En la casa
2012 

7.3
28,005
Drama. Comedia. Intriga
Un profesor de literatura francesa, desalentado y hastiado por las insulsas y torpes redacciones de sus nuevos alumnos, descubre entusiasmado que, por el contrario, el chico que se sienta al fondo de la clase, muestra en sus trabajos un agudo y sutil sentido de la observación. Este chico, que se siente extrañamente fascinado por la familia de uno de sus compañeros, escribirá, animado por el profesor, una especie de novela sobre esa ... [+]
18 de diciembre de 2012
18 de diciembre de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El gran mérito de la película: cómo se va construyendo una historia que no es lineal, sino en forma de red. El periplo de cada personaje o subtrama sigue una estructura de nódulos, con interconexiones continuas. La película indaga en los estilos y en las distintas formas de lenguaje, rompe códigos, y todo ello sin que el espectador se pierda nunca. Ozon va complicando la historia hasta el punto de que en muchos momentos el espectador no sabe si lo que ve es realidad o ficción, a continuación parece que se aclara, para seguidamente volver a complicarse. Y, como digo, sin que el espectador se pierda nunca, y sin que la historia deje de mantener un discurso lógico y coherente. Quizá el mérito de todo ello sea de la novela. En cualquier caso, genial.
Con esta estructura, la película toca infinidad de temas: la magia de enseñar, los conflictos de pareja, el despertar al mundo de un adolescente inquieto, los sueños, la comedia, la familia... Con todos estos factores, Ozon da continuos saltos mortales sobre el arte de contar una historia, la relación entre lo que pasa, lo que se cuenta, lo que el narrador relata y lo que el espectador percibe y llega a vivir. Con ello, la referencia a "La ventana indiscreta" era inevitable. Todo es un teatro, lo que ocurre es que el escenario va cambiando, y todos pasamos de actores a espectadores de forma constante, a veces inesperada.
El joven actor protagonista es todo un descubrimiento. El personaje del profesor me ha convencido menos, y para mí es lo menos conseguido del film. Es interesante el reto de un profesor que intenta incentivar a un alumno brillante que destaca sobre la media. Puede haber una fascinación recíproca. Es más en este caso es clara la admiración que el maestro mediocre siente por un alumno que es su alter ego, o la personificación de lo que nunca pudo llegar a ser. Sin embargo, Ozon termina mostrándonos a un personaje más bien bufo, con unos recursos de comedia fácil que recuerdan al peor Woody Allen, y que desentonan dentro del conjunto. Curiosamente, con lo enmarañada que es la trama, es aquí, en las escenas más convencionales de pura comedia, donde yo como espectador me he sentido más desplazado.
En cualquier caso, la película supone un despliegue de originalidad innegable, y que merece ser reconocido. Aunque en el último tramo parece que el argumento avanza desbocado, Ozon nos deleita con una escena final que supone un broche de oro para la trama, y que sirve para dar una vuelta de tuerca más a todo lo que hemos visto. ¿Realidad? ¿Ficción? Continuará...
Con esta estructura, la película toca infinidad de temas: la magia de enseñar, los conflictos de pareja, el despertar al mundo de un adolescente inquieto, los sueños, la comedia, la familia... Con todos estos factores, Ozon da continuos saltos mortales sobre el arte de contar una historia, la relación entre lo que pasa, lo que se cuenta, lo que el narrador relata y lo que el espectador percibe y llega a vivir. Con ello, la referencia a "La ventana indiscreta" era inevitable. Todo es un teatro, lo que ocurre es que el escenario va cambiando, y todos pasamos de actores a espectadores de forma constante, a veces inesperada.
El joven actor protagonista es todo un descubrimiento. El personaje del profesor me ha convencido menos, y para mí es lo menos conseguido del film. Es interesante el reto de un profesor que intenta incentivar a un alumno brillante que destaca sobre la media. Puede haber una fascinación recíproca. Es más en este caso es clara la admiración que el maestro mediocre siente por un alumno que es su alter ego, o la personificación de lo que nunca pudo llegar a ser. Sin embargo, Ozon termina mostrándonos a un personaje más bien bufo, con unos recursos de comedia fácil que recuerdan al peor Woody Allen, y que desentonan dentro del conjunto. Curiosamente, con lo enmarañada que es la trama, es aquí, en las escenas más convencionales de pura comedia, donde yo como espectador me he sentido más desplazado.
En cualquier caso, la película supone un despliegue de originalidad innegable, y que merece ser reconocido. Aunque en el último tramo parece que el argumento avanza desbocado, Ozon nos deleita con una escena final que supone un broche de oro para la trama, y que sirve para dar una vuelta de tuerca más a todo lo que hemos visto. ¿Realidad? ¿Ficción? Continuará...
21 de diciembre de 2012
21 de diciembre de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la casa es un juego. Un maquiavélico juego que te lleva por donde quiere a su antojo. Desde la primera redacción del joven Claude (sensacional Ernst Umhauer), el espectador queda tan fascinado y seducido por el film como Fabrice Luchini (otro que tal) por relato que acaba de leer. Y eso sucede por muchos motivos, entre los que destacan una gran puesta en escena, una dirección brillante y una atmósfera sen-sa-cio-nal. La película se mueve con elegancia y una calculadísima planificación por una delgada línea que separa lo real de lo imaginario. Y, joder, lo hace tan bien y el juego está tan bien llevado que tú, de algún modo, pasas a formar parte de todo eso. Lo mejor es que no sabes si estás viendo una telaraña o si estás atrapado en ella.
Lo mejor: la perfecta ejecución de la propuesta.
Lo peor: tal vez un ligerísimo bache a los tres cuartos del film.
Lo mejor: la perfecta ejecución de la propuesta.
Lo peor: tal vez un ligerísimo bache a los tres cuartos del film.
30 de diciembre de 2012
30 de diciembre de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El profesor de literatura Germain nos gana desde una de sus primeras escenas, cuando sentado tomando un bocadillo escucha como el director del colegio le dice a todos los oyentes que han incluido el uniforme en el centro, y expone una serie de explicaciones ya manidas para incluir dicho atavío. La cara de Germain es todo un poema, ahí ya consigue hacerme cómplice de su historia, ahí ya hace que me sienta identificada con él, con su progresismo, su vanguardismo, su sentirse diferente, y él busca mi complicidad en su apática rutina ahora más apática desde que sabe que tambien tendrá que tragar porque todos sus alumnos vayan uniformados y en su mente, como en la mia, se agolpa todo lo que hemos tenido que tragar de esta sociedad plana, sistemática, monótona. La mayoría de cosas que le envuelven no le interesan, pero se siente seguro, protegido, nadie le va a hacer daño porque ya hace tiempo que dejó su pasión, la literatura. Seguimos siendo cómplices, y como sin pasión cuesta trabajo vivir, en un momento de su vida encuentra a alguien, Claude, un alumno que poco a poco lo atrapa de forma inquietante con su imaginación. Me gusta la utilización que hace el director de la lógica, así como algunos gags de las películas de Woody Allen, siento que para este ha sido un referente en toda la obra. Me parece más acertado el título de la obra teatral en la que se basa El chico de la última fila, del magnífico dramaturgo español Juan Mayorga. Solo decir que para mí los temas fundamentales de esta obra son la manipulación, la vulnerabilidad, el poder, está magníficamente contada, te lleva a la reflexión, y el final me parece impresionante, se queda uno con el tierno rostro de Germain mucho después de haber salido del cine, final ingenioso y divertido como toda la película. No se la pierdan.
30 de diciembre de 2012
30 de diciembre de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hace mucho leía, en alguna revista, sobre el comportamiento del cerebro frente a los recuerdos. No se si entendí correctamente el funcionamiento, pero tampoco me importa demasiado. Lo que creí entender me resulto sumamente atractivo. Y con eso me vale. Por ello, tal vez no tenga relación con esta película... o tal vez, para mi, sí que la tenga. El caso es: nuestro cerebro funciona por fotogramas inconexos (metáfora propia fruto de la interpretación personal). Retiene ciertas escenas a las que les faltan detalles en principio superfluos (pero que pueden alterar totalmente el mensaje) que nuestro cerebro rellena con información ("inventada") con la intención de dar contexto al hecho plano. El problema está en que cuando desempolvamos nuestro cerebro para traer al presente recuerdos, existe un conflicto entre el hecho real y el, llamémosle, "adorno".
Pero esas historias suenan bien; tal vez no fielmente ajustadas a la realidad y adornadas con detalles (más o menos surrealistas; dependiendo de la persona), pero suenan genial. Esta es la idea de esta película; bueno, esta y alguna más.
Entramos en el proceso de creación de contextos. En el proceso de creación de detalles. Estamos en el cerebro. Nos van presentando un historia fasciculada, donde dudamos sobre qué detalles son reales o cuáles son insertados por el narrador/escritor (o incluso inducidos por el deseo del lector). Queremos buscar contextos. Queremos evitar las historias planas para satisfacer nuestros deseos. Incluso muchas veces, los de los demás. A todo esto ayuda el morbo de querer saber lo que ocurre de puertas adentro. En el hábitat más intimo de cada ser. En la casa.
Pero esas historias suenan bien; tal vez no fielmente ajustadas a la realidad y adornadas con detalles (más o menos surrealistas; dependiendo de la persona), pero suenan genial. Esta es la idea de esta película; bueno, esta y alguna más.
Entramos en el proceso de creación de contextos. En el proceso de creación de detalles. Estamos en el cerebro. Nos van presentando un historia fasciculada, donde dudamos sobre qué detalles son reales o cuáles son insertados por el narrador/escritor (o incluso inducidos por el deseo del lector). Queremos buscar contextos. Queremos evitar las historias planas para satisfacer nuestros deseos. Incluso muchas veces, los de los demás. A todo esto ayuda el morbo de querer saber lo que ocurre de puertas adentro. En el hábitat más intimo de cada ser. En la casa.
3 de enero de 2013
3 de enero de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La producción francesa En la casa, dirigida por François Ozon, consiguió la Concha de Oro y el Premio del Jurado al Mejor Guión en el pasado Festival de San Sebastián; además, está basada en la obra teatral “El chico de la última fila”, del español Juan Mayorga.
Por si estas credenciales no fueran suficientes, François Ozon nos presenta la fascinante historia de un amargado profesor de literatura (Fabrice Luchini), que cree descubrir, entre la mediocridad general sus estudiantes, a un joven con talento (Ernst Umhauer), al que animará a convertirse en escritor.
El joven, Claude, es un inquietante adolescente obsesionado por una casa y por la familia que la habita, que consigue introducirse en sus vidas, narrándolo en redacciones que presenta a su profesor de literatura, Germain.
Germain, además de tomar al joven como su pupilo, se obsesiona a su vez con las singulares historias que Claude va poco a poco revelando, mientras hace partícipe a su esposa Jeanne (Kristin Scott Thomas) de los relatos del manipulador adolescente.
El texto es brillante y no falto de humor, y los diálogos nos muestran una auténtica batalla dialéctica entre profesor y alumno. Pero quizás la mayor baza de esta gran película sea la de conseguir que el público comparta la misma obsesión por la familia que vive en la casa del título y que espere con anhelo el siguiente fragmento de las crónicas de ese turbador “voyeur” que es Claude.
Así, tanto el profesor y su esposa como el público de la cinta se ven atrapados en la extraña devoción por esa familia, ignorante de las verdaderas intenciones del a priori encantador joven Claude.
Lamentablemente, no puedo hablaros sobre las interpretaciones, ya que asistí a la versión doblada de esta cinta.
La única pega de esta producción se encuentra en su desenlace, apresurado, que rompe con el ritmo de la narración y que no se encuentra a la altura del resto del relato. Aun así, se trata de una cinta ciertamente recomendable.
Lo mejor: la intriga por conocer las intenciones del inquietante Claude y más pedazos de la historia que transcurre en esa casa.
Lo peor: el final apresurado y no acorde con el resto del relato.
http://www.bollacos.com/en-la-casa-obsesiones-destructivas/
Por si estas credenciales no fueran suficientes, François Ozon nos presenta la fascinante historia de un amargado profesor de literatura (Fabrice Luchini), que cree descubrir, entre la mediocridad general sus estudiantes, a un joven con talento (Ernst Umhauer), al que animará a convertirse en escritor.
El joven, Claude, es un inquietante adolescente obsesionado por una casa y por la familia que la habita, que consigue introducirse en sus vidas, narrándolo en redacciones que presenta a su profesor de literatura, Germain.
Germain, además de tomar al joven como su pupilo, se obsesiona a su vez con las singulares historias que Claude va poco a poco revelando, mientras hace partícipe a su esposa Jeanne (Kristin Scott Thomas) de los relatos del manipulador adolescente.
El texto es brillante y no falto de humor, y los diálogos nos muestran una auténtica batalla dialéctica entre profesor y alumno. Pero quizás la mayor baza de esta gran película sea la de conseguir que el público comparta la misma obsesión por la familia que vive en la casa del título y que espere con anhelo el siguiente fragmento de las crónicas de ese turbador “voyeur” que es Claude.
Así, tanto el profesor y su esposa como el público de la cinta se ven atrapados en la extraña devoción por esa familia, ignorante de las verdaderas intenciones del a priori encantador joven Claude.
Lamentablemente, no puedo hablaros sobre las interpretaciones, ya que asistí a la versión doblada de esta cinta.
La única pega de esta producción se encuentra en su desenlace, apresurado, que rompe con el ritmo de la narración y que no se encuentra a la altura del resto del relato. Aun así, se trata de una cinta ciertamente recomendable.
Lo mejor: la intriga por conocer las intenciones del inquietante Claude y más pedazos de la historia que transcurre en esa casa.
Lo peor: el final apresurado y no acorde con el resto del relato.
http://www.bollacos.com/en-la-casa-obsesiones-destructivas/
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