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Felicidad

Drama. Comedia Irónica, crítica e inmisericorde comedia sobre los miembros de una familia de un suburbio de New Jersey. Un matrimonio a punto de divorciarse, tres hermanas y sus maridos, novios y amantes ocasionales. Tras una aparente normalidad, todos los personajes ocultan algún secreto y alguna que otra perversidad. (FILMAFFINITY)
Críticas 112
Críticas ordenadas por utilidad
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9
22 de octubre de 2021 Sé el primero en valorar esta crítica
Este film juega ping pong con tu risa o tu llanto. Un pedófilo, un pervertido, una ingenua, una sadomasoquista, un crecimiento.
Es bueno ver a tantos actores, aparte de buenos, hoy en día son conocidísimos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Quisiera en este encuadre decir mis escenas favoritas.
-La primera. Da mucha risa como le da esa cosa carísima de repente se la quita y dice 'Asi se siente lo que me hiciste'.
-La escena del pervertido con la asesina. La que bailan 'All out of love'. Una cagada de risa.
-Cuando la mujer le cuenta que la violaron y como le dijo al tipo 'Me gusto' y le rompe el cuello. Esa no me la esperaba.
-Cuando el niño le pregunta al padre si lo hizo.
-Cuando el niño termina por fin.
-Como la hermana le dice a la otra que era una inútil.
-Cuando el ruso de agarrarle la uña a la pobre chica, a sacarle media cabeza y, encima decir 'maldita americana'
Me gustaría seguir especificando escenas, pero esta pelicula tiene tantas de risa y tantas incomodas.
9.1/10.
9
3 de enero de 2023 Sé el primero en valorar esta crítica
LO MEJOR: Brutalmente decadente y retorcida. Grandes personajes. Un punto de vista narrativo refrescante y muy interesante, y aunque las situaciones estén bastante exageradas y los personajes estén muy caricaturizados, paradojicamente se acerca mucho más a la realidad que las narraciones clásicas. Juega muy en el límite. Sabe captar muy bien la vileza de los personajes y la falsedad de las relaciones humanas.

LO PEOR: Feista y fea, la realización es de bajo nivel. Tiene un ritmo raro, a veces se paraliza.

PUNTUACIÓN: 8.7
8
24 de enero de 2023 Sé el primero en valorar esta crítica
Tercer filme de Solondz, quien, esta vez, apuesta por algo más ambicioso, más grande, pero con un contenido similar al de sus anteriores filmes: un grupo selecto de personas, oriundas de la New Jersey del director, buscan la felicidad a través de medios desagradables y cuestionables.

La escena de obertura ya es una presentación espectacular: dos rostros sollozantes, los vemos en lo que parece ser un restaurante lujoso, se los ve incómodos y en un agridulce de tristeza y sorpresa. De repente, nos enteramos que es una ruptura, el muchacho le muestra el regalo a la chica: una vasija de colección con su nombre tallado en ella; parece que todo va a finalizar en buenos términos, cuando... pum, lo que sigue es un torbellino de agravios y vituperaciones que nos deja igual de atónitos. ('Yo soy champaña, tú eres una mierda'). Es así como entendemos que el resto del metraje será igual de incómodo, ácido y vil.

Durante la primera mitad, se nos presenta este tejido de personajes insólitos: un psicólogo trastornado, un inquilino lascivo, un niño confundido, una pareja de ancianos distanciada, una joven embobada, una escritora aviesa y una seguidilla de secundarios igual de retorcidos. Durante ese primer término, los lazos entre estos personajes se van desarrollando mediante una cadena lógica.

Si bien sería difícil llevar una película entera, casi antológica, con tantas historias, Solondz lo hace logrando unificarlo todo a través del tono. El tono del filme es la clave para que cada maldito segundo se sienta igual de cómico, inquietante, repulsivo y deprimente.

Esto se logra gracias, en primera instancia, a las actuaciones, todas las cuales son un deleite interpretativo, cada actor, incluyendo los niños, hace un trabajo minucioso, preciso, que aprovecha los diálogos y los gestos para generar el efecto deseado de cada escena, el cual siempre logra ser disruptivo, pues el director consigue que los momentos se sientan turbados.

En segunda instancia, la música de Kondor es otro elemento digno de mención. La música funciona con un carácter 'anempático', como lo llamaría Chion en su libro, un acompañamiento paradójica de la escena. Mientras que en la mayoría de las películas se utiliza una música 'empática', aquella la cual acompaña el momento, le suma terror, suspenso, drama, comicidad, velocidad o ralentizado, el sonido acompaña a la imagen con un reflejo verídico de la emoción.

Sin embargo, como dijimos, Solondz suele ser disruptivo y entiende perfectamente el efecto contradictorio que logran las canciones alegres, propias de filmes de Lifetime o cintas agradables y bonitas, en segmentos perturbadores de la historia, (como el mítico sueño del psicólogo), lo cual solo hace esta cinta cada vez menos apta para los niños.

Está claro que el director comprende cómo suele funcionar la música en los filmes convencionales y lo que hace es ocasionar una ruptura y llevarlas a una película nada convencional, lo cual causa una avalancha de ironía en cada escena. Incluso, uno podría confiar que los más inexpertos podrían interpretarla de manera distinta, confundiendo sus escenas como fuentes de dicha. Es así como se nos hace una mescolanza de distorsiones cognitivas, paradojas cósmicas y lagunas morales mientras miramos la peli.

Por otro lado, la segunda mitad cambia. Ahora todo tiene mucho más interés y los relatos marchan por su cuenta, sin embargo, se percibe un desbarajuste entre el timing que reciben las historias. Mientras que en el curso inicial de la historia, las presentaciones de los personajes eran intermitentes y veloces, en mitad del curso, las escenas se extienden y se genera una diferencia de tiempo entre las historias, (es como si uno ocurriera de noche y la otra de día, pero no sabe a ciencia cierta si la que ocurrió de noche acaeció antes o después).

Es comprensible que Solondz haya ajustado cada historia a su tiempo en pantalla por separado, con tal de no perder el hilo de cada historia, esto posee sus pros (como que haya cambios significativos cuando nos movemos entre historias), y sus contras (como que se arriesgue la conexión entre personajes). Ejemplificando los menos, el Dr. Maplewood recibe un paciente que, oportunamente, deja de asistir durante los últimos tres cuartos del metraje.

En otro apartado, confieso que no todas las historias llegan a ser igual de interesante, no pretendo decir que no evocan el tono que sugerí que sí evocan, pero debo admitir que hay algunas que se atoran un poco más y se quedan en un cuello de botella, el cual, al final, se alivia un poco con ese grandioso final.

Cabe destacar un apartado para los diálogos y el espectacular manejo de la cámara, el espectro sensorial de la comedia va desde los oídos hasta los ojos. Lo mejor de estos diálogos es que además de ser escritos con una inundatoria ironía, funcionan como un anclaje hacia comentarios que podrían ser verdades sobre la historia, por ejemplo: 'las apariencias pueden ser engañosas' o 'todos tenemos nuestros más y nuestros menos', frases pronunciados por dos de los personajes más desagradables del rebaño, pero también por dos de los actores que hacen que brille la cinta: Hoffman y Baker.

Cuando uno ya aterriza en ese impresionante final, uno ya puede sentir un incremento paulatino de la misantropía, la miseria y la suspicacia. El filme, con una honestidad dolorosa, exhibe un retrato salvaje de la desesperación y el anhelo vacío de un grupo de personas, sin discriminar la edad. Uno termina confiando en Schopenhauer o Gervais, cuando dicen que el mundo sería mejor sin nosotros. Aun así, en cierto punto, la película nos despierta la pena y, probablemente, no es la cinta más brutal que se hará sobre esto, mientras tanto, nunca viene mal un poco de pesimismo.

8.7/10
5
17 de septiembre de 2023 Sé el primero en valorar esta crítica
En Happiness, Todd Solondz pretende hacer un repaso a la sociedad de USA al igual que muestra lo dificil que es alcanzar la felicidad quedando casi siempre como seres patéticos y fracasados.

En mi opinión la película esta muy sobrevalorada y se podría decir que es bastante mediocre pues es demasiado larga y la única de las historias que tiene valor es la final del padre, el hijo y la confesión. El resto son historias que el director pensó que con poner perversiones una detrás de otra ya bastaba. La verdad no entiendo las notas de obra maestra que le ponen la mayoría en Filmaffinity.
7
8 de diciembre de 2023 Sé el primero en valorar esta crítica
Todd Solondz conmocionó al público de finales de los 90 con Happiness, sátira que sondea los aspectos más escabrosos de la clase media americana de finales del siglo XX. Cine independiente que sigue la estela del ataque frontal a los convencionalismos propia de aquellos años (American Beauty, Election, Magnolia...), aunque con una deuda con la escatología de John Waters, o con la estética de cómic underground de Daniel Clowes. Aspirante a inquietar, a sacar las vergüenzas y tocar las narices de aquella sociedad que estaba a medio camino entre el (supuesto) final de las ideologías noventero y el posterior auge de lo digital en la década siguiente, nos tira a la cara una galería de personajes grotescos, pero también muy normales, cuyo denominador común es el patetismo, la trastienda oscura, el asco y también la compasión. El peligro, en definitiva, de vernos un poco reflejados en alguno de ellos, así como cierta honestidad al descender a semejante nivel de inmundicia ética y estética sin el menor edulcoramiento; ponernos, a través del esperpento, ante un espejo que no querríamos mirar.

La perspectiva es pesimista, amarga y desde luego trágica en su ironía, al retratar a un cúmulo de individuos, más o menos conectados entre sí, cerca y a la vez lejos unos de los otros, que aspiran a una ansiada “felicidad”, pero que son completamente incapaces de alcanzarla. Unos, alienados y zombis que no se enteran de nada, odiosos y estúpidos, otros, ingenuos, inocentes, vistos con condescendencia infinita o utilizados como saco de boxeo para paliar frustraciones... o bien se aprovechan de ellos (la bondad o pureza de corazón es vista como debilidad y te condena a ser carnaza) y encima tienen que poner buena cara, mentirse y fingir que todo va bien. Humor obsceno, tan malicioso en sus gags que te partes... al mismo tiempo que se te hiela la sangre en la escena siguiente. De nuevo, la catarsis de reírnos de lo que realmente carece de puta gracia.

Insensibilidad emocional y miedo a la muerte, sentimientos de soledad, hastío, desprecio por uno mismo; el destino de los inadaptados no es hallar el placer, ni mucho menos el amor… es, como mucho, limitarse a compartir tristemente sus soledades, mientras que los estándares de fealdad y de belleza física para las mujeres acaban por engendrar algún tipo de monstruo. Y es que tampoco se salvan quienes han logrado el éxito, o quienes en teoría gozan de una vida plena, de ahí la semblanza descarnada de un pederasta que es más terrorífica cuando contrasta con su cotidianidad familiar, sin juicios y mostrando su calvario al mismo nivel que los demás. Las sexualidades anómalas de toda índole, o bien la infidelidad, parecen ser el fondo común, están en la base misma y vendrían a ser algo así como el grito de auxilio ahogado de estos pobres diablos.

Paralelamente, está el empleo basura, el anonimato laboral, una parodia perversa del típica historia “inspiradora” y buenista en torno a una mano blanca y anglosajona que trae la salvación de los pobres inmigrantes, que aquí son más gente indeseable que sumar a la fauna y donde más incisiva es la crítica del “american way of life”.

A favor y en contra diría que la sutileza es más bien nula, que la narración es deficiente en cuanto ritmo y se alarga demasiado, requiriendo mayor síntesis. Se busca ante todo la estética de anuncio de TV, los colores pastel y los escenarios de ensueño que encubren toneladas de mierda, o un recurso que se volvería trillado más adelante; el uso irónico de la banda sonora.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Es especialmente inquietante la historia del pederasta, debido al hecho de ser casi el único que se atreve a romper su coraza, en una de las secuencias más incómodas del conjunto como es la de la confesión ante su hijo, recreándose incluso más de lo necesario en el dolor. El autor del peor crimen imaginable es, sin embargo, el más honesto al presentarse como el monstruo que es ante otra persona, quien no es ni más ni menos que su propio hijo. Y al mismo tiempo es horriblemente humano. Uno de los detalles más incómodos, y al mismo tiempo más valientes del film.

El positivismo de pacotilla es especialmente demoledor en una secuencia final (sucesión de gags con el perro y la lefa que sería el culmen de la náusea), que nos dice que somos familia y estamos unidos, que la vida sigue, que al mal tiempo buena cara… cuando queda claro que nada va a mejorar y que todo es una inmensa farsa.
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