Sin límites es sorprendente por original, pues, corríjanme, no hay ninguna otra película que nos proponga cómo sería gozar de un cerebro que funciona a pleno rendimiento. Ninguna. Y por lo tanto, ninguna lo recrea mejor que Limitless. Y siento ser así de simple, pero a mí una película se gana mi favorable crítica con originalidad. Defenderé una película con los dientes si es preciso si rebosa tanta originalidad como esta.

Hablando de cosas sorprendentes, también lo es que alguien pueda criticar negativamente este filme, porque no solo a ser original se limita: Bradley Cooper borda su papel, está soberbio en él, impecable, completamente convincente. Y si bien sería bueno ver a De Niro en un papel más relevante, lo bueno es de por si verle. Además, visualmente me parece una película bonita, con una buena banda sonora.

Así que si de entre todas las películas de acción que se pueden ver no hay ninguna original o bien hecha, por ejemplo, una de Guy Ritchie o Tarantino, si has leído esto antes hazte con Limitless en tu videoclub más cercano u obtenla de un modo un tanto más... ilícito, al fin y al cabo es tu entretenimiento, no el mío.


Un 8.

¿Qué pasaría si una droga maravillosa aumentara, sin límites, tus capacidades físicas e intelectuales?
La película, naturalmente, no es creíble, pero se deja ver y cumple lo que parece prometer: entretener.
Podría haber tomado un sesgo más dramático, más existencialista incluso, pero ya se sabe que los productores de Hollywood aman el happy end.
Bradley Cooper cumple bien, es un tío simpático y se deja querer. Robert de Niro hace uno más de esos papeles secundarios que debe realizar con la gorra.
Se pasa un buen rato y poco más.

Supongo que si fuera padre no dejaría ver esta película a mis hijos menores, pues la apología de las drogas que hace es tremenda. Además, a menor escala, los efectos de la que cambia la vida del protagonista se parece mucho a la cocaína.

Eso sí, para cualquier adulto, es divertida. Los primeros dos actos son demoledores y es una pena que se desinfle en el tercero, cuando la cosa se ponía más interesante.

Según los científicos, solo usamos alrededor de un 15% del potencial de nuestro cerebro. Si lo lleváramos hasta el 100%, no podemos ni intuir de lo que seríamos capaces. El caso es que el protagonista de nuestra película, Eddie Morra (Bradley Cooper), tiene la oportunidad de comprobarlo, y pasa de ser un escritor fracasado a un broker que hace millones de dólares en Bolsa en muy pocos días. Pero un ascenso tan rápido, como es de suponer, le costará caro.
Sin límites tiene un punto de partida interesante, pero que necesita de mucha inteligencia para mantener ese interés. El director Neil Burger opta por caminar por la senda del thriller, y no le sale del todo mal, pero da la impresión de que la historia podría haber dado para más. El guion parece escrito a salto de mata, metiendo al protagonista en situaciones límite una y otra vez para sacarlo de ellas y luego meterlo en otra peor. Parece un guion de urgencia, que no termina de redondearlo todo, pero a pesar de todo sabe salir vivo de la quema. Con ingenio y astucia, Sin límites salva los muebles. Pero, repito, queda la sensación de que este simple entretenimiento podría haber sido algo más.

Sin Límites es una película provocativa, estimulante y muy divertida con un guión interesante y vibrante. Las actuaciones son muy buenas, encabezadas por un gran trabajo de Bradley Cooper, los secundarios tampoco están nada mal y siempre es un placer disfrutar de la presencia de Robert De Niro. Reitero que lo mejor de la película es su gran idea y lo entretenida que resulta. Destacar también su notable fotografía y todos los valores de producción. Buena.