La serie es entretenida por momentos gracias a las conversaciones, que suelen tener bastante inteligencia y gracia. Sobre todo, cuando involucran a Brian Cox o al marido de la hija de este con el primo joven ese. Estas últimas son realmente graciosas.

Lo malo es que eso me basta solo para un rato. Es como ver a personajes como Sheldon. A estas alturas de la vida, me hacen gracia un rato, pero luego me saturan.

Y lo que más me ha desmotivado a no pasar del 3er capítulo de la 2ª tda es que no hay ni un solo personaje que no trate de putear a los demás para sacar un beneficio propio. Y no puedo con ello. No conecto, lo siento. No puedo identificarme con nadie, porque ninguno representa ni minimamente el ser humano que quiero ser.

Yo no sé qué le pasa a algunos directores. No he sido capaz de ver más de 20 minutos del primer capítulo donde la mayoría de escenas están rodadas a cámara en mano (y con zoom) y encima se ponen a realizar zoom in-zoom out continuamente. Tomas de incluso menos de 1 segundo y planos de las manos y otros detalles sin venir a cuenta. Al poco tiempo me he dado cuenta que me estaba molestando. El resto de la serie.... lamentablemente no puedo valorarlo por la mierda de rodaje. Y a lo mejor creen que han creado un nuevo estilo.

Los personajes son todos malos o estúpidos o ambas cosas con excepción del abuelo ranchero interpretado maravillosamente por el gran (en todos los sentidos) J. Cromwell. Además son tan riquísimos de la muerte (empleo a propósito esta necia expresión, porque ahora va bien) que una persona normal como yo no puede comprender ni
importarte nada de lo que les pasa y al cabo de 4 o 5 capítulos te empiezas a aburrir.
La escena de la pretendida destitución de Logan es muy, muy buena, pero despues hay escenas surrealistas o extravagantes como la despedida de soltero de Tom o tontas e inútiles como la de la terapia del patriarca, que no tienen consecuencia alguna.
Las interpretaciones son buenas tal como acostumbran los actores americanos, pero no bastan para sostener la serie.
Y es ofensivo para House of Cards que las comparen.
No creo que - en España- haya mucha gente que aguante las dos temporadas; no digamos una tercera.

Una cámara inquieta desplazándose con rapidez y precisión, unos diálogos más ocurrentes que lógicos, unas buenas interpretaciones y el espacio endogámico de una todopoderosa empresa americana de comunicación dan el pego de modernidad a la primera temporada para describir aparentemente la crudeza del capitalismo. ¡Qué malos son los ricos!
Cuando el esquema de las terribles contradicciones familiares se reproduce en la segunda temporada, a los que tenemos menos luces que el jurado de los Emmy y los críticos cinematográficos nos parece todo un “dejà vu”. Los ricos siguen siendo muy malos.
Pero a la tercera temporada todo tiene un límite. Repetimos personajes y enfrentamientos endogámicos con algunas variaciones que prometen alargarse a la cuarta temporada. Observo estupefacto las valoraciones de críticos y aficionados. Me salto cuatro capítulos para situarme al final de la temporada…y allí encuentro a los cuatro hermanos y al padre dándole vueltas por enésima vez a su infierno brutal. ¡Qué malos son los ricos, mejor quedarse como uno está! Es imposible encontrar una serie tan conservadora, o tan reaccionaria, como esta! Alguien lo tenía que decir.

Esta serie es un intento más de amortizar la fascinación de los pobres por la opulencia de los ricos. Un intento simplón, con contenidos ya manoseados y vistos en muchas épocas y ocasiones, que no aporta nada nuevo ni viejo a los argumentos altamente trillados en el mundo de la ficción audiovisual.

La lista de materiales similares en el mundo de las películas y series es casi infinita. desde "El Gran Gatsby", "Dinastía", "Los Colby", "Falcon Crest", "Retorno a Brideshead", incluso la risible "Los ricos también lloran", pasando por "Los Padrinos", "Godfellas", "Casino"... cientos de miles de propuestas que parten del eterno y manido tema del poder y del dinero.

Con apenas innovaciones reseñables en comparación con las anteriores citadas salvando, claro está, los cambios obligatorios impuestos por el avance de los tiempos.

Abrurrida en su mayor parte, y creciendo algo más en interés hacia el final, no se hace merecedora se seguir viendo temporadas que se prevén infinitas mientras el público responda. De hecho me ha costado bastante terminar la primera, y si lo he hecho, ha sido para escribir estos párrafos con mayor propiedad.