Buenas noches, y buena suerte
2005 

6.8
32,642
Drama
Ambientada en 1953, narra el enfrentamiento real que, en defensa del periodismo independiente, mantuvieron el famoso periodista y presentador de la CBS Edward R. Murrow (David Strathairn) y su productor Fred Friendly (George Clooney) contra el poderoso senador anticomunista Joseph McCarthy, hecho que determinó el final de la "caza de brujas". (FILMAFFINITY)
12 de marzo de 2006
12 de marzo de 2006
25 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inteligente crítica sobre el mundo de la televisión como medio de información y entretenimiento. Genial.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El duro enfrentamiento entre el senador Joseph McCarthy y el presentador de televisión Edward R. Murrow y el Comité de Actividades Antiamericanas es el hilo conductor de esta interesante película, segunda como director de George Clooney en la que realiza una crítica muy inteligente sobre el mundo de la televisión como medio de comunicación y entretenimiento.
Edward R. Murrow (interpretado con maestría por David Strathairn) fue acusado de ser comunista por el senador McCarthy en plena caza de brujas. Todo el que lo fuera o conociera a alguien de esas tendencias políticas corría el riesgo de ser detenido, e incluso podía perder su puesto de trabajo. Murrow se defendió valientemente en una serie de discursos donde hacía gala de un pensamiento crítico ejemplar y una gran habilidad como orador. Han quedado en la memoria del espectador los momentos en los que Strathairn, con la cabeza ligeramente vuelta hacia la cámara y una mirada a la vez seria e incisiva pronuncia unos discursos en los que no sobra ni una palabra. El control facial, las pausas que efectúa mientras habla con voz tranquila pero firme y la forma en que de vez en cuando mira hacia abajo echar un vistazo al guión del programa hasta que pronuncia la célebre despedida "buenas noches, y buena suerte", le dan al personaje el color y la fuerza emotiva que nos hace agradecer que este rodada en un elegante y sobrio blanco y negro, muy al estilo de las películas de esa época.
La cinta transcurre a ritmo de blues, cuyas notas se enredan en el aire con las indolentes volutas de humo de esos cigarros que nunca se consumen. Por otro lado, la manera en que están retratados los escenarios, como el plató y la sala de realización, con contratados claroscuros y una extrema precisión de encuadre donde el movimiento de los personajes está estudiado escrupulosamente, hace parecer al espacio algo oscuro e inexpugnable a la vez que le confiere respeto.
El reparto es de muchos quilates, con actores de la talla de Robert Downey Jr. ("Kiss Kiss Bang Bang, Vidas Cruzadas"), Patricia Clarkson ("Peter Pan"), Ray Wise ("Twin Peaks, Jeepers Creepers, Dead End"), Jeff Daniels ("Speed"), etc.
No está claro si es deliberado o no por parte de Clooney, pero llama la atención el siguiente hecho: en un momento de la cinta hay un plano de un televisor que están viendo algunos personajes, y bajo la pantalla se lee "Westing House", que es justamente la empresa a la que cuarenta años después estuvo a punto de ser vendida la CBS debido al escándalo con la tabacalera Brown & Williamson, denunciada por el doctor Geoffrey Wigand por introducir en los cigarros un ingrediente nocivo para la salud, tal y como describe la película "El Dilema", de Michael Mann.
Por otro lado, dada la atmósfera marcadamente anticomunista, es irónico y admirable que el mensaje de despedida del programa de Murrow fuera tan generoso como para desear al espectador buenas noches, y buena suerte.
Una joya.
Edward R. Murrow (interpretado con maestría por David Strathairn) fue acusado de ser comunista por el senador McCarthy en plena caza de brujas. Todo el que lo fuera o conociera a alguien de esas tendencias políticas corría el riesgo de ser detenido, e incluso podía perder su puesto de trabajo. Murrow se defendió valientemente en una serie de discursos donde hacía gala de un pensamiento crítico ejemplar y una gran habilidad como orador. Han quedado en la memoria del espectador los momentos en los que Strathairn, con la cabeza ligeramente vuelta hacia la cámara y una mirada a la vez seria e incisiva pronuncia unos discursos en los que no sobra ni una palabra. El control facial, las pausas que efectúa mientras habla con voz tranquila pero firme y la forma en que de vez en cuando mira hacia abajo echar un vistazo al guión del programa hasta que pronuncia la célebre despedida "buenas noches, y buena suerte", le dan al personaje el color y la fuerza emotiva que nos hace agradecer que este rodada en un elegante y sobrio blanco y negro, muy al estilo de las películas de esa época.
La cinta transcurre a ritmo de blues, cuyas notas se enredan en el aire con las indolentes volutas de humo de esos cigarros que nunca se consumen. Por otro lado, la manera en que están retratados los escenarios, como el plató y la sala de realización, con contratados claroscuros y una extrema precisión de encuadre donde el movimiento de los personajes está estudiado escrupulosamente, hace parecer al espacio algo oscuro e inexpugnable a la vez que le confiere respeto.
El reparto es de muchos quilates, con actores de la talla de Robert Downey Jr. ("Kiss Kiss Bang Bang, Vidas Cruzadas"), Patricia Clarkson ("Peter Pan"), Ray Wise ("Twin Peaks, Jeepers Creepers, Dead End"), Jeff Daniels ("Speed"), etc.
No está claro si es deliberado o no por parte de Clooney, pero llama la atención el siguiente hecho: en un momento de la cinta hay un plano de un televisor que están viendo algunos personajes, y bajo la pantalla se lee "Westing House", que es justamente la empresa a la que cuarenta años después estuvo a punto de ser vendida la CBS debido al escándalo con la tabacalera Brown & Williamson, denunciada por el doctor Geoffrey Wigand por introducir en los cigarros un ingrediente nocivo para la salud, tal y como describe la película "El Dilema", de Michael Mann.
Por otro lado, dada la atmósfera marcadamente anticomunista, es irónico y admirable que el mensaje de despedida del programa de Murrow fuera tan generoso como para desear al espectador buenas noches, y buena suerte.
Una joya.
3 de septiembre de 2006
3 de septiembre de 2006
31 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de los primeros 45 minutos y varias cabezadas intenté ya en firme dormir, pero sin éxito. Debí optar por esperar fuera a mis amigos, pero un trasnochado sentido del ridículo y la esperanza de que aquello mejorase en al gún momento me retuvieron en mi butaca y, lo que es peor, despierto.
Una pena, porque al final mantuvo el tono pedante, petardo y pretencioso que toma desde el principio. No hay historia, no conmueve, no informa.
O haces un documental sobre la vida de un periodista y sobre La Caza de Brujas, o una película con su correspondiente guión, ritmo, etc ... pero estas cosas, estos engendros intermedios que, encima, se supone que te tienen que gustar sólo porque tratan sobre problemas graves, me indignan.
Lo siento, pero no creo que sea de agradecer el ir al cine a ver como alguien destroza un tema interesante con un bodrio de película. Más bién todo lo contrario, si no sabes dirigir ni elaborar guiones ten al menos la prudencia de dedicarte a Alien III o algo parecido, y no a temas como la censura, los crímenes de la industria farmaceútica, las migraciones, o los entresijos del terrorismo.
Por dios, pseudo-intelectuales que acabáis de decubrir que hubo y hay un mundo que sufre más allá de vuestras butacas o limusinas, Che, ¡Dejame vivir en paz!. Yo descubrí eso con ocho años y no he estado desde entonces dando el coñazo, ¿verdad?.
Una pena, porque al final mantuvo el tono pedante, petardo y pretencioso que toma desde el principio. No hay historia, no conmueve, no informa.
O haces un documental sobre la vida de un periodista y sobre La Caza de Brujas, o una película con su correspondiente guión, ritmo, etc ... pero estas cosas, estos engendros intermedios que, encima, se supone que te tienen que gustar sólo porque tratan sobre problemas graves, me indignan.
Lo siento, pero no creo que sea de agradecer el ir al cine a ver como alguien destroza un tema interesante con un bodrio de película. Más bién todo lo contrario, si no sabes dirigir ni elaborar guiones ten al menos la prudencia de dedicarte a Alien III o algo parecido, y no a temas como la censura, los crímenes de la industria farmaceútica, las migraciones, o los entresijos del terrorismo.
Por dios, pseudo-intelectuales que acabáis de decubrir que hubo y hay un mundo que sufre más allá de vuestras butacas o limusinas, Che, ¡Dejame vivir en paz!. Yo descubrí eso con ocho años y no he estado desde entonces dando el coñazo, ¿verdad?.
20 de marzo de 2007
20 de marzo de 2007
34 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pero qué sosería, Dios mío, qué sosería. Esta película es más sosa que una calabaza, de hecho creo que es lo más soso que he visto en los últimos años en un tren (y me ha hecho descubrir que prefiero las películas malas: me divierten más, vamos, muchísimo más, horrores). La película esta de Buenas blablabla no está ni bien ni mal: consiste en cuatro recortes de telediarios del tiempo del senador McCarthy y un acompañamiento en forma de ensalada de actores, todos levemente retóricos, siempre al borde de la falsedad, que cuentan una historieta épico-periodística de las que tanto les gustan a los cineastas afines al Partido Demócrata, que creen que así hacen cine comprometido, los pobres. El resultado es una especie de Estudio 1 inofensivo, bienintencionado y anacrónico (a buenas horas se ponen a hacer peliculitas sobre McCarthy), con demasiado almidón y cuello duro.
El peso de la peli recae en dos actores, a saber:
[Véase el expolio]
El peso de la peli recae en dos actores, a saber:
[Véase el expolio]
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
George Clooney se pone gafas, se repeina, se acuclilla y pone cara de pánfilo. Esto se le da bien, pero se le olvida cambiarla a lo largo de toda la película (se ve que como también la dirigía no tenía tiempo de repasar el guión). Uno intuye que es un jefazo del programa (se supone que es el productor), pero parece el becario que prepara el café o el limpiabotas. De pena.
David Strathairn es un periodista mazo de valiente que dice verdades como puños y en dos programas se merienda a McCarthy y acaba con la caza de brujas, que según se presenta aquí fue bastante inofensiva y llevadera (no era más peligroso estar casado con otra plumilla que ser comunista). La composición del personaje del Strathairn este es así: se repeina, se estira, prende un cigarrillo y lo fuma como si fuera a presentarse a reina del carnaval de Las Palmas.
===
Propuesta para el remake europeo:
Friendly (George Clooney): Ernesto Sáenz de Buruaga
Murrow (David Strathairn): Nicolas Sarkozy
Los otros periodistas: José Coronado, Alicia Borrachero, Álex Angulo, Esther Arroyo, Belén Rueda, Joel Joan, Amparo Larrañaga, Pepín Salvador y María Pujalte.
Director: José Plomo Garci
David Strathairn es un periodista mazo de valiente que dice verdades como puños y en dos programas se merienda a McCarthy y acaba con la caza de brujas, que según se presenta aquí fue bastante inofensiva y llevadera (no era más peligroso estar casado con otra plumilla que ser comunista). La composición del personaje del Strathairn este es así: se repeina, se estira, prende un cigarrillo y lo fuma como si fuera a presentarse a reina del carnaval de Las Palmas.
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Propuesta para el remake europeo:
Friendly (George Clooney): Ernesto Sáenz de Buruaga
Murrow (David Strathairn): Nicolas Sarkozy
Los otros periodistas: José Coronado, Alicia Borrachero, Álex Angulo, Esther Arroyo, Belén Rueda, Joel Joan, Amparo Larrañaga, Pepín Salvador y María Pujalte.
Director: José Plomo Garci
21 de febrero de 2006
21 de febrero de 2006
15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
George Clooney vuelve a sorprender con una excelente película que narra las andanzas de los reporteros de la cadena de informativos CBS durante la "caza de brujas en los años 50. David Strathairn interpreta magistralmente al presentador Edward R. Murrow durante sus polémicas enfrentaciones con el senador McCarthy. El resto del reparto mantiene un gran nivel, sobre todo un recuperado Robert Downey Jr., que lo hace realmente bien.
Del resto se encarga Clooney, firmando un soberbio y sólido guión apoyado por su firme pulso con la cámara.
Pero no es una obra maestra como cabía a esperar (o por lo menos eso esperaba yo) ya que a la película le falta más profundidad en el tema, más... pasión.
Pero sin lugar a dudas es una de las mejores propuestas del año, y una de las mejores películas que hay actualmente en cartelera.
Ha conseguido 6 nominaciones a los oscar, aunque en los globos de oro se fue con un canto en los dientes.
Del resto se encarga Clooney, firmando un soberbio y sólido guión apoyado por su firme pulso con la cámara.
Pero no es una obra maestra como cabía a esperar (o por lo menos eso esperaba yo) ya que a la película le falta más profundidad en el tema, más... pasión.
Pero sin lugar a dudas es una de las mejores propuestas del año, y una de las mejores películas que hay actualmente en cartelera.
Ha conseguido 6 nominaciones a los oscar, aunque en los globos de oro se fue con un canto en los dientes.
24 de diciembre de 2006
24 de diciembre de 2006
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos películas le han bastado a George Clooney para acrecentar celos y envidias. A su éxito evidente y justificado entre personas de ambos sexos, habrá que sumar a partir de ahora su faceta como director. Con cintas como Buenas noches, y buena suerte, el futuro del cine USA queda asegurado, y se confirma una tendencia: cada vez son más los actores que, ante la escasa calidad de los guiones que reciben, deciden llevar a cabo sus propios proyectos. Se lo agradecemos.
Uno puede pensar que con Confesiones de una mente peligrosa, George Clooney apostaba sobre seguro al apoyarse en un guión del cotizado Charlie Kaufman (Cómo ser John Malkovich), pero gracias a un gran manejo del sarcasmo, conseguía salir airoso del milagroso equilibrio entre comedia y drama. Incómoda, llena de vaivenes, ya revelaba ambiciones estéticas y una temática poco complaciente. La verdad y el espejismo le servían para reflexionar sobre la importancia del otro en nuestras aburridas existencias, denunciar la televisión basura y el terrorismo de Estado. Casi nada. Su estilo recordaba a los Coen y a Soderbergh, y aunque caía en el exceso repetidamente, su espíritu se acogía más al cine independiente que al comercial. El cartoon humano de esta paranoica ficción recayó en Sam Rockwell, que aprovechó la ocasión para realizar la mejor interpretación de su carrera hasta la fecha.
Ahora, de la mano de de unos espléndidos David Strathairn y Frank Langella, elogia, con aire de fábula, el espíritu independiente de un periodismo que todavía creía en su función educativa y resistía las presiones de los políticos y anunciantes. Íntima en su manufactura – el blanco y negro aleja toda retórica -, épica en su significado, el discurso es rico, conciso, exacto, objetivo, como la profesión. Señala, a partir de una atmósfera melancólica y nostálgica (jazz y cigarrillos), las fallas del sistema para mejorar su salud ideológica. Buenas noches, y buena suerte supone una victoria de la decencia, las libertades y los derechos civiles frente a la fantasiosa caza de brujas de McCarthy. Con un riguroso material de archivo y un montaje basado en réplicas y contrarréplicas, sin más emoción de la necesaria, Clooney aísla tanto a sus personajes, que nuestra implicación emocional corre el peligro de evaporarse, pero es esta falta de modestia la que acaba por descubrirnos la discreción de un talento genuino que habrá que seguir con expectación.
Uno puede pensar que con Confesiones de una mente peligrosa, George Clooney apostaba sobre seguro al apoyarse en un guión del cotizado Charlie Kaufman (Cómo ser John Malkovich), pero gracias a un gran manejo del sarcasmo, conseguía salir airoso del milagroso equilibrio entre comedia y drama. Incómoda, llena de vaivenes, ya revelaba ambiciones estéticas y una temática poco complaciente. La verdad y el espejismo le servían para reflexionar sobre la importancia del otro en nuestras aburridas existencias, denunciar la televisión basura y el terrorismo de Estado. Casi nada. Su estilo recordaba a los Coen y a Soderbergh, y aunque caía en el exceso repetidamente, su espíritu se acogía más al cine independiente que al comercial. El cartoon humano de esta paranoica ficción recayó en Sam Rockwell, que aprovechó la ocasión para realizar la mejor interpretación de su carrera hasta la fecha.
Ahora, de la mano de de unos espléndidos David Strathairn y Frank Langella, elogia, con aire de fábula, el espíritu independiente de un periodismo que todavía creía en su función educativa y resistía las presiones de los políticos y anunciantes. Íntima en su manufactura – el blanco y negro aleja toda retórica -, épica en su significado, el discurso es rico, conciso, exacto, objetivo, como la profesión. Señala, a partir de una atmósfera melancólica y nostálgica (jazz y cigarrillos), las fallas del sistema para mejorar su salud ideológica. Buenas noches, y buena suerte supone una victoria de la decencia, las libertades y los derechos civiles frente a la fantasiosa caza de brujas de McCarthy. Con un riguroso material de archivo y un montaje basado en réplicas y contrarréplicas, sin más emoción de la necesaria, Clooney aísla tanto a sus personajes, que nuestra implicación emocional corre el peligro de evaporarse, pero es esta falta de modestia la que acaba por descubrirnos la discreción de un talento genuino que habrá que seguir con expectación.
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