Izo
4.9
926
Acción. Drama. Thriller. Fantástico. Terror. Ciencia ficción
El grito de Izo resuena en el lugar de ejecución, donde acaba de ser crucificado acusado de un asesinato. Muere, pero deja una profunda maldición. Su alma no puede ir al cielo ni al infierno, y quedará flotando en el espacio y el tiempo. Años después un vagabundo aparece entre los edificios. Es la reencarnación de Izo y tiene un claro objetivo: matar... (FILMAFFINITY)
25 de abril de 2019
25 de abril de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Tiene forma y al mismo tiempo no la tiene. También parece tener alma, pero es un desalmado. Es decir, la irracionalidad en persona...".
Existe o tal vez no, es un ser humano vengativo o una imagen especular de la misma venganza. Su enemigo es toda la existencia, su viaje es un deambular sin destino...es la encarnación del odio en su más pura esencia.
Según el folklore japonés, los onryo son descritos como espíritus vengadores, almas condenadas a vagar para toda la eternidad cuya misión última es adherirse a los pasos de los vivos para atormentarles y causarles grandes daños; naturaleza semejante, aunque salvando las distancias, a la de las larvas o los lemures de la mitología romana. Espíritus que han poblado innumerables historias, tanto en la literatura como en el cine. Takashi Miike nos presenta al fantasma vengador por excelencia, cuyo origen se haya en un ser humano de carne y hueso, Izo Okada, asesino renegado del clan Kinno-to que terminó capturado y decapitado en 1.865.
Este samurái, uno de los más hábiles y violentos que existieron a finales de la era Edo, ocupó muchas obras de ficción, dándose su mejor conocida aparición en el clásico de Hideo Gosha "Hito-kiri", bajo el rostro de Shintaro Katsu. El nipón recupera al sanguinario guerrero con ayuda de Shigenori Takechi, quien ya había firmado para él el guiones de "Araburu Tamashi-tachi". No obstante, el Izo de esta película es más una proyección fruto del imaginario torcido de Miike y Takechi que una representación de la realidad, puro simbolismo de demoledor significado.
Desde la primera secuencia ya se nos advierte del enemigo del protagonista, el que combatirá durante su infinita peregrinación por los senderos del Infierno tras ser crucificado: la Humanidad, la creación en sí misma, el propio acto de concebir la vida, y su misión no es sino volcar todo su resentimiento y violencia sobre ella. De este modo viajará a través de los confines del tiempo y el espacio, "saltando" de un periodo de la Historia a otro, aniquilando a todos los que se interpongan en su camino.
En realidad Izo no es más que la personificación del odio, y como éste, su deambular es infinito, pues el ser humano, durante toda la eternidad, siempre está condenado a vivir con el odio, omnipresente en todos los escenarios y situaciones imaginables, siempre latente: en las entrañas del hogar, la oficina, la ciudad, el bosque, etc., lugares por donde pasará el protagonista para desatar su furia y destrucción ("Izo surge en todos nuestros sistemas", se afirmará). Este caos alimentado del odio de la Humanidad es sin embargo un mal necesario, pues "la Historia humana no es otra cosa más que una cadena de derramamientos de sangre sin fin".
Para que exista una progresión lógica, un avance histórico, un nuevo gobierno que sustituya al antiguo desde el principio, es primordial la existencia de una masacre, de una aniquilación total, así está escrito (lo veremos en esas imágenes de archivo donde se insiste en cada guerra, rebelión o batalla sucedida en el Mundo). Miike nos arrastra a lo largo de una desfasada y vertiginosa travesía metafísica colmada de secuencias cuya exposición desafía la persistencia retiniana. Mientras las furiosas inflexiones del cantautor Kazuki Tomokawa cantan su gesta, Izo se cuestionará en vano sobre su razón de ser manteniendo un claro objetivo:
Acabar con esos dirigentes del universo (la aristocracia) que gobiernan en base a un corrupto sistema donde impera la hipocresía, el cinismo y la ambición; sistema destapado a través de la mirada inocente de los niños (los ilusorios muros del amor, la democracia y la nación son derribados para siempre). El odio que alimenta su alma volverá a Izo cada vez más demonio y menos humano, hasta el punto en que esto se manifieste físicamente, casi transmutándose en un reflejo de aquello que intenta matar ("...nosotros también somos como él").
Pero un atisbo de esperanza a su condenación eterna aparecerá materializado en una joven, quien afirma ser parte de su alma; este místico encuentro arroja algo de luz a una historia estancada durante casi 80 minutos en una vorágine de extrema violencia que derivará durante los siguientes tres cuartos de hora en un final del todo caótico, desconcertante (los muertos alzándose contra el Imperio; Izo corriendo a lo largo del infinito, que cortará con su espada) y no así redentor, volviendo a la conclusión última de que es necesario aniquilarlo todo, incluso a uno mismo, para renacer libre de culpa, odio y pecado ("eres distinto […] estás disfrutando [...] tendrás un nuevo cielo").
Exprimido en las garras del director, Kazuya Nakayama va más allá de sus límites físicos y mentales encarnando al abyecto y sanguinario samurái, seguido de conocidos rostros como Takeshi Kitano, Kaori Momoi, Ryuhei Matsuda, Takeshi Caesar, Susumu Terajima, Renji Ishibashi o Ken Ogata, algunos anteriores colaboradores de Miike, quien, apoyado por la música de Tomokawa y Koji Endo y el montaje taquicárdico de Yasushi Shimamura, traspasa todas las fronteras cinematográficas, filosóficas y metafísicas con esta obra, quintaesencia de su arte como creador de un estilo único desgarrador, fascinante, desenfrenado, inclasificable desde cualquier punto de vista
...y todo pese a la extensa duración y algunos momentos del todo innecesarios (como el enfrentamiento contra los yakuza). "Izo" es una sonrisa diabólica, una poesía insoportable, un bonito cuadro pintado con sangre y vísceras, es la consumación última de la belleza a través de la violencia y la destrucción infinita.
Nadie sale indemne tras exponerse a su visionado.
Existe o tal vez no, es un ser humano vengativo o una imagen especular de la misma venganza. Su enemigo es toda la existencia, su viaje es un deambular sin destino...es la encarnación del odio en su más pura esencia.
Según el folklore japonés, los onryo son descritos como espíritus vengadores, almas condenadas a vagar para toda la eternidad cuya misión última es adherirse a los pasos de los vivos para atormentarles y causarles grandes daños; naturaleza semejante, aunque salvando las distancias, a la de las larvas o los lemures de la mitología romana. Espíritus que han poblado innumerables historias, tanto en la literatura como en el cine. Takashi Miike nos presenta al fantasma vengador por excelencia, cuyo origen se haya en un ser humano de carne y hueso, Izo Okada, asesino renegado del clan Kinno-to que terminó capturado y decapitado en 1.865.
Este samurái, uno de los más hábiles y violentos que existieron a finales de la era Edo, ocupó muchas obras de ficción, dándose su mejor conocida aparición en el clásico de Hideo Gosha "Hito-kiri", bajo el rostro de Shintaro Katsu. El nipón recupera al sanguinario guerrero con ayuda de Shigenori Takechi, quien ya había firmado para él el guiones de "Araburu Tamashi-tachi". No obstante, el Izo de esta película es más una proyección fruto del imaginario torcido de Miike y Takechi que una representación de la realidad, puro simbolismo de demoledor significado.
Desde la primera secuencia ya se nos advierte del enemigo del protagonista, el que combatirá durante su infinita peregrinación por los senderos del Infierno tras ser crucificado: la Humanidad, la creación en sí misma, el propio acto de concebir la vida, y su misión no es sino volcar todo su resentimiento y violencia sobre ella. De este modo viajará a través de los confines del tiempo y el espacio, "saltando" de un periodo de la Historia a otro, aniquilando a todos los que se interpongan en su camino.
En realidad Izo no es más que la personificación del odio, y como éste, su deambular es infinito, pues el ser humano, durante toda la eternidad, siempre está condenado a vivir con el odio, omnipresente en todos los escenarios y situaciones imaginables, siempre latente: en las entrañas del hogar, la oficina, la ciudad, el bosque, etc., lugares por donde pasará el protagonista para desatar su furia y destrucción ("Izo surge en todos nuestros sistemas", se afirmará). Este caos alimentado del odio de la Humanidad es sin embargo un mal necesario, pues "la Historia humana no es otra cosa más que una cadena de derramamientos de sangre sin fin".
Para que exista una progresión lógica, un avance histórico, un nuevo gobierno que sustituya al antiguo desde el principio, es primordial la existencia de una masacre, de una aniquilación total, así está escrito (lo veremos en esas imágenes de archivo donde se insiste en cada guerra, rebelión o batalla sucedida en el Mundo). Miike nos arrastra a lo largo de una desfasada y vertiginosa travesía metafísica colmada de secuencias cuya exposición desafía la persistencia retiniana. Mientras las furiosas inflexiones del cantautor Kazuki Tomokawa cantan su gesta, Izo se cuestionará en vano sobre su razón de ser manteniendo un claro objetivo:
Acabar con esos dirigentes del universo (la aristocracia) que gobiernan en base a un corrupto sistema donde impera la hipocresía, el cinismo y la ambición; sistema destapado a través de la mirada inocente de los niños (los ilusorios muros del amor, la democracia y la nación son derribados para siempre). El odio que alimenta su alma volverá a Izo cada vez más demonio y menos humano, hasta el punto en que esto se manifieste físicamente, casi transmutándose en un reflejo de aquello que intenta matar ("...nosotros también somos como él").
Pero un atisbo de esperanza a su condenación eterna aparecerá materializado en una joven, quien afirma ser parte de su alma; este místico encuentro arroja algo de luz a una historia estancada durante casi 80 minutos en una vorágine de extrema violencia que derivará durante los siguientes tres cuartos de hora en un final del todo caótico, desconcertante (los muertos alzándose contra el Imperio; Izo corriendo a lo largo del infinito, que cortará con su espada) y no así redentor, volviendo a la conclusión última de que es necesario aniquilarlo todo, incluso a uno mismo, para renacer libre de culpa, odio y pecado ("eres distinto […] estás disfrutando [...] tendrás un nuevo cielo").
Exprimido en las garras del director, Kazuya Nakayama va más allá de sus límites físicos y mentales encarnando al abyecto y sanguinario samurái, seguido de conocidos rostros como Takeshi Kitano, Kaori Momoi, Ryuhei Matsuda, Takeshi Caesar, Susumu Terajima, Renji Ishibashi o Ken Ogata, algunos anteriores colaboradores de Miike, quien, apoyado por la música de Tomokawa y Koji Endo y el montaje taquicárdico de Yasushi Shimamura, traspasa todas las fronteras cinematográficas, filosóficas y metafísicas con esta obra, quintaesencia de su arte como creador de un estilo único desgarrador, fascinante, desenfrenado, inclasificable desde cualquier punto de vista
...y todo pese a la extensa duración y algunos momentos del todo innecesarios (como el enfrentamiento contra los yakuza). "Izo" es una sonrisa diabólica, una poesía insoportable, un bonito cuadro pintado con sangre y vísceras, es la consumación última de la belleza a través de la violencia y la destrucción infinita.
Nadie sale indemne tras exponerse a su visionado.
4 de marzo de 2007
4 de marzo de 2007
23 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Izo, fue crucificado, muerto y sepultado, nosecuantos siglos después resucito de entre los muertos, para dar saltos aleatorios en el tiempo, sobre distintas épocas y lugares del Japón, para joder a los japoneses y a los incautos espectadores que nos tragamos este truño, por obra y gracia de Takashi Miike.
Desternillante la escena, en la que Izo lucha con una especie de G.E.O a lo japonés, es divertido ver como le masacran a tiros a un tío inmortal y este se los carga con tan solo una espada. Una mierda vamos.
Juro que por un momento, cuando Izo esta en el instituto, me dio la sensación de que las tías iban a ponerse a bailar el Thriller de Michael Jackson, quizás así le hubiese puesto un dos.
Tanto criticar al Joaquín Sabina este y ahora me doy cuenta que es lo mejor que sale en esta ¿película?; ¿alguien sabe de donde puedo conseguir sus discos?.
Ya de paso acabo este intento de crítica felicitando a todos aquellos que han tenido la paciencia y los cojones de tragarse los 128 minutos de este engendro. Los tenéis de acero.
Desternillante la escena, en la que Izo lucha con una especie de G.E.O a lo japonés, es divertido ver como le masacran a tiros a un tío inmortal y este se los carga con tan solo una espada. Una mierda vamos.
Juro que por un momento, cuando Izo esta en el instituto, me dio la sensación de que las tías iban a ponerse a bailar el Thriller de Michael Jackson, quizás así le hubiese puesto un dos.
Tanto criticar al Joaquín Sabina este y ahora me doy cuenta que es lo mejor que sale en esta ¿película?; ¿alguien sabe de donde puedo conseguir sus discos?.
Ya de paso acabo este intento de crítica felicitando a todos aquellos que han tenido la paciencia y los cojones de tragarse los 128 minutos de este engendro. Los tenéis de acero.
15 de marzo de 2006
15 de marzo de 2006
20 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
La crítica también podría titularse "extraña y estrambótica paja mental" o "el sinsentido de la violencia". Cualquier cosa vale porque "Izo" es otra de las apuestas arriesgadas de Takashi Miike y al igual que "Gozu" es lo más ridículo y lamentable, en mi opinión, que nos ha regalado Miike.
La trama se basa en mostrar diferentes encuentros y masacres de un alma errante con greñas que podría ser el prota de un videojuego nipón. Todo muy onírico y ridículo, aunque tienen detalles de Miike que me interesan. Pero el "engendro" sólo funciona durante veinte minutos (hoy me siento generoso).
Montada con insertos documentalistas a lo Ed Wood cuyo mensaje sólo entiende el propio Miike, tiene momentos absurdos y patéticos para el recuerdo:
La pelea con los vampiros en el top 3.
Las chicas del instituto haciendo los coros de la Macarena en el top 2. Homenaje memorable e imposible de "La invasión de los ultracuerpos".
Ex-aequo con la pelea con el hermano gemelo y obeso de Shaquille O'Neal.
Aunque el top 1 se lo lleva por méritos propios, como ya se ha indicado, el doble nipón de Joaquín Sabina echando flemas a lo cantante de death metal. Irrepetible.
La mejor frase del filme es <Ese hombre no es más que un demonio desbocao que se resiste a la autoridad>. ¡E un diavolo y va armado!
Tiene elementos recurrentes en la obra de Miike como la vuelta a la vida a través de un nuevo nacimiento y en tratar de dar un trasfondo sobre las masacres del siglo XX y el sinsentido de la violencia. Creo, aunque no lo afirmo.
El filme acaba en coñazo insoportable por su repetición aberrante de situaciones y el desparrame de sangre y vísceras. Aunque la sensación final es que "Izo" es una clamorosa y extraña paja mental. Una absurda y valiente gilipollez de Takashi Miike.
Con una única moraleja: ¡Hay que quitar el pegamento caducado de la nariz a este hombre!
La trama se basa en mostrar diferentes encuentros y masacres de un alma errante con greñas que podría ser el prota de un videojuego nipón. Todo muy onírico y ridículo, aunque tienen detalles de Miike que me interesan. Pero el "engendro" sólo funciona durante veinte minutos (hoy me siento generoso).
Montada con insertos documentalistas a lo Ed Wood cuyo mensaje sólo entiende el propio Miike, tiene momentos absurdos y patéticos para el recuerdo:
La pelea con los vampiros en el top 3.
Las chicas del instituto haciendo los coros de la Macarena en el top 2. Homenaje memorable e imposible de "La invasión de los ultracuerpos".
Ex-aequo con la pelea con el hermano gemelo y obeso de Shaquille O'Neal.
Aunque el top 1 se lo lleva por méritos propios, como ya se ha indicado, el doble nipón de Joaquín Sabina echando flemas a lo cantante de death metal. Irrepetible.
La mejor frase del filme es <Ese hombre no es más que un demonio desbocao que se resiste a la autoridad>. ¡E un diavolo y va armado!
Tiene elementos recurrentes en la obra de Miike como la vuelta a la vida a través de un nuevo nacimiento y en tratar de dar un trasfondo sobre las masacres del siglo XX y el sinsentido de la violencia. Creo, aunque no lo afirmo.
El filme acaba en coñazo insoportable por su repetición aberrante de situaciones y el desparrame de sangre y vísceras. Aunque la sensación final es que "Izo" es una clamorosa y extraña paja mental. Una absurda y valiente gilipollez de Takashi Miike.
Con una única moraleja: ¡Hay que quitar el pegamento caducado de la nariz a este hombre!
1 de mayo de 2011
1 de mayo de 2011
9 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Genial película del realizador japonés Takashi Miike, indiscutible obra maestra de nuestro tiempo, y del vuestro también, que haría palidecer al mismo Luis Buñuel. Con unas actuaciones que rozan la maestría, incluido el mejor papel de Takeshi Kitano en toda su carrera, y destacando en especial la excepcional interpretación del hermano bastardo perdido de M.A., el negro obeso de cabeza rapada, la verdadera estrella del filme y uno de los mejores actores de las dos últimas décadas del cine mundial. Y si me apuras, de las tres.
La película toma lo mejor del mejor David Lynch de siempre (el de Dune, por supuesto) y con una fotografía impresionante y un guión que sería la envidia de Alfred Hitchcock va desarrollando una trama del mejor cine de acción... ¿o es comedia? Bah, qué más da, como Miike es indiscutiblemente un genio, va desmembrando el guión con una historia absolutamente kafkiana donde además encontramos sin duda reminiscencias metafísicas de Freud, Bergman, Nietzsche y Chiquito de la Calzada. Todo aderezado con una banda sonora espeluznante y muy metafísica también animada a ratos por el fulano del sombrero, el gran [insertar nombre], el primer cantautor del mundo en actuar bebiendo vino mientras sufre electroshocks para dar mayor intensidad a su directo. Otro genio, vamos.
Lo mejor de la película: las excepcionales escenas de lucha con katana (que dejan por los suelos las del mismo Kurosawa) con frases sueltas de libro de filosofía de primero de E.G.B. del tipo:
-Tuerto del bate: ¿Por qué tú eres tú mismo? -chuleando- ¿¿Eh, qué contestas a eso??
-Izo: Dime, ¿por qué motivo eres tú, tú mismo?
-T. del B.: Genial... ¿eres tonto o qué?
-Izo: Sí (no lo dice, pero queda implícito en su mirada).
Sublime.
El final, sin palabras. Miike le da un nuevo sentido a la expresión "dar a luz", mientras nos regala una conclusión del todo sorprendente e inesperada. Por supuesto, eso tiene su propio significado oculto que sólo los más aptos, inteligentes y frikis de los filmaffiniteros conseguirán descifrar. O eso creerán. Porque al final, después de más de dos horas de metraje, lo único que nos queda son esas reminiscencias filosófico-existenciales que destila la película. O quizá sean los restos de la maría que Miike se dejó sin fumar. Qué más da. ¡¡Un genio!!, ¡Eso es lo que es!
La película toma lo mejor del mejor David Lynch de siempre (el de Dune, por supuesto) y con una fotografía impresionante y un guión que sería la envidia de Alfred Hitchcock va desarrollando una trama del mejor cine de acción... ¿o es comedia? Bah, qué más da, como Miike es indiscutiblemente un genio, va desmembrando el guión con una historia absolutamente kafkiana donde además encontramos sin duda reminiscencias metafísicas de Freud, Bergman, Nietzsche y Chiquito de la Calzada. Todo aderezado con una banda sonora espeluznante y muy metafísica también animada a ratos por el fulano del sombrero, el gran [insertar nombre], el primer cantautor del mundo en actuar bebiendo vino mientras sufre electroshocks para dar mayor intensidad a su directo. Otro genio, vamos.
Lo mejor de la película: las excepcionales escenas de lucha con katana (que dejan por los suelos las del mismo Kurosawa) con frases sueltas de libro de filosofía de primero de E.G.B. del tipo:
-Tuerto del bate: ¿Por qué tú eres tú mismo? -chuleando- ¿¿Eh, qué contestas a eso??
-Izo: Dime, ¿por qué motivo eres tú, tú mismo?
-T. del B.: Genial... ¿eres tonto o qué?
-Izo: Sí (no lo dice, pero queda implícito en su mirada).
Sublime.
El final, sin palabras. Miike le da un nuevo sentido a la expresión "dar a luz", mientras nos regala una conclusión del todo sorprendente e inesperada. Por supuesto, eso tiene su propio significado oculto que sólo los más aptos, inteligentes y frikis de los filmaffiniteros conseguirán descifrar. O eso creerán. Porque al final, después de más de dos horas de metraje, lo único que nos queda son esas reminiscencias filosófico-existenciales que destila la película. O quizá sean los restos de la maría que Miike se dejó sin fumar. Qué más da. ¡¡Un genio!!, ¡Eso es lo que es!
5 de agosto de 2011
5 de agosto de 2011
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de ver la película leí algunos comentarios sobre ella por lo cual tampoco me esperaba mucho, se puede decir que lo que yo esperaba de esta película era que fuese una bazofia abstracta donde un espíritu vaga por mundos bizarros con cero sentido y sin ninguna línea argumental pero que al menos tuviera buenas escenas de acción, eso es lo que uno espera al leer los comentarios de la gente que la ha visto pero lamentablemente ni siquiera eso ofrece la película.
En muchas ocasiones las escenas de pelea parece que estuvieran rodadas por un grupo de amigos amateurs, a veces cuesta distinguir cuando una katana se ha clavado o ha pasado de largo, los cortes no están claros, los esquives no están claros, no hay sonido cuando los aceros chocan, no hay sonido cuando una espada se clava, a veces no se distingue lo que pasa en las batallas por no hablar de que los movimientos son un pelín ortopédicos, haciendo balance nos encontramos con una película sin sentido y con malas escenas de acción.
No le pongo la nota mínima porque al menos el guitarrista me sacó una risa con esa forma tan particular de cantar y con las caras que ponía, sinceramente me ha parecido lo mas interesante de la película así que ya os podréis imaginar el semejante pastelón que tenemos delante.
En muchas ocasiones las escenas de pelea parece que estuvieran rodadas por un grupo de amigos amateurs, a veces cuesta distinguir cuando una katana se ha clavado o ha pasado de largo, los cortes no están claros, los esquives no están claros, no hay sonido cuando los aceros chocan, no hay sonido cuando una espada se clava, a veces no se distingue lo que pasa en las batallas por no hablar de que los movimientos son un pelín ortopédicos, haciendo balance nos encontramos con una película sin sentido y con malas escenas de acción.
No le pongo la nota mínima porque al menos el guitarrista me sacó una risa con esa forma tan particular de cantar y con las caras que ponía, sinceramente me ha parecido lo mas interesante de la película así que ya os podréis imaginar el semejante pastelón que tenemos delante.
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