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Los abrazos rotos

Drama. Romance Cuando el escritor Mateo Blanco (Lluís Homar) viajaba con Lena (Penélope Cruz), la mujer de su vida, sufrió un accidente de coche que lo dejó ciego. Harry Caine es el pseudónimo con el que firma sus trabajos literarios. Como director de cine usa, en cambio, su nombre real. Harry Caine vive de los guiones que escribe gracias a la ayuda de Judit García (Portillo), su antigua y fiel directora de producción, y de Diego (Tamar Novas), el ... [+]
Críticas 177
Críticas ordenadas por utilidad
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7
24 de enero de 2012 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca fui de Almodóvar. Honestamente, siendo bastante crío, durante el gran momento de su carrera que para él fue el reconocimiento internacional de "Todo sobre mi madre", había muchos directores que me interesaban muchos más. Sabía que era un cineasta muy consagrado de intocable para algunos críticos, pero ni sus temáticas ni personajes me llamaban. Tenía una visión de él bastante distante y no me preocupaba ver sus obras.

No obstante, al final te cruzas con alguna y las ves. No todas me han gustado, por supuesto, pero, ¿con qué artista sucede ese prodigio? Pese a ello, incluso en las que me parecen peores, te ves obligado a reconocer su amor honesto por el cine e intensidad en lo que hace, lo aborrecerás o te inclinarás ante su genio manchego, socarrón, femenino y sentimental. Otras, directamente me han parecido obras maestras.

Aquí, en "Los abrazos rotos", me encontraría en una posición intermedia. Cuenta con un buen reparto, un creíble Lluís Homar en un personaje que juega con una idea que también ha obsesionado a Woody Allen, el cineasta que pierde la vista. De cualquier modo, las películas hay que terminarlas, existiendo una muy especial que permanece en su retina.

Sobre Penélope Cruz, verdadera alma de la cinta, hay posiciones distantes. Reconozco que nunca me ha fascinado como actriz, aunque tampoco comulgo con sus más afilados detractores. Simplemente que, con gente de la calidad de, por ejemplo Carmen Maura, o la misma Blanca Portillo que aquí tiene un rol secundario muy importante, creo que no ocupa el puesto top que algunos esgrimen, pero todo es discutible.

Aunque entiendo que algunas reseñas comulguen con el siempre interesante y díscolo Carlos Boyero, "Los abrazos rotos" no me ha resultado aburrida, tiene un ritmo sosegado, pero eso no me parece malo. Acerca de los auto-homenajes y esa especie de onanismo artístico donde Pedro se cita a sí mismo ("Mujeres al borde de un ataque de nervios"), decir que, efectivamente, también lo veo, pero bueno, Quentin Tarantino se llama a sí mismo ante la cámara como el creador de una obra maestra en "Malditos Bastardos" (que efectivamente lo es, por otra parte).

Estos abrazos que Almodóvar y su equipo mandan al séptimo arte, son elegantes y en el momento apropiado de la fiesta, aunque miren ustedes por donde en algún momento me han resultado algo fríos, como si una pieza del rompe-cabezas no me terminasen de encajar.

Pero claro, cada uno cuenta la feria según le fue... y la peli del cinta según la butaca que le vendieron.
6
23 de noviembre de 2024 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Probable o seguramente sea esta la mejor, mejorando lo presente, película de Almodóvar, quién lo dijera o pensara, la más depurada o exquisita de entre todas las suyas (que ya son muchas), la que lleva más y mejor lejos los juegos (recovecos/meandros/recodos del camino) metaficticios y autorreferenciales ávidos o voraces de asimilaciones y regurgitaciones, vomitonas e iluminaciones, infiernos y maravillas, la más gozosa o fascinante o hermosa en/con el centón de historias, Cuéntame, (Devórame) otra vez, Las mil y una noches, la visual o interpretativa o musicalmente más bella si no fuera, o aun con/por ello/eso, qué importa, por sus caídas, inevitables, el autor y su huella o cagarruta, la marca (España), la señal de la bestia, las piedras o chinas de Pulgarcito, en el abismo (de pasión) del ridículo, y sus baches y/o confesiones cuasi (y sin casi) vergonzosos, por sus alternancias, del cielo al infierno de una escena a otra, La chica con la maleta, homenajea, Vértigo, imita, por lo que tú más quieras, el sexo y Penélope, inspira (expira, diástole y sístole), te tiro por las escaleras como en el cine clásico americano de los cuarenta o, ya puestos, cincuenta, estira la regla, Richard Widmark, bésame, muerte, tonto, (El balancín de) Iván es terrible, qué nervios que yo tengo, me pongo, y lo que te rondaré morena, Quijote primera parte, sigue y suma, La loba, la Crawford y la Davis, qué fue de ellas, ciego, o A ciegas, como en la película de Woody Allen, variaciones (¿Goldberg?) sobre el mismo tema, no ver nada para así poder verlo definitivamente todo, cabalgando contradicciones hasta asaltar los cielos, Jorge, o Borges, o Luis, cualquiera de ellos en todo caso, uno y trino.
Hay alucinantes ratos o trechos o cachos (en los que caben vidas completas, el universo entero, de placer llenas prietas), y tan divertidos u originales, uno especialmente fabuloso (alargado en el tiempo, repetido y degustado y con fruición deglutido al máximo, gracias, hermano, Padre padrone) que se produce cuando el marido (El extremeño) celoso (viejo con joven o el eterno retorno del cuento cuerno, a la vejez, mierda, no aprenden estos humanos, se plagian las generaciones) ve...
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spoiler:
... las imágenes grabadas por su maricón, qué desdoro u oprobio, me mojo, hijo mientras Lola, la Dueña de todo esto, le/e/o traduce, Lost in Translation, como en aquella película japonesa de infausto recuerdo hacía otra, no (Memorias de una) geisha, tampoco tan Coixet, Hacia la (más) luz, todo, máquina precisa, qué miedo, qué acierto, para más señas, pantagruélico, risa y dolor, Más (pena) que gloria, esa armonía perfecta; cuando ella ya vive con él, también, y nosotros lo sabemos/vemos por primera vez, y se pone las joyas de la corona, qué guapérrima, de mis amores amor, Roma y Audrey, el mejor matrimonio, mitómano; cuando ven Viaje en Italia, Te querré siempre, metáforas (des)encadenadas, venga; cuando habla de Ascensor para el cadalso, Jeanne que estás en los cielos; la foto cartel, eso me pareció ver, visiones, de Madres paralelas, la antesala de una gran mostrenca pifia; Lanzarote (con, todavía, José, tan majo, entre nosotros), el primer simpático y absurdo polvo; las tetas de entrambas, Manjar de amor, panal de (En tierra de sangre y) rica miel, de Kika, Viva la vida, y Cruz, ellas; él, que está la mar de gracioso y estupendísimo efectivo (Ciudadano Kane, El tercer hombre y Michael Caine o De los nombres de Cristo); ella, mayestática; José Luis, esas caras y miradas jaja, como de telenovela cutre maloso; y, sí, no se me olvida(ba), la Machi, qué macha, juego de palabras, una estatua, grandiosa, como matiza (y engrandece y adensa y expande) cada cosa, qué comica, monstruosa; y Chus Lampreave tan poco; y la voz de la fea, perdón, de la guapa de Palma, no necesariamente Brian; y, también, por qué no decirlo, no te reprimas, me sobra casi toda la media hora, como poco, final (además de lo mal contado/construido que está el personaje de Rubén, pobre, Ochandiano, tanto por fuera como por dentro, dando tristeza al calambre, una mera excusa o macguffin -la escena con Dani Martín, de locos- para mirar doble o triplemente, lo mismo que el del hijo reencontrado, La muerte de un viajante, otra treta o maña, otro buzón de voz, escuchante nato, por favor, tan puesto por el ayuntamiento de urbanismo concejal por lo menos), claramente la delirante, atorrante, lamentable confesión/arrepentimiento, en mala hora, en diferido, como el despido, de Blanca (siempre, otra que tal baila, bien, cómo lo hace, el secreto de su éxito, sobria pese al papel que le enjareta de convidada de piedra, mira y rabia, se come las uñas la cabrona, La malquerida o malfollada), para qué, aunque ese epílogo es delicioso, glorioso si te pones a ello, ya veo, algo, un poco, imagino, (tanto) monto.
En esta ocasión, ¿como excepción?, sus abundantes, a mares (la sobreexplicación, el lisérgico desaforado plagiado melodramón, el mal, lleno de remiendos y remedios ungüentos, guion) habituales pecados más o menos veniales o en verdad tan severos o graves grandes quedan redimidos por tanta virtud que le adorna, a espuertas, a saber; el formal lujurioso retruécano; el deleite estético como éxtasis abigarrado promiscuo summum de reflejos condicionados reduplicados que se miran arrobados agonizados en el espejo de (El mar, el mar) todos los espejos el primero, platónico materializado transustanciado mesmerizado; la precisión y glacial mirada de cirujano, de quién si no, de/sobre lo peor y más abyecto (está claro que le dan morbo los hospitales y las enfermedades, las batas, las radiografías y las jeringuillas, necrofilia, Siete mil juntos días) de la humana condición, de/sobre las bajas pasiones (los horrores y las -Juanita- calamidades, las hecatombes y las enormidades); Waters and Cassavetes estilizados al máximo, sublimados, alquimizados, pasados por la piedra, bravo, de Douglas o el tito Alfredo, maestro, del arte de birlibirloque del barroco folletinesco y (garrote y) tentetieso.
Morir, o espicharla, de cine, quedarte sin ojos de tanto ver, obvio, como el rey Edipo, Tacones cercanos, el hermano y su novio, no tan búlgaro, y Drácula, sorbe, chupa, sobre todo.
8
18 de marzo de 2009
8 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabo de salir y aún no soy muy consciente de lo que he visto. El tono de la película es pausado y no da lugar a alardes ni gozos como otras veces, pero el tema es tan terrible y tan de actualidad, que me temo que ese tono es imprescindible.

La peli es buena (creo aún), pues necesito y quiero verla otra vez. Sigo en el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Y es que son los malos tratos, la violencia machista, los protagonistas indiscutibles de la cinta. De ahí el tono, y que sea tan oscura. No es fácil de ver, no levanta el vuelo "en plan Almodóvar"... pero creo que es lo correcto. Mantiene el pulso contenido todo el tiempo.

Odias tanto al maltratador, al que tiene el poder, que casi sales asqueado... Y no es así, gracias a que al final te consuela el "Chicas y maletas", y te sube la moral. Es el canto a la vida de Almodóvar. ¡Gracias!

Lamentablemente, en la vida real, el maltratador no es un millonario, ni la maltratada una actriz. Pero la historia es idéntica. No hay héroes. Sólo víctimas.
gon
8
21 de marzo de 2009
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director manchego vuelve a jugar y congraciarse en rodar cine dentro del cine y homenajear al melodrama clásico con nombre y apellido; Douglas Sirk. Confía de nuevo en Luis Homar y, por supuesto, Penélope Cruz en una minuciosa pieza de orfebrería almodovariana, que no le falta detalle alguno; incluso con algun matiz autobiográfico.

Lluís Homar encarna a Mateo Blanco, ex-director de cine que vé frustrada su carrera por culpa de un aparatoso accidente de tráfico en Lanzarote. Actualmente en su cuerpo solamente vive en el alma de Harry Caine, pseudónimo que utiliza cuando escribe guiones, faceta que no dejará gracias a la ayuda que recibe de su ayudante Diego (Tamar Novas) hijo de la productora ejecutiva de los films de Mateo, Judit (excelente Blanca Portillo haciendo de mujer mala, muy pero que muy mala pero con razones a cuestas). Harry recibe la visita inesperada de Ray X (Ruben Ochandiano), director de cine homosexual que está dispuesto a deshonrar la memoria de su padre, Ernesto Martel (José Luis Gómez), un poderoso empresario recientemente fallecido pero que en su día se interpuso en el camino de Mateo/Harry por el amor de una misma mujer, Magdalena (Penélope Cruz) al tratar de reconquistarla. Pero Magdalena está dispuesta a seguir su idilio con Mateo a pesar del violento control que ejerce Ernesto sobre ella. Mateo, por su parte, se convierte en observador observado a través de los amargos e hinchados ojos de Judit.

Los actores se lucen de veras en uno de los mejores films que ha realizado Almodóvar en años. Como "En la Mala Educación" hay cine dentro de cine; realidad y ficción fusionadas en una e intercambiándose saludos, como los abrazos que dan título a la película.

Lo Mejor: las interpretaciones de Carmen Machi, Rossi de Palma y Chus Lampreave, augurando quizás, que Almodóvar tenga alguna comedia en mente.
Lo Peor: que no se le haya dado más protagonismo a Lola Dueñas
7
21 de marzo de 2009 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se espera de un genio más y más en cada nueva película, es fácil que te decepcione. Pero los que hemos visto esta obra sin prejuicios nos hemos visto atrapados por un gran drama con toques de thriller y comedia que demuestra que Almodóvar no ha perdido fuelle. Hay tres momentos brillantes y otros pasajeros, pero queda claro que ésta es una de las grandes películas de Almodóvar (tal vez no la más grande), y nos ofrece dos de las mejores interpretaciones de la carrera de sus protagonistas: una deliciosa Penélope Cruz y un excelente Lluís Homar.
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