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A la hora señalada

Western. Intriga Will Kane (Gary Cooper), el sheriff del pequeño pueblo de Hadleyville, acaba de contraer matrimonio con Amy (Grace Kelly). Los recién casados proyectan trasladarse a la ciudad y abrir un pequeño negocio; pero, de repente, empieza a correr por el pueblo la noticia de que Frank Miller (Ian MacDonald), un criminal que Kane había atrapado y llevado ante la justicia, ha salido de la cárcel y llegará al pueblo en el tren del mediodía para ... [+]
Críticas 167
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10
24 de junio de 2020 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"- Se arriesga la vida cazando criminales y los jurados les sueltan para que vuelvan disparando contra uno. Si se es honrado se es pobre todo la vida y se viene a morir asesinado en cualquier callejuela solitaria. ¿Por qué? Por nada. Por una estrella de latón".

Vista, creo que cuatro veces con esta, la primera vez escribí esto de ella:

"Maravilloso western, verdaderamente de denuncia de una situación en la que estaba todo el país en ese momento, sobre todo los artistas. Era el tiempo de la caza de brujas y Zinnemann elaboró un sofisticado guión por el cual se denunciaba el.
Según se dijo en su momento, su protagonista Gary Cooper, fue uno de los chivatos del infausto senador McCarthy.
En cuanto al film en cuestión, decir que es soberbio en la puesta de escena por su estupendo e inteligente guión, y por unas insuperables interpretaciones, sobresaliendo Cooper, ganador de un Oscar al mejor actor por su papel.
Rodada casi íntegramente en tiempo real, no ha perdido un ápice de su fuerza y simbolismo.
Una lección de cine".

En la segunda, durante el confinamiento por el maldito Covid-19, en casa, en DVD, con una magnífica copia, digo lo mismo que la primera (deja aparte lo relativo a la Caza de Brujas en Hollywood...), pero me paro a contemplar el excelente montaje, con ese glorioso momento en que los personajes miran el reloj un minuto antes esperando que den las 12 en punto. Las miradas de la gente, los relojes y esa magnífica banda sonora, crean una tensión admirable pocas veces conseguida.
Y es placer, claro está, ver a estupendos intérpretes dando una magnífica lección de interpretación, tanto los principales como los de reparto.
Muy buena, redobla el amor que uno siente por el Séptimo Arte, amén de que hace olvidar la pesadilla del maldito virus.
Como curiosidad, el primer actor a quien le ofrecieron el papel protagonista fue Gregory Peck, que no quiso interpretarlo pues consideró su personaje muy parecido al que había hecho en "El pistolero".

https://filmsencajatonta.blogspot.com
10
6 de enero de 2021 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vienen bien estos versos del gran Federico que robamos de su "Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías", para resumir en el título la esencia de la cinta de Zinnemann: un drama anunciado para un instante concreto. Solo hay que cambiar la taurina hora de las cinco de la tarde por las doce en punto del mediodía, hora de llegada del tren que trae la venganza en su interior en la persona del peligroso pistolero Frank Miller (MacDonald) al que esperan sus esbirros en el andén de la estación.
Un tren en el que a su vez embarcan las dos mujeres importantes en la vida del sheriff, Will Kane (Cooper). Su esposa Amy Fowler (espléndida Kelly), con la que se acaba de casar esa misma mañana, y su antigua amante la no menos bella y enigmática propietaria del saloon (Jurado), tal vez la persona de ideas más claras de la ciudad. Porque estamos en Hadleyville. Curioso nombre para un poblado que nos permite, jugando un poco con el sentido literal de su traducción que sería algo así como "Tenía Ley", explicarnos lo que allí está pasando.
Y lo que está pasando, lo que pasa siempre, no es otra cosa que cuando pintan bastos la sociedad, el pueblo, esconde la cabeza debajo del ala. Ya se sabe, ande yo caliente ... De poco vale tener una trayectoria intachable y limpiar de bandidos la ciudad para volverle la espalda el pueblo entero cuando más necesitado está de ayuda: "Huir es lo mejor para ti y para nosotros". Más claro el agua. De hecho hay negocios que medran más cuando los forajidos imponen su ley.
Después de muchos años hemos vuelto a ver la película que nos ha impresionado como la primera vez que la vimos. Una obra maestra harto glosada ya de la que nos ha llamado esta vez la atención el duelo femenino. Con una impresionante Jurado capaz de poner a cada uno en su sitio con frases como "Tú tienes mucha planta, pero Kane es un hombre. Para ser hombre hay que tener algo más que una espalda ancha". Frente a una dubitativa Amy que tarda bastante en aclarar sus ideas y que al final lo hace empujada por la mejicana.
El tiempo corre y "No hay tiempo para lecciones de civismo", por lo que Kane tendrá que enfrentarse en solitario a los bandidos. El resto es bien conocido ya. Magnífico todo: guión, frases, ambientación, dirección, interpretación ... y la música, una partitura que quedará para siempre en los anales de la historia del cine.
En lo sanitario veremos al barbero-cirujano curar las heridas de Kane en una pelea, mientras suenan al fondo los martillazos del funerario que prepara su ataúd. Aunque nos gusta más la frase que usa uno de los vecinos para escurrir el bulto cuando le solicitan ayuda: "Un hombre con artritis no puede cargar con otro que tiene mal las costillas". Por excusas que no quede.
En fin, una obra maestra que, como los buenos vinos, gana con el tiempo.
9
9 de marzo de 2021 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
A estas alturas, poco se puede decir de la gran obra que supone Solo ante el peligro. No es solo la desmitificación del héroe americano en favor de la dignificación del hombre tras la estrella de latón lo que la hace tan grande, sino también la capacidad de Fred Zinnemann para narrar con suma sensibilidad la situación de un país desamparado por la ley a través de su icónico protagonista Harry Kane (Gary Cooper). Lo que la industria espera, y, en consecuencia, lo que la sociedad espera de un emisario de la justicia, de una figura tan honorable y valorada por la historia de América como la de un sheriff es renovada rompiendo los esquemas autoimpuestos por Hollywood en favor del retrato de un hombre abandonado, solo y, lo más importante, débil y vulnerable ante las inhóspitas adversidades del Salvaje Oeste. Un hombre siendo devorado salvajemente por la duda y el miedo en una incansable búsqueda de ayuda que lo hace frágil, que lo hace cruelmente humano, y que confronta los valores populares acuñados al héroe tan extendidos desde los albores del cine. Solo ante el peligro camina por las grietas psicológicas de su protagonista, a cada minuto más grandes y quebradizas, explorando sentimientos tan humanos como la inseguridad, la soledad y el miedo de los que, en principio, un sheriff debiera estar improvisto, y que Cooper y Zinnemann transforman en auténticos estandartes de valor. ¿Que hay más valeroso que mostrar tus debilidades? ¿Que manifestar tus miedos? ¿Que pedir ayuda?

Esta concepción del hombre firme pero vulnerable entraña una poderosa crítica política a la situación de Hollywood entre los años 1950 y 1956, en las que los míticos estudios parecían el mismo pueblo de Hadleyville en el que los realizadores buscaban refugio, fieles a sus valores, a la temblorosa espera de los mercenarios del macartismo. Los acusados, entre ellos, el propio guionista Carl Foreman, se veían abandonados por la ley, por sus congéneres e incluso por una sociedad entera que miraba hacia otro lado, tan solos como el personaje de Cooper con el que Zinnemann representa metafóricamente, y usando uno de los mayores instrumentos propagandísticos de los valores americanos como el wéstern, la injusta desolación de sus compañeros de profesión. Pero, al igual que Kane, estos no legaban sus estrellas a la siguiente generación. Asumiendo la responsabilidad, y embriagados del miedo por el devenir, se quedaron en Hadleyville, resistieron en Hollywood, por la incansable búsqueda de ayuda y justicia que ni la ciudadanía ni el sistema respaldaban.

Las acciones y sentimientos de los perseguidos por el senador McCarthy, la estancia, resistencia y oposición a la caza de brujas es con lo que Zinnemann construye a su protagonista en una parábola con la Edad Dorada de Hollywood, además, empleando para ello tres de los ejes temáticos por excelencia de esta etapa cinematográfica. La búsqueda de la verdad, tema que uno de los más populares acusados de comunismo, el impecable Joseph ‘Joe’ L. Mankiewicz llevó a la perfección con títulos como Eva al desnudo (1950). El sentido del deber, muy recurrente en el wéstern, y altamente extendido por dos iconos como John Ford y John Wayne, ambos en manifiesto desacuerdo con la ‘débil’ concepción del sheriff que plantea Zinnemann antónima al héroe fuerte y solitario de Centauros del desierto (1956) o La diligencia (1939). Por último, el sentido de la justicia que, independientemente del examen ético y moral al que es sometido el protagonista, este prevalece por encima de todo lo demás al ser el recurso resolutivo en el que Zinnemann deposita más importancia y peso, ya que es por el cual se rige el argumento del filme dándole al protagonista una causa justa para quedarse, incluso recién casado y jubilado, en el pueblo de Hadleyville ante la amenaza en ciernes, aludiendo a la empatía de la ciudadanía que es, metafóricamente, la misma del espectador. Esta forma de tratar el sentido de la justicia en el wéstern sería repetido por el último director clásico, la leyenda californiana Clint Eastwood en la inevitable Sin perdón (1992) a través de un personaje similar en construcción y profundidad que Harry Kane; William Munny.

Zinnemann presenta un dominio absoluto del tiempo real, eludiendo elementos cinematográficos que ordenen la narración para configurar, desde el planteamiento, una tensión creciente e insoportable que abrasa el rostro del personaje de Cooper como el mismo sol de Hadleyville, desde la que prepara la atmósfera óptima de cara al desenlace intensificando los sentimientos que Kane tiene engrilletados en el alma, derivados de los tres ejes temáticos, y que arrastra por las arenas del wéstern en su desesperada e incansable búsqueda de ayuda. En su batida, el tiempo sigue corriendo, algo de lo que Zinnemann no quiere que nos olvidemos. Por eso, el director intercala en puntos críticos de la narración planos detalle de relojes y vías de tren, perfectamente sincronizados para anunciarnos la esquela macabra de Kane, y perfectamente compenetrados con los primeros planos de Gary Cooper en la que su ansiedad, preocupación y soledad se contagia a cada gota de sudor resbalando por sus sienes.

Mientras se acerca la hora señalada, numerosos secundarios entran en escena no solo para elevar, con muchísima naturalidad, la atmósfera, sino también para terminar de definir la personalidad del protagonista. Probablemente, las dos mujeres del filme sean las más importantes en este sentido. Por un lado, Amy Kane (Grace Kelly), el símbolo de una nueva vida para Will; dulce e inmaculada vistiendo de blanco, una alegoría a la buena vida y la paz que, simbólicamente, son prometidas a Will desde el matrimonio con el que se abre la película, posibilitando la serena sepultura de la violencia que manchaba su vida cuando todavía brillaba en su pecho la estrella del sheriff.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Por otro lado, Helen Ramírez (Katy Jurado), el símbolo de la vida pasada de Will; fuerte y temperamental vistiendo de negro, una alegoría a la mala vida de la que Will trata de desprenderse. El contrapunto de ambas mujeres y su relación con Will insinúan de forma espléndida y sutil la redención a la que aspira el protagonista, y cómo esta, en el último momento de su vida, parece escabullirse entre sus dedos impotentes, incrementando la desolación y pesimismo con los que Zinnemann no cesa la tortura.

Y para esta tortura, Zinnemann tiene un plano histórico que lo representa de manera gráfica. Un gran plano general picado, o plano grúa, se alza sobre el sufrido rostro de Kane, alejándose cada vez más hasta enseñarnos un Hadleyville completamente fantasma, con lo que queda del hombre y del sheriff en medio, buscando con la mirada algo que sabe no va a encontrar. La angustia, desolación e impotencia alcanzan sus picos más altos solo unos segundos antes de la catástrofe, golpeándonos con la misma esencia de la soledad, con el éxtasis de la propia película, con el sufrimiento completo del hombre solo ante el peligro, abandonado por el amor, abandonado por la ley, abandonado por todo. Una escena realmente inolvidable por su cruda poesía. Bajo la batuta de Dimitri Tiomkin, ganador del Óscar por méritos obvios a mejor banda sonora, se apuntalan, como maderos viejos, los sentimientos que consumen a Cooper en su búsqueda, embelleciéndolos con un agrio gusto de desesperanza que decoran el inmisericorde Salvaje Oeste con el que Zinnemann nos muestra la tierra, fértil de leyes, por la que sus compañeros de profesión deambulaban en la década de los cincuenta.

Gary Cooper está absolutamente brillante en el que sería uno de los papeles de su vida. Todo lo que el director pretende decir lo hace a través de sus labios, de sus ojos, incluso desde su modo de caminar. La gran carga psicológica que soporta su personaje hasta la extenuación es llevada con una plausible elegancia y serenidad sin perder, en ningún momento, el intenso dramatismo excelentemente cubierto por un uso del blanco y negro correctísimo. Otra grandísima interpretación es dada por esa belleza salvaje con la que Katy Jurado domina cada escena; su carisma y su presencia son explotados al máximo tanto por Zinnemann como por Tiomkin con primeros planos donde la iluminación realza la seguridad tanto de la actriz como de su personaje, y los motivos españoles con los que el compositor adorna su porte elevan, más si cabe, la orgullosa personalidad de una mujer mexicana en el Salvaje Oeste. Sin embargo, la interpretación de la Princesa de Mónaco la considero extremadamente pobre, transmitiendo prácticamente por inercia los intereses de su personaje. La inexpresividad y pasividad de Kelly a duras penas mantienen el dramatismo romántico con el que Zinnemann trata de destrozar aún más a su pobre protagonista. A nivel personal, creo que Kim Novak habría hecho auténticas maravillas con el personaje de Kelly. En el resto del reparto podemos ver a un jovencísimo Lee Van Cleef, secundario de lujo muy habitual en el género, a Lloyd Bridges, padre de Jeff Bridges, o al mítico actor de la Hammer Lon Chaney Jr., todos impecables en sus pequeños aportes.

Uno de los wésterns más emblemáticos de la historia del cine que será recordado de aquí a la eternidad por su complejidad y profundidad, por su excelencia tanto en forma como en contenido y cuya mayor proeza es saltarse todas las normas del wéstern clásico, romper los esquemas del sistema, para afinar un agudísimo tiro hacia Hollywood y hacia una comunidad incapacitada por el egoísmo que condenó a muchos artistas a estar, como Cooper, solos ante el peligro.
9
29 de junio de 2021 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen que Orson Welles vió numerosas veces “La Diligencia” de John Ford antes de rodar “Citizen Kane”. En cualquier escuela de Cine deberían utilizar “High Noon” , la historia de otro ciudadano Kane, como aprendizaje de sintaxis cinematográfica, utilización de todo tipo de planos en función del momento, en especial el Primer Plano; máxime cuando este film transcurre en tiempo real. El tiempo de espera para que llegue el tren de las 12 con Frank Miller.

Es cine clásico. Como en la literatura no todo son obras maestras pero no es fácil encontrar una buena novela, bien escrita y con los tiempos narrativos bien construídos. Hoy, por ejemplo, son pocos los periodistas que saben escribir según el género utilizado.

Fred Zinnemann y Stanley Kramer consiguen una narrativa y puesta en escena perfectas, adecuadas al paso del tiempo del omnipresente reloj.
En la interpretación, todos los secundarios son rostros muy conocidos en un verdadero alarde de grandes actores, baste decir que incluso la breve aparición de Jack Elam ni siquiera aparece en el reparto. Gary Cooper, ya con los años reflejados en su rostro, consigue una de sus mejores interpretaciones, con Primeros Planos de gran expresividad. Grace Kelly no destaca pero cumple.

La cámara en muchas ocasiones está quieta, a la altura del hombre. Secuenciación de planos, cortos, secos como frases entre comas o punto y seguido. Una Dolly con grúa expresa soledad. Un travelling alejamiento, huída.

La conocida partitura de Dimitri Tiomkin subraya los distintos momentos dramáticos. En cuanto a la historia ha sido contada en numerosos films del western. Una historia de la cobardía humana. Hoy quizás muchos no comprendan el sentido de la posición de Kane acerca de aquello que hace porque “debe hacerlo”, no puede elegir.
7
5 de octubre de 2021 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo miedo. Esperando a Miller. Ataúdes tallados a mano.
Retrato pavoroso del ciudadano miedo, juan nadie, ese pelagatos siniestro, el fulano que paga los impuestos y vota al de gobierno turno, el buen padre y el perfecto hijo, mucho peor, qué duda cabe, que el más abyecto asesino, infinitamente más hipócrita y cobarde, tan juicioso y crédulo, ese horroroso elemento.
Rezuma amargura, negrura. Vitriolo. No hay salida. Hay que huir de allí como de la peste, salir pitando, o ponerlo todo boca arriba.
Aman y temen la muerte, el mal, se reconocen y espantan en él, nadie le hace frente, ninguno se atreve. Ni el juez ni el clero, ni el hombre de la ley ni el del comercio, ni el maestro ni el médico, ni la ciencia ni la letra que con sangre más si cabe corre, ni la justicia ni la religión, nada nuevo bajo el sol, solo un borracho y el chiquillo, nadie, estás vendido, amigo.
En la última mirada que les echa está reflejado un desprecio abismal por la condición humana.
Una rubia y una morena como en horizontes de grandeza, la mexicana es más feminista y está mucho más liberada que cualquiera de las de ahora, negocio propio, sexualidad libre, dinero, un esclavo o siervo a su antojo, claridad de ideas, valor, ovarios, es la de fuera, la otra, con la que el héroe nunca se casa, la extranjera, la intrusa, por eso ve más y mejor que ellos, es más fuerte y valiente, es solitaria, sabe. Pero, por el solo hecho de ser mujer, está exenta de ir a la guerra, esa lamentable injusticia milenaria, esa condena o gran desgracia que acarrea, por eso en verdad no se queda. Pero antes enseña, lega, a la pazguata a pelear por lo suyo, a cuidar de su hombre, el único hombre, a no ser como los/las demás, a tener orgullo y cojones.
Rotunda, pétrea, compleja a pesar de su apariencia pueril/banal, de una más, aquí todos, de hecho, expresan sus razones/excusas, grandes emociones, debaten, se justifican y explican, dialogan, parece el jodido congreso de los diputados, un puto pleno del ayuntamiento, agónica, existencialista, poderosa, metrónomo, tremenda, golpe a golpe, verso a verso, hermosa, ay algunos planos y cierta cadencia en varias secuencias, qué grandeza.
Él estaba ya muy castigado, ella, muy fresca. Y Kati jurado era una leona, con esos grandes ojos de besugo o de dibujo animado, apoteósica.
Lloyd Bridges, el padre de Jeff y Beau, los fabulosos baker boys, y Sam Fuller un poco antes de tiempo, por supuesto.
Ni McCarthy ni pollas en vinagre (o de cómo hay películas que tienen la triste costumbre de traer receta, como en botica, con la interpretación más correcta y validada ya hecha, ese trabajo que te ahorran, vagancia, me gusta, que si tal gesto significa cual cosa, que por lo tanto es exactamente contra ese porque claro y fíjate en cómo se toca la oreja y yo te lo digo todo y tú solo aprende y escucha, no te esfuerces si es inútil en este caso, y no, ya que aunque fuera literalmente así, la justa intención del autor cuando la creó, que muchas veces mienten al respecto también, no me valdría, solo sería otra teoría más, la obra siempre supera o desbarata todos esos a priori, las mejores proposiciones o deseos del autor, de lo contrario, tal creación no valdría una mierda, sería catecismo, panfleto, propaganda, chusca ideología, pienso), son todos, nadie se salva de la quema, los azules, los blancos y los rojos, los amarillos, los morados y los negros, entente, ominoso.
Oh, dios, por qué me has abandonado.
¿Tú, también, Bruto?
A la hora señalada.
El señor llega.
Cuando el barco se hunde, las ratas se esconden.
Frank Miller, ese cómico.
Por supuesto que el principio sucede después del final, el tiempo aquí es un círculo denso, espacio vacío, un huevo frito al sol que más calienta.
Insuperable canción/comienzo que nunca cesa. Todavía sigue. Hasta ahora mismo, hace un rato.
El tren de las doce en punto.
El jinete pálido, esa parte del duelo es la más floja.
Unos años más tarde..., con perdón, la gente del pueblo todavía se preguntaría por que Will Kane se hubo quedado pudiendo haberse ido perfectamente, y no había nada ni nadie por aquel tranquilo y feliz lugar que pudiera explicarles esa extraña conducta, por qué se jugó la vida para nada, por nada.
El héroe está cagado, tiene pánico, toda la buena gente está de espectáculo fúnebre sedienta, más madera, los malos solo cumplen con su cometido/destino, les ha tocado en suerte en el reparto arbitrario de papeles.
Él es como el tipo que cuando está a punto de arrancar el coche vuelve a casa corriendo a comprobar si ha cerrado bien la puerta, no vaya a ser que entren los cacos, quiere acabar la tarea, es un completista, un perfeccionista, colecciona sellos, es neurótico, obsesivo compulsivo, está muy loco, ya con él al manicomio.
El final es perfecto, seco, ascético, samurái, místico.
Me voy con viento fresco.
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