Ágora
6.5
66,983
Aventuras. Romance
En el siglo IV, Egipto era una provincia del Imperio Romano. La ciudad más importante, Alejandría, se había convertido en el último baluarte de la cultura frente a un mundo en crisis, dominado por la confusión y la violencia. En el año 391, hordas de fanáticos se ensañaron con la legendaria biblioteca de Alejandría. Atrapada tras sus muros, la brillante astrónoma Hypatia (Rachel Weisz), filósofa y atea, lucha por salvar la sabiduría del ... [+]
3 de noviembre de 2009
3 de noviembre de 2009
74 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con respecto a Alejandro Amenábar:
Si, puede ser cierto que nuestro director de 37 años, quizás haya intentado realizar un proyecto demasiado importante y enorme, y según la opinión de muchos usuarios el film no le ha resultado perfecto, pero esto no es fracasar. Para mí en particular fracasar es no intentarlo (es quedarse al margen de temas históricos relevantes y complicados, que evidentemente si no los realizas de forma perfecta, te van a llover las críticas por todos los lados). No soy muy versado en el tema que nos presenta, conocía ligeramente de la existencia de Hipatia, y conocía muy poco de los últimos tiempos de la famosa biblioteca de Alejandría, y le agradezco a Amenábar de su valentía al exponernos el tema mencionado. Estoy totalmente convencido, que nos volverá a demostrar (para mí ya lo ha demostrado), su inmensa capacidad para llevar a termino obras de calidad e importancia, juventud le sobra para hacerlo.
Con respecto a la película:
Ágora (buena película) se centra en los agitados y convulsos tiempos que vivió la ciudad de Alejandría en los albores del año 391, cuando en ella convivían diferentes culturas y razas, que evidentemente tenían que chocar entre ellas para imponer aunque fuera de una forma fanática sus propias convicciones, principios y en particular su religión, aunque fuera tergiversando hechos históricos, levantando los sectores más cavernícolas aquí representados por los monjes parabolianos. Evidentemente estos hechos no tendrían tanta trascendía si el principal bastión romano, no estuviera representado por una fantástica mujer Hipatia (magnífica Rachel Weisz), cuyo único amor y pasión eran la astronomía y la filosofía, y que consideraba a todos “hermanos” fuera cual fuera su procedencia y religión. Hipatia ignora en todo momento el amor que por ella siente su esclavo Davos (buen trabajo del novel Max Minghella), solamente tenemos que fijarnos en sus miradas y gestos hacia ella, así como su amor reprimido. Y aquí entramos en un terreno sensible, pues aún siendo personajes basados en un contexto histórico, Amenábar se habrá tomado ciertas licencias para realizar el guión cinematográfico.
Colofón:
Los movimientos de masas están bastante bien logrados, la banda sonora es genial, los escenarios magníficos, quizás pueden sobrar algún que otro zoom. En general la película no llega a obra de arte, pero tampoco es para ningunearla. ¿Realmente hemos avanzado tanto? La verdadera moraleja es que no, y que la Historia lamentablemente se repite. En cualquier lugar del mundo, vemos gente que muere y mata por una mala entendida religión, que en privado predica el amor y el perdón, y llama a la aniquilación de infieles desde sus tribunas.
Si, puede ser cierto que nuestro director de 37 años, quizás haya intentado realizar un proyecto demasiado importante y enorme, y según la opinión de muchos usuarios el film no le ha resultado perfecto, pero esto no es fracasar. Para mí en particular fracasar es no intentarlo (es quedarse al margen de temas históricos relevantes y complicados, que evidentemente si no los realizas de forma perfecta, te van a llover las críticas por todos los lados). No soy muy versado en el tema que nos presenta, conocía ligeramente de la existencia de Hipatia, y conocía muy poco de los últimos tiempos de la famosa biblioteca de Alejandría, y le agradezco a Amenábar de su valentía al exponernos el tema mencionado. Estoy totalmente convencido, que nos volverá a demostrar (para mí ya lo ha demostrado), su inmensa capacidad para llevar a termino obras de calidad e importancia, juventud le sobra para hacerlo.
Con respecto a la película:
Ágora (buena película) se centra en los agitados y convulsos tiempos que vivió la ciudad de Alejandría en los albores del año 391, cuando en ella convivían diferentes culturas y razas, que evidentemente tenían que chocar entre ellas para imponer aunque fuera de una forma fanática sus propias convicciones, principios y en particular su religión, aunque fuera tergiversando hechos históricos, levantando los sectores más cavernícolas aquí representados por los monjes parabolianos. Evidentemente estos hechos no tendrían tanta trascendía si el principal bastión romano, no estuviera representado por una fantástica mujer Hipatia (magnífica Rachel Weisz), cuyo único amor y pasión eran la astronomía y la filosofía, y que consideraba a todos “hermanos” fuera cual fuera su procedencia y religión. Hipatia ignora en todo momento el amor que por ella siente su esclavo Davos (buen trabajo del novel Max Minghella), solamente tenemos que fijarnos en sus miradas y gestos hacia ella, así como su amor reprimido. Y aquí entramos en un terreno sensible, pues aún siendo personajes basados en un contexto histórico, Amenábar se habrá tomado ciertas licencias para realizar el guión cinematográfico.
Colofón:
Los movimientos de masas están bastante bien logrados, la banda sonora es genial, los escenarios magníficos, quizás pueden sobrar algún que otro zoom. En general la película no llega a obra de arte, pero tampoco es para ningunearla. ¿Realmente hemos avanzado tanto? La verdadera moraleja es que no, y que la Historia lamentablemente se repite. En cualquier lugar del mundo, vemos gente que muere y mata por una mala entendida religión, que en privado predica el amor y el perdón, y llama a la aniquilación de infieles desde sus tribunas.
10 de octubre de 2009
10 de octubre de 2009
97 de 132 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo no sé si esta película es buena o mala (sólo pueden decir eso quienes saben: los directores, los actores, pocos más y ninguno de los que escribimos aquí ni en los periódicos), sólo puedo decir si me ha gustado o no.
Y me ha encantado. No es un 10 por lo que particularmente considero un pequeño bajón de 10' tras el "primer acto" que recupera enseguida, porque algunas actuaciones secundarías me parecen algo exageradas y porque me hubieran gustado más matices en otros personajes. Quitando eso, todo lo demás me ha parecido:
- emocionante (no entiendo la crítica de falta de emoción que le achacaban en Cannes. De hecho, no la entiendo en absoluto ni la sala tampoco parece haberla entendido. Hemos aplaudido muchos al acabar la película y hacía mucho, mucho que no veía eso).
- Instructiva. Lecciones de astronomía y de gusto por el placer que muchos debiéramos aprender hoy.
- Muy buena ambientación. Realmente sientes cómo se vivía en aquellos momentos.
- Nada parcial. Los paganos con sus esclavos y sus dioses y matando. Los cristianos con su dios y matando. Los judíos, habiendo matado a quien se cree que se creía un dios. Obviamente, al centrarse en ese periodo, los cristianos aparecen como lo que fueron: peor que los demás al detentar el poder una vez que su propia persecución terminó.
- que pasa volando. Soluciona muy bien el movimiento de masas y las escenas íntimas. Las lecciones de astronomía y matemáticas son magistrales... Todo pasa en un suspiro.
- Y tomas originales (esto sigue en el spoiler)
- Y más...
No os la perdáis. Cine del bueno.
Y me ha encantado. No es un 10 por lo que particularmente considero un pequeño bajón de 10' tras el "primer acto" que recupera enseguida, porque algunas actuaciones secundarías me parecen algo exageradas y porque me hubieran gustado más matices en otros personajes. Quitando eso, todo lo demás me ha parecido:
- emocionante (no entiendo la crítica de falta de emoción que le achacaban en Cannes. De hecho, no la entiendo en absoluto ni la sala tampoco parece haberla entendido. Hemos aplaudido muchos al acabar la película y hacía mucho, mucho que no veía eso).
- Instructiva. Lecciones de astronomía y de gusto por el placer que muchos debiéramos aprender hoy.
- Muy buena ambientación. Realmente sientes cómo se vivía en aquellos momentos.
- Nada parcial. Los paganos con sus esclavos y sus dioses y matando. Los cristianos con su dios y matando. Los judíos, habiendo matado a quien se cree que se creía un dios. Obviamente, al centrarse en ese periodo, los cristianos aparecen como lo que fueron: peor que los demás al detentar el poder una vez que su propia persecución terminó.
- que pasa volando. Soluciona muy bien el movimiento de masas y las escenas íntimas. Las lecciones de astronomía y matemáticas son magistrales... Todo pasa en un suspiro.
- Y tomas originales (esto sigue en el spoiler)
- Y más...
No os la perdáis. Cine del bueno.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
-Me ha encantado que Amenábar no se centre en lo de siempre: la quema de libros inquisitorial, sino en la causa y la consecuencia de la quema de libros. La causa es el fanatismo, perfectamente plasmado antes, y las consecuencias; a saber: cuando se destruye el Serapeum, el saber antiguo es sustituido por lo nuevo, por una nueva visión del mundo, el cual da un vuelco (quizá para seguir igual), de ahí la inversión de cámara, quiero pensar, que a mí me lo ha transmitido todo. El conocimiento es devorado como un cadáver por las hormigas (somos menos que eso en el espacio-tiempo) que contribuyen con su destrucción a empequeñecer aún más su propio cerebro, de ahí que me encantara el detalle de acelerar a cámara rápida el plano cenital de la quema con todos corriendo.
- Magníficas las tomas espaciales. Somos un punto perdido en el espacio infinito. No hay antropocentrismo, no hay geocentrismo. Ése es el descubrimiento de Hipatia. La cámara no se detiene en la Tierra, sino que pasa por ella. ¿Por qué detenerse? La maravilla de Hipatia queda justificada. Su amor por el universo es entendido mejor. Y de ese espacio inmenso ajeno a nuestros sufrimientos, nuestro arte y nuestro saber, pasamos a quienes intentan entenderlo, sufren y componen creyendo que el cielo responde a sus plegarias: los seres humanos.
- Magnífico el diálogo final entre Orestes y el obispo de Cirene que da al traste con la excusa perfecta de quienes no quieren ver fallos en su propia doctrina y todo lo achacan a tergiversaciones humanas.
Orestes: Cirilo Tergiversa.
Obispo: Cirilo ha leído lo que está escrito.
Y está escrito que la mujer calle en las reuniones, que es cabeza del hombre como el hombre lo es de ese dios y tantas cosas nefastas más que Saulo de Tarso (Pablo, luego san Pablo) dijo, como tantos otros en la Biblia.
- Hay muchos hallazgos más, como el del pañuelo manchado del flujo menstrual, pero me llevaría muchos mensajes y ya basta por hoy.
- Magníficas las tomas espaciales. Somos un punto perdido en el espacio infinito. No hay antropocentrismo, no hay geocentrismo. Ése es el descubrimiento de Hipatia. La cámara no se detiene en la Tierra, sino que pasa por ella. ¿Por qué detenerse? La maravilla de Hipatia queda justificada. Su amor por el universo es entendido mejor. Y de ese espacio inmenso ajeno a nuestros sufrimientos, nuestro arte y nuestro saber, pasamos a quienes intentan entenderlo, sufren y componen creyendo que el cielo responde a sus plegarias: los seres humanos.
- Magnífico el diálogo final entre Orestes y el obispo de Cirene que da al traste con la excusa perfecta de quienes no quieren ver fallos en su propia doctrina y todo lo achacan a tergiversaciones humanas.
Orestes: Cirilo Tergiversa.
Obispo: Cirilo ha leído lo que está escrito.
Y está escrito que la mujer calle en las reuniones, que es cabeza del hombre como el hombre lo es de ese dios y tantas cosas nefastas más que Saulo de Tarso (Pablo, luego san Pablo) dijo, como tantos otros en la Biblia.
- Hay muchos hallazgos más, como el del pañuelo manchado del flujo menstrual, pero me llevaría muchos mensajes y ya basta por hoy.
14 de noviembre de 2009
14 de noviembre de 2009
124 de 195 usuarios han encontrado esta crítica útil
Históricamente falsa, intelectualmente pobre, moralmente retorcida, políticamente oportunista y estéticamente desdeñable. Y, además, demagógica.
Es preciso ganarse el derecho a criticar. Y para criticar a las religiones sin que la crítica se convierta en un acto mezquino, antes hay que haberlas comprendido; y comprenderlas supone valorar con justeza su naturaleza y sus límites, su grandeza y su miseria. Eso implica, en este caso, entender que el cristianismo (con el que no me siento identificado y sí con la búsqueda independiente de la verdad de Hipatia) vino a salvar una sociedad en decadencia y la salvó, creando un mundo, como la cristiandad medieval, en línea con las grandes civilizaciones de su tiempo. Hay que ser capaz de deleitarse con el canto llano y la polifonía, abismarse en el bienaventurado silencio pétreo del románico, anonadarse con la espiritualidad de los Padres del Desierto, emocionarse con la belleza de los relatos artúricos, hay que ser capaz de comprender ese mundo y de percibir también las razones de su decadencia en la modernidad: el autoritarismo, el dogmatismo, el ansia de poder, la traición a sus ideales primeros y todas las perversiones múltiples del vaticanismo. Hay que saber diferenciar lo que es achacable al cristianismo y lo que es achacable a la civilización occidental (que desempeña, para bien o para mal, un papel singular en la historia con el que le tocó apechugar al cristianismo); hay que captar lo que fue el espíritu de Jesús y las manipulaciones de la burocracia eclesial, heredera de la estructura política del imperio romano; hay que entender, en definitiva, las dificultades y las exigencias de la supervivencia de un mensaje como el cristiano en esas circunstancias y ser capaz de discernir las luces y las sombras.
Habría que recordar aquellas líneas magníficas de Nietzsche en Ecce Homo sobre la práctica bélica: «Yo sólo lucho contra cosas que triunfan [...] Yo siempre lucho solo». Vilipendiar al cristianismo en unos tiempos en que el cristianismo se hunde y agoniza es un acto de mezquindad; y buscar la connivencia de la inmensa mayoría, su halago y su aplauso fácil, una debilidad sonrojante.
Hipatia, espíritu libre de toda ruindad, habría escupido a Amenábar a la cara.
Véase nota en el spoiler.
Es preciso ganarse el derecho a criticar. Y para criticar a las religiones sin que la crítica se convierta en un acto mezquino, antes hay que haberlas comprendido; y comprenderlas supone valorar con justeza su naturaleza y sus límites, su grandeza y su miseria. Eso implica, en este caso, entender que el cristianismo (con el que no me siento identificado y sí con la búsqueda independiente de la verdad de Hipatia) vino a salvar una sociedad en decadencia y la salvó, creando un mundo, como la cristiandad medieval, en línea con las grandes civilizaciones de su tiempo. Hay que ser capaz de deleitarse con el canto llano y la polifonía, abismarse en el bienaventurado silencio pétreo del románico, anonadarse con la espiritualidad de los Padres del Desierto, emocionarse con la belleza de los relatos artúricos, hay que ser capaz de comprender ese mundo y de percibir también las razones de su decadencia en la modernidad: el autoritarismo, el dogmatismo, el ansia de poder, la traición a sus ideales primeros y todas las perversiones múltiples del vaticanismo. Hay que saber diferenciar lo que es achacable al cristianismo y lo que es achacable a la civilización occidental (que desempeña, para bien o para mal, un papel singular en la historia con el que le tocó apechugar al cristianismo); hay que captar lo que fue el espíritu de Jesús y las manipulaciones de la burocracia eclesial, heredera de la estructura política del imperio romano; hay que entender, en definitiva, las dificultades y las exigencias de la supervivencia de un mensaje como el cristiano en esas circunstancias y ser capaz de discernir las luces y las sombras.
Habría que recordar aquellas líneas magníficas de Nietzsche en Ecce Homo sobre la práctica bélica: «Yo sólo lucho contra cosas que triunfan [...] Yo siempre lucho solo». Vilipendiar al cristianismo en unos tiempos en que el cristianismo se hunde y agoniza es un acto de mezquindad; y buscar la connivencia de la inmensa mayoría, su halago y su aplauso fácil, una debilidad sonrojante.
Hipatia, espíritu libre de toda ruindad, habría escupido a Amenábar a la cara.
Véase nota en el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La filósofa neoplatónica Hipatia, a la que el crítico de El País, ingenua e ignorante víctima de la manipulación de Amenábar, calificaba de “astrónoma atea”, escribió cosas tan “ateas” como ésta (en contra de lo que se dice en la película, se conservan fragmentos de sus escritos):
“Unos pocos días más en este mundo,
y cada cual retornará a su origen;
la gota de sangre al corazón profundo,
el agua al río y el río al océano inmenso;
y la gota de rocío que cae del cielo ascenderá al cielo de nuevo,
liberándose del polvo que la lastraba,
deshelada la escarcha que la encadenaba a la hierba y a la tierra.
Y así, cada vez más alto, por entre lunas, estrellas y soles,
por entre los dioses y los padres de los dioses,
cada vez más pura a través de vidas sucesivas,
hasta que entre en la Unidad Absoluta y encuentre, por fin, su hogar.”
“Unos pocos días más en este mundo,
y cada cual retornará a su origen;
la gota de sangre al corazón profundo,
el agua al río y el río al océano inmenso;
y la gota de rocío que cae del cielo ascenderá al cielo de nuevo,
liberándose del polvo que la lastraba,
deshelada la escarcha que la encadenaba a la hierba y a la tierra.
Y así, cada vez más alto, por entre lunas, estrellas y soles,
por entre los dioses y los padres de los dioses,
cada vez más pura a través de vidas sucesivas,
hasta que entre en la Unidad Absoluta y encuentre, por fin, su hogar.”
11 de octubre de 2009
11 de octubre de 2009
62 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quinta película de Amenábar en trece años de carrera. Parte de un presupuesto de 50 millones de euros, el mayor hasta ahora para una película española. Cuenta con un equipo técnico de primer orden, desde el diseñador de producción, Guy Dyas ("Indiana Jones y el reino de la Calavera de Cristal), el vestuario de Gabriella Pescucci (oscar por "La edad de la inocencia"), o la banda sonora de Dario Marianelli (oscar por "Expiación).
Las virtudes no son pocas, pero no está exenta tampoco de fallos.
A favor, la interpretación de una Rachel Weisz muy convincente, una asexual Hipatia, obsesionada por la ciencia, la matemática más destacada de su tiempo, justo en el epicentro de la lucha de poderes. Una figura semi-desconocida para el gran público que Amenábar ha sabido rescatar del olvido para su historia (apuesto a que dentro de poco veremos varios documentales y libros sobre ella).
La reconstrucción de la Alejandría del siglo IV es loable, no en vano se ha llevado la mitad del presupuesto.
Las secuencias de acción, guerra y destrucción con grandes masas están muy bien rodadas, sin el abuso de efectos generados por ordenador, que le dan una mayor fisicidad. Los planos aéreos (inspirados en el Google Earth) son efectivos y efectistas, pero abusa descaradamente de ellos.
El problema del film radica en que intenta abarcar demasiado: el campo de la astronomía, la raíz de los problemas de enfrentamientos entre religiones o creencias, la caída del Imperio romano, las luchas intestinas por el poder, la denuncia del radicalismo llevado a sus extremos,... Todo ello con un ritmo bastante sosegado, con algún altibajo, excepto en las batallas. Condensar todo ello en 130 minutos es una tarea demasiado complicada. Quizá el equilibrio entre épica e intimismo no está todo lo logrado que cabría esperar.
No criticaré yo a un director español por intentar ser ambicioso y abarcar un proyecto colosal pero quizá en algunos momentos se le escapa de las manos, se echa en falta algo de chispa, más emoción (algo que sólo consigue justo en el precioso final).
Es posible que la “marca Amenábar” tenga unas connotaciones de éxito, al menos en España, y se creen unas expectativas altísimas, con lo que el nivel de exigencia sea máximo.
En mi opinión es una película irregular, pero tiene más virtudes que defectos.
Ojalá pudiéramos hablar de más películas españolas de esta magnitud.
Las virtudes no son pocas, pero no está exenta tampoco de fallos.
A favor, la interpretación de una Rachel Weisz muy convincente, una asexual Hipatia, obsesionada por la ciencia, la matemática más destacada de su tiempo, justo en el epicentro de la lucha de poderes. Una figura semi-desconocida para el gran público que Amenábar ha sabido rescatar del olvido para su historia (apuesto a que dentro de poco veremos varios documentales y libros sobre ella).
La reconstrucción de la Alejandría del siglo IV es loable, no en vano se ha llevado la mitad del presupuesto.
Las secuencias de acción, guerra y destrucción con grandes masas están muy bien rodadas, sin el abuso de efectos generados por ordenador, que le dan una mayor fisicidad. Los planos aéreos (inspirados en el Google Earth) son efectivos y efectistas, pero abusa descaradamente de ellos.
El problema del film radica en que intenta abarcar demasiado: el campo de la astronomía, la raíz de los problemas de enfrentamientos entre religiones o creencias, la caída del Imperio romano, las luchas intestinas por el poder, la denuncia del radicalismo llevado a sus extremos,... Todo ello con un ritmo bastante sosegado, con algún altibajo, excepto en las batallas. Condensar todo ello en 130 minutos es una tarea demasiado complicada. Quizá el equilibrio entre épica e intimismo no está todo lo logrado que cabría esperar.
No criticaré yo a un director español por intentar ser ambicioso y abarcar un proyecto colosal pero quizá en algunos momentos se le escapa de las manos, se echa en falta algo de chispa, más emoción (algo que sólo consigue justo en el precioso final).
Es posible que la “marca Amenábar” tenga unas connotaciones de éxito, al menos en España, y se creen unas expectativas altísimas, con lo que el nivel de exigencia sea máximo.
En mi opinión es una película irregular, pero tiene más virtudes que defectos.
Ojalá pudiéramos hablar de más películas españolas de esta magnitud.
19 de octubre de 2009
19 de octubre de 2009
239 de 430 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alejandro Amenábar después de sacralizar “Faraón” de Jerzy Kawalerowicz, al Kubrick de “Espartaco” y “2001” y orar al “Cosmos” de Carl Sagan intentó emular a Dan Brown. Buscó material para su investigación sobre Hipatia pero a juzgar por los garrafales errores históricos y biográficos sobre la filósofa y Alejandría no llegó ni a la wikipedia. Se debió quedar embelesado con Google Earth y la página del Age of Empires ya que sólo así es posible explicar el monumental bluff que es “Ágora”.
Es cierto que iba con poca predisposición a ver la cinta del oscarizado director de “Mar adentro” y que los defensores del cineasta siempre mencionan la misma palabra a los que somos menos reacios, como Hipatia, a dejarnos ‘bautizar’ por la religión alejandrina: «envidia». Efectivamente, tengo envidia de cineastas españoles como José Luis Guerín, Nacho Vigalondo, Isaki Lacuesta, Jaime Rosales o Jaume Balagueró entre otros muchos, que me demuestran película a película la fe en menor o mayor medida que tengo depositada en ellos.
La palabra que emplearía con Alejandro sería admiración. Admiración por recibir tanto ofreciendo tan poco: “Tesis” no pasaría de entretenida cinta de videoclub americano aunque aquí encontró un filón y cierto cultismo pagano, “Abre los ojos” me parece su mejor milagro con diferencia por emplear el género de ciencia ficción sin efectos especiales, “Los otros” era una mal plagio de “Suspense” de Jack Clayton aunque aquí alcanzó cierta beatificación taquillera y en “Mar adentro” se practicó la eutanasia cinematográfica convirtiéndose en mártir.
Las crónicas de una monja laica descubren que si uno mira el cielo mucho le da tortícolis. Y de la buena. Inmovilidad absoluta de una película sin germen que la sostenga pese a los quince minutos eliminados después de la mala recepción en Cannes.
Una historia se cuenta sobre sus personajes que son articulados por un hilo invisible que atraviesa la pantalla para que el espectador muestre interés. Ese hilo es el conflicto del personaje. No existe en “Ágora” y aquí se quiere contar un historia que nunca llega, plantear muchos temas desde primas borrosos y reforzarla con unas inexistentes tramas de amor sin clímax ni tensión sexual. Fe ciega en un nihilismo estrellado. Simplemente un cono de Apolonio tuneado a cubo de Rubik monocolor.
A Hipatia la tapan con un burka los talibanes católicos pero Alejandro no se dio cuenta en todo el metraje que tenía puesto otro. Los lamentos se escucharon desde la estación espacial internacional. Aunque lo mismo eran cánticos de Aleluya proclamando el final de un eterno bostezo que no acabará ni ‘Agora’ ni nunca.
Es cierto que iba con poca predisposición a ver la cinta del oscarizado director de “Mar adentro” y que los defensores del cineasta siempre mencionan la misma palabra a los que somos menos reacios, como Hipatia, a dejarnos ‘bautizar’ por la religión alejandrina: «envidia». Efectivamente, tengo envidia de cineastas españoles como José Luis Guerín, Nacho Vigalondo, Isaki Lacuesta, Jaime Rosales o Jaume Balagueró entre otros muchos, que me demuestran película a película la fe en menor o mayor medida que tengo depositada en ellos.
La palabra que emplearía con Alejandro sería admiración. Admiración por recibir tanto ofreciendo tan poco: “Tesis” no pasaría de entretenida cinta de videoclub americano aunque aquí encontró un filón y cierto cultismo pagano, “Abre los ojos” me parece su mejor milagro con diferencia por emplear el género de ciencia ficción sin efectos especiales, “Los otros” era una mal plagio de “Suspense” de Jack Clayton aunque aquí alcanzó cierta beatificación taquillera y en “Mar adentro” se practicó la eutanasia cinematográfica convirtiéndose en mártir.
Las crónicas de una monja laica descubren que si uno mira el cielo mucho le da tortícolis. Y de la buena. Inmovilidad absoluta de una película sin germen que la sostenga pese a los quince minutos eliminados después de la mala recepción en Cannes.
Una historia se cuenta sobre sus personajes que son articulados por un hilo invisible que atraviesa la pantalla para que el espectador muestre interés. Ese hilo es el conflicto del personaje. No existe en “Ágora” y aquí se quiere contar un historia que nunca llega, plantear muchos temas desde primas borrosos y reforzarla con unas inexistentes tramas de amor sin clímax ni tensión sexual. Fe ciega en un nihilismo estrellado. Simplemente un cono de Apolonio tuneado a cubo de Rubik monocolor.
A Hipatia la tapan con un burka los talibanes católicos pero Alejandro no se dio cuenta en todo el metraje que tenía puesto otro. Los lamentos se escucharon desde la estación espacial internacional. Aunque lo mismo eran cánticos de Aleluya proclamando el final de un eterno bostezo que no acabará ni ‘Agora’ ni nunca.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Los títulos de crédito iniciales a lo “Star Wars” avecinaban que todo lo que nos iban a enseñar a continuación era ciencia ficción a pedradas (laicas). Poco o nada consigue recubrir los excelentes decorados y medios con una puesta en escena de primaria: los cristinos parecen talibanes que van de negro, como Lords de Mordor, con sus ropas harapientas.
Se nota que Telecinco forma parte de la producción al parecer, por momentos, “Mujeres y Hombres 5.0” con actuaciones con flautines para las tronistas, gentileza fetichista envuelta en pañuelos menstruales, amantes de los pies y tertulianos judíos descamisándose a lo Hulk Hogan enfrentándose a cristianos verbalmente como si fuese “La Noria”.
Las licencias históricas son obvias aunque lo más dañino es saber que Hipatia fue asesinada ¡cuando tenía 60 años! No sólo descubrió las elipses antes de Kepler sino que también se adelanto más de 1500 años al descubrimiento del BOTOX®. Mención especial para lo tonta que a la pobre la pintan aquí: salvada con ideas de esclavos y alumnos pajilleros para avanzar con sus descubrimientos de astrología. Memorable la frase que le suelta al esclavo: "¿Y tú que piensas?" con la respuesta "Creo que la señora tendría que descansar". Le faltó un Señorita Escal-latta...
No todo es erróneo sino que aparece la puesta en escena de secundaria de cine (sin hacer pellas). Orestes se arrodilla ante la fe y de fondo hay unas escaleras: ascensión a la fe y la salvación redentora. O ese trono con la figura del león de Orestes como poder frente a la razón de Hipatia. Y, sobre todo, esa imagen de Rómulo y Remo que son amamantados por una loba. Metáfora de la lactancia filosófica dada por Hipatia a Synesius y Orestes.
Pero su final es lo más patético visto en años: ¿a partir de ahora en todas las películas de Alejandro Amenábar se practicará la eutanasia? Recuerda al corto de Querido Antonio, “Una noche con Amenábar”, donde exige judicialmente que le practiquen la eutanasia por romperse una pierna y es condenado por asesinato de una mujer, perfectamente sana, por practicarla la eutanasia ya que tenía derecho a morir. Desde luego en “Ágora” nos ha practicado un suicido asistido a más de uno.
El cómic “Mis problemas con Amenábar” se convierte también en lectura obligada ‘Agora’ y siempre.
Se nota que Telecinco forma parte de la producción al parecer, por momentos, “Mujeres y Hombres 5.0” con actuaciones con flautines para las tronistas, gentileza fetichista envuelta en pañuelos menstruales, amantes de los pies y tertulianos judíos descamisándose a lo Hulk Hogan enfrentándose a cristianos verbalmente como si fuese “La Noria”.
Las licencias históricas son obvias aunque lo más dañino es saber que Hipatia fue asesinada ¡cuando tenía 60 años! No sólo descubrió las elipses antes de Kepler sino que también se adelanto más de 1500 años al descubrimiento del BOTOX®. Mención especial para lo tonta que a la pobre la pintan aquí: salvada con ideas de esclavos y alumnos pajilleros para avanzar con sus descubrimientos de astrología. Memorable la frase que le suelta al esclavo: "¿Y tú que piensas?" con la respuesta "Creo que la señora tendría que descansar". Le faltó un Señorita Escal-latta...
No todo es erróneo sino que aparece la puesta en escena de secundaria de cine (sin hacer pellas). Orestes se arrodilla ante la fe y de fondo hay unas escaleras: ascensión a la fe y la salvación redentora. O ese trono con la figura del león de Orestes como poder frente a la razón de Hipatia. Y, sobre todo, esa imagen de Rómulo y Remo que son amamantados por una loba. Metáfora de la lactancia filosófica dada por Hipatia a Synesius y Orestes.
Pero su final es lo más patético visto en años: ¿a partir de ahora en todas las películas de Alejandro Amenábar se practicará la eutanasia? Recuerda al corto de Querido Antonio, “Una noche con Amenábar”, donde exige judicialmente que le practiquen la eutanasia por romperse una pierna y es condenado por asesinato de una mujer, perfectamente sana, por practicarla la eutanasia ya que tenía derecho a morir. Desde luego en “Ágora” nos ha practicado un suicido asistido a más de uno.
El cómic “Mis problemas con Amenábar” se convierte también en lectura obligada ‘Agora’ y siempre.
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