No sé si es así como se canta, pero, las palabras son "Supercalifragilístico espialidoso".

Y, la verdad, es el clásico de Disney por antonomasía. La infancia de cualquiera no está identificada si NO ha visto este clásico.

Cada vez que la veo, disfruto mucho cantando los clásicos.

Es una obra maestra, así sin más.

Hace años que no la veo, lo digo como mera aclaración, pues lo cierto es que esta crítica sólo responde al fallecimiento de Glynis Johns. Mejor dicho, al tsunami de recuerdos que me ha provocado un vídeo con el que me he topado de la actriz, encarnando a la madre de esa familia, cantando por el voto femenino. Yo, siendo un niño, aprendí y me sorprendí de que no hiciese tanto que las mujeres no podían votar. Caray, el mundo.

Porque sí, vi "Mary Poppins" decenas de veces a lo largo de mi infancia. Al principio, era mi madre quién me la ponía. Luego, era yo el que la pedía. Entre libros de la selva, tarzanes y reyes leones, "Mary Poppins" tenía su hueco. Así pues, esta crítica no es más que una reivindicación a una de las experiencias cinematográficas más emocionantes que recuerdo, cuyo mayor éxito es ser un cuento de amor, sencillo, amable y con un surtido de personajes a cada cuál más brutalmente encantador.

"Mary Poppins" es candor, pureza y carisma. Es magia y es amor. Es una película que te enseña sobre la vida: por un lado, el valor de la disciplina, a través de la niñera; por otro, la importancia de luchar por tus derechos, aún siendo una mujer privilegiada, como era la madre; y también te dice que tranquilo, que nada es tan importante, que se puede ser feliz limpiando chimeneas y que perder un buen puesto de trabajo no es el fin del mundo, pues ¿Qué hay mejor que pasar un día en el parque con tus hijos? En definitiva, el valor de las pequeñas cosas y de que el secreto está en saber combinar el deber y el ocio, ambos elementos tan fundamentales el uno como el otro.

Como el niño que fui, pido, ruego y hasta suplico, si es menester, que pongáis "Mary Poppins" a vuestros hijos.

Vi Mary Poppins cuando tenía como unos 4 años con mis padres. Nada más verla me encanto, me parecía que la niñera era como un hada.

Aunque de pequeña la película me pareciera súper buena, ya con el paso del tiempo me fue gustando menos, no sé si fue porque de tantas veces verla me cansé, o que me parecía menos interesante.

Hay una escena que me acuerdo perfectamente y nunca se me ha olvidado, es cuando Mary Poppings le da jarabe a los niños con una cuchara. Cada vez que tomo una medicina me acuerdo de esa escena.

"Mary Poppins" es una película icónica que ha cautivado a generaciones de espectadores desde su lanzamiento en 1964. Con su encanto, su música pegadiza y su mensaje inspirador, esta película sigue siendo un clásico querido por muchos.

La trama sigue las aventuras de la niñera mágica Mary Poppins, interpretada por Julie Andrews, quien llega a la casa de la familia Banks para cuidar a los niños Jane y Michael. A través de su magia y su espíritu alegre, Mary Poppins transforma la vida de los Banks y les enseña importantes lecciones sobre la imaginación, la alegría y el valor de la familia.

Julie Andrews brinda una actuación magnífica como Mary Poppins, capturando perfectamente su carisma y su encanto. Además, la química entre los actores y la dinámica entre los personajes es palpable, lo que hace que la historia sea aún más convincente.

La música de "Mary Poppins" es inolvidable, con canciones como "Supercalifragilisticoespialidoso" y "Un Poco de Azúcar" que se han convertido en himnos populares. Las coreografías y las secuencias musicales son espectaculares, brindando momentos memorables que se quedan grabados en la mente del espectador.

La dirección de Robert Stevenson es impecable, logrando un equilibrio perfecto entre la fantasía y la realidad. La combinación de animación y acción en vivo es fluida y se integra de manera magistral, creando un mundo mágico que transporta al espectador a lugares imaginativos y llenos de maravilla.

En resumen, "Mary Poppins" es un clásico encantador que ha resistido la prueba del tiempo. Con su historia entrañable, su música inolvidable y su mensaje atemporal, la película sigue siendo un deleite para todas las edades. Es un recordatorio de la importancia de la imaginación, la alegría y el amor en nuestras vidas. No importa cuántas veces la hayas visto, "Mary Poppins" siempre será una experiencia mágica.

Nota: 10/10

Ahora que se estrena la segunda versión de Mary Poppins, o sea su ‘regreso’, quiero escribir unas líneas sobre la primera versión con la que tanto disfruté en mis años de infancia. La cosa fue así.

En mi muy corta edad, Mary Poppins fue una de las muchas películas que mis padres nos llevaron a ver. Fue en un precioso cine de verano y… era verano, claro. Cálida noche en la zona más meridional de España, Atlántico al fondo, todos contentos y una estupenda película con la que disfrutar. Una institutriz que se dispone a poner orden en una familia con dos diablilos por hijos. Es Mary Poppins y baja del cielo con una sombrilla para alborozo del público y particularmente de los niños.

Película con una excelente y eficiente dirección cara a la galería de Robert Stevenson, con un magnífico guión muy dinámico y trabado de Bill Walsh y Don DaGradi, adaptación de la famosa obra homónima de la la actriz y escritora británica nacida en Australia Pamela Lyndon Travers. Genial, alegre y pegadiza música de Richard M. Sherman y Robert B. Sherman, y una fotografía muy colorista de Edward Colman.

El reparto eran ante todo y sobre todo la preciosa Julie Andrews que además cantaba como los ruiseñores y que enamoraba a adultos y niños. Y un Dick van Dike, el joven saltarín y alegre deshollinador y galán, que quiere ganar –castamente- el corazón de la Poppins.

Una película que sé que ahora resultaría en exceso dulce pero que en aquellos entonces gustó muchísimo a pequeños y grandes: ¡todo un éxito de taquilla!

Fue además una película multipremiada, por ejemplo, se llevaría en ese 1964 ¡5 Oscars!: actriz (Andrews), canción, BSO, montaje, efectos visuales. Sesgada como está mi memoria por el disfrute que me proporcionó yo digo: ¡me parece justo! Yo sé que no es un film cumbre. Pero cumbre ¿en qué? En mi familia lo pasamos pipa y nos fuimos a dormir soñando con la famosa nani y siendo un poco mejores que antes de verla, pues Poppins transmitía educación con buena onda.

Resumiendo: película-deleite, obra para recordar, interpretaciones, danza y canciones de puro lujo, clásicas ya, y la Andrews a la cabeza, pero van Dicke no le iba a la zaga. Efectos especiales elegantes, secuencias semianimadas maravillosas y espectáculo impecable.

¡Ah! Por cierto, luego la habría de visionar como seis o siete veces más. Y me seguía gustando.

Y eso sí, de memoria me sigo sabiendo esa canción mágica del film que hasta se puede decir al revés: “Supercalifragilisticexpialidocious”.