El ciudadano ilustre
2016 

7.1
12,703
Drama. Comedia
Daniel Mantovani, escritor argentino galardonado con el Premio Nobel de Literatura, hace cuarenta años abandonó su pueblo y partió hacia Europa, donde triunfó escribiendo sobre su localidad natal, Salas, y sus personajes. En el pico de su carrera, el alcalde de Salas le invita para nombrarle "Ciudadano Ilustre" del mismo, y Montavani, contra todo pronóstico, decide cancelar su apretada agenda y aceptar la invitación. (FILMAFFINITY)
25 de noviembre de 2016
25 de noviembre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
222/17(22/11/16) Notable dramedia del dueto de directores argentinos Mariano Cohn y Gastón Duprat en su cuarto largometraje, guión del hermano del primero, Andrés Duprat, participó en el libreto del anterior film del binomio, “Querida, voy a comprar cigarrillos y vuelvo”, aunque con el film que más similitudes guarda es con su segundo, “El hombre de al lado” (2009), donde el núcleo era el choque de caracteres, forjado en el clasismo, en las brechas sociales erigidas en el enfrentamiento entre cultura y descultura. Aquí la colisión se da entre el epítome del arte, un Premio Nobel de Literatura, sumergido en un pueblo de provincias argentino, donde la ignorancia, el atraso, el atavismo, son imperantes, los lugareños pasaran de recibirlo como un héroe local a progresivamente ir despertando viejas y nuevas rencillas que lo tornaran en enemigo, haciendo brotar lo peor de la Condición Humana, las envidias, egoísmo, despotismo, celos, intolerancia, odios enconados, ello en un increscendo opresivo muy bien trazado por sus realizadores. Todo esto sustentado en inteligente y mordaz guión que mezcla muy bien la comedia y el drama, apoyándose sobre todo en un Oscar Martínez portentosos en su actuación que rezuma naturalidad. En su debe una puesta en escena que de frugal y austera se pasa, con una cámara en mano que desvía la atención hacia el cuasi-docudrama.
El relato como entre otras cosas es un homenaje a la literatura, los realizadores han separado los diferentes tramos en prólogo y cinco capítulos, y a partir de aquí se desarrolla un narración ágil, depositada en un devenir de viñetas que alternan disimilares tonos, desde la comedia, el romanticismo, el costumbrismo social, o el drama sórdido. El humor está presente sobre todo en los dos primeros tercios, haciéndose patente en el contraste entre los lugareños y el culto literato, discurriendo por la sátira sobre el culto a la celebridad, por la acidez en reírse del los abusos de los poderosos, ahondando en la mediocridad humana, y cuando se da el drama se reflexiona sobre el peso del pasado, sobre las heridas mal cicatrizadas, sobre el primer amor, sobre las primeras amistades, sobre el despotismo, sobre la soledad del éxito, sobre la idealización de la nostalgia del reencuentro, sobre los diferentes modos de ver el arte, sobre como el susodicho arte se quiere pervertir desde el poder con subvenciones (menudo torpedo a los cineastas que solo viven de esto), sobre la corrupción moral, sobre la creación artística, sobre la fina línea que separa la vedad de la interpretación de la misma (y de este modo pervertirla), y sobre todo se nos habla de la endogamia reinante en las zonas rurales, especie de prisiones de donde todos quieren escapar pero pocos lo consiguen, y los que se quedan se convierten cerriles amargados. Se tocan además temas como la mezquindad, la hipocresía social...Todo mostrado con diálogos y monólogos corrosivos, ácidos, mordaces, cínicos, delineando personajes sagazmente en pocos trazos, y con un protagonista carismático, siempre con la respuesta correcta. Evolucionando con un ritmo ágil donde es notorio lo imprevisible, donde se borde a con éxito el absurdo, el surrealismo, atacando con saña la incultura, la ley darwinista del más fuerte.
Se hace una dura crítica al conservadurismo, conformismo e inmovilismo de los pueblos rurales, su estrechez de mente, su espíritu cerrado o cejijunto, de cómo se tiende a satanizar todo lo de fuera, y más aún este de fuera ha sido de dentro, entonces el escarnio se atomiza, ello en un microcosmos de personajes oprimidos, grotescos, bizarros, violentos, donde la vulgaridad repudia el arte, donde el miedo solapa el progreso, donde el enchufismo arrolla a la meritocracia.
Muy ingeniosa la visión de espejos de metaficción, especie de muñecas de matrioskas que supone el proceso de la creación artística (en este caso literaria), el escritor que ha estado fuera lejos de sus raíces (su pueblo) cuatro décadas, aún así sus obras se han surtido de sus vivencias allí, y cuando entra en bloqueo del escritor, para volver a cargar las pilas vuelve a su localidad natal, pero entonces, con su ambiguo final llega la relativización de la realidad y la ficción, de la interpretación y de la invención, donde la línea entre la verdad y la mentira (las novelas) se hace difusa.
La cinta peca de equidistancia, de no saber reírse del protagonista, su foco está en burlarse del entorno rural que condiciona geopolíticamente a los lugareños de Salas, le otorga una superioridad moral a Mantovani que a veces chirría (honrado, solidario, noble, altruista, defensor de causas injustas...), especie de deidad que mira a los demás con arrogancia y desdén condescendiente, la crítica no va en las dos direcciones, con la que hubiera ganado, resta humanidad al protagonista, crea un crisol de lugareños con la autoestima muy baja, brutos, pendencieros, visionándolos como seres de una sencillez supina. Tampoco entiendo no se haga una introspección del protagonista que le dé dimensión dramática más allá de el misántropo artista de fácil oratoria, nunca se sabe por qué se fue del pueblo, porque abandonó a su novia Irene, porque se tiró 40 años sin volver, porque no fue al entierro de su padre, de este modo queda algo plana la personalidad de Mantovani.
No entiendo la precariedad en la puesta en escena, de una frugalidad que contrasta con la riqueza del guión, no sé si esto fue adrede o por falta de medios, si fue a propósito fue un tremendo error, pues el modo digital en que mucho está rodado por el propio director Mariano Cohn aleja al espectador del naturalismo que quiere mostrar, con una constante cámara en mano de modo arbitrario y sin justificación, llegando a parecer por momentos estilo Dogma, esto acentuado por la falta de música, y si fue por falta de plata lo siento. El rodaje se llevó a cabo en Barcelona y para el pueblo ficticio de Salas se recrea en Navarro, en la provincia de Buenos Aires (Argentina).
El relato como entre otras cosas es un homenaje a la literatura, los realizadores han separado los diferentes tramos en prólogo y cinco capítulos, y a partir de aquí se desarrolla un narración ágil, depositada en un devenir de viñetas que alternan disimilares tonos, desde la comedia, el romanticismo, el costumbrismo social, o el drama sórdido. El humor está presente sobre todo en los dos primeros tercios, haciéndose patente en el contraste entre los lugareños y el culto literato, discurriendo por la sátira sobre el culto a la celebridad, por la acidez en reírse del los abusos de los poderosos, ahondando en la mediocridad humana, y cuando se da el drama se reflexiona sobre el peso del pasado, sobre las heridas mal cicatrizadas, sobre el primer amor, sobre las primeras amistades, sobre el despotismo, sobre la soledad del éxito, sobre la idealización de la nostalgia del reencuentro, sobre los diferentes modos de ver el arte, sobre como el susodicho arte se quiere pervertir desde el poder con subvenciones (menudo torpedo a los cineastas que solo viven de esto), sobre la corrupción moral, sobre la creación artística, sobre la fina línea que separa la vedad de la interpretación de la misma (y de este modo pervertirla), y sobre todo se nos habla de la endogamia reinante en las zonas rurales, especie de prisiones de donde todos quieren escapar pero pocos lo consiguen, y los que se quedan se convierten cerriles amargados. Se tocan además temas como la mezquindad, la hipocresía social...Todo mostrado con diálogos y monólogos corrosivos, ácidos, mordaces, cínicos, delineando personajes sagazmente en pocos trazos, y con un protagonista carismático, siempre con la respuesta correcta. Evolucionando con un ritmo ágil donde es notorio lo imprevisible, donde se borde a con éxito el absurdo, el surrealismo, atacando con saña la incultura, la ley darwinista del más fuerte.
Se hace una dura crítica al conservadurismo, conformismo e inmovilismo de los pueblos rurales, su estrechez de mente, su espíritu cerrado o cejijunto, de cómo se tiende a satanizar todo lo de fuera, y más aún este de fuera ha sido de dentro, entonces el escarnio se atomiza, ello en un microcosmos de personajes oprimidos, grotescos, bizarros, violentos, donde la vulgaridad repudia el arte, donde el miedo solapa el progreso, donde el enchufismo arrolla a la meritocracia.
Muy ingeniosa la visión de espejos de metaficción, especie de muñecas de matrioskas que supone el proceso de la creación artística (en este caso literaria), el escritor que ha estado fuera lejos de sus raíces (su pueblo) cuatro décadas, aún así sus obras se han surtido de sus vivencias allí, y cuando entra en bloqueo del escritor, para volver a cargar las pilas vuelve a su localidad natal, pero entonces, con su ambiguo final llega la relativización de la realidad y la ficción, de la interpretación y de la invención, donde la línea entre la verdad y la mentira (las novelas) se hace difusa.
La cinta peca de equidistancia, de no saber reírse del protagonista, su foco está en burlarse del entorno rural que condiciona geopolíticamente a los lugareños de Salas, le otorga una superioridad moral a Mantovani que a veces chirría (honrado, solidario, noble, altruista, defensor de causas injustas...), especie de deidad que mira a los demás con arrogancia y desdén condescendiente, la crítica no va en las dos direcciones, con la que hubiera ganado, resta humanidad al protagonista, crea un crisol de lugareños con la autoestima muy baja, brutos, pendencieros, visionándolos como seres de una sencillez supina. Tampoco entiendo no se haga una introspección del protagonista que le dé dimensión dramática más allá de el misántropo artista de fácil oratoria, nunca se sabe por qué se fue del pueblo, porque abandonó a su novia Irene, porque se tiró 40 años sin volver, porque no fue al entierro de su padre, de este modo queda algo plana la personalidad de Mantovani.
No entiendo la precariedad en la puesta en escena, de una frugalidad que contrasta con la riqueza del guión, no sé si esto fue adrede o por falta de medios, si fue a propósito fue un tremendo error, pues el modo digital en que mucho está rodado por el propio director Mariano Cohn aleja al espectador del naturalismo que quiere mostrar, con una constante cámara en mano de modo arbitrario y sin justificación, llegando a parecer por momentos estilo Dogma, esto acentuado por la falta de música, y si fue por falta de plata lo siento. El rodaje se llevó a cabo en Barcelona y para el pueblo ficticio de Salas se recrea en Navarro, en la provincia de Buenos Aires (Argentina).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Oscar Martínez es el gran activo de la cinta, sobre el recae todo el peso de la acción, con una interpretación carismática, majestuosa, regia, con una locuacidad y don del verbo apasionante, con una fuerza emocional en los monólogos estupenda, ya impactando desde el discurso de recogida del Nobel, magnífico, ganó premio al mejor actor en Festival de Cine de Venecia por esta actuación. Dady Brieva como el inquietante antiguo amigo de Daniel, brillante en la composición de un tipo que desde la sonrisa aterra, con un gran poderío en su carácter, desplegando gran vis cómica, como el tramo en el puticlub “Volcán”, con el estrafalario baile de borracho o el modo esperpéntico de besar a la prostituta, estupendo. Andrea Frigerio como Irene, el viejo amor de Daniel, cumple sin más. Belén Chavanne notable en su papel de Lolita. Marcelo D'Andrea como el “villano” Romero, en sus pocas apariciones es un ciclón divertidísimo en violencia latente con una lengua envenenada,
Spoiler:
Momentos recordables: Al principio, cuando recoge el premio Nobel, en su discurso dice que se ha vuelto cómodo para el poder y que un escritor debería ser lo contrario, incómodo por naturaleza, revulsivo, hiriente si de verdad es un creador y no un mero florero que las instituciones ponen para decorar los salones [dixit]; El deprimente recorrido de Daniel a Salas, quedando varados en medio de la nada por un chófer torpe, quedando la alegoría nítida de para qué sirven realmente los libros y la cultura, para calentarse quemándolos en una hoguera o el más prosaico uso de "con tu libro me limpio el culo", dice el ínclito que va a descomer; Cuando durante una conferencia una mujer le pregunta porque no escribe sobre “cosas lindas”, dejando al novelista sin nada que decir, ahondando en que parece que la única forma de ser creíble es ser dramático; El viaje de vergüenza ajena de Daniel en camión de bomberos para saludar a los lugareños; La entrevista televisiva de un canal local; La visita que recibe a su habitación por parte de un joven admiradora; El concurso de pintura de aficionados de Salas, de cómo se premia un cuadro por la paradoja entre lo pintado y lo que hay en la parte trasera; La reunión-chantaje que tiene Daniel con un padre que le pide dinero para la silla eléctrica para su hijo minusválido, con el Nobel realizando un sentido discurso sobre la ética moral; La cena en casa del viejo amigo y su antiguo amor, con la escalofriante aparición del anfitrión con tres cabezas cocinadas de corderos, siendo el zenit cuando ve que la hija del matrimonio es la joven con la que se ha acostado horas antes; El delirante tramo en el puticlub; El clímax, estremecedor tramo nocturno de terror en que Daniel es forzado a subir en la ranchera de su “amigo” Antonio que va con el yerno, en medio de la nada lo bajan y manu militari lo echan con la maleta para que huya, Antonio con su arma de mira telescópica y visión nocturna juega a dispararle cerca, Daniel corre despavorido, hasta que de pronto un disparo le acierta, no ha sido Antonio, es el yerno que seguramente celoso de su novia le baleado, impactante; El desconcertante epílogo, tras ver que han disparado a Daniel, hay una elipsis temporal y vemos al escritor presentar ante periodistas su último libro relatando su experiencia en el pueblo Salas, dejando para el espectador y ante la prensa la duda existencial de si lo que cuenta es real, o solo una fabulación de lo que pudo haber sucedido, dejando una reflexión honda sobre sí el escritor está destinado realmente a contar realidades certeras o puede ficcionar, sobre sí el lector (o espectador) necesita saberlo para dar sentido al relato.
En conjunto una buena película, de las que te deja un buen sabor de boca, de las que se te queda tiempo en el subconsciente por lo bien contada que está, aunque con algunos lastres que le impiden elevarse más. Fuerza y honor!!!
Podéis leer más sobre el film en: http://tomregan.blogspot.com/2016/11/el-ciudadano-ilustre.html
Spoiler:
Momentos recordables: Al principio, cuando recoge el premio Nobel, en su discurso dice que se ha vuelto cómodo para el poder y que un escritor debería ser lo contrario, incómodo por naturaleza, revulsivo, hiriente si de verdad es un creador y no un mero florero que las instituciones ponen para decorar los salones [dixit]; El deprimente recorrido de Daniel a Salas, quedando varados en medio de la nada por un chófer torpe, quedando la alegoría nítida de para qué sirven realmente los libros y la cultura, para calentarse quemándolos en una hoguera o el más prosaico uso de "con tu libro me limpio el culo", dice el ínclito que va a descomer; Cuando durante una conferencia una mujer le pregunta porque no escribe sobre “cosas lindas”, dejando al novelista sin nada que decir, ahondando en que parece que la única forma de ser creíble es ser dramático; El viaje de vergüenza ajena de Daniel en camión de bomberos para saludar a los lugareños; La entrevista televisiva de un canal local; La visita que recibe a su habitación por parte de un joven admiradora; El concurso de pintura de aficionados de Salas, de cómo se premia un cuadro por la paradoja entre lo pintado y lo que hay en la parte trasera; La reunión-chantaje que tiene Daniel con un padre que le pide dinero para la silla eléctrica para su hijo minusválido, con el Nobel realizando un sentido discurso sobre la ética moral; La cena en casa del viejo amigo y su antiguo amor, con la escalofriante aparición del anfitrión con tres cabezas cocinadas de corderos, siendo el zenit cuando ve que la hija del matrimonio es la joven con la que se ha acostado horas antes; El delirante tramo en el puticlub; El clímax, estremecedor tramo nocturno de terror en que Daniel es forzado a subir en la ranchera de su “amigo” Antonio que va con el yerno, en medio de la nada lo bajan y manu militari lo echan con la maleta para que huya, Antonio con su arma de mira telescópica y visión nocturna juega a dispararle cerca, Daniel corre despavorido, hasta que de pronto un disparo le acierta, no ha sido Antonio, es el yerno que seguramente celoso de su novia le baleado, impactante; El desconcertante epílogo, tras ver que han disparado a Daniel, hay una elipsis temporal y vemos al escritor presentar ante periodistas su último libro relatando su experiencia en el pueblo Salas, dejando para el espectador y ante la prensa la duda existencial de si lo que cuenta es real, o solo una fabulación de lo que pudo haber sucedido, dejando una reflexión honda sobre sí el escritor está destinado realmente a contar realidades certeras o puede ficcionar, sobre sí el lector (o espectador) necesita saberlo para dar sentido al relato.
En conjunto una buena película, de las que te deja un buen sabor de boca, de las que se te queda tiempo en el subconsciente por lo bien contada que está, aunque con algunos lastres que le impiden elevarse más. Fuerza y honor!!!
Podéis leer más sobre el film en: http://tomregan.blogspot.com/2016/11/el-ciudadano-ilustre.html
25 de noviembre de 2016
25 de noviembre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película argentina, aunque con colaboraciones de presupuesto españolas, que representará a este país andino en la próxima edición de los Oscars. Diré que siempre valoraré las películas que están basadas en buenos guiones frente a las que lo hacen con fuegos de artificio comerciales. Creo que uno de los poderes de esta cinta es ese mismo: el alardear, técnicamente, de esa falta de medios para contarnos la historia de una forma que nos acerca más a una cámara de vídeo con el que grabamos las vacaciones.
Lo que subyace es una crítica a toda esa forma de vida de la Argentina rural que el propio escritor describe en sus libros. Esta película es difícil de evaluar sin hacer spoiler, sobre todo de su final abierto. Esto da para mucho debate en el que, por respeto al público, no puedo entrar pero si diré que mi punto de vista es que de los dos finales posibles en los que se puede cerrar la historia, según el punto de vista de la percepción del espectador, es tendenciosamente e ingeniosamente manipulado por el director para darle un motivo de comentario final. Cualquier final que elijan es bueno y cuadra bien con la historia.
LEER LA CRÍTICA ENTERA: http://espartako64.wixsite.com/guiones-y-relatos/el-ciudadano-ilustre
@luisalserrano
Lo que subyace es una crítica a toda esa forma de vida de la Argentina rural que el propio escritor describe en sus libros. Esta película es difícil de evaluar sin hacer spoiler, sobre todo de su final abierto. Esto da para mucho debate en el que, por respeto al público, no puedo entrar pero si diré que mi punto de vista es que de los dos finales posibles en los que se puede cerrar la historia, según el punto de vista de la percepción del espectador, es tendenciosamente e ingeniosamente manipulado por el director para darle un motivo de comentario final. Cualquier final que elijan es bueno y cuadra bien con la historia.
LEER LA CRÍTICA ENTERA: http://espartako64.wixsite.com/guiones-y-relatos/el-ciudadano-ilustre
@luisalserrano
30 de noviembre de 2016
30 de noviembre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sorprendente film argentino, lleno de situaciones que mezclan el humor con el melodrama y drama más descarnado, e incluso derivando al thriller más tremebundo y aterrador llegado a un punto.
Comienza de forma muy divertida para adentrarse en parámetros donde el costumbrismo cerrado de una comunidad viciada, estancada en el pasado, amenazan a un hombre libre, sin ataduras religiosas ni morales, yendo por el mundo con un código ético que se basa en el respeto hacia sus semejantes. Esto chocará de forma abrupta contra el resentimiento, la hipocresía y corrupción de estamentos y, porqué no, también "ilustres" conciudadanos del lugar.
Un extraordinario guión a cardo de Andrés Duprat y una exquisita y fluida dirección a cuatro manos, obra de Mariano Cohn y Gastón Duprat, hacen que la película se deguste desde el comienzo hasta el final, con un sostenido ritmo que va atrapando sin remedio al espectador y le deja pegado a su butaca, sin que este sepa a veces si lo que está viendo es real o imaginario, tal es la paulatina, lenta, pero sin pausas, caminata del protagonista hacia un infierno incierto.
Pero el alma de la cinta es Óscar Martínez (mejor actor en Venecia), un excelente actor, que llena la pantalla con su personalidad, y al que no reconocemos los que le vimos en "Capitán Koblic", donde hacía de villano. Tal es su "camaleonidad", si tal palabro existe.
Una gran película, que no deja indiferente a nadie.
http://filmsencajatonta.blogspot.com.es
Comienza de forma muy divertida para adentrarse en parámetros donde el costumbrismo cerrado de una comunidad viciada, estancada en el pasado, amenazan a un hombre libre, sin ataduras religiosas ni morales, yendo por el mundo con un código ético que se basa en el respeto hacia sus semejantes. Esto chocará de forma abrupta contra el resentimiento, la hipocresía y corrupción de estamentos y, porqué no, también "ilustres" conciudadanos del lugar.
Un extraordinario guión a cardo de Andrés Duprat y una exquisita y fluida dirección a cuatro manos, obra de Mariano Cohn y Gastón Duprat, hacen que la película se deguste desde el comienzo hasta el final, con un sostenido ritmo que va atrapando sin remedio al espectador y le deja pegado a su butaca, sin que este sepa a veces si lo que está viendo es real o imaginario, tal es la paulatina, lenta, pero sin pausas, caminata del protagonista hacia un infierno incierto.
Pero el alma de la cinta es Óscar Martínez (mejor actor en Venecia), un excelente actor, que llena la pantalla con su personalidad, y al que no reconocemos los que le vimos en "Capitán Koblic", donde hacía de villano. Tal es su "camaleonidad", si tal palabro existe.
Una gran película, que no deja indiferente a nadie.
http://filmsencajatonta.blogspot.com.es
30 de noviembre de 2016
30 de noviembre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si la última participación argentina en los Oscar nos dejo un gran sabor de boca con Relatos Salvajes, este año no se quedan atrás y nos regalan una película solvente en todos los apartados, sobre todo en la interpretación del gran Óscar Martínez. Daniel Mantovani ha escrito muchísimos libros, pero sus personajes siguen viviendo en Salas, un pueblo que el escritor abandonó con 20 años y que no ha vuelto a visitar hasta cuarenta años después. Después de recibir el Nobel, en un discurso que nos describe bien la interesante personalidad del escritor, recibe la invitación para acudir a su pueblo natal a pasar unos días, dar unas clase y, en definitiva, se nombrado como ciudadano ilustre de Salas. Receloso en un principio, el autor finalmente decide acudir.
EL CIUDADANO ILUSTRE mezcla humor negro con toques de drama, aunque la tensión se palpa en el ambiente y el espectador es consciente de que el pueblo de Salas, acogedor en un principio, tiene mucho que reclamarle al premio Nobel de literatura. Este, de principios firmes, ve cómo poco a poco debe moldearlos para agradar a sus habitantes, aunque nunca llueva a gusto de todos. Que nadie es profeta en su tierra no es nada nuevo, y menos en Argentina (preguntadle a Messi), pero lo que sucede en Salas forma parte de un cúmulo de resentimiento por parte de unos habitantes que han leído a los personajes de Daniel Mantovani (que vive en Barcelona) y los han reconocido por ser sus propios conciudadanos. Por si eso no fuera poco, en algunas declaraciones el autor no hablaba precisamente bien de Salas, por lo que la bomba está agitada y lista para explotar.
Daniel Mantovani (Óscar Martínez) en todo momento se siente incomodado en un ambiente hostil y mezquino, lleno de envidia y reclamaciones hacia su recién nombrado ciudadano ilustre. Atención a las clases de literatura, llenas en un inicio, que se vacían conforme avanzan los días y el autor interacciona con el pueblo. O las tensas conversaciones con su mejor amigo, casado ahora con la que fue la ex-novia del premio Nobel y con una preciosa hija a la que, por cierto, Mantovani habría preferido no conocer. Vamos, que el pobre autor recibe palos por todos lados mientras trata de mantener firme su dignidad.
La película, dirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat, es sobresaliente en todos los sentidos. Un guión que engancha al espectador desde buen principio y un protagonista que se echa al hombro la obra y la saca adelante solito. Eso sí, el bailecito y la participación de Dady Brieva lo convierten en un auténtico robaplanos que, a su vez, consigue aportar ese toque de tensión tan necesario en EL CIUDADANO ILUSTRE. Unos secundarios que forman parte del pueblo de Salas, iracundo y dispuesto a ajustar cuentas con un escritor que se las deseaba muy felices al regresar a su pueblo natal.
Hay que destacar, por encima de todo, la interpretación de Óscar Martínez, un auténtico lujo y un grandísimo actor que dota a Daniel Mantovani de una personalidad carismática, firme y seca que se gana la empatía del espectador a medida que reclama el odio de todo el pueblo de Salas. El guión, como he mencionado anteriormente, nunca sabes por donde te va a llevar, ni tampoco cómo se resolverá, por lo que el espectador se mantiene en su asiento, lleno de tensión e incredulidad ante lo que está viviendo el escritor.
En definitiva, inmejorable película argentina para presentar a los Oscar, veremos si finalmente la seleccionan, pero es de esas películas que te dejan una sonrisa en el rostro y que vale la pena pagar para ver. La descripción social del pueblo de Salas es brutal. No será un taquillazo, las mejores nunca lo son, pero os encantará alucinar con la aventura de un premio Nobel en un pueblo argentino que se la tiene jurada. Ni se os ocurra perdérosla.
EL CIUDADANO ILUSTRE mezcla humor negro con toques de drama, aunque la tensión se palpa en el ambiente y el espectador es consciente de que el pueblo de Salas, acogedor en un principio, tiene mucho que reclamarle al premio Nobel de literatura. Este, de principios firmes, ve cómo poco a poco debe moldearlos para agradar a sus habitantes, aunque nunca llueva a gusto de todos. Que nadie es profeta en su tierra no es nada nuevo, y menos en Argentina (preguntadle a Messi), pero lo que sucede en Salas forma parte de un cúmulo de resentimiento por parte de unos habitantes que han leído a los personajes de Daniel Mantovani (que vive en Barcelona) y los han reconocido por ser sus propios conciudadanos. Por si eso no fuera poco, en algunas declaraciones el autor no hablaba precisamente bien de Salas, por lo que la bomba está agitada y lista para explotar.
Daniel Mantovani (Óscar Martínez) en todo momento se siente incomodado en un ambiente hostil y mezquino, lleno de envidia y reclamaciones hacia su recién nombrado ciudadano ilustre. Atención a las clases de literatura, llenas en un inicio, que se vacían conforme avanzan los días y el autor interacciona con el pueblo. O las tensas conversaciones con su mejor amigo, casado ahora con la que fue la ex-novia del premio Nobel y con una preciosa hija a la que, por cierto, Mantovani habría preferido no conocer. Vamos, que el pobre autor recibe palos por todos lados mientras trata de mantener firme su dignidad.
La película, dirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat, es sobresaliente en todos los sentidos. Un guión que engancha al espectador desde buen principio y un protagonista que se echa al hombro la obra y la saca adelante solito. Eso sí, el bailecito y la participación de Dady Brieva lo convierten en un auténtico robaplanos que, a su vez, consigue aportar ese toque de tensión tan necesario en EL CIUDADANO ILUSTRE. Unos secundarios que forman parte del pueblo de Salas, iracundo y dispuesto a ajustar cuentas con un escritor que se las deseaba muy felices al regresar a su pueblo natal.
Hay que destacar, por encima de todo, la interpretación de Óscar Martínez, un auténtico lujo y un grandísimo actor que dota a Daniel Mantovani de una personalidad carismática, firme y seca que se gana la empatía del espectador a medida que reclama el odio de todo el pueblo de Salas. El guión, como he mencionado anteriormente, nunca sabes por donde te va a llevar, ni tampoco cómo se resolverá, por lo que el espectador se mantiene en su asiento, lleno de tensión e incredulidad ante lo que está viviendo el escritor.
En definitiva, inmejorable película argentina para presentar a los Oscar, veremos si finalmente la seleccionan, pero es de esas películas que te dejan una sonrisa en el rostro y que vale la pena pagar para ver. La descripción social del pueblo de Salas es brutal. No será un taquillazo, las mejores nunca lo son, pero os encantará alucinar con la aventura de un premio Nobel en un pueblo argentino que se la tiene jurada. Ni se os ocurra perdérosla.
6 de diciembre de 2016
6 de diciembre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pese a los giros previsibles y a que el final creo que no logra su objetivo, tiene partes verdaderamente brillantes. La calidad técnica es considerablemente inferior. A pesar de ello es una película imprescindible para tratar el "estado de la cuestión" de la cultura hoy en día.
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