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Climax

Thriller. Drama Jóvenes bailarines toman accidentalmente LSD mezclado con sangría y así su exultante ensayo se convierte en una pesadilla cuando uno a uno sienten las consecuencias de una crisis psicodélica colectiva. (FILMAFFINITY)
Críticas 103
Críticas ordenadas por utilidad
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7
11 de octubre de 2018
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Toda nueva película de Gaspar Noé ha de ser celebrada por el cinéfilo, Noé es uno de los directores más audaces e innovadores del momento, poseedor de una gran entidad visual, toda película suya supone un respiro de aire fresco, algo diferente y Climax no es ajeno a ello, es más, en cierto modo es llevar más lejos las ideas de Noé, a saber:
Una búsqueda por hacer sentir al espectador aquello que sienten los protagonistas, buscando el más difícil todavía los protagonistas como ya sucedía en Enter The Void, pero aquí llevado más lejos, están drogados y el director busca que el espectador se sienta igual.
Uso de la imagen y el sonido para epatar al espectador.
Largos planos secuencia con una cámara moviéndose como un personaje más.
Ruptura total del convencionalismo de los títulos de créditos, estos aparecen cuando y como quieren.

He de decir que Climax es un éxito a nivel técnico. Aunque no realiza nada nuevo en su cine, lo lleva todavía más lejos.

Sin embargo es un éxito a medias, pues el relato no está a la altura. Me cuesta mucho puntuar a la película, la cual creo que ganará en una revisión, pues su mayor defecto es que me esperaba más de ella, que fuera más salvaje, más loca, más... Comienza enorme, pero se trata de una película llena de altibajos, que no acaba de ofrecer el clímax brutal que prometía.

Salvo cierta prominencia de Selva (estupenda Sofia Boutella) la película es coral, la cámara se mueve entre los personajes como uno más, haciendo sentir al espectador que forma parte de ello. Este reparto se nos presenta en el prólogo, que sirve además como declaración de intenciones, no hay más que ver las películas cuyas cajas de vídeo se pueden ver a la derecha de la pantalla de muchas de las cuales se nota la inspiración.

Después del prólogo comienza la película con una fuerza enorme, música de Cerrone para un estupendo número musical, un único plano, la cámara moviéndose de manera perfecta, luego la fiesta sigue y la cámara es un personaje más, grandioso...

Pero decae, pasa a una larga secuencia de diálogos en parejas en plano fijo, tan larga como aburrida, y así continúa la película, llena de altibajos, vuelve a destacar en su parte final, no por lo que sucede, por como lo cuenta, esa cámara haciendo llegar al espectador a su clímax, moviéndose lejos del suelo, retorciéndose, volando, esos colores hipnóticos. Técnicamente impecable pero sin apenas historia, apenas relato, y este tenía muchas posibilidades, podía, quería que fuese un delirio brutal, salvaje, llegar tan lejos como algunas de las películas que sirvieron como inspiración y podían verse en el prólogo. Sin embargo, Noé prefiere centrarse en la técnica, cámara, sonido, música, montaje, iluminación, sin importarle el relato. Climax podía ser una obra maestra y se queda en una película interesante, de grandes cualidades que espantará al que busque una película normal y decepcionará al que busque algo más que maestría visual.
8
4 de octubre de 2018
33 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Admitámoslo: los autoproclamados “cinéfilos” enfundados en la franja millenial de la edad no podemos resistirnos a Gaspar Noé. Cuando la noticia del último estreno del galo llega a nuestras manos, el cerebro no tarda en accionarnos el mecanismo de la atracción inmediata. Rupturismo formal y provocación desvergonzada: ¿qué más puedes ofrecerle a un chaval que acaba de empezar a ver cine “en serio”?

Bajo los planos cenitales y la colorida estética visual a la que nos tiene acostumbrados, Noé nos expone esta vez una tesis, significativa cuanto menos: la vida en diversidad y/o colectivo es inviable en nuestros estándares de sociedad. “Vivir es una imposibilidad colectiva”, nos dice un título que ocupa toda la superficie del rectángulo. Con tal de trabajar esta idea, el lenguaje cinematográfico del director en Climax destaca como nunca.

Pero vayamos por partes. En la película se identifican dos tratamientos formales muy diferenciados. Por un lado tenemos los planos estáticos de las entrevistas y de las conversaciones del principio de la fiesta. En otras palabras, cuando los personajes están aislados de los demás por medio del corte (o como mucho emparejados por etnia, sexualidad o familia) domina la tranquilidad y el equilibrio. Noé aprovecha estas escenas de diálogo (prácticamente las únicas) para sembrar una mínima información sobre los personajes.

Por otro lado, en cambio, tenemos los famosos planos secuencia, dinámicos y repletos de virguerías técnicas, en los momentos de coreografías de baile y de representación de los efectos de la droga. Esta vez, pero, el movimiento de la cámara se encarga de agrupar a varios de los personajes en un mismo cuadro, o bien, de desplazarse fluidamente de uno a otro. Tanto el baile racional como el éxtasis irracional de la droga suponen momentos de euforia colectiva, o sea que para Noé, el clímax es capaz tanto de conectar a la gente (baile) como de destrozar vidas (droga) al mismo tiempo.

A través del recurso de la toma larga, la música incesante, la interpretación histérica y la iluminación heterogénea, el director nos irá sumiendo en una espiral de clímax orgiástico y alucinógeno hasta que, finalmente, la imagen se tinte de rojo sangre y la cámara voltee a los personajes del revés para traspasarlos al inframundo.

El mensaje es claro: el infierno somos nosotros.
9
25 de octubre de 2018
23 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
La crítica (quizás mejor pequeño análisis) está dividida en dos apartados, separados por el cajón de spoilers, hay spoilers en los dos.


El Clímax humano
La película abre con una chica herida intentando huir a través de un paisaje blanco, lleno de nieve. Somos nosotros, Noé nos va a machacar, nos avisa. Ella se derrumba justo antes de llegar a un árbol mientras se muestran los créditos iniciales. Como bien ha pasado en varias obras del autor juega a romper el esquema con los créditos, en este caso mostrando aquí el final hasta las últimas consecuencias en el mismo inicio.
Después del final, en un único plano nos explica la película; entrevistas a los bailarines en que nos hablan de ellos, de sus aspiraciones y nos mienten, necesitan entrar en la academia y mienten, pero ya entraré después en ello. No menos importantes son las obras que rodean la TV que muestra las entrevistas, obras que nos anticipan puntos que tratará la película: Suspiria en el caos final, Un Perro Andaluz en la provocación y surrealismo de la propuesta o incluso obras de Nietzsche o diversas poesías sobre la ida y la vuleta del infierno, que recuerdan que todas esas aspiraciones artísticas escondidas entre los sentimientos más bajos que pueden esconder están rodeados de los grandes: pensadores y artistas de verdad que van mucho más allá de cuatros niñatos, gente que fue más allá de los estándares y son auténticos genios, gente que no se conformó con el confort para poder crear sus obras magnas.
Una vez acabadas la entrevistas entramos lo que será el infierno, la sala de baile que, como la película, está orgullosa de ser francesa: libertad, igualdad y fraternidad. Una sala que acoge una de las secuencias de baile más sublimes de la historia del cine, rodada en un plano secuencia que no hace sino demostrar el nivel técnico que adquieren las propuestas de Noé, un baile provocativo dónde se nos muestran las habilidades de cada personaje.
Cuando acaba la cámara empieza a seguir a cada protagonista, girando por toda la sala como si ésta también danzase va mostrando las actitudes de cada personaje, así como el personaje inanimado más importante, la sangría, roja, color que predominará en la parte final. Ésta es una sección en que la cámara da una sensación de estabilidad forzada, cosa que hace que sea algo mareante de primeras, pero puede que nos insinúe algo más: la estabilidad que reina en la sala no es real, puede parecerlo pero cada uno esconde algo más dentro de él que va a aflorar y arrasará con todo.
La cámara se detiene por primera vez en toda la obra para escuchar las conversaciones entre personajes, unas conversaciones que, pese a empezar con temas interesantes, actitudes medianamente inteligentes, van degenerando en la falta de moral, en el follarse a cualquiera y que nada más importante mientras la sangría hace mayor acto de presencia conforme dichas conversaciones demuestran cada vez más las bajezas del ser humano.
Y finalmente el clímax humano, un baile rodado en plano cenital donde cada vez va subiendo la intensidad, la sangría los ha animado, bailan de forma divertida cada vez llegando a movimientos más arriesgados y a estas alturas de la película se muestran los créditos musicales; unos créditos que cambiarán las cosas. Entra el LSD. Volvemos a entrar en el vacío, pero este caso tiene final: el infierno del ser humano donde éste último florece como despertando su verdadero yo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El Climax supremo
Segunda parte de la película abre con la misma sangría en primer plano, siguiendo la cámara una vaso lleno de ella. Algo ha cambiado, algo no va bien. La cámara pierde esa estabilidad, tiembla como empiezan a temblar los personajes y por ende, el espectador; sabemos tanto como los personajes pero sabemos que algo se avecina. En un inicio todo es confusión, provocación (la bailarina alemana meando en el suelo mientras baila) y a partir de ahí se desata el caos, la intensidad crece mientras el ser humano cae hasta lo más profundo.
Pero el auténtico caos no se desata del todo hasta que se dan cuenta de que, efectivamente han sido drogados; momento en que florece la paranoia, dónde lo primero que se desata es la violencia: buscamos culpables para todo y los encontramos aunque no lo sean mostrando nuestra más absoluta crueldad, mostrando como nos gusta hacer sufrir a la gente (todo lo relacionado con la chica embarazada, dónde Noé llega a un punto de crueldad física impactante).
Lo que sigue es la descripción de un colocón como pocas veces se ha hecho, me detendré en un par de momentos que me parecen resaltables por encima del resto.
El primero de ellos es cuando el personaje de Sofía Boutella, avanza desesperada por los pasillos gritando desesperada y llega a la habitación del mural de un bosque, un bosque con una valla cerrada que cuando ve no hace sino reafirmar que está atrapada, no puede salir de ese infierno que se desata sin freno a su alrededor, para luego quedarse atrapada dentro de sus propias medias, sublime.
Otra de ellas es todo lo relacionado con la situación del niño, con Noé introduciendo en la primera mitad un cartel apuntando que el traer una vida es lo más maravilloso que hay (típico humor negro de Noé), para luego, una vez en la segunda mitad la madre encierra al niño en el cuarto de contadores para protegerlo de los propios bailarines drogados y luego perder la llave provocando que cada vez que un personaje para por la zona no se oigan sino los gritos del niño encerrado.
Y finalmente, el clímax supremo, donde el ser humano se muestra desde lo más profundo de sí mismo en medio del infierno desatado por completo, con la imagen teñida de rojo y cámara del revés, inducidos a una espiral de sexo, violencia y crueldad, donde la libertad, la igualdad y la fraternidad se convierten en pasto de los lobos, dónde nada importa más que nosotros mismos y hacer lo que queramos; dónde todo acaba terminando en el sexo, enmedio de la violencia y el caos, pensamos en tener placer ya sea entre hermanos o a quien deseabas destrozar en el suelo (como bien anotaban los diálogos de la primera parte).
Una vez pasa la noche, aparecen las autoridades y se encuentran que el infierno ha cesado, la cámara volverá a estabilizarse y veremos qué ha sido de los personajes: algunos se despiertan al lado de otros, otros han muerto, otros han preferido suicidarse y solo una persona consigue salir de allí: la chica embarazada, herida se embarca sin rumbo hacia esa nieve pura que rodea la escuela.
Después de esto Noé lanza dos mensajes demoledores sobre los cuales ha moldeado la película: uno es que el ser humano no puede vivir en colectivo, mostrándonos cómo puede destrozar a los demás a lo largo de toda la película (también es interesante apuntar cómo en los diálogos uno de los personajes comenta que la droga cuando estás con más gente puede acabar dando problemas); siendo el otro que morir es una experiencia maravillosa (puesto del revés), aclarando que los personajes han muerto, han ido al infierno y han vuelto: diferentes o iguales qué más da, pero han renacido después de llegar a ese clímax donde se han mostrado en su más pura esencia.
La película cierra mostrándonos el culpable, éste seguirá drogándose, nada importa, sólo nosotros, siendo irónico cómo, quién se aleja de Berlín porque hay demasiada droga es la persona que ha drogado a sus compañeros y liberó durante unos instantes a sus auténticos yo.
7
16 de octubre de 2018
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kaixo, un cantante de trap gallego, canta en una de sus canciones: "Soy la droga de Gaspar Noé". No entendía la referencia hasta que empecé a ver películas del director. "Climax" entra como un estupefaciente intravenoso y hace honor a la referencia.

Gaspar Noé vuelve a afilar el cuchillo y nos brinda una película polémica, experimental, de una agudeza y catastrófica experiencia visual... con la droga mental y personal del director francés.

La secuencia inicial es sencillamente brillante, con unos planos inmejorables, además de una gran coreografía y una sincronia con la música que te traslada a la pista de baile. Solor por esta escena merece ver la película.

Las actuaciones, por parte de bailarines profesionales (no actores, a excepción de una figura principal como Sofia Boutella) nos regalan una dramatización muy humana, con reacciones muy genuinas. (obviamente dentro de la vorágine y el cerebro exaltado de Noé). La alegoría a Francia, con su particular crítica social implícita a la sexualización, la cultura de la violación, la educación pública nefasta, las drogas y el racismo, Gaspar Noé nos trae una película de consumo rapidísimo pero de digestión complicada.

Dicen que el cine es una experiencia. Existen ciertas películas que no acaban de cumplir esta categorización, pero "Climax" es un claro ejemplo. No dejará indiferente a nadie.
6
26 de enero de 2019
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La más reciente película de Gaspar Noé es un interesante ejercicio que parte de una brillante coreografía dando paso a una celebración que se sale de control debido a varios excesos, lo que termina permeando en un relato desbocado y fuera de control.

Un televisor rodeado de libros y películas en video se muestran entrevistas del casting de diferentes bailarines de danza urbana. De ahí la imagen pasa a ritmo de un energético tema a mostrar al diverso grupo de bailarines quienes ejecutan una vistosa coreografía.

El final del tema marca también el fin de último ensayo, motivo por el que los bailarines tienen un festejo con música y bebidas, pero conforme avanza la noche todo se empieza a descontrolar cuando alguien añade al ponche de frutas LSD, lo que lleva a los bailarines a experimentar momentos de locura y excitación fuera de control.

La primera parte de la película es sensacional, casi hipnótica y muy sensorial, Noé consigue empatar los ritmos frenéticos con las imágenes del grupo de jóvenes encerrados que bailan cada uno con un estilo bastante personal, haciendo uso de su habitual estilo, con colores intensos y planos cenitales.

Apenas terminan de bailar, las historias se empiezan a disparar y Noé filma en un larguísimo plano secuencia lo que sucede tanto en la pista como en los pasillos y demás espacios del lugar, pero una mano traviesa añade a una bebida LSD y tanto lo que sucede en la historia como el relato de Noé se desmadra quedando todo envuelto en un insoportable caos.

La segunda mitad de ‘Climax’ se navega entre un relato presuntamente libre, donde todos los integrantes del reparto empiezan a pasar por un mal viaje que desata una serie de conflictos que consigue restarle al filme toda esa atmósfera lucida y embriagante del inicio, que desemboca en un caos donde Noé retoma sus habituales subrayados y una sumatoria de vilezas que demerita la película más lograda de su director en los años recientes.

https://tantocine.com/climax-de-gaspar-noe/
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