A la hora señalada
8.0
28,815
Western. Intriga
Will Kane (Gary Cooper), el sheriff del pequeño pueblo de Hadleyville, acaba de contraer matrimonio con Amy (Grace Kelly). Los recién casados proyectan trasladarse a la ciudad y abrir un pequeño negocio; pero, de repente, empieza a correr por el pueblo la noticia de que Frank Miller (Ian MacDonald), un criminal que Kane había atrapado y llevado ante la justicia, ha salido de la cárcel y llegará al pueblo en el tren del mediodía para ... [+]
28 de septiembre de 2012
28 de septiembre de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica, soberbia, una gran película clásica que es, además, una impagable lección sobre la vida y la humanidad. Deberían proyectarla en los colegios.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Cuando en los primeros compases de la película, el protagonista regresa al pueblo, desoyendo los ruegos de su esposa y los consejos de sus conciudadanos, me vino a la cabeza aquella secuencia de "Desayundo con diamantes" en que Paul Varjak le decía a Holly Golightly, a bordo del taxi que la llevaba al aeropuerto, algo así como que por muy lejos que se fuese, nunca podría huír de si misma.
Will Kane es el primer "tipo psicológico" que retrata esta profunda reflexión sobre la condición humana en forma de película, un hombre de honor por encima de todo, y con un profundo sentido del deber. Aunque "formalmente" él ya ha cumplido con su obligación, siente que le queda un último servicio ineludible por realizar y, como Holly Golightly, nunca podría huír de si mismo, por muy lejos que se marchase, si no actuase de acuerdo con su conciencia.
A partir de ahí, y durante el tiempo real en que transcurre la acción, se van desplegando todas las debilidades del ser humano, el egoísmo, el rencor, los celos, la mezquindad, la cobardía, la autojustificación, el miedo... y frente a ellas, la resignación, el valor, el sentido del deber y el amor por encima de las propias creéncias.
Técnicamente es brillante, y su realización es sobria y elegante. La música acompaña perfectamente la acción y se hace parte de ella.
Magistral lección de cine y para la vida, tuve la suerte de verla por primera vez en mi adolescencia y marcó para siempre en mí al solitario y noble Kane como modelo ideal de conducta.
Will Kane es el primer "tipo psicológico" que retrata esta profunda reflexión sobre la condición humana en forma de película, un hombre de honor por encima de todo, y con un profundo sentido del deber. Aunque "formalmente" él ya ha cumplido con su obligación, siente que le queda un último servicio ineludible por realizar y, como Holly Golightly, nunca podría huír de si mismo, por muy lejos que se marchase, si no actuase de acuerdo con su conciencia.
A partir de ahí, y durante el tiempo real en que transcurre la acción, se van desplegando todas las debilidades del ser humano, el egoísmo, el rencor, los celos, la mezquindad, la cobardía, la autojustificación, el miedo... y frente a ellas, la resignación, el valor, el sentido del deber y el amor por encima de las propias creéncias.
Técnicamente es brillante, y su realización es sobria y elegante. La música acompaña perfectamente la acción y se hace parte de ella.
Magistral lección de cine y para la vida, tuve la suerte de verla por primera vez en mi adolescencia y marcó para siempre en mí al solitario y noble Kane como modelo ideal de conducta.
29 de septiembre de 2012
29 de septiembre de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde el principio esta película engancha: vaqueros renegados
confabulando lejos de la ciudad por la llegada del líder de la banda. Y
es desde ese momento donde te crea tensión. Un sheriff recién casado
que espera la llegada del bandido que envió a prisión y que por causas
políticas no ejecutaron, esa espera (casi en tiempo real) y el trabajo
en vano de reunir a diversos hombres para hacer frente a Miller y su
banda. Valientes que se convierten en cobardes, amigos en desconocidos,
cobardes en listos y es por todo esto que ante la llegada del enemigo,
Gary Cooper (genial interpretación de menos a más en la tensión que
conlleva su personaje) se ve "Solo ante el peligro". Música fabulosa
que acompaña en todo film, situando cada escena con el estado de ánimo
que posee, tomas cortas acordes a la tensión e iluminación estratégica
que te hace desviar la mirada a donde quiere el fabuloso Fred Zinnemann
confabulando lejos de la ciudad por la llegada del líder de la banda. Y
es desde ese momento donde te crea tensión. Un sheriff recién casado
que espera la llegada del bandido que envió a prisión y que por causas
políticas no ejecutaron, esa espera (casi en tiempo real) y el trabajo
en vano de reunir a diversos hombres para hacer frente a Miller y su
banda. Valientes que se convierten en cobardes, amigos en desconocidos,
cobardes en listos y es por todo esto que ante la llegada del enemigo,
Gary Cooper (genial interpretación de menos a más en la tensión que
conlleva su personaje) se ve "Solo ante el peligro". Música fabulosa
que acompaña en todo film, situando cada escena con el estado de ánimo
que posee, tomas cortas acordes a la tensión e iluminación estratégica
que te hace desviar la mirada a donde quiere el fabuloso Fred Zinnemann
29 de julio de 2016
29 de julio de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin lugar para la tregua, la tensión se instala desde el primer minuto como invitada correosa para lucimiento de una estrella del cine -G. Copper- en máximo esplendor.
Si se detiene la imagen durante un instante puede verse el rostro de un hombre con las facciones rígidas.
Puede verse un reloj que presagia proximidad, inminencia e incluso urgencia en el vaivén del péndulo.
Puede verse la placa de latón que viste de honor o de infamia según quien la luzca.
Puede verse las vías vacías de un tren cuya llegada anticipa la banda sonora como un repique con olor a muerto.
Si se detiene la imagen durante un instante puede comprobarse también que el tiempo no se detiene jamás.
Y aunque no se detenga la imagen, a lo largo de toda la película puede constatarse la vesania de la venganza porque F. Zinnemann supo impregnar el celuloide con su esencia.
Si se detiene la imagen durante un instante puede verse el rostro de un hombre con las facciones rígidas.
Puede verse un reloj que presagia proximidad, inminencia e incluso urgencia en el vaivén del péndulo.
Puede verse la placa de latón que viste de honor o de infamia según quien la luzca.
Puede verse las vías vacías de un tren cuya llegada anticipa la banda sonora como un repique con olor a muerto.
Si se detiene la imagen durante un instante puede comprobarse también que el tiempo no se detiene jamás.
Y aunque no se detenga la imagen, a lo largo de toda la película puede constatarse la vesania de la venganza porque F. Zinnemann supo impregnar el celuloide con su esencia.
30 de julio de 2018
30 de julio de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me asombra que después de más de veinticinco páginas de críticas nadie lo haya comentado anteriormente.
En uno de sus maravillosos libros sobre cine, el gran guionista William Goldman comenta que la película según salió de manos del director, Zinnemann, era un desastre de cara al público al que, a título de prueba, se exhibía. Se añadían escenas ... y fracasaba. Se quitaban otras, y más de lo mismo. La película estaba literalmente en la basura, nadie soñaba en estrenarla, cuando alguien le dijo al montador Elmo Williams que podía hacerse cargo del cadáver y hacer con ella lo que quisiera, incluso prenderle fuego. Y eso hizo el bueno de Elmo: quitó mucho de la relación entre Cooper y Kelly, entre otras muchas zarandajas y aplicó las leyes del montaje sin ningún límite.
O sea que la película debiera atribuirse a Elmo Williams, partiendo de lo bueno que hubiera filmado Zimmermann. Goldman - lamento no recordar en qué libro lo contaba detalladamente- acudía a este ejemplo para ilustrar de la importancia del montaje.
Por lo demás, muy buena.
En uno de sus maravillosos libros sobre cine, el gran guionista William Goldman comenta que la película según salió de manos del director, Zinnemann, era un desastre de cara al público al que, a título de prueba, se exhibía. Se añadían escenas ... y fracasaba. Se quitaban otras, y más de lo mismo. La película estaba literalmente en la basura, nadie soñaba en estrenarla, cuando alguien le dijo al montador Elmo Williams que podía hacerse cargo del cadáver y hacer con ella lo que quisiera, incluso prenderle fuego. Y eso hizo el bueno de Elmo: quitó mucho de la relación entre Cooper y Kelly, entre otras muchas zarandajas y aplicó las leyes del montaje sin ningún límite.
O sea que la película debiera atribuirse a Elmo Williams, partiendo de lo bueno que hubiera filmado Zimmermann. Goldman - lamento no recordar en qué libro lo contaba detalladamente- acudía a este ejemplo para ilustrar de la importancia del montaje.
Por lo demás, muy buena.
8 de enero de 2019
8 de enero de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda un Western atípico, pero absolutamente magistral dentro de su planteamiento minimalista de la historia y del entorno físico, con un arriesgadísimo tratamiento del tempo narrativo y plantando en pantalla a uno de los héroes más memorables y entrañables que nos ha dado la historia del cine. Una película con innegable regusto a clásico y cuyo tronco temático se ha emparentado con la caza de brujas ejercida por el macartismo durante aquellos años. Más allá de toda consideración extra-cinematográfica, me parece una de las películas de Oeste más sobresalientes de todos los tiempos.
Personalmente lo que más me fascina de ella es el tratamiento tan realista y rotundo que hace de la figura del héroe, aniquilando estereotipos y figuras de cartón piedra. Es un film que nos enseña una verdad universal relacionada con el concepto: el heroísmo no consiste en no tener miedo, sino en, por el contrario, padecerlo y sufrirlo, pero así y todo enfrentarlo y superarlo. Creo que esta característica se hace patente y visible en las reacciones y los gestos de Will Kane, el infortunado sheriff que protagoniza el film, encarnado por un insuperable Gary Cooper. Durante toda la película se le ve sudar (y no sólo a causa del bochorno), tragar saliva, bajar la mirada y sobre todo dudar. Huye en un principio, pero regresa empujado por su sentido del honor. Ante los desplantes alevosos de toda la comunidad, en un momento dado lo vemos acercarse a un establo y hasta acariciar el lomo de un caballo. La idea de la huida en ningún momento le abandona, y se genera en su interior una lucha interna que se vuelve más angustiosa a medida que avanza la proyección. Cabe aclarar que todas estas reacciones anímicas del personaje quedan plasmadas en el celuloide gracias a una de las interpretaciones cumbre de la historia del cine. Creo que poca veces un Oscar® al Mejor Actor fue más merecido que el que Gary Cooper se llevó por esta película.
Huelga decir que la historia está narrada en tiempo real (casi milimétrico resulta el desarrollo del tempo narrativo con los ochenta minutos de proyección) y que el director hace hincapié constantemente en la idea del tiempo que se agota, dedicando muchos de los planos a relojes y campanas de iglesia que anuncian la llegada del infausto mediodía. En un momento dado, Kane incluso pasa por delante de una tienda de reparación de relojes, quizá jugueteando con la idea inconsciente de que el tiempo se ha detenido y de que podrá, finalmente, reclutar voluntarios para su causa.
Película perfecta, a la que no le sobra ni le falta un solo plano, ejecutada con absoluta maestría visual y soberbiamente interpretada por el reparto. Guion preciso y contundente, banda sonora memorable (incluida la pegadiza balada), un tiroteo final intenso y emocionante y el héroe más íntegro, noble y al mismo tiempo más humano y realista que te puedas encontrar… ¿Se puede pedir más?
Personalmente lo que más me fascina de ella es el tratamiento tan realista y rotundo que hace de la figura del héroe, aniquilando estereotipos y figuras de cartón piedra. Es un film que nos enseña una verdad universal relacionada con el concepto: el heroísmo no consiste en no tener miedo, sino en, por el contrario, padecerlo y sufrirlo, pero así y todo enfrentarlo y superarlo. Creo que esta característica se hace patente y visible en las reacciones y los gestos de Will Kane, el infortunado sheriff que protagoniza el film, encarnado por un insuperable Gary Cooper. Durante toda la película se le ve sudar (y no sólo a causa del bochorno), tragar saliva, bajar la mirada y sobre todo dudar. Huye en un principio, pero regresa empujado por su sentido del honor. Ante los desplantes alevosos de toda la comunidad, en un momento dado lo vemos acercarse a un establo y hasta acariciar el lomo de un caballo. La idea de la huida en ningún momento le abandona, y se genera en su interior una lucha interna que se vuelve más angustiosa a medida que avanza la proyección. Cabe aclarar que todas estas reacciones anímicas del personaje quedan plasmadas en el celuloide gracias a una de las interpretaciones cumbre de la historia del cine. Creo que poca veces un Oscar® al Mejor Actor fue más merecido que el que Gary Cooper se llevó por esta película.
Huelga decir que la historia está narrada en tiempo real (casi milimétrico resulta el desarrollo del tempo narrativo con los ochenta minutos de proyección) y que el director hace hincapié constantemente en la idea del tiempo que se agota, dedicando muchos de los planos a relojes y campanas de iglesia que anuncian la llegada del infausto mediodía. En un momento dado, Kane incluso pasa por delante de una tienda de reparación de relojes, quizá jugueteando con la idea inconsciente de que el tiempo se ha detenido y de que podrá, finalmente, reclutar voluntarios para su causa.
Película perfecta, a la que no le sobra ni le falta un solo plano, ejecutada con absoluta maestría visual y soberbiamente interpretada por el reparto. Guion preciso y contundente, banda sonora memorable (incluida la pegadiza balada), un tiroteo final intenso y emocionante y el héroe más íntegro, noble y al mismo tiempo más humano y realista que te puedas encontrar… ¿Se puede pedir más?
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