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Polvo de estrellas

Drama Un cuento moderno sobre la obsesión por la popularidad. Stafford Weiss es terapeuta y escribe libros de autoayuda. Tiene una mujer sobreprotectora, un hijo antigua estrella de la TV en rehabilitación y una hija que acaba de salir del psiquiátrico. La principal cliente de Stafford es una famosa actriz, a punto de interpretar el papel que hizo su madre en los años 60. (FILMAFFINITY)
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Críticas 80
Críticas ordenadas por utilidad
18 de mayo de 2015
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un accidente, llamativo y estrepitoso, pero no tan suculento y espectacular como la ilusión aguardaba.
Mapa de las estrellas..., y uno debería mirar hacia el cielo, en una hermosa noche estrellada, en busca de la verdadera leyenda, belleza y sabiduría de esa línea imaginaria que une esos seductores puntos celestes que nos coronan, con arte y magnificencia, cada noche y, cuya estela, da para la perfecta realidad científica, de coreografía bella, o para la inmensa creatividad, de inventiva infinita, que se desprende a partir de ellas.
Pero, claro, si tomamos como referencia la fulminante sentencia "¿sabes qué es el infierno?, un mundo sin narcóticos", está claro que, David Cronenberg, se refiere a un análisis emocional y dramático, moribundo e hiriente del mundo de Hollywood y la paranoia descontrolada que acompaña a los actores que se mueven por dicha extensión, un agónico círculo que se cierra por la conexión espeluznante, friki y rebuscada de sus miembros cuya correlación es el sufrimiento, la adicción y obsesión por el fuego de un infierno que les acompaña a lo largo de su travesía, extravagancia y exageración para exhibir la devastación de quien está perdido anímicamente, y desolado afectivamente, pero debe interpretar su mejor papel en público para mantenerse al pie de un cañón, que va tan cargo de pólvora, que parece imposible llegue intacto a destino buscado, machaque y podredumbre de quien ve fantasmas del pasado acosando su maltrecha cabeza y masacrado corazón, un análisis intimista -no tan peliagudo-, muestrario de ese mundo estelar tan apetecible desde fuera, en su maquillado escaparate, pero tan quemado por el subsuelo de un almacén que huele mal desde lejos.
Muchas veces ha sido retratado el irónico, falso, ridículo y lamentable cosmos de las estrellas del celuloide, atractiva idea de desmeduzar la profesión que se representa, despedazar los roles y mitos que les acompañan y mostrar, al público, los trapos sucios de una adorada isla lujosa rodeada de tanta miseria que llega a inundar y ahogar, sin posibilidad de cierre, la válvula de su agresivo grifo; el guión de Bruce Wagner no es el mejor y más meritorio retrato realizado hasta el momento, se limita al punto fijo de quien vive de la locura y esquizofrenia de sus miedos y fracasos personales, que les acosan como fantasmas peregrinos que vuelven, incesantemente, a perturbar la costosa -y nunca alcanzada- serenidad, personajes unidos por un accidente compartido que les lleva a padecer los mismos males, resentimientos, fobias y desquicios, demencia mental a tutiplén repartida por toma de pastillas masivas, e indigestas ensoñaciones, que van a más nutriendo el floreciente mal que les corroe y devora lentamente en una maniosa ofuscación, centrada en la figura de la niña indefensa, de la que no sale, ni avanza ni ahonda.
La siempre magnífica Julianne Moore como actriz desesperada y en las últimas de pasar al vagón del olvido y retiro, acompañada por un cumplidor John Cusak, escritor-terapeuta que no puede sanar a su propia familia, más la víctima esposa, Olivia Williams, de neurótica apesadumbrada cuyos hijos parecen querer repetir su historia, un filme que debe mucho a sus intérpretes cuya fuerza, poder y atractivo mantiene al espectador atento a sus andaduras y porvenir pues, respecto a la desgracia e inmundicia, no es la muestra más sagaz y perspicaz observada, un "Cómo conquistar Hollywood" que se centra en el estrés, angustia y desorden de sus miembros, en su ambición, inestabilidad racional y carencia emocional que viven todos ellos, lectura que explota su lástima y confusión sin densidad ni floreciente crédito en lo observado, argumento que busca frenéticamente el dolor, la ansiedad y amargura de sus caracteres con el único objetivo de hacerlos rodar, rodar y rodar hasta el abismo de unas tinieblas no tan opulentas ni jugosas como se anhela, decoración de ocaso que gira en exceso al sensacionalismo y la desproporción forzada, lo que empieza con suculencia y curiosidad, pronto cojea disminuyendo su habilidad, captación y apego resultando, al final, una construida fábula sobre cómo acabarás si te portas mal...,un asedio y castigo para los codiciosos, impuros y perturbados por herencia familiar.
Contenta, te vale pero no alcanza todas sus posibilidades, melodrama surrealista, radical y, en extremo, drástico que no alcanza para fascinación creíble o sugestión hipnótica, trama cuyo intento de ser aguda y punzante pierde enteros y se convierte en un baile de tragedia shakespeariana que se estrella contra su propio mapa, explicación que enlaza todo el ecosistema sin excesiva motivación, énfasis o pasión, un dramatismo pintoresco y excéntrico cuando, el núcleo de su base, no cuenta con tan nutritiva y rica dosis y se queda en numerito desmesurado, superlativo que decora, hace ruido pero cuyo contenido no alimenta como debería.
Termina por parecer, un relato preventivo para niños, que narra el horrible mundo de los adultos, que hay que evitar pues, en caso contrario, ¡vendrá el coco y te comerá!, amén del monstruo de las galletas, el hombre del saco, el lobo, o ¡un familiar que supere a los cuatro! ..., así que ¡a portarse bien! con mensaje oculto: dedícate a otra profesión que no sea ésta, no ocurra que cumplas tu sueño y acabes viviendo ¡El juego de Hollywood!; Cronenberg/Altman..., ¿acabo de meter el dedo en la llaga?

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
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6 de marzo de 2017
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La maquinaria que factura billones de dólares al año y que nos hechiza con sus estrellas, su lujo, sus luces de neón y su cine es en realidad una fosa séptica donde para pagar por cada de una de esas cosas obliga al que lo hace a hundirse en toneladas de miseria y estiércol, y al final lo hace con gusto...

Esta maquinaria se llama Hollywood y el verla despedazada en pantalla ya no es en absoluto un tema original, ni siquiera escandaloso; ¿sentirán un placer masoquista los privilegiados que por esas lindes caminan y medran al ver la imagen que muchas veces ofrecen de ellos en ciertos títulos condenatorios? Deben hacerlo pues este tipo de cine (el "arde Hollywood") no existiría; y eso es lo más paradójico. David Cronenberg, que se vino reciclando y modernizando desde mediados del 2.000, se encarga de introducirse en el podrido seno de la ciudad de las estrellas como las larvas en los cuerpos de sus personajes de "Shivers", y removerse en su interior hasta hacer explotar sus tripas.
"Maps to the Stars" esperó mucho tiempo para hacerse realidad, como casi todos los guiones del autor Bruce Wagner, un experto en hacer sangrar a la comunidad de donde, por otro lado, es nativo; la última obra del director era la distante e insoportable "Cosmopolis", con la que compartirá no pocos puntos. Sobre todo tiene a ese mejorado Robert Pattinson en la piel de un chófer de ambigua personalidad encerrando un álter-ego del propio Wagner; pero no es el protagonista, sino una extranjera, ya en tierra de nadie antes de aterrizar en la soleada Los Angeles: Agatha, y que exhibe el precioso pero para la ocasión malformado rostro de Mia Wasikowska.

El pequeño microcosmos en el que nos mete de cabeza el director comprende dos historias paralelas: la de una familia extremadamente disfuncional (los Weiss) y la de una actriz madura en horas bajas (Havana). Disecciona así todos los recovecos de un Hollywood figurado como máquina de fantasmas y cantera de conspiraciones y secretos, pero utiliza un proceso algo diferente del de Lynch en "Mulholland Drive" (cuya Betty es el homólogo de esta Agatha); aquél disponía un submundo de monstruos que articulaban y manipulaban la realidad exterior desde las sombras, cargando la historia de una desasosegante tensión difusa.
El canadiense observa Los Angeles, lugar de proyección e idealización por excelencia, con sus monstruos pululando en el exterior y, lo que es peor, pretendiéndose gente corriente, viviendo de gestos, miradas y palabras de hipocresía; frialdad pura entre los falsos y muy modernos oropeles donde refugiar sus trastornos, neurosis, miedos, decadencias y fracasos. Un buen ejemplo: el padre (Stafford) distante que sólo piensa en su prestigio como autor mientras su retoño de 13 años (Ben) es un desgraciado drogadicto que se pasea por ahí cual hijo de capo de la mafia.

Sensacional es la naturalidad del guión para atrapar a todos sus protagonistas en un anillo de Moebius donde ambos lados giran como los rostros intercambiables de una misma realidad, y el final se une al principio en un círculo infinito; la dualidad de los personajes como clave esencial del guión. Cargando la atmósfera de cierta sutileza puramente sensorial cercana a la imaginería de Lynch o Polanski, el cineasta se sirve del humor más negro y satírico para disponer los juegos de espejos y dobles que ingeniosamente construye Wagner, con la pareja de hermanos Agatha/Ben figurando la misma relación enfermiza que sus propios padres (delirios de incesto que resultará un tema espinoso para el espectador fácil de escandalizar).
Por otro lado la obsesión de Havana de suplantar a su propia madre, cuyo fantasma será el instigador de sus pesadillas, y que se sirve de la tragedia familiar y los elementos del fuego, el propio cine y el poema de Paul Éluard como conductores entre la actriz acabada y la joven recién llegada, un todo cuyos dos hemisferios interactúan sin cesar; de por medio los fantasmas de dos niños simbolizando un presagio desastroso. Agatha y Ben, torturados en su presente, están atrapados entre los espíritus del pasado (Stafford y Christina) y los del futuro (Cam y Roy).

Mientras, todos hacen del sadismo, la culpa y la degeneración una parte importante de sus vacuas existencias, curándose en pomposas reuniones sociales, desaforadas relaciones amorosas y psicóticas terapias que no llevan a ningún sitio, porque el destino juega en contra y es un arma poderosa. Durante el último acto, Cronenberg, algo que lleva haciendo toda su vida, nos rasga los hígados con violentos actos cuyo incentivo es la pura maldad humana y la locura en su máxima expresión; al final la visión es inmisericorde y así el público acaba harto, desquiciado y empachado con unos personajes con los que resulta imposible comprender y empatizar.
Reverso amargo y áspero de "Get Shorty" y un buen tributo a los clásicos que se burlaban así de maquiavélicamente de las debilidades del Hollywood dorado. Wasikowska y una pérfida Julianne Moore llevan todo el peso del film a sus espaldas, pero ni que decir que Pattinson, John Cusack, Justin Kelly y sobre todo Evan Bird se amoldan bien a sus ruines papeles; técnicamente destacan los ambientes fríos y a un tiempo elegantes que otorga la mano de Peter Suschitzky a la fotografía, dando a la cruda realidad una dimensión de extrañeza que tanto fascina como repugna.

Al ser una producción independiente pasó con rapidez a ser pieza de culto; ni de lejos cubrió en taquilla el coste de realización pero encantó en festivales y a la mayoría de críticos especializados. Cronenberg sabía que no hacía un film para las masas...
Y menos para las que se tragan sin pestañear todos los irracionales "blockbusters" salidos como churros de su fábrica de sueños preferida. Me sitúo así entre los que opinan que ésta es una de sus mejores obras de su etapa madura.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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8 de diciembre de 2014
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es interesante comprobar cómo esta película es una mezcla de "Mulholland Drive", "American Beauty", "Eva al desnudo" y "El crepúsculo de los dioses". Un delirio, en definitiva, que satiriza hasta lo grotesco la absurda vida de los actores de Hollywood cuando toda su obsesión es la apariencia, la juventud eterna y el mantenimiento de un estatus que es evidente no les reporta felicidad. Lo trágico y lo cómico se mezclan en unas vidas desnortadas ya desde sus inicios (el mejor ejemplo es ese actor adolescente exdrogadicto y enfermo de fama) que ni siquiera intentan mirar más allá de sus propios intereses y egoísmos, y si lo hacen es por pura pose.

Muy recomendable, y la actuación de Julianne Moore, espectacular.
Yogulado
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6 de diciembre de 2014
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos encontramos ante una extraña y turbulenta cinta.
Cronenberg nos muestra en ella los excéntricos e hipócritas universos de unos personajes al límite, que como nexo común tienen el mundo hollywoodiano de la gran meca del cine. Consigue que te estremezcas ante lo que estás viendo, sumergiéndote y llevándote cada vez más hacia el fondo hasta provocar que te ahogues en su tortuoso planteamiento, repleto de ambientes esquizofrénicos y contradictorios, donde abundan las lujosas mansiones y las internas perversiones más oscuras.
En su primer tramo hay mucha crítica inteligente mostrada por la vía del humor negro de una forma muy punzante y hasta incluso jugando con la trivialidad más descarada.
En el film hay referencias a Lynch de forma clara e innegable, a Lost Highways, a Mullholand Drive, a Twin Peaks e incluso a la retorcida Inland Empire. Esas raras atmósferas marca de la casa donde nos plantea mundos estrambóticos y densos, relaciones surrealistas, mostrando unas vidas cargadas de vulgaridad soterrada e infinita superficialidad.
La música a base de sintetizadores bien podría estar en cualquiera de las películas nombradas, y sin duda es un acierto ya que realmente consigue ponerte en guardia y aportar el énfasis necesario para darle todo el dramatismo y crudeza y que el mensaje que nos inocula se quede grabado a fuego nuestro cerebro, haciéndote que siempre te esperes lo peor.
Las actuaciones están todas en un punto muy alto, pero sobre todo Julianne Moore vuelve a dejar claro que es una de las mejores sin discusión.
Está claro que a Cronenberg talento y maneras no le faltan, y aunque no estemos ante una obra maestra si es una buena película más que recomendable. Dejará poso.
wilburnet
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24 de septiembre de 2014
12 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
El póster: un letrero de Hollywood en llamas, y unas letras que dicen "Maps to the Stars"... cuando ponen "Stars" se refieren a las celebridades del Hollywood actual.

Sin embargo no es "Maps to the Celebrities" (que sería más preciso) sino "to the Stars". Esto es para construir una ironía sacándole partido al matiz excelso o encumbrado de la palabra "Stars", mostrando que las personas que idolatramos y llamamos estrellas no son más que la gente destruida y execrable que aparece en la película.

¡Oh, revelación!... ¡Nuestros ídolos son gente destruida y execrable!... ¡Es el mayor descubrimiento de la historia de la humanidad!... ¡Oh Cronenberg! ¡Qué transgresor y qué incendiario a tus setenta años! ¡Cannes te abrirá sus puertas de par en par!

Escupa mediocremente sobre Hollywood y considérese dentro de la selección oficial de Cannes.

Una pérdida de tiempo absoluta. En lugar de esta cinta recomiendo "Somewhere" de Sofía Coppola, que sabe todo el tiempo lo que quiere decir y no se anda con vueltas.

Nota 1/10 por no aportar nada y por entrar a Cannes que debería ser el epítome de la cinematografía mundial.
David Cáp
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