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El salario del miedo

Aventuras. Thriller. Drama La tensión entre cuatro trabajadores de una compañía petrolífera estallará durante un peligroso viaje durante el cual transportan nitroglicerina. (FILMAFFINITY)
Críticas 108
Críticas ordenadas por utilidad
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10
22 de agosto de 2014
34 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Auténtica obra maestra del cine. Impresionante, una de mis películas favoritas, de las pocas que son casi perfectas.
Con un metraje considerable, no se hace larga en ningún momento, es más, querrías que no acabase y a la vez lo deseas para ver el desenlace. Tu corazón y cabeza van en esos camiones, con los 4 protagonistas, intentando salvar los mismos obstáculos que ellos, sufriendo, sudando, agonizando. A la vez, también deseas que el siguiente obstáculo sea el último, que todo termine ya, que acabe esa agonía.
Hay que destacar la psicología de los personajes, como van cambiando todos a lo largo de la película, la cobaría o valentía varía, el afán por un mundo mejor, por el dinero, es el sueño que tienen mientras conducen y aunque alguno prefiera su "pellejo" en algún momento, en el fondo saben que llegaran al final o todo acabará en la carretera.
Hay que destacar las actuaciones, para mí magistrales en muchos casos, como la gran interpretación que nos brinda Charles Vanel (M.Jo), me enganché totalmente a este personaje, así como a Folco Lulli (Luigi) por el que sentí una gran simpatía. El protagonista principal, el actor Ives Montand (Mario) no fue de mi agrado en ningún momento por su forma de ser.
Tiene diálogos muy buenos, y algunos intercambios entre los protagonistas realmente logrados ( junto con Retorno al Pasado de Jacques Torneur, de los mejores que vi), como la conversación que desemboca en el título de esta crítica.
Podría decir muchísimas más cosas de esta formidable película, algunas de ellas las dejo para el spoiler, y el resto me las guardo para saborearlas, porque lo que tenéis que hacer los que no hayáis visto esta joya, es verla.... y ¡¡¡YA!!!. Imprescindible.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La película se divide en dos partes. La primera, que nos muestra una localización indeterminada de un país probablemente sudamericano, en una zona semidesértica y llena de pozos de petróleo. Entre un bar y las calles no asfaltadas transcurre esta primera parte, sobre 60 minutos de metraje, donde vamos viendo la psicología de los personajes, los valores de muchos de ellos, como la amistad y bondad pero también tacañería de mi querido Luigi, o el egoísmo que desprende Mario, a la par la admiración y respeto que siente hacia M.Jo.
Tras esta primera parte y después de la selección de los 4 conductores, comienza la segunda parte, donde vamos viendo el aumento del miedo por parte del que al principio era un matón conocido por esos ámbitos, con un cierto prestigio dentro de ese mundillo, Jo, lo que hace que el respeto que siente Mario se vaya esfumando hasta que acaba por darle de lado y sólo al final, cuando ve que va a morir, reacciona y por fin vemos algo de humanidad en él, ya que antes sólo se ha movido por la codicia y el interés. En el segundo camión van Luigi y Bimba, bastante más unidos, a los que nada les asusta e incluso tienen tiempo para charlar de sus vidas, afeitarse y reír.
Gran momento el de la explosión del camión de Luigi y Bimba, mientras Jo le prepara un pitillo a Mario, breve relámpago y boom. Adiós.
El resto, lo que queda, es sencillamente genial, una final perfecto para una trama perfecta. Remar tanto para morir no en la orilla, sino en la arena.
ken
6
20 de mayo de 2010
37 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
El salario del miedo se ambienta en una ciudad de un país latinoamericano en la que gobierna el hambre y la miseria. No hay trabajo, y la gente hace lo que sea para ganar dinero y conseguir algo que llevarse a la boca. Un día, una compañía petrolífera precisa transportar una ingente cantidad de nitroglicerina a una obra, para lo cual es conveniente contratar a muertos de hambre sin familia que realicen ese peligrosísimo trabajo que sólo alguien extremadamente desesperado (como es el caso de los protagonistas) aceptaría. Así, los jefes de la compañía encuentran en el pueblo donde se desarrolla la historia la cantera perfecta de donde sacar a sus hombres. Serán cuatro los que vayan: Mario (Yves Montand), Jo (Charles Vanel), Luigi (Folco Lulli) y Bimba (Peter van Eyck), repartidos en dos camiones.

A lo largo de la película vemos cómo las relaciones de subordinación y dominio van cambiando. Así, mientras que en un principio Jo aparecía como el hombre que partía el bacalao en el pueblo, a la hora de la verdad, cuando se trata de transportar todos esos kilos de nitroglicerina, demuestra ser un cobarde sin agallas que se caga de miedo.
Esta película de Clouzot bien podría ser una metáfora del trabajo en la que mostrar que, en el capitalismo avanzado, el riesgo que en teoría debería ser asumido por el empresario es en realidad asumido por el trabajador, lo cual no es ninguna tontería, puesto que la forma en que el director nos presenta al dueño de la compañía petrolífera, Bill O'Brien (William Tubbs), no invita a que nos parezca una persona de nuestro agrado, precisamente: sólo el hecho de que quiera contratar muertos de hambre cuya muerte nadie va a lamentar para realizar el trabajo nos da una idea de qué tipo de persona es, así como la forma en que despacha a la madre de un trabajador al borde de la muerte a causa de un accidente laboral.

Para señalar algo erróneo del filme, creo que la historia en sí tarda en llegar. Nos tiramos mucho tiempo con la presentación de personajes y bien se podría haber cortado metraje inicial, evitando así los 140 minutos que dura la película. Y por supuesto, otro error garrafal es ese final tan estúpido y absurdo que se carga la película y que parece escrito a última hora con la intención de reírse del espectador. Quizá si hubiese estado mejor cuidado podría haber funcionado, pero tal y como aparece en la película es desastroso.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Con un Yves Montand que en su representación de Mario recuerda ligeramente a Bogart, hay quien ve en esta obra de Clouzot pequeños retazos de reivindicación de lo homosexual. No seré yo el que lo niegue, pues el beso que se dan Mario y Jo (no recuerdo exactamente qué personajes eran) en cierta ocasión bien podría atestiguarlo, pero de ser así, también creo que esa supuesta reivindicación queda sepultada por la propia trama de la película.
8
26 de mayo de 2009
29 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece mentira que se pueda acojonar tanto con un camión cargado de nitroglicerina y una centena de kilómetros por recorrer. Una película sencilla donde las haya para hablar de un tema tan complejo como el miedo a la muerte, de la que nadie se libra. Los inconscientes, que diría Jo, dominan mejor sus miedos pero más por ignorancia que por valentía. Y es que para ciertos trabajitos no se puede ser racional y valiente parece querernos decir Clouzot y viendo el film no se puede más que darle la razón.

Atmósfera agobiante muy bien lograda por el francés, que nos brinda un gran repertorio de socavones, charcos de petróleo , chinitas de veinte toneladas y todos los obstáculos que uno se pueda imaginar en una carretera de cualquier país de Latinoamérica. Es increíble el desasosiego que se crea en el respetable cada vez que parece que van a alcanzar la meta y vuelven a tropezar con algo peor si cabe que lo anterior. Muy logrado ese término tan usado por los críticos llamado empatía, seguramente gracias a ese largo y soporífero primer acto que va cobrando mayor sentido a medida que avanza la trama, cuando nos damos cuenta de que no es que vayan hacia una muerte segura, sino que ya están en ella y lo que intentan es salvarse. Se podría haber contado más rápido, pero mejor desde luego que no.

Los peros del film se lo llevan ese final metido con calzador (aunque cierto que lógico) y
la histriónica Vera Clouzot, aunque entiendo que le dieran el papel ya que aún no era la mujer del realizador francés y supongo que Henri aún estaría echando moneditas en la máquina, a ver si tocaba premio. Para actriz no valdrá, pero para voz de doblaje de Wilma Picapiedra o de Betty Marmol va que ni pintado…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y ya lo decían los malagueños Hablando en Plata, quien juega con fuego acaba quemándose…
9
21 de abril de 2010
28 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra maestra del cine francés, que junto a "Las Diabólicas" hacen de H.G. Clouzot uno de los más grandes directores del siglo XX. Fué rodada en Bouches-du-Rhône, Nîmes, Gard y Saint-Gilles, (Francia) en 1955. Obtuvo la Palma de Oro al mejor actor en Cannes (Charles Vanel), el Oso de Oro en Berlín, y el premio a la mejor película en los Bafta.

La acción dramática transcurre en alguna parte de la América española sudamericana, y está dividida en dos partes:

La primera, muy del estilo del Neorrealismo italiano, nos describe concienzudamente la pobreza, miseria y abandono de las gentes de un pueblo llamado Las Piedras, de cómo los nativos y un amplio grupo de inmigrantes europeos e incluso canadienses, se ven abandonados, sin trabajo y sin ninguna posibilidad de prosperar, salvo algún lacónico trabajo para comer y beber un trago, mientras que los norteamericanos con una punible actitud explotan un yacimiento pretolífero y viven con todo tipo de comodidades. Destacar la preciosa y valiosa ayuda que le otorga a Clouzot, el haber acometido un inconcluso documental antropológico titulado Brasil, base para profundizar en ese ambiente de pobreza y desesperanza sudamericana. Me llama la atención en esta primera parte, un curioso detalle del guión, sobre un amuleto que porta el personaje de Montand, con un claro significado de esperanza, que recuerda a aquella esfera de cristal, que simbolizaba el "Rosebud" de la obra de Orson Welles.

Esto nos lleva a la segunda parte, que se convierte en una maravillosa cinta de acción, rodada con pulcritud y eficiencia absolutas; nos coloca a los cuatro personajes en dos camiones cargados de nitroglicerina, con la misión de transportar por tempestuosos caminos la tan peligrosa carga. Logra pintar retratos psicológicos de los personajes de una profundidad deliciosa, las situaciones convulsas son continuadas, sin descanso y de una imaginación terrible. La cámara sitúa al espectador en el lugar indicado, para "sufrir" tanto como los protagonistas, consigue un alto nivel de expresividad, gracias a su situación más que a su movimiento, es pura artesanía cinematográfica y logra crear ambientes de tensión inimaginable. Es muy complaciente ver una película de acción de tantísima calidad, armada sencillamente con un gran actor como Yves Montand y un desvencijado camión. Tiene un ritmo precioso y ese "don" especial que muy pocas películas logran y la fotografía y la música respaldan con excelencia tan crudo viaje.

Se convierte en un delicioso "Tour de force", en fuente de inspiración para multitud de películas y cierta base para lo que es ese género o subgénero llamado "Road Movie". Es un viaje poético y metafórico con un profundo tono existencialista.

Los personajes evocan de alguna forma a los protagonistas de "El tesoro de Sierra Madre" de Houston, con actuaciones estelares. Ninguno de ellos desmerece un ápice la película, en especial Yves Montand.

Imprescindible.
8
21 de marzo de 2010
54 de 85 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película que acojona de verdad. Los protagonistas son pedigüeños hermafroditas de edad avanzada que se ponen celosos si uno se hace más amigo del otro y tal y pascual. Muy destroyer. Y en estos trances tan inquietantes se anda vagando la peli, que se torna de golpe en una peli de suspense brutal. El truquillo francés (que volverían a usar -y abusar- en Le Trou) de filmar en tiempo real la construcción de un artilegio, es cojonudo, hipnotiza e intriga sin saberse muy bien porqué.

La trama se reduce a que unos señores muy raros las pasan canutas en una misión, y de ahí salen a la luz las más honorables, y las más despreciables, condiciones humanas, objetivo de todo director que quiera ser reconocido, sobre todo los franceses, que lo buscan desesperadamente, encontrándolo a veces, como es el caso.
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