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Déjame entrar (Let Me In)

Terror. Drama Owen es un niño triste (Kodi Smit-McPhee), maltratado por sus compañeros de clase y abandonado por sus padres divorciados; sin embargo, algo cambiará en su solitaria vida cuando conozca a Abby (Chloe Moretz), una nueva y misteriosa vecina, que vive con su silencioso padre (Richard Jenkins), y con quien entablará una particular amistad. Remake norteamericano de la celebrada película sueca "Déjame entrar" ("Let The Right One In"). (FILMAFFINITY) [+]
Críticas 119
Críticas ordenadas por utilidad
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8
23 de octubre de 2010
34 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Sabía que tenía que haber una forma de poder tomar la esencia de su historia y trasladarla al entorno americano que conocía de mi infancia” Matt Reeves

Y la hay queridos amigos. Se llama Let me in. Reeves ha fabricado un remake que en casi nada varía argumentalmente y que respeta las secuencias y los diálogos que hicieron grande a la original. Lo que cambia es el fondo, el contexto, tanto dentro como fuera del plano. Y es que la cultura americana no sólo ha fagocitado las vidas de Oskar y Eli sino que se ha colado en aspectos formales del metraje.

El retrato de “la otra América” de Reeves es algo tópico: fracaso escolar, familia desestructurada, etc. No obstante hay detalles reveladores. Nos sitúa la película en la década Regan, los 80, en el que el discurso del presidente republicano reavivó la paranoia de la Guerra Fría e hizo que USA se rearmaran ante el enemigo ruso. Se volvió a hablar de los buenos y los malos, al igual que la devota madre de Owen. El pobre chico se declara confuso en una conversación telefónica con su padre, que constituye sin duda la mejor escena genuina de Reeves.

La distancia a la que se sitúa la historia, es el mayor cambio formal. Si por algo se caracterizaba la primera mitad del film sueco era por el desconcertante uso que hacía del plano general para mostrar las escenas de violencia. Pero la primera mitad del remake, hace un uso persistente del plano detalle, dejando desenfocado (literalmente), todo aquello que al director no interesa. Es como si la cinta original quisiera hacer un fresco realista, un film expositivo en el que se muestra sin juzgar los comportamientos personales de sus personajes. Sin embargo Reeves se acerca de forma devastadoramente cotidiana (como en su anterior film Monstruoso) a esas situaciones que tanto le recuerdan a su paso personal a la adolescencia.

Sigo en spoiler por falta de espacio
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Aunque Reeves se empeñe en asegurar que la historia es una metáfora sobre los miedos de la adolescencia, hay otro tema mucho más perturbador e interesante, la aceptación de lo diferente. Es muy sencillo hacer una película sobre la tolerancia en un ambiente idílico en el que la convivencia es fácil. Porque el mundo no es un lugar simple, y puede que el otro represente lo contrario a lo que nosotros entendemos por “bueno”. Es ahí donde debemos mirarnos el ombligo. Y es que pronto esgrime Oskar el argumento de “Tú matas personas” para enjuiciar a Eli, pero cuando ella le responde “sí, pero yo lo hago por necesidad, sin embargo tú desearías hacerlo” es cuando nuestra inquebrantable clasificación del mundo sufre un revés inesperado. Ahí está el reto, que como bien demuestra la película, solo el amor y la empatía pueden resolver.

La cercanía de Reeves con sus personajes permite ahondar más en otros temas como la adolescencia. Y sin embargo, el director americano demuestra una gran inteligencia al plantear el problema de la aceptación de “el otro” en la América de los 80, en la iglesia católica, y obliga a su Owen a pedir a Abby también permiso para entrar.

Porque si alguien nos pregunta que si le dejamos entrar y aceptamos, debemos asumir que llegará a nuestro hogar tal y como es y así deberemos quererlo.
7
25 de octubre de 2010
28 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fueron muchas las voces integristas que se alzaron ante el futuro remake USA de Déjame entrar, el film sueco de 2008 que a poco de estrenarse ya era considerado un título de culto en medio mundo. Que si los yanquis iban a fastidiarla otra vez, que dos años no son nada, que será otro churro, que si me cago en ese Matt Reeves y en todo lo que se menea, etc. Puede que hasta a mí no me pareciera buena idea, pensando en lo mal que se le suele dar a Hollywood versionear películas europeas: Diabólicas, Vanilla Sky, Quarantine, etc. Sin embargo, el hecho de que ésta en particular fuera de Matt Reeves -autor de la interesante Cloverfield-, así como el respeto y la humildad con la que encaraba el proyecto desde un principio, le concedían al menos el beneficio de la duda. Pues bien, una vez pasado todo el jaleo y vistas por fin ambas versiones, hay que quitarse el sombrero ante Reeves y reconocer sin complejos que su Déjame entrar resulta un remake a la altura del original, por no decir superior en bastantes aspectos.
En efecto, la sobriedad y el minimalismo de Tomas Alfredson le otorgaban una atmósfera especial a su versión de la novela de Lindqvist, pero a veces daba la impresión de que eran consecuencia más de su escaso presupuesto que a una opción artística predefinida. En la nueva Déjame entrar, por una vez los dólares parecen invertidos con cabeza y en beneficio de la historia, aportando una relectura más comercial pero sin traicionar su hipnótico espíritu. La película de Reeves, iniciada con un sugestivo flash-back, nos ofrece un guión más fluido y lleno de matices que el de la cinta sueca -un poco lenta al final y demasiado sintética-, y en el que siguen estando presentes los temas principales de la trama: el aislamiento y las dudas adolescentes, el primer amor, el acoso escolar, el bien y el mal que habita en todos nosotros, etc. La puesta en escena del realizador de Monstruoso así mismo, también resulta imaginativa y sugerente, gracias a un montaje efectivo y a sus continuas referencias hitchcockianas, que harán las delicias de más de un cinéfilo.
Pero donde sale definitivamente ganando esta versión es en el reparto, confeccionado por su director con verdadero ojo clínico. Los dos niños actores son muy superiores a los del largometraje sueco, tanto una Chlöe Moretz superlativa -que con sólo 12 años tiene la mirada de un adulto experimentado-, como Kodi Smit-Mcphee, que ya demostró su talento en The Road y cuyo único hándicap es su nombre raro raro raro. Si a eso añadimos secundarios de la talla de Richard Jenkins -últimamente omnipresente- o el canadiense Elias Koteas, tan mimético a Robert De Niro que ya le acreditan hasta cuando no sale -Shutter Island-, el resultado habla por sí solo.
En definitiva, una película muy disfrutable y que deja el listón alto de cara a futuros remakes norteamericanos; demostrando por una vez que en Hollywood saben hacer bien las cosas cuando quieren… o cuando se las encargan a la gente apropiada.
1
18 de agosto de 2010
107 de 198 usuarios han encontrado esta crítica útil
Definición de inútil: 1- Que no sirve para nada. 2- Persona que no pruduce provecho o beneficio. 3- Sin utilidad, incapacitado para una actividad específica.

Hay gente que colecciona fracasos. Matt Reeves es uno de ellos, ya que todo cuanto ha hecho en esta vida (profesionalmente hablando), ha resultado ser una soberana mierda. Imagino que cuando se llega a los 44 años, se mira al pasado, y solo se ve la triste trayectoria de un director mediocre, a uno solo se le puede ocurrir hacerse el hara-kiri. En este caso, el equivalente a ese corte en el vientre, es hacer el remake de la poderosa "Let the Right One In" para, como no podía ser de otro modo, morir en el intento. El éxito nace desde el talento, desde la creatividad, nunca desde el plagio. Hoy en día ya no sirve con ser bueno para hacerse con un digno lugar en el cine, hay que ser sorprendetemente bueno, proponer algo nuevo.

El éxito de "Let the Right One In", reside en que es novedosa, imprevisible, fascinante, única. "Let Me In", no solo no supera en nada a su predecesora, además fracasa en todo en lo que la Sueca triunfó. El resultado, es este innecesario remake de una cinta que hace tan solo cuatro días que se estrenaba en Nueva York. Solo un discapacitado como Reeves, puede adoptar como recurso sodomizar un clásico de tan malas maneras y sin vaselina.

Oskar y Eli han desaparecido. Donde bastaban las miradas, los diálogos chirrían. A mis sentimientos todo esto le da igual, solo es un mal sueño de algo que he vivido. Ya no hay calor, ni frío. La única sangre es la que pierde el cine, las lágrimas son mias.
5
31 de octubre de 2010
29 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace ya unos cuantos años que empezaron a venir a la Costa del Sol turistas extranjeros, en su mayoría hooligans agorrinados cuyo conocimiento por nuestra cultura se limitaba al jamón, al flamenco y al Real Madrid (y el Barça). Las únicas palabras que sabían, y que tenían intención de aprender eran:
-Yo no habla español.
-Un serwesa por favour.
-Yo amour tu en playa.
En vista de semejante fauna, se decidió acomodar los sitios en función de la gente que los visitaba, y así nacieron todos esos pubs y discotecas con karaokes y demás historias donde, por supuesto, los que trabajaban eran ingleses y sólo se hablaba en inglés. Desde un punto de vista cultural supuso un nuevo triunfo de lo hortera en nuestra patria (y van ya unos cuantos), pero desde un punto de vista comercial, fue un acierto: a los de los bares y demás garitos les dio mogollón de pasta.

Con esta peli, más de lo mismo. No es cuestión de revisar o actualizar. Simplemente, eso no procede cuando se hace un remake un año después de que salga la original. Y tampoco se puede decir que sea cuestión de mejorar porque la original le da cien patadas a esta copia.
Aunque yo tampoco me voy a rasgar las vestiduras, qué carajo. Lo que voy a hacer es proponer que se califiquen las películas en función del dinero que recauden en vez de por su calidad cinematográfica. Y que se jodan los actores, los guionistas, los directores y todos esos que pretenden hacer cosas distintas, originales, sorprendentes, poco convencionales, etc. Porque, cuando estamos hablando de un negocio, ya sea el cine o la hostelería, al empresario lo que le importa es llenar la caja… y eso, da la sensación a tenor de la tendencia actual, es lo que cuenta, ¿no?

Por cierto, yo a los bares de guiris no suelo ir porque prefiero el jamón serrano al fish and chips. Y a esta peli, de momento, siguiendo el viejo sistema y aplicando un poco de mala leche, le doy un cinco pelao y aprovecho para reivindicar la original, que se la come con papas.
8
22 de octubre de 2010
24 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es ineludible el pensamiento de que serán muchos los que de antemano rechazarán esta producción, no sin cierto fundamento dado algunos antecedentes, y que por ende la prejuzgarán y condenarán sin darle la más mínima oportunidad para demostrar su valía, un gesto injusto con una película notable e inteligente cuyo único crimen es haberse inspirarse en un film previo muy respetado por buena parte de la comunidad cinematográfica, producción a la que rinde sincera pleitesía y respeta sin mancillar su recuerdo mientras que, lejos de limitarse a ser una burda copia comercial sin más, centra sus esfuerzos en reforzar y enriquecer su esencia con un discurso narrativo que resulta tan personal e independiente como complementario, aportando una nueva mirada tan satisfactoria y estimulante como la del original en su momento que sabe contrarrestar la evidente pérdida del factor sorpresa con un ejercicio de estilo de sorprendente solvencia fílmica.
Y es que esta ‘Déjame entrar’ es uno de los mejores remakes de los últimos tiempos, un ejemplo modélico de lo que es y debe de ser un remake, un film muy trabajado que mantiene las líneas maestras de su modelo sin desvirtuarlas ni dejar que este referente esclavice cobardemente su propia propuesta narrativa, y que además nos descubre a un nuevo diamante en bruto bajo el nombre de Matt Reeves, a quien prácticamente descubrimos como el aparente brazo ejecutor de JJ Abrams en la notable 'Monstruoso' y que aquí revela la sensibilidad de todo un prometedor cineasta en ciernes con una buena mano en la realización que por momentos, incluso, mejora a la de Tomas Alfredson. En definitiva, una producción más que interesante que se gana a pulso el derecho a ser vista, y que junto a títulos como la reciente 'The Crazies' obliga a replantearnos la catalogación del término "remake" como non grato.

Si bien valoro sus virtudes y se me hace evidente la calidad de su propuesta, no es menos cierto que es un film que no ha calado en mi y al que mi memoria no suele recurrir apenas un año después de haberla visto. En este sentido, considero que el remake le ha ganado la mano al original aunque sólo sea por el ajuste cultural de un modelo narrativo más próximo a mi educación como espectador, un caso similar al de 'The Ring' en el que la versión norteamericana resultaba más efectiva por beneficiarse de un modelo de producción al que la audiencia occidental está más acostumbrado, y que quizá siendo purista puede que no sea estrictamente mejor, pero si al menos más accesible aumentado con ello su eficiencia y, siendo prácticos, funcionalidad práctica. Y todo ello sin la necesidad de recurrir a un gran estudio, lo que al igual que con 'Kick-ass' ha permitido que no se hayan encontrado interferencias "maliciosas" en su proceso creativo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La apuesta por realizar un film igualmente elegante, sobrio y adulto sin miramientos hacia las necesidades que el box office pueda requerir se hace patente; también se insiste en la atmósfera depresiva, perturbadora y oscura aun cambiando algún que otro tono de su paleta visual. Hablamos de una producción inteligente y no oportunista, de un film de género que en todo caso suma un toque algo más estilizado y pulido en algunos aspectos retocando ciertos detalles relevantes pero secundarios, e igualmente centrado en la creación de una atmósfera climática salpicada por el efectismo ocasional requerido, y cuyas concesiones lo son sólo ante la propia historia. Tal vez se pierde algo en la sutileza del fondo dramático a cambio de dotar de un ritmo más consistente a la propuesta, uno de los grandes hándicaps de un original que adolecía de una cadencia que terminaba por resultar algo aburrida y reiterativa, y donde las palabras rellenan parte de los silencios, se acortan los tiempos de las transiciones y lejos de perderse los matices subversivos de algunos instantes éstos se ven paliados por otros apuntes visuales que fortalecen el entramado del conjunto, tales como el hecho de que nunca le veamos la cara a la madre del protagonista merced a una planificación más que ejemplar.
Reeves además le aporta una mayor tensión al conjunto, especialmente en las escenas que se prestan a ello, con una puesta en escena igualmente elegante y sobria, pero con algo más de vigor y que mantiene intacta una sensación de espesa estilización de su argumento que va más allá de algunos cambios en el planteamiento de algunas secuencias, especialmente los muy acertados que atañen al personaje que encarna Jenkins, o de la adición de un prólogo, "pequeñas diferencias" que decía Travolta en Pulp Fiction, y que marcan una distinción evidente aunque sutil entre las dos versiones. Mismamente la labor de los intérpretes con las consabidas discusiones en torno a quién lo hace mejor en las diferentes versiones y bla bla bla. En este caso es innegable que Kodi Smit-McPhee y Chloe Moretz están fantásticos en sus interpretaciones tanto como impecables resultan Jenkins o Koteas en su roles secundarios pero no menos importantes. ¿Mejor o peor que...? Sobre gustos... pero lo dicho, sobre gustos.
Aunque puede que para muchos innecesario, término no exento de cierta inconcreción hipócrita, la existencia de ambos films, dos producciones adultas y serias que anteponen el alma de su fondo dramático al interés condescendiente de agradar a una audiencia media, resultan plenamente compatibles por cuanto ambos ofrecen dos propuestas sumamente interesantes, mayormente satisfactorias y plenamente válidas. Y aunque se apoye evidentemente en los méritos del trabajo de un film previo no por ello hay que dejar de valorar sus propios méritos : dejémoslo en un empate técnico en el que el remake tal vez sea "algo mejor, pero donde el "original llegó primero y sin un modelo al que seguir.
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