Una película tan real como la vida misma, USA encarna la economía mundial, los grandes intereses que los políticos representan con una figura de porte “Senador” que nos recuerda el cargo que detentaba en Roma cualquier patricio de buena cuna y de mejor fortuna.

Con carácter general la palabra Senador en las películas americanas proyecta un cargo intocable por las gentes de la calle y alguien con un poder ilimitado que en función de su moralidad, frecuentemente muy paupérrima, toma ventaja siempre que tienen ocasión tanto sobre las personas como sobre las cosas.

Los políticos, tanto en USA como aquí en España o en la república de Zimbabue solo son las pantallas que el auténtico poder nombra y pone cara en nuestra sociedad, al igual que en un teatro, son solo los escenarios que vemos, los millonarios y banqueros son los auténticos tramoyistas que desde la oscuridad del anonimato se encargan de presentarlos o de hacerlos desaparecer.

John Madden presenta esta historia actual de los grupos de poder “lobbys” con grandes visos de realidad, pese a todo la historia es demasiado fría con lo que en un ambiente de mentiras y corrupción generalizado resulta más que difícil identificarse con ningún protagonista.

Buena película, grandes interpretaciones, sobre todo la de la Chastain, que aguanta el peso del film. Con media hora menos de metraje sería una obra maestra.

Infumable bodrio. Pretencioso a más no poder. El espectador es bombardeado por diálogos tan rápidos e intelectualoides llenos de mierda. Ni los sarcasmos de la srta. Sloane logran darle un respiro a la trama, todo es agresivo. Simplemente es una historia mal contada dirigida terriblemente por un incompetente que en toda su miserable vida solo hizo algo bueno: tuvo la dicha de dirigir uno que otro capítulo de la inmortal serie The Storyteller: Greek Myths.

Me agrada como mierda Jessica Chastain y por ella decidí ver esta abominable basura pero ni su sexy quijadita partida ni su cabello pelirrojo pudieron darme el valor y la fuerza de terminar de ver la película por completo. No soy de dejar de ver una película por más mala que sea –contadas con la mano son las veces que lo he hecho– pero esta huevada no merece palabras, ni un solo minuto de visionado. Una tortura de aquellas.