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Chloe

Thriller. Drama Catherine, una doctora de éxito, sospecha que su marido David, un atractivo profesor de música, la engaña. Deseando salir de dudas, contrata a la joven e irresistible Chloe para que ponga a prueba la fidelidad de David. Los tórridos relatos de Chloe sobre sus encuentros con David embarcan a Catherine en un confuso viaje de redescubrimiento sexual. (FILMAFFINITY)
Críticas 73
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6
1 de junio de 2011
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tratándose de la remake de una peli francesa, cabría esperarse la lógica comparación entre ambas pelis, análisis de calidad entre ambas y, como no, el nivel de fidelidad con respecto a la original. Sin embargo, éste es uno de esos casos en donde poco o nada de lo anteriormente citado tiene validéz, puesto que Egoyan tomó la idea de Natalie x para desarrollar una propuesta mucho más personal, mucho más acorde a Norteamérica (con Canadá como su eterno simbionte) y a las reglas del mercado.

El resultado no solo no es malo sino que se dejan ver ciertos puntos de interés: lo que en la obra francesa se sugería aquí destaca por sus imágenes manifiestas. Es lo acertado de sus tonos a la hora de manejar el intimismo lo que hace de Chloe una peli, no obstante, condensada de afectos y no un thriller barato como amenaza lamentablamente con convertirse arribando a su desenlace.
Egoyan simplemente desnuda el secreto de Natalie x. Allí donde la obra terminaba ésta sigue de largo para desviar la premisa posesión/obsesión/erotismo hacia un nivel más de retorcimiento y enfermedad. Justo en esos términos es donde la obra trastabilla pero, por suerte, no cae, aunque se resiente un poco el resultado final.

No obstante, Chloe es única por un trabajo mucho más minucioso en el perfil de Julianne Moore(spoiler). Se echa en falta un Neeson con más participación en el guión y a una Seyfried más carnal y "sangrante" en lo que respecta al encuadre de su personaje: una prostituta apasionada y oscura, sí, pero demasiado estereotipada por tanto personaje similar suelto en, justamente, thrillers de temática similar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
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.Su obsesión con la vejéz, la pérdida de sus gracias y la confusión que sufre el personaje sólo le pertenecen a esta peli, como así también el desarraigo que ella siente ante la pérdida simbólica de su hijo, sub historia que en la obra francesa no aparecía.
5
19 de diciembre de 2010
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Chloe” es una de esas películas que, antes de verlas o incluso durante su visionado, crees que, cuando menos, vas a salir muy contento a su término. En efecto, lo tiene, a priori, todo para convencer. Dos actores absolutamente consagrados (Julianne Moore, por la tengo debilidad, y Liam Neeson), una bella actriz con presente y gran futuro (Amanda Seyfried), un director de sobrada reputación y una historia que promete.

Egoyan rueda como los ángeles. Su narración se desliza casi sin que nos demos cuenta, le acompaña su onírica música, con una puesta en escena ágil y sutil y una clarividencia en su fotografía que desprende optimismo. Intercala a la perfección los personajes y sus tramas: la esposa que sospecha de su marido y Chloe, el hijo rebelde y su madre, el marido que falla a su cita,…

Pero, amigos, llegamos al último tercio, donde todo se desmorona como un castillo de naipes. Si había algo de melodrama psicológico, de tour de force, con una atmósfera sexual muy presente, con un sugerido fetichismo o el aspecto más femme fatale de Amanda Seyfried, el lado más torpe del guión sale a relucir y todo se echa a perder. Lo que parecía un buen film se queda en un fallido remake, merced a un precipitado e insulso final.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Cambien “el lado más torpe del guión” por el `lado Atracción fatal´ (que en realidad es lo que quería decir) y todo está dicho.
7
21 de agosto de 2010
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El argumento es sencillo, la idea ya había sido desarrollada antes en el cine, pero en líneas generales bien llevada a cabo. El film ilustra un enredo sexual cargado de seducción por parte de ambos sexos, quizás desarrollado un poco de manera pretenciosa.
Gran reparto para esta producción. Dos muy correctos Julianne Moore y Liam Neeson que dan peso a la trama y una sorprendente Amanda Seyfried que desempeña su papel de manera excelente.
6
2 de noviembre de 2010
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde esa obra capital sobre la infidelidad que es Breve Encuentro al Eyes Wide Shut de Kubrick o la última película de Simon Staho, el cine ha sentido siempre una morbosa predilección por explorar los difusos nexos que conectan amor, sexo y deseo en las relaciones de pareja. La nueva propuesta del realizador canadiense Atom Egoyan apunta también en esta dirección y lo hace partiendo de una idea bastante manida. Si decimos que esta es la historia de un matrimonio en peligro sobre el fondo de una tórrida relación sexual a más de uno le vendrá a la mente una irrefrenable sensación de déjà vu. Sin ir más lejos, Chloe es un remake confeso de la película francesa Nathalie, de Anne Fontaine, aunque su director afirma que ha reinventado la trama original de manera sustancial.

Es gracias a los intérpretes -en especial al trabajo de Julianne Moore- que la película levanta el vuelo, sobreponiéndose incluso al regusto a telefilme barato que invade muchas de sus secuencias cuando el drama deriva en thriller. El excepcional registro de Moore consigue sostener por si solo escenas que en manos de otra actriz hubieran provocado el bochorno de los espectadores, secuencias difíciles y arriesgadas como la del hotel que Egoyan resuelve con una elegancia nada fácil de conseguir. Con todo, en ocasiones las licencias del guión sobrepasan esa fina línea que separa la sensibilidad de la carcajada. La notable interpretación de Amanda Seyfried queda eclipsada en gran medida por su belleza, una auténtica femme fatale con un cuerpo para el pecado que seguramente dará mucho que hablar en el futuro. Cierran el reparto el casi siempre convincente Liam Neeson y un joven Max Thieriot, asumiendo dos roles menos complejos que los de sus contrapartes femeninas.

El director de El dulce porvenir y Ararat vuelve a explorar con Chloe sus temas recurrentes, pero en esta ocasión lo hace con un trabajo mucho más convencional y accesible al espectador de grandes salas que sus anteriores largometrajes. Se sigue apreciando en ella un innegable sello de autor, pero esta película está mucho más cerca de Estados Unidos que de Canadá, flotando en un limbo creativo de géneros y temáticas. A pesar de todos sus defectos, un film sugerente, bien realizado y con unas interpretaciones excelentes, aunque resulta inevitable pensar que lo que cuenta esta película ya lo han contado otras antes.

Keichi
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Rescatando un erotismo que ya explotó en films como Exótica, Egoyan ahonda aquí en la vulnerabilidad de la mujer y los peligros del deseo a través de un trabajo mesuradamente sobrio. Catherine y David son un adinerado matrimonio de mediana edad que atraviesa una crisis no declarada. En apariencia bien avenidos, su relación amorosa se ha ido consumiendo por la rutina y las obligaciones profesionales. Tras varias ausencias sospechosas, Catherine ve en una irresistible señorita de compañía la oportunidad de poner a prueba a su esposo y confirmar sus temores de una vez por todas. Sorprendentemente, los relatos de los encuentros sexuales entre Chloe y David despiertan en ella sensaciones nuevas e incomprensibles que dejan al descubierto un vacío sexual y afectivo, oculto tras una vida de lujo. Entre las dos mujeres surge una compleja relación de intercambio, sin duda el punto más interesante del film, que degenerará poco a poco hacia un final trágico.

En un afán casi simbolista, la trabajada fotografía de Paul Sarossy nos va trasladando por una serie de atmósferas perfectamente recreadas, a través de cristales y espejos, de esa casa de diseño fría e impersonal a esos bares iluminados por la luz de las velas, espacios íntimos al abrigo de la lluvia y la nieve que barren las calles de Toronto. No es casualidad que el primer encuentro imaginario entre Chloe y David se produzca en el cálido interior de un invernadero. La hermosa -y en ocasiones poco sutil- música de corte clásico del incombustible Mychael Danna termina de otorgar al film un aspecto formalmente elegante.
5
26 de noviembre de 2010
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El matrimonio, esa sagrada institución que perdura a lo largo de los siglos, vuelve a ser objeto de una obra de ficción. Concretamente, el apartado que más quebraderos de cabeza conlleva esta unión, el de la infidelidad. Es un tema recurrente, manido, el pilar que ha sustentado grandes argumentos pero también historias de medio pelo destinadas a rellenar las aburridas tardes de domingo ante la pequeña pantalla. Y me temo que ese sería el destino directo de Chloe si no fuera porque dando la cara se encuentran Julianne Moore, Liam Neeson y Amanda Seyfried.

El argumento es bien simple. Una mujer pone a prueba la fidelidad de su marido contratando a una prostituta para que lo seduzca. Con el paso de los años, la relación se ha enfriado y las inseguridades, las sospechas, han aflorado. Pero la obsesión de la doctora Catherine por corroborar sus temores termina jugando en su contra. La ceguera en la que se ha sumergido nubla su realidad hasta tal punto que desquita los celos con una inesperada relación lésbica. El matrimonio, con el tiempo, se ha vuelto una tortura.

La premisa de Chloe hace prever dos tipos posibles de desarrollo argumental, bien hacia el thriller o bien hacia lo erótico. En el primer caso, el espectador puede presagiar todo un entramado de conspiración y giros inesperados. Tras aquel juego aparentemente inocente parece esconderse un misterio. La segunda variante también era factible. Los bellos desnudos en primer plano o las miradas contenidas del personaje de Julianne Moore podrían haber desembocado perfectamente en un trío de lo más sexual.

Atom Egoyan, el director de la película, opta en cambio por el camino intermedio. Evidentemente, la escena de cama entre Moore y Amanda Seyfried, publicitada como es debido, termina produciéndose por fin a mitad del metraje, tras un arranque demasiado sosegado. Pero tras el momento erótico cumbre, el filme da un vuelco final y de forma un tanto precipitada hacia el thriller, con un giro muy poco inesperado. El espectador termina, por tanto, con una sensación de frialdad e insatisfacción. Ni las escenas de sexo elevan termómetros y demás aparatos ni la resolución final acaba de sorprender.
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