El enemigo público
7.5
4,769
Cine negro
Desde muy chico, ya Tom Powers anda cometiendo fechorías en compañía de su leal amigo Matt Doyle. Y cuando se hacen hombres, la llegada de La Ley Seca, será su gran oportunidad para hacerse un nombre en el bajo mundo del gansterismo. Para Tom (James Cagney), machista y explosivo, la imagen de su hermano Mike, un militar recto y socialmente comprometido, lo pondrá en confrontación con su madre, el único ser en la vida al que ha amado. (FILMAFFINITY) [+]
11 de julio de 2006
11 de julio de 2006
39 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El enemigo público" es la prueba de que algunas películas no sobreviven al paso del tiempo. Al igual que la anterior película de William A. Wellman ("Alas"), vista hoy, "El enemigo público" resulta demasiado obvia, infantil y aburrida. Esto no es un ataque al cine clásico, pues yo soy el primero en disfrutar de genialidades como "El hombre tranquilo", "Ladrón de bicicletas", "El séptimo sello", "El apartamento" o "Remordimientos". Pero los años no tratan igual de bien a todas las películas.
Sin embargo hay que reconocer que es un clarísimo antecedente de "El padrino", con quien comparte no sólo temática, sino también algunos puntos del argumento. Pero si la maravillosa obra maestra de Coppola no ha envejecido ni un ápice, "El enemigo público" sólo se la puedo recomendar a los incondicionales del cine clásico de gangsters. Porque personalmente, no me entusiasman esas películas clásicas sobre el alzamiento y la caida de un (anti)heroe americano, interpretado esta vez por un sobreactuado James Cagney.
Sin embargo hay que reconocer que es un clarísimo antecedente de "El padrino", con quien comparte no sólo temática, sino también algunos puntos del argumento. Pero si la maravillosa obra maestra de Coppola no ha envejecido ni un ápice, "El enemigo público" sólo se la puedo recomendar a los incondicionales del cine clásico de gangsters. Porque personalmente, no me entusiasman esas películas clásicas sobre el alzamiento y la caida de un (anti)heroe americano, interpretado esta vez por un sobreactuado James Cagney.
10 de junio de 2012
10 de junio de 2012
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando estaba viendo ésta excelente película, me venían a la mente otras películas de mafiosos realizadas después de ésta. No cabe duda de su influencia en posteriores películas sobre mafiosos que sueñan con que el mundo sea suyo, por ejemplo la pareja Tom Powers y Matt Doyle, me recordaba a los amigos Tony Montana y Many Ribera del Precio del poder y que casualidad, los nombres de los cuatro empiezan igual. Cuando veía la escena del caballo, me vino a la mente el pobre caballo del El Padrino.
Excelente interpretación de James Cagney, que creó escuela con su porte de mafioso chulo, pendenciero y vengativo.
Y para terminar me quedo con la escena final, ésta película ya la ví hace muchos años y lo unico que recordaba de ella era de esa escena, sobrecogedora y ahora que la he vuelto a ver, la verdad es que sobrecoge y es una de las escenas míticas del séptimo arte.
Excelente interpretación de James Cagney, que creó escuela con su porte de mafioso chulo, pendenciero y vengativo.
Y para terminar me quedo con la escena final, ésta película ya la ví hace muchos años y lo unico que recordaba de ella era de esa escena, sobrecogedora y ahora que la he vuelto a ver, la verdad es que sobrecoge y es una de las escenas míticas del séptimo arte.
24 de junio de 2010
24 de junio de 2010
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
William A. Wellman, cineasta que triunfaría en la primera edición de la Gala de los öscar con "Alas" (Wings, 1927) rodó éste tenso largometraje cuyo guión original partía del libro "Beer and Blood" (Cerveza y Sangre), escrito por Kubec Glasman y John Bright con Harvey Thew en el script definitivo. El argumento gira entorno a dos mequetrefes de las calles de Chicago que irán ascendiendo en el mundo del hampa; Tom Power (James Cagney) y Matt Doyle (Edward Woods) que, una vez adultos traicionarán a su poco escrupuloso jefe, Patty Nose (Murray Kinnell) y flirtearán con el más ambicioso Nails Nathan (Leslie Fenton) convirtiéndose en auténticos gángsters.
Por exigencias de la Warner Brothers (y debido al turbulento período en que se rodó la película) los nombres de los protagonistas se cambiaron debidamente ya que "El Enemigo Público" está basada en hechos reales e inspirada en la vida de los gángsters Dean O´Bannon y Jimmie Weiss. Su sangre irlandesa sería derramada por Al Capone con el intento de hacerse con el control de la zona norte de la ciudad de Chicago.
"The Public Enemy" es todo un referente. Pocos meses después Howard Hawks se ensalzaría con la más apreciada "Scarface; el Terror del Hampa" (1932). Pero el rostro cortado de Paul Muni no superaría al del endiablado y enloquecido James Cagney, cortejado por la ruisueña y la vez que maniqueante mirada de una chica rubia de veinte años llamada Jean Harlow.
Por exigencias de la Warner Brothers (y debido al turbulento período en que se rodó la película) los nombres de los protagonistas se cambiaron debidamente ya que "El Enemigo Público" está basada en hechos reales e inspirada en la vida de los gángsters Dean O´Bannon y Jimmie Weiss. Su sangre irlandesa sería derramada por Al Capone con el intento de hacerse con el control de la zona norte de la ciudad de Chicago.
"The Public Enemy" es todo un referente. Pocos meses después Howard Hawks se ensalzaría con la más apreciada "Scarface; el Terror del Hampa" (1932). Pero el rostro cortado de Paul Muni no superaría al del endiablado y enloquecido James Cagney, cortejado por la ruisueña y la vez que maniqueante mirada de una chica rubia de veinte años llamada Jean Harlow.
6 de febrero de 2017
6 de febrero de 2017
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque la historia ha sido ubicada en Chicago, EEUU, con pequeñas variables podría suceder en cualquier lugar del mundo. No obstante que, buena parte de los hechos ocurren en tiempos de La Ley Seca... sus causas y consecuencias no fueron tomadas en cuenta, porque, lo que importa aquí es el proceso criminal en el que se van adentrando dos chicos como tantísimos otros. Y las relaciones familiares que vamos a presenciar... muchos entre nosotros -de aquí, de allí y de más allá-, las han vivido con semejantes características y consecuencias.
Basado en hechos y en personajes reales, a los que sólo ha cambiado nombres y modificado algunos rasgos de personalidad con fines dramáticos, el director William A. Wellman, se propuso realizar la más verosímil radiografía de un terrible fenómeno que, en las primeras décadas del siglo XX, había alcanzado cifras escandalosas en los Estados Unidos de Norteamérica: La delincuencia juvenil. Para hacernos a una idea: En 1920, cada día cerca de cien mil niños deambulaban en las calles de New York. ¿Y qué rumbo tomaban luego sus vidas? En un alto porcentaje, se convertían en delincuentes que luego iban a parar a los correccionales que muy poco corregían, y otro alto porcentaje, se convertían en temibles bandidos y gansteres de la peor calaña.
¿Y cómo empezaba todo esto? Es lo que vamos a ver en “EL ENEMIGO PÚBLICO”, uno de los más notables filmes realizados en la década de 1930, cuando despuntaba con inusitado éxito el Cine Sonoro.
Todo comienza cuando dos chicos, Tom Powers y Matt Doyle -hijos de padres de escaso nivel cultural, habitantes en un barrio carente de oportunidades, y víctimas de cierto maltrato- hacen sus primeras salidas como ladronzuelos, consiguiendo, pronto, quien haga el juego de reducidor y otros menesteres. Y de aquí en adelante, presenciaremos su fugaz pero intenso paso por la vida, donde conocerán la abundancia, el sexo fácil, el crimen, la descomposición familiar… hasta que el destino decida que es hora de jugar su última carta.
Aunque resulta modesta en su puesta en escena, la película nos compensa con una atinada fotografía, y algunos momentos de su historia aún se conservan bastante frescos por su connotada originalidad. Para citar ejemplos: La polémica escena del pomelo que termina en el rostro de Kitty (Mae Clarke); el atentado sirviéndose tácticamente de una volqueta con gravilla; y la escena de cierre por su preciso impacto.
Wellman, se muestra muy efectivo en la edición y prefirió que su filme resultase de un austero metraje antes que dejar pasar el más mínimo punto muerto. Esto, nos asegura una fuerte dinámica narrativa y el filme pasa en un santiamén, tras dejar el regalo de un seguro entretenimiento, y al tiempo, una aleccionadora historia que nos reclama de nuevo la urgencia de unos Estados Presentes, y a nivel familiar, la relevancia de dar afecto y cubrir las necesidades de primer nivel.
James Cagney, tan posicionado en su rol de gánster que, tras haber empezado el rodaje como el segundo a bordo, dejó tan convencido a Wellman que éste optó por invertir los papeles, habiendo quedado Edward Woods con el de Matt Doyle. Junto a ellos, el posteriormente director, Leslie Fenton como 'Nails' Nathan, el matón sin escrúpulos que les dará el definitivo impulso durante La Ley Seca; y Jean Harlow, la rubia platino, muy bien caracterizada como Gwen, la típica mujer que, también en aquellos tiempos, carecía de toda moral.
Una frase para recordar:
“Sin cerebro ni corazón, (el dinero) es lo único que te queda… y lo vas a necesitar”.
Título para Latinoamérica: “ENEMIGO PÚBLICO”
Basado en hechos y en personajes reales, a los que sólo ha cambiado nombres y modificado algunos rasgos de personalidad con fines dramáticos, el director William A. Wellman, se propuso realizar la más verosímil radiografía de un terrible fenómeno que, en las primeras décadas del siglo XX, había alcanzado cifras escandalosas en los Estados Unidos de Norteamérica: La delincuencia juvenil. Para hacernos a una idea: En 1920, cada día cerca de cien mil niños deambulaban en las calles de New York. ¿Y qué rumbo tomaban luego sus vidas? En un alto porcentaje, se convertían en delincuentes que luego iban a parar a los correccionales que muy poco corregían, y otro alto porcentaje, se convertían en temibles bandidos y gansteres de la peor calaña.
¿Y cómo empezaba todo esto? Es lo que vamos a ver en “EL ENEMIGO PÚBLICO”, uno de los más notables filmes realizados en la década de 1930, cuando despuntaba con inusitado éxito el Cine Sonoro.
Todo comienza cuando dos chicos, Tom Powers y Matt Doyle -hijos de padres de escaso nivel cultural, habitantes en un barrio carente de oportunidades, y víctimas de cierto maltrato- hacen sus primeras salidas como ladronzuelos, consiguiendo, pronto, quien haga el juego de reducidor y otros menesteres. Y de aquí en adelante, presenciaremos su fugaz pero intenso paso por la vida, donde conocerán la abundancia, el sexo fácil, el crimen, la descomposición familiar… hasta que el destino decida que es hora de jugar su última carta.
Aunque resulta modesta en su puesta en escena, la película nos compensa con una atinada fotografía, y algunos momentos de su historia aún se conservan bastante frescos por su connotada originalidad. Para citar ejemplos: La polémica escena del pomelo que termina en el rostro de Kitty (Mae Clarke); el atentado sirviéndose tácticamente de una volqueta con gravilla; y la escena de cierre por su preciso impacto.
Wellman, se muestra muy efectivo en la edición y prefirió que su filme resultase de un austero metraje antes que dejar pasar el más mínimo punto muerto. Esto, nos asegura una fuerte dinámica narrativa y el filme pasa en un santiamén, tras dejar el regalo de un seguro entretenimiento, y al tiempo, una aleccionadora historia que nos reclama de nuevo la urgencia de unos Estados Presentes, y a nivel familiar, la relevancia de dar afecto y cubrir las necesidades de primer nivel.
James Cagney, tan posicionado en su rol de gánster que, tras haber empezado el rodaje como el segundo a bordo, dejó tan convencido a Wellman que éste optó por invertir los papeles, habiendo quedado Edward Woods con el de Matt Doyle. Junto a ellos, el posteriormente director, Leslie Fenton como 'Nails' Nathan, el matón sin escrúpulos que les dará el definitivo impulso durante La Ley Seca; y Jean Harlow, la rubia platino, muy bien caracterizada como Gwen, la típica mujer que, también en aquellos tiempos, carecía de toda moral.
Una frase para recordar:
“Sin cerebro ni corazón, (el dinero) es lo único que te queda… y lo vas a necesitar”.
Título para Latinoamérica: “ENEMIGO PÚBLICO”
3 de marzo de 2015
3 de marzo de 2015
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada menos que cinco films estrenó Wellman en este 1931 donde la implantación del sonoro se daba la mano con una depresión social galopante. El cine apostó por dos caras, dar al público cuentos de hadas de evasión alejados de la realidad y reflejar lo mal que estaban las calles, el auge de la delincuencia a la que contribuía en buena medida la ley seca y unos anti héroes que se las buscaban a costa de lo que fuera. El código Hays aún no estaba vigente y a pesar de la propia autocensura películas como esta podían ver, afortunadamente, la luz.
El guión basado en el libro "Cerveza y sangre" llamó la atención de Wellman que convenció a Zanuck que en aquel momento llevaba la Warner para que diera luz verde al tercer proyecto en el mismo año sobre un tema de gansterismo y además se lo dejase dirigir. No muy convencido Zanuck aceptó. Wellman siguió "incordiando" e invirtió los papeles de Edward Woods y James Cagney como los amigos de la infancia que hacen carrera en el mudo del hampa. El resultado fue crear un mito del género (Cagney) y prácticamente truncar la carrera de Woods. El pequeño pero matón Cagney esta esplendido en ese manojo de nervios, frustrado por ser el hermano menor, menos apuesto y listo de la familia que adora a su mama y busca el reconocimiento a base la vía "fácil" del gatillo.
Es capaz de ligarse a la primera chica con la que se cruza pero le cuesta encontrar aquella que comprenda que sigue siendo el pequeño, tímido e inestable Tommy: La Harlow, que se lleva los títulos de crédito por su sensual palmito. Personalmente me seduce más la pobre Mae Clark que pasó de novia de Frankensteín a recibir en su rostro un pomelazo histórico. Sin olvidar a la excelente actriz Joan Blondell.
A todos se los merienda Cagney, mamá y hermano incluido hasta en la magistral escena final cual Cid Campeador.
Wellman se emplea a fondo, arranca con originalidad y rotundidad, saca petroleo del movimiento de cámara en los exiguos espacios interiores, se luce con el fuera de campo poniendo la violencia en la imaginación del espectador y aún le queda tiempo para algunos primeros planos de gran fuerza expresiva y el susodicho final que remata la faena con una estocada hasta la bola (pobres toros dicho sea de paso).
Junto con "Little Caesar" y "Scarface" el año siguiente, forman la santísima trinidad de un género inagotable.
El guión basado en el libro "Cerveza y sangre" llamó la atención de Wellman que convenció a Zanuck que en aquel momento llevaba la Warner para que diera luz verde al tercer proyecto en el mismo año sobre un tema de gansterismo y además se lo dejase dirigir. No muy convencido Zanuck aceptó. Wellman siguió "incordiando" e invirtió los papeles de Edward Woods y James Cagney como los amigos de la infancia que hacen carrera en el mudo del hampa. El resultado fue crear un mito del género (Cagney) y prácticamente truncar la carrera de Woods. El pequeño pero matón Cagney esta esplendido en ese manojo de nervios, frustrado por ser el hermano menor, menos apuesto y listo de la familia que adora a su mama y busca el reconocimiento a base la vía "fácil" del gatillo.
Es capaz de ligarse a la primera chica con la que se cruza pero le cuesta encontrar aquella que comprenda que sigue siendo el pequeño, tímido e inestable Tommy: La Harlow, que se lleva los títulos de crédito por su sensual palmito. Personalmente me seduce más la pobre Mae Clark que pasó de novia de Frankensteín a recibir en su rostro un pomelazo histórico. Sin olvidar a la excelente actriz Joan Blondell.
A todos se los merienda Cagney, mamá y hermano incluido hasta en la magistral escena final cual Cid Campeador.
Wellman se emplea a fondo, arranca con originalidad y rotundidad, saca petroleo del movimiento de cámara en los exiguos espacios interiores, se luce con el fuera de campo poniendo la violencia en la imaginación del espectador y aún le queda tiempo para algunos primeros planos de gran fuerza expresiva y el susodicho final que remata la faena con una estocada hasta la bola (pobres toros dicho sea de paso).
Junto con "Little Caesar" y "Scarface" el año siguiente, forman la santísima trinidad de un género inagotable.
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