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Historia de una pasión

Drama Biopic de la obra y vida de la gran Emily Dickinson, una poetisa que paso la mayor parte de su vida en casa de sus padres en Amherst, Massachusetts. La mansión en la que vivió sirve de telón de fondo al retrato de una mujer nada convencional de la que se sabe muy poco. Nacida en 1803, fue considerada una niña con talento, pero un trauma emocional la obligó a dejar los estudios. A partir de ese momento, se retiró de la sociedad y empezó ... [+]
Críticas 29
Críticas ordenadas por utilidad
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8
15 de octubre de 2016
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Historia de una pasión

"Corazón, le olvidaremos en esta noche tú y yo. Tú, el calor que te prestaba. Yo, la luz que a mí me dio. Cuando le hayas olvidado dímelo, que he de borrar aprisa mis pensamientos. Y apresura tu labor no sea que en tu tardanza vuelva a recordarle yo..." Emily Dickinson, n. en Amherst, Massachusetts, 1830-1886.

Terence Davies es actor, escritor, guionista, director y todo aquello que se proponga. Este joven talento británico de apenas 71 años -nació en 1945 al igual que yo y, aparte de compartir su pasión por el cine, ahí terminan nuestras coincidencias- ha vuelto a dirigir y escribir una ensoñación de película. Sin embargo, este hombre a lo largo de su carrera ha topado con numerosos problemas y dificultades en la financiación de sus proyectos por lo que, desafortunadamente para todos nosotros, únicamente ha filmado cinco largometrajes.

"Velámenes de púrpura se mecen con suavidad en mares de narciso; marineros fantásticos se esfuman y queda el muelle en la quietud sumido..."

Tenía muchas ganas de ver "Historia de una pasión" pues su anterior trabajo, la bellísima "Sunset Song", que reseñé aquí en su día, era una delicia. Ahora nos deslumbra de nuevo con una versión biográfica de la poetisa norteamericana Emily Dickinson. Y, paradógicamente, le ha salido un poema como la obra de su protagonista. Un filme estético, sobrio pero al tiempo, cruel y desgarrador. Como es usual en él repite aquí esa fotografía brumosa con encuadres de claroscuros como pinturas academicistas de la época. Es una película, casi en su totalidad, de interiores y una cámara cadenciosa gira suavemente en travelings majestuosos, en ocasiones de 360º. En ellos, al resplandor de la llama tenue y temblorosa de los candiles, entre un mobiliario exquisitamente reproducido, envuelve a sus moradores de sombras titilantes bajo la pálida luz de la estancia. Evocadoras elipsis muestran el paso del tiempo y el envejecimiento de sus personajes mientras, una música sublime -Beethoven, Schumann, Schubert y sus más afamadas lieders-, cobija y acompaña la voz cálida y aterciopelada de una magistral Cyntia Nixon que, durante el transcurso de la cinta, va desgranado los versos de su atormentado personaje.

"No había helada, pues en mi piel sentí sirocos reptar, ni había fuego, pues mis pies de mármol podían helar un santuario..."

Dickinson fue una inteligencia brillante, irónica, descarada, de un humor mordaz y esas no eran virtudes que agradaran a los hombres de su tiempo, cuando las mujeres no eran mucho más que objetos de adorno. La poesía significó su vida y a esa pasión se aferraró con uñas y dientes. No quiso someterse a las leyes opresivas de su época, se rebeló contra las costumbres establecidas, anheló encontrar su propio camino, incluso la salvación de su alma, al margen de las reglas impuestas por un puritanismo riguroso e hipócrita que la oprimió y denigró. Pero al mismo tiempo, reconocía que no debía exteriorizar toda la savia de su pensamiento porque esa vía la conduciría irremisiblemente a la marginación, la soledad y el desprecio de los suyos.

"Sólo sabemos toda nuestra altura si alguien le dice a nuestro ser: ¡Levanta! Y entonces, fiel consigo, se agiganta hasta llegar al cielo su estatura..."

Sin embargo, curiosamente, encerrarse en sí misma tampoco fue la mejor opción. Inició una interminable lucha interior contra sus propios demonios. Existió en ella un halo de sorda tristeza, un carácter obsesivo, depresivo y contradictorio. Su existencia, poco a poco, se convirtió en un infierno que la devoraba. Se aisló, finalmente, en el reducido y claustrofóbico espacio de su habitación en donde escribía febrilmente cuando todos dormían, aprovechando el silencio de la noche. Como un fantasma, esporádicamente se asomaba al rellano de la escalera para recibir alguna visita sin ser vista o escuchar las voces y rumores que se propagaban por la casa.

"Poder discrecional tuve en mi mano y con denuedo contra el mundo fui; dos veces temeraria lo he afrontado tan sólo con la honda de David..."

Y ese mundo hostil donde los hombres no admiten a las mujeres como sus iguales, donde el rigor de un puritanismo exacerbado, más acentuado aún, si cabe, por los últimos pobladores de la Nueva Inglaterra y donde su obra no obtiene el reconocimiento y la difusión que merece, ahonda su angustia y desesperación acercándola cada vez más a la hoguera de su progresiva desintegración. "¿Por qué la vida se ha convertido en algo tan sombrío?", le confiesa a su hermana en un momento de intensa aflicción. No, ya nunca habrá paz para el espíritu inquieto que domina el alma de Emily, porque el mundo en el que vive no está hecho a su medida y, aunque ella lo sabe, no logrará aceptarlo jamás.

"Morir no duele mucho: nos duele más la vida. Pero el morir es cosa diferente, tras la puerta escondida..."

Es la vida, me digo al abandonar la sala pero, aunque algo abrumado, celebro haber visto esta soberbia, delicada, elegante, profunda y compleja película y pienso, no sé si con razón, que Terence Davies ha realizado el mejor y más ajustado retrato de esta talentosa, desgraciada e irreductible dama que fue Emily Dickinson.

Emilio Castelló Barreneche
3
24 de septiembre de 2016
24 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película refleja fielmente la vida de la gran Emily Dickinson. Demasiado fielmente. Seguro que va a tener gente apasionada que le encante y otros, como yo, que les resulte un soberano rollo.

Innegable la estupenda dirección artística y la entrega de los actores, innegable la fantástica ambientación de la época. El problema es que la historia es realmente soporífera. Tampoco ayuda que los personajes hablen de esa forma tan fiel a la época pero tan cursi visto ahora, y es imposible que Emily te caiga bien porque resulta muy cargante e incomprensible. Si a alguien le interesa conocer la vida de Dickinson le recomiendo que acuda a la Wikipedia y se lea su biografia. Le resultará igual de emocionante que esta película y se ahorrará pagar la entrada.
5
18 de marzo de 2017
14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otro espectador se ha pasado toda la película roncando. Tenía motivos justificados, es muy aburrida, especialmente desde el momento en que personas muy guapas y alegres se transforman en personas de aspecto normal y tristes. Afear vale, pero no sabía que el morphing también afectaba el alma.

Yo no me he dormido porque me he entretenido intentando discernir si la hermana era Andie MacDowell (al final concluí que sí, pero es que no).

Para saber algo de Emily Dickinson, mejor leer la entrada de la Wikipedia, es mucho más amena e interesante que esta película. Hasta el punto que, me sabe mal decirlo, cuando al fin se muere me alegré. Aunque no es spoiler porque la mujer nació en 1830, no iba a estar aún viva, ¿no? A partir de ahí la película mejora mucho.

Hay tobillos. Hay antebrazos.

Gustará a: Mozart, profesores de matemáticas, hermanas Brontë
No gustará a: astrónomos, monjas, claustrofóbicos
7
21 de octubre de 2016
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Emily Dickinson fue una mujer de su época. Asumió tooodo lo que le dijeron que debía ser y hacer.
Y eso es absolutamente así en la película. La época en la que vivió no daba para muchas alegrías para un ser que como ella, anhelaba realizarse y hallar la felicidad en la escritura, y a quien por su condición de señorita bien no se le permitía salirse de lo estrictamente establecido.
Ejerció su rebeldía y su libertad en clandestinidad, escribiendo de noche, buscando el sosiego de la casa vacía, en completa soledad. Sin publicar casi nada (y cuando lo hizo, pocas veces, sin firmar sus poemas, para demostrar su humildad) Y se amoldó tanto a su soledad que decidió permanecer en ella, virgen y pura, mística, enferma y desesperada. Era contradictoria y muy testaruda. Seguramente sentía arrebatos místicos, o de iluminación febriles que la inundaban de gozo inconmensurable, pero después venían otros episodios donde se atormentaba y sufría, sintiéndose a disgusto consigo misma, por su brusquedad, por su mal humor y por su desobediencia. No deseaba desobedecer a Dios, al que cuestionaba tanto como reconocía. Y tampoco deseaba desobedecer a su padre, al que admiraba, pese a estar en desacuerdo con él. Amaba profundamente a su familia, hasta un punto dependiente. Y entre las paredes de su casa y su jardín y algunas salidas a casas de familiares y amigos, pasó su juventud. Posiblemente los hombres de su edad no le atraían porque su puritanismo la hacía vestir austeramente y llamar poco la atención. Se veía a si misma fea y sin gracia, aunque su percepción era subjetiva. Debió tener tan grandes ideales que nadie o casi nadie podía igualarlos, con lo que se desilusionó frecuentemente con sus conocidos. Por su necesidad de encontrar amores a su altura espiritual e intelectual, se sentía atraída por hombres a los que amaba platónicamente, a los que entregaba su amor irrealizable, como un pastor con el que le unió una estrecha amistad pero que no era bien vista en su entorno. Algunos desencuentros levemente amorosos y la pérdida de algunos queridos amigos, a los que adoraba, o una prueba de su acercamiento a Dios, de la entrega devota de su pureza y de su aislamiento definitivo. Su enfermedad o enfermedades físicas (epilepsia, cólicos nefríticos ?) unidas a los padecimientos de su espíritu, la atormentaron a lo largo de su vida. Murió a la edad de 56 años.

Pero entretanto cosía cuanto escribía en papeles que llenaba por ambas caras y con los que confeccionaba fascículos. Se cree que pudo ser reacia al matrimonio por la atracción que podría haber sentido hacia las mujeres. Pero lo cierto es que su dilatado epistolario iba a menudo dirigido a algunos hombres por los que se sentía profundamente atraída, mayores que ella, (complejo de Electra?) cultivados y bien hombres de leyes u hombres de fe, a los que correspondía exaltada pero como se amaría a un padre.

Incomprendida en su época por su condición de mujer, el destino se las apañó para ensalzar su figura y su obra nada más morir. Y es que lo que mejor hizo Emily Dickinson en vida, fue sin duda escribir. Sus casi 800 poemas y sus todavía más numerosas cartas, que en Dickinson son un género en sí mismas, constituyen el corpus de su obra y de su vida.
Eso está perfectamente trasladado a la película.
Película que refleja la opresiva y rutinaria vida de la época, para una mujer que anhelaba vivir plenamente y a la que por las circunstancias propias de su condición y clase social no le estaba permitido.

La película está filmada en primeros planos compulsivamente y algunos planos medios, en una localización concreta: el interior de la casa en la que transcurrió su vida. El tono es a menudo un poco oscuro, sólo iluminado con velas y quinqués, como en la época. Y es en ese decorado donde ella resplandece, palidece, se agranda, se nos hace atractiva, o insoportable, donde se nos muestra risueña o mortificada, donde susurra o donde clama.
Y el contrapunto es el jardín exterior de la casa por donde pasea y se solaza y comparte confidencias con su descarada e irónica amiga.

Yo, de la película solo puedo apuntar cosas buenas: me encanta la interpretación, soberbia a mi entender de la protagonista que es a la sazón una gran desconocida de la gran pantalla, nada menos que la archifamosa abogada MIranda, la alta y pelirroja Miranda de Sexo en Nueva York. Y el padre de la escritora (en la película) no es otro que el grandísimo Keith Carradine. Y todos los demás están sublimes también. Una película de época donde se respira la austeridad calvinista estricta, y el puritanismo americano en el que fue criada y adoctrinada E. Dickinson. Donde no hay espacio para el despiste por que todo el guión pivota sobre la figura de la escritora obligando a al actriz a un trabajo descomunal, digno de todos los premios.
Una película muy bella y muy difícil que exige una gran entrega para saborearla plenamente.

AVISO: yo me llevé a una amiga para darle una sorpresa y evidentemente, he de decir que acabo de perder una amiga. No es para todos lo públicos por mucho que se diga, No caigáis en el error que yo cometí. Si alguien quiere cine de puro disfrute y desconexión mental, o se sale o se duerme: no es para ir a comer palomitas.
8
24 de octubre de 2016
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena película que a través de la vida de Emily Dickinson nos enfrenta al camino que conduce de la esperanza radiante y fuerte que encarna el personaje de la poetisa, hasta un lugar distinto lleno de amargura y distancia de los demás.
La interpretación de Cynthia Nixon es excepcional y seguro que una firme candidata a multitud de premios, los más altos.
Una religión asfixiante llena de fundamentalismo ridículo, lejano de cualquier razonamiento lógico que carga a ciertos personajes de una autoridad cuasi divina y que daña a quien toca de cerca, es el punto de arranque de una vida a la que las circunstancias conducen lejos del camino que en principio se ha trazado y por el que lucha con todas sus fuerzas.
Para mí al menos, algunos de los versos me dejaron fuera de juego porque no alcancé a cogerles el sentido. Puede ser dificultad mía o problema de cierta saturación con voz en off. Con todo una película estupenda que, eso sí, hay que ver muy atento porque es una fuente de pensamiento que fluye a lo largo de todo el metraje.
Una fotografía maravillosa y un conjunto de actores y actrices que envueltos en una ambientación deslumbrante, sumergen al espectador en la atmósfera asfixiante que tuvieron que soportar las mujeres coetáneas de Emily Dickinson.
Otro grito de libertad para más de la mitad de la humanidad.
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