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Días de vino y rosas

Drama. Romance Joe Clay, jefe de relaciones públicas de una empresa de San Francisco, conoce durante una fiesta a la bella Kirsten Arnesen. La muchacha se muestra cautelosa al principio, debido a la afición de Joe a la bebida, pero después sucumbe ante su simpatía y se casa con él. (FILMAFFINITY)
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27 de febrero de 2016 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando supe de la existencia de Days of Wine and Roses y vi que el gran Jack Lemmon actuaba en ella, supuse que me iba a topar con una historia de amor, tipo The Apartment, pero me equivoqué rotundamente. El tema principal de la película es la adicción al alcohol y es que el alcohol no es tan solo una droga legal y socialmente aceptada, si no, en algunos casos, es un arma de doble filo que puede sumergirte en el hondo del pantano, en lo más profundo de la mierda.

El mérito de Blake Edwards es que logra meterte en la historia y hacer creíble lo que ves. La crítica a este mal es muy potente y muy bien llevada, de a pocos, ocultando su intención y de pronto logra hacerte reflexionar. Películas del mismo estilo hay por montones, si hablamos de las drogas, pero películas sobre alcoholismo como esta, ninguna.

Por otra parte, excelente actuación de Jack Lemmon (Joe Clay) y Lee Remick (Kirsten). La química entre ellos se notó del principio y sin dudas contribuyó al performance de estos. Es cierto que en películas como estas solo se necesita que la pareja protagonista brille y se coma la pantalla, los demás actores, como su mismo nombre, son secundarios, complemento de la historia.
10
10 de marzo de 2017 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película dirigida por Blake Edwards que arranca a Lemmon y Remick dos interpretaciones ebrias de puro genio. Es una historia que va de la alegría y el frenesí, al pozo oscuro con que el alcohol atrapa a tanta gente, un pozo llamado infierno, un camino que a veces no tiene punto de retorno. Y ello vertebrado por un genial guión de J.P. Miller que sabe llevar en el núcleo de la trama, una angustia que se apodera del espectador durante los 117 minutos que dura la película. Tiene una magnífica fotografía en blanco y negro de Philip H. Lathrop y la sobresaliente como siempre música de Henry Mancini.

Las interpretaciones son un punto y aparte. Por caballerosidad pero también por mi admiración hacia esta actriz que nos dejó prematuramente, creo que es de justicia calificar de sobresaliente para arriba el papel de Kirsten como beoda impenitente, interpretado por la maravillosa, bella y con una vis dramática única, Lee Remick. Remick sabe hacer de su interpretación un llanto, un “quejío”, un grito a la impotencia de no poder abandonar la ginebra que la mata; está magnífica, pura emoción. De Jack Lemmon apenas hay nada que añadir, es un actor privilegiado para poder obtener la expresión que necesita en cada momento, para expresar alegría, tristeza, dolor, zozobra. Ha sido y es un grande, uno de los actores principales del Hollywood de siempre que hace aquí uno de los grandes papeles dramáticos de su vida. Lemmon borda el papel de Joe y lo traslada como canto a la esperanza, de que es posible, que se puede dejar de beber, una enfermedad que afecta a millones de personas en el mundo.

Por empezar creo que Días de vino y rosas es una película que debería ver mucha gente, pues son también muchos los que abusan de le bebida diariamente, e incluso muchos los que en algún momento de sus vidas han abusado del alcohol. Tal vez sin llegar al extremo del film, pero esta obra es el paradigma de ese gran monstruo vivo y poderoso que es la botella para el bebedor y en el peor de los casos para el alcohólico, pues son dos cosas diferentes. El alcohol es un monstruo para mucha gente. Pero mientras los monstruos de ficción pueden llegar a ser hasta simpáticos, la botella es como un engendro invisible y presenten en el imaginario colectivo en forma de padre, madre, amigo, hermano, vecino y tanta gente que echan por tierra su vida, su familia, su trabajo y su fortuna por engullir alcohol sin coto.

Dos personas engullidas una y otra vez por un monstruo implacable que se esconde en la botella. Era él bajo la lluvia destrozando macetas mientras ella grita enloquecida. Ella, tan hermosa como frágil, agarrada a una botella de ginebra.

Esta es una película de las grandes, un cine aleccionador, conmovedor, que lo tiene todo, que tiene a Lemmon, a Reemick, que tiene un monstruo angustioso y acechante. Cine con mayúsculas, tanto que como dijo alguien, no es pecado adorarlo.
7
11 de diciembre de 2019 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No gustó enseñar tan explicitamente un problema y sus consecuencias como es el alcoholismo, a una sociedad y sobre todo al "star system" Hollywoodiense que tanto recurría a el de forma frívola y sistemática.Tanto fue el negacionismo que la tacharon en algunos sectores como una obra propagandística a las sociedades de alcohólicos anónimos.
Pero no fue la primera vez que Hollywood nos mostraba esa dureza de lo que es el alcoholismo, Billy Wilder en "Días sin huella " (1945) nos había presentado la figura del alcohólico, alejándose del genero de comedia como nos acostumbró.
"Días de vino y rosas" se convierte en una dura experiencia dramática sobre la ruina absoluta de un hogar, causada por el alcohol, pero Blake Edwards va mas allá que su antecesor, y con solo mostrarnos,intensamente interpretada, la desesperación de Joe (Jack Lemmon y de Kisteen (Lee Remick) cuando no tienen un botella para castigar su hígado es suficientemente aterrador para hacernos reflexionar saber que estamos ante una gran película que desborda dramatismo y calidad por igual
8
30 de noviembre de 2020 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Largos no son los días de vino y rosas. De un nebuloso sueño surge nuestro sendero. Y se pierde en otro sueño”. Esta frase, pronunciada en un momento de inspiración por parte de uno de los personajes, es realmente un buen resumen de la película y de lo que transmite. El amor, el desamor y el alcohol a veces van juntos; pero, en este caso, creo que el alcohol abarca más protagonismo que los otros dos. Días de vino y rosas puede considerarse una película sobre el alcoholismo, y muy bien hecha. Los personajes son creíbles, el desarrollo es brillante; y doloroso, claro. Está muy conseguida. El placer y el dolor se retratan a la perfección.
6
26 de mayo de 2021 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El alcohol está plenamente aceptado en la sociedad ya que favorece las relaciones sociales al ser un perfecto inhibidor de los mecanismos que reprimen nuestros sentimientos, aporta optimismo y elimina los nervios y las tensiones acumuladas por lo que resulta imprescindible en cualquier tipo de reunión de amigos y en lugares de ocio, bares, discotecas, restaurantes y en todo tipo de reuniones tumultuosas bodas, festivales de música … etc.
Pero como muchas otras cosas su dosificación determina el grado de peligro que corremos al consumirlo, si un poco de alcohol tiene un efecto estimulante para relacionarse mejor, un exceso del mismo supone ya un peligro pues anula nuestra voluntad y ahoga la consciencia y la razón.

Blake Edwards pone sobre la mesa una autentica lacra social, la de los alcohólicos, personas que son absolutamente incapaces de controlar su consumo y si empiezan a beber alcohol no pueden dejar de beber.

Muy buena actuación de Jack Lemmon absolutamente puesto en la piel de alguien que pierde el rumbo de su vida por culpa del alcohol.
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