis de energía en continua evolución hasta el surrealismo y controversia final. Simplemente maravillosa, puro cine.
Censurada y recortada, polémica y coartada de libertad en definitiva, esta es una película magnífica en sí misma, redonda en la exigencia de sus creadores y con la capacidad de remover todo por dentro, capaz incluso de extenuar al espectador estático en la butaca. Un clásico de culto.
https://www.terrorweekend.com/2019/11/possession-review.html
23 de junio de 2018
23 de junio de 2018
18 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película en la que:
- la acción se desarrolla a caballo entre los planos de lo real y lo metafísico,
- el director se permite todas las libertades de estilo y puesta en escena habidas y por haber (esa cámara danzarina, esos escenarios urbanos vacíos, el doblete innecesario de la protagonista, los excesos interpretativos de los actores),
- los personajes están permanentemente desquiciados y su comportamiento es a menudo grotesco, oscilando entre el drama y la parodia (Heinrich el amante, en particular),
- el escenario bascula entre lo hiperreal (un Berlín gris y deprimido en plena guerra fría) y lo onírico (esas calles desiertas con edificios abandonados y fantasmales),
- sus protagonistas transitan desde el escenario dramático de una crisis de pareja hacia otro de pesadilla psicótica y criminal con tintes de cine fantástico y
- contiene una de las secuencias de lucimiento interpretativo más espectaculares de la historia del cine (la del metro de Isabelle Adjani, que mereció premio en Cannes)
no puede dejar indiferente a nadie, no.
Para bien o para mal..
- la acción se desarrolla a caballo entre los planos de lo real y lo metafísico,
- el director se permite todas las libertades de estilo y puesta en escena habidas y por haber (esa cámara danzarina, esos escenarios urbanos vacíos, el doblete innecesario de la protagonista, los excesos interpretativos de los actores),
- los personajes están permanentemente desquiciados y su comportamiento es a menudo grotesco, oscilando entre el drama y la parodia (Heinrich el amante, en particular),
- el escenario bascula entre lo hiperreal (un Berlín gris y deprimido en plena guerra fría) y lo onírico (esas calles desiertas con edificios abandonados y fantasmales),
- sus protagonistas transitan desde el escenario dramático de una crisis de pareja hacia otro de pesadilla psicótica y criminal con tintes de cine fantástico y
- contiene una de las secuencias de lucimiento interpretativo más espectaculares de la historia del cine (la del metro de Isabelle Adjani, que mereció premio en Cannes)
no puede dejar indiferente a nadie, no.
Para bien o para mal..
27 de agosto de 2013
27 de agosto de 2013
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
La musa de Andrzej Zulawski protagoniza una metáfora de las consecuencias de la posesión en las relaciones de pareja y de cómo la voluntad no puede ser esclavizada. La joven Anna conduce al límite su lánguida palidez mortuoria y su sola aparente angelical belleza, adoptando poses de obscena demente endemoniada, pues los gritos, ataques de ansiedad y la epilepsia no son más que razones que la transportan a danzas violentamente bellas y en las que la corporeidad inflama la imaginación de lubricidades, repugnancia y cosquilleos que extravían nuestras mentes, conduciéndolas a espantosos manjares y oscuras alucinaciones.
Por otra parte, el espectacular reparto actoral encarna a unos personajes poseídos, desnaturalizados, ignominiosos, maniáticos y descontextualizados, que apuntan maneras muy lejanas a las convenciones sociales y deambulan histriónicamente por la ciudad artificial de desolado diseño, disfrazada de un futurismo a lo Clockwork Orange que se baña de hipidos, estupefacientes e histéricos que estallan en el rostro del silencio urbano.
Con todo, la intensa impresión lograda por el genial Andrzej Zulawski es deudora de los contrastes habitualmente presentes en sus cintas, sobre todo la dualidad virtud y crimen, el simbolismo y los motivos religiosos.
Por otra parte, el espectacular reparto actoral encarna a unos personajes poseídos, desnaturalizados, ignominiosos, maniáticos y descontextualizados, que apuntan maneras muy lejanas a las convenciones sociales y deambulan histriónicamente por la ciudad artificial de desolado diseño, disfrazada de un futurismo a lo Clockwork Orange que se baña de hipidos, estupefacientes e histéricos que estallan en el rostro del silencio urbano.
Con todo, la intensa impresión lograda por el genial Andrzej Zulawski es deudora de los contrastes habitualmente presentes en sus cintas, sobre todo la dualidad virtud y crimen, el simbolismo y los motivos religiosos.
31 de julio de 2022
31 de julio de 2022
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como es evidente que el director de esta película sólo se propuso dar el pelotazo a base de truculencias y aberraciones estéticas llevadas al extremo, no voy a entrar en su juego y no haré juicios tajantes sobre ella. Diré simplemente que esta película es la historia de una posesión (doble posesión, puesto que afecta a los dos miembros de la pareja) sin exorcista ni exorcismo. Una historia de locura, de "folie à deux", rebuscadamente absurda y sin el menor sentido, pero sobre todo aplicadísima en cuanto al empeño de producir horror y asco al espectador. No le busquen conceptualismo ni significados ocultos, no los hay: Zulawski sólo pretende que el público salga diciendo: "He visto la película más demencial de mi vida". Alguien opina por aquí que es un estudio surrealista sobre el mal en la pareja. Y es verdad que se menciona mucho a Dios, que se dicen frases que parecen profundas, y por momentos parece que la película va a acabar sugiriéndonos algo transcendente. Pero no. Es una película meramente coprofílica que ni siquiera llega al nivel de gamberrada, porque, para ser gamberra, una obra de arte debe tener al menos un pelín de gracia. Y ésta carece de ella absolutamente.
Sólo se salva la fotografía y las localizaciones, que de entrada le dan un empaque de calidad. Pero el efecto dura poco. Todo es aberrante y repulsivo. El directo no busca más que epatar, y a fe que lo consigue, porque el número de los esnobs en la crítica cinematográfica roza la mayoría absoluta.
Sólo se salva la fotografía y las localizaciones, que de entrada le dan un empaque de calidad. Pero el efecto dura poco. Todo es aberrante y repulsivo. El directo no busca más que epatar, y a fe que lo consigue, porque el número de los esnobs en la crítica cinematográfica roza la mayoría absoluta.
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