El ciudadano ilustre
2016 

7.1
12,703
Drama. Comedia
Daniel Mantovani, escritor argentino galardonado con el Premio Nobel de Literatura, hace cuarenta años abandonó su pueblo y partió hacia Europa, donde triunfó escribiendo sobre su localidad natal, Salas, y sus personajes. En el pico de su carrera, el alcalde de Salas le invita para nombrarle "Ciudadano Ilustre" del mismo, y Montavani, contra todo pronóstico, decide cancelar su apretada agenda y aceptar la invitación. (FILMAFFINITY)
20 de diciembre de 2016
20 de diciembre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un escritor argentino es galardonado con el Premio Nobel. El proviene de una humilde localidad perdida en el interior del país -Salas- que, más allá de que puede leerse al derecho igual que al revés no parece tener casi nada que ofrecer más que taciturnos y bucólicos habitantes, con una vida prosaica y poco glamorosa. Cuando el "héroe" de Salas regresa para dar una serie de conferencias y ser condecorado por el Intendente, se dará cuenta de que su brillante carrera que llega a su punto culminante con la concesión del Premio, es una fuente de estorbos persistentes. No puede caminar -todo el mundo lo sigue filmándolo-, lo invitan a comer desconocidos a su casa con cualquier argumento y, cuando se transforma en una especie de árbitro pueblerino -por ejemplo integrando un jurado de concursos pictóricos- la gente recelosa con sus decisiones puede ser una fuente de problemas de relativa gravedad, entre muchas otras experiencias incómodas que se le presentan. El film, de tono más bien parsimonioso, se deja ver muy bien, hay notas de humor muy logradas, una atinada recreación del ambiente "chico" del pueblo -no sólo en un sentido de dimensiones geográficas-. Con un final inesperado y bastante vibrante, más allá de las consistentes actuaciones, puede recomendarse. 8,50
5 de enero de 2017
5 de enero de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Martínez personifica a un escritor argentino, Daniel Mantovani, reciente ganador del Premio Nobel de Literatura, que luego de estar viviendo cuatro décadas en Europa, regresa a su pueblo natal a raíz de invitación que le hace el intendente del lugar que dejó cuando solo tenía 20 años.
Mantovani, que ha basado su obra en los recuerdos del lugar que lo vio crecer, vuelve por una mezcla de nostalgia y búsqueda de inspiración para una carrera que está estancada hace cinco años, justo desde que le dieron el honroso galardón.
Ya en Salas, el ficticio pueblo a unos cientos de kilómetros de Buenos Aires, se encuentra con una realidad en las antípodas a las comodidades de su residencia europea. Se involucra en las actividades preparadas para su llegada, se reencuentra con amigos de su juventud y entabla relación con la pintoresca gente del pueblo.
Comedia dramática, o drama con toques de comedia, la película nos lleva poco a poco, y sin darnos casi cuenta, a situaciones inquietantes, en un guión solvente que levanta muchísimo en su última parte.
No es novedad que Óscar Martínez bordee otra magistral actuación, regalándonos diversos registros y todos igual de convincentes. Su partenier Dady Brieva, más conocido por su faceta humorista, brinda también un papel destacable y aterrador por momentos. Completa el reparto principal Andrea Frigeiro, con un personaje maduro y de necesaria implicación en la historia.
Filmado con cámara en mano y con varios planos subjetivos, los directores consiguen atraparnos en una historia por ratos divertida, por ratos emocionante y totalmente entretenida. En particular, si a todo eso le agregamos imágenes de mi recordada Barcelona y de mi querido Buenos Aires -aunque sea de su aeropuerto-, el resultado me ha sido muy placentero.
https://kikemorey.wordpress.com
Mantovani, que ha basado su obra en los recuerdos del lugar que lo vio crecer, vuelve por una mezcla de nostalgia y búsqueda de inspiración para una carrera que está estancada hace cinco años, justo desde que le dieron el honroso galardón.
Ya en Salas, el ficticio pueblo a unos cientos de kilómetros de Buenos Aires, se encuentra con una realidad en las antípodas a las comodidades de su residencia europea. Se involucra en las actividades preparadas para su llegada, se reencuentra con amigos de su juventud y entabla relación con la pintoresca gente del pueblo.
Comedia dramática, o drama con toques de comedia, la película nos lleva poco a poco, y sin darnos casi cuenta, a situaciones inquietantes, en un guión solvente que levanta muchísimo en su última parte.
No es novedad que Óscar Martínez bordee otra magistral actuación, regalándonos diversos registros y todos igual de convincentes. Su partenier Dady Brieva, más conocido por su faceta humorista, brinda también un papel destacable y aterrador por momentos. Completa el reparto principal Andrea Frigeiro, con un personaje maduro y de necesaria implicación en la historia.
Filmado con cámara en mano y con varios planos subjetivos, los directores consiguen atraparnos en una historia por ratos divertida, por ratos emocionante y totalmente entretenida. En particular, si a todo eso le agregamos imágenes de mi recordada Barcelona y de mi querido Buenos Aires -aunque sea de su aeropuerto-, el resultado me ha sido muy placentero.
https://kikemorey.wordpress.com
27 de marzo de 2017
27 de marzo de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bajo la apariencia de una comedia, el dúo Cohn-Duprat nos ofrece una aguda reflexión sobre temas tan diversos como la ética, la pertenencia al entorno, el reconocimiento social y el compromiso en la creación artística. Ah, y sobre la envidia, que por lo que veo no sólo es el pecado nacional de los españoles. Mantovani es un ídolo a seguir, pero también es un patito feo. El pasado no se reconstruye, como tampoco es posible remover de un día para otro las ideas preconcebidas, ni los amores de juventud, ni los odios enquistados. El protagonista vuelve a Salas para reconciliarse con su pueblo y también consigo mismo. Lo menos valiente de su comportamiento es que no lo habría hecho sin el Nobel, ni sin que lo hubiesen invitado. En el fondo, se trata de liberarse de cualquier halo de artista maldito, o de renegado.
Los personajes secundarios están muy logrados, aunque obedezcan a meros estereotipos para hacer de Salas una especie de microcosmos, un realismo mágico o mundo paralelo que constituye la excepción a un mundo que tiene a Mantovani por un escritor reconocido e íntegro. La anécdota del pueblerino que desea invitar a comer al protagonista, y la del que le solicita una ayuda para una silla de ruedas, constituyen una reflexión sobre el papel del arte en el mundo de hoy. Brillantísima la idea del concurso de pintura. Todo va in crescendo en esta película divertida pero nada autocomplaciente, llena de aristas y dobles sentidos.
Los personajes secundarios están muy logrados, aunque obedezcan a meros estereotipos para hacer de Salas una especie de microcosmos, un realismo mágico o mundo paralelo que constituye la excepción a un mundo que tiene a Mantovani por un escritor reconocido e íntegro. La anécdota del pueblerino que desea invitar a comer al protagonista, y la del que le solicita una ayuda para una silla de ruedas, constituyen una reflexión sobre el papel del arte en el mundo de hoy. Brillantísima la idea del concurso de pintura. Todo va in crescendo en esta película divertida pero nada autocomplaciente, llena de aristas y dobles sentidos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El desenlace se antoja a mi entender un tanto disparatado, como si los guionistas se hubiesen dejado llevar por el delirio hasta hacer sacar a los personajes todos sus instintos más primitivos. Ello sirve de excusa para una escena final que constituye un cierre perfecto para esta fábula inmisericorde.
26 de abril de 2017
26 de abril de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El punto de partida es facilista. Un intelectual extremadamente antisocial pasa de estarse burlando de una invitación a aceptarla de un momento a otro. No cierra.
El argumento en torno al cual se edifica la película resulta atractivo. Oscar Martínez ofrece una correcta interpretación. No le sobra nada y quizá carezca de algunos matices.
La película escalona una serie de argentinismos mediocres con otros geniales. Equilibra. El guion no está redondo. La dirección aparece presurosa. Hay primeros planos bastante extraños y el montaje es pésimo, serie B. Los personajes en general tienen un buen desarrollo. No hay secundarios de peso escénico. Más allá de esto, la película tiene la virtud de dejarnos pensando, en el poder del lenguaje para fijar ciertas cosas, por ejemplo. También tiene la capacidad de satirizar a una gran mayoría de los aplaudidores del asunto. La mirada argumental del film supera por lejos a la cinematografía. Es frío, tan frío que permite al espectador crear algunos vacíos en los cuales dejar colar al pensamiento sobre los lugares comunes en el cine argentino, en la miserabilidad humana e incluso algunos lugares comunes dentro de los propios lugares comunes en los que todos caemos indefectiblemente.
El mensaje final es desolador: nunca subestimes a un imbécil armado.
El argumento en torno al cual se edifica la película resulta atractivo. Oscar Martínez ofrece una correcta interpretación. No le sobra nada y quizá carezca de algunos matices.
La película escalona una serie de argentinismos mediocres con otros geniales. Equilibra. El guion no está redondo. La dirección aparece presurosa. Hay primeros planos bastante extraños y el montaje es pésimo, serie B. Los personajes en general tienen un buen desarrollo. No hay secundarios de peso escénico. Más allá de esto, la película tiene la virtud de dejarnos pensando, en el poder del lenguaje para fijar ciertas cosas, por ejemplo. También tiene la capacidad de satirizar a una gran mayoría de los aplaudidores del asunto. La mirada argumental del film supera por lejos a la cinematografía. Es frío, tan frío que permite al espectador crear algunos vacíos en los cuales dejar colar al pensamiento sobre los lugares comunes en el cine argentino, en la miserabilidad humana e incluso algunos lugares comunes dentro de los propios lugares comunes en los que todos caemos indefectiblemente.
El mensaje final es desolador: nunca subestimes a un imbécil armado.
22 de junio de 2017
22 de junio de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando la idea, la trama y el guión van, salen películas buenas, como es el caso. Pero es que, además, los personajes están tan bien dibujados e interpretados que da gusto verlos.
Si hay gente repulsiva en el dichoso pueblo al que el Nobel va (el suyo, lo nombran ciudadano ilustre) él no es nada simpático. Sus ideas del mundo y de la vida, que expone con una suficiencia insultante, son tan egocéntricas que no se compensan simplemente reconociendo que se es egocéntrico. Es un cínico. Menos mal que hay detalles, muy buenos, de humor.
Solo hay dos figuras humanas en ese retablo de monstruosidades: Irene, la antigua novia, ahora casada con un energúmeno, y el chaval de la recepción del hotel.
Salvo esos, nadie querrá ir a ese pueblo y, de ir, salir cuanto antes,
Si hay gente repulsiva en el dichoso pueblo al que el Nobel va (el suyo, lo nombran ciudadano ilustre) él no es nada simpático. Sus ideas del mundo y de la vida, que expone con una suficiencia insultante, son tan egocéntricas que no se compensan simplemente reconociendo que se es egocéntrico. Es un cínico. Menos mal que hay detalles, muy buenos, de humor.
Solo hay dos figuras humanas en ese retablo de monstruosidades: Irene, la antigua novia, ahora casada con un energúmeno, y el chaval de la recepción del hotel.
Salvo esos, nadie querrá ir a ese pueblo y, de ir, salir cuanto antes,
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