Zoolander es una de esas películas que divide a la gente: o te ríes sin parar o te deja preguntándote cómo llegó a ser tan popular. Para mí, lamentablemente, fue lo segundo. Aunque la premisa de una sátira del mundo de la moda tiene potencial, la ejecución se queda corta y termina siendo más absurda que graciosa.

Ben Stiller como Derek Zoolander es un desfile constante de caras graciosas y momentos tontos que, en teoría, deberían funcionar, pero rápidamente se vuelven repetitivos. Sí, entendemos que Derek no es el más brillante, pero la película insiste tanto en el mismo chiste que deja de tener gracia.

El humor, en general, es demasiado básico y depende mucho de bromas obvias y situaciones ridículas que parecen forzadas. Lo que podría haber sido una comedia ingeniosa se siente más como un sketch alargado que perdió su chispa a los 20 minutos. Incluso los personajes secundarios, como Hansel (Owen Wilson) y Mugatu (Will Ferrell), aunque tienen sus momentos, no logran salvar la película de caer en lo cansino.

Visualmente, la película abraza lo exagerado, lo cual está bien para una parodia, pero el estilo termina siendo más ruido que sustancia. Además, la trama es tan absurda y predecible que no aporta nada más allá de algunos gags visuales que, para ser honestos, tampoco son tan memorables.

En resumen, *Zoolander* intenta ser una comedia satírica del mundo superficial de la moda, pero termina siendo superficial por sí misma. Puede que tenga un público que la adore, pero si no conectas con su humor, es difícil que sea algo más que un cúmulo de momentos torpes y risas incómodas.

Es una gilipollez como la copa de un pino, pero es precisamente esta condición la que hace que te partas de risa. Película para visionar con amiguetes o con la pareja, en caso de ABURRIMIENTO EXTREMO.

Como ya he puesto en el título, es un de las películas más raras que he visto nunca. La interpretación de Ben Stiller es inclasificable. Los diálogos son una memez pero son divertidos. Pero lo mejor de todo es contar los cameos de famosos, ahora Christian Slater, ahora Cuba Gooding Jr, ahora Stephen Dorff y así sucesivamente. Los mejores cameos son los de David Bowie, Billy Zane, David Duchovny y Jon Voight. (Aunque este último creo que no se podría considerar un cameo ya que aparece bastante).

En fin, una chorrada de película muy divertida y rara. Pero es buena al fin y al cabo.

Obvia película de comedia que no aporta absolutamente nada nuevo, aunque reconozco que haya escenas que me han hecho reír. La película es un disparate absurdo sin sentido, una especie de parodia al mundo de la moda, protagonizada por el dúo de Noche en el museo al estilo "comedia para niños".
La música de los 80, los cameos, y las 2 o 3 escenas divertidas de la película no son capaces de salvarla de la moda actual, es decir, de la tendencia a hacer comedias idiotas.

Está claro que al protagonista de Algo pasa con Mary (para mí, su mejor papel) le queda mucho por aprender como director, pues sus otros intentos no parecen tampoco demasiado buenos. Aunque la verdad, podría haber sido peor.
Una pena, porque el mundo de la moda da mucho más de sí como para hacer una sátira tan tonta. No puedo evitar compararla con otra película horrenda: Bruno, aunque esta última (sin tratar de lo mismo) era mucho más original e incipiente.

Esta película se me ha hecho como un plato de garbanzos: pesada, indigesta e incluso me ha llegado a dar gases. El que la defienda diciendo que es una crítica a la superficialidad y al mundo de la moda... es como si yo te digo que no te gusta el Renault Twingo porque no sabes que es un coche. ¡Si!, ¡sabemos que es un coche!, de todas formas gracias, igual alguien se piensa que es un drama bélico.