Un profeta
7.5
26,704
Thriller. Drama
El joven Malik El Djebena (Tahar Rahim), un francés de origen árabe, ingresa en prisión para cumplir una pena de seis años. Aunque al principio la vida en la cárcel le resulta muy dura porque está completamente solo, se adapta rápidamente y, gracias a su carisma, se gana poco a poco la simpatía de los miembros de la mafia corsa, que tienen sobornados a los guardias y controlan todo lo que pasa en prisión.
10 de noviembre de 2010
10 de noviembre de 2010
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En este mismo año, el cine español nos proporcionó uno de los mejores dramas carcelarios de la historia. ‘Celda 211’ retrata la insubordinación de un recluso con principios, que organiza un motín con el único fin de conseguir derechos como recluido.
‘Un prophète’ es un perturbador, revelador y magistral drama carcelario. La influencia de series americanas y del estilo narrativo del “Goodfella” Scorsese, se hacen notar en este film de Jacques Audiard. La narración es tan hipnótica, que no te permite apartarte ni un segundo de la pantalla. Las más de dos horas se pasan volando y te deja con ganas de más. No decae en ningún momento gracias aun guión sumamente perfecto. Audiard nos graba, a fuego lento en nuestras retinas, bellísimas imágenes carentes de algún resto de oquedad. Un film que va de cabeza a convertirse, sin lugar a dudas, en un clásico del género.
La historia narra la vida de El Djebena, un joven árabe (sorprendente Tahar Rahim) que se enfrenta a un duro ambiente hostil como es el patio de una cárcel. Analfabeto y con el calificativo de novato, deberá aprender e integrarse en ese grupo de malas influencias. Sufre condena por atacar a un policía, pero la verdadera condena, es la pesadilla psicológica que sufre por un fantasma que le persigue en sueños. Poco a poco irá escalando los peldaños de la pirámide del poder (como en ‘El precio del poder’), y pasará de ser el auxiliar de una banda de mafiosos corsas hasta llegar a ser el Profeta de su propia organización criminal.
Lo mejor: su pulso narrativo.
Lo peor: su escaso humor.
‘Un prophète’ es un perturbador, revelador y magistral drama carcelario. La influencia de series americanas y del estilo narrativo del “Goodfella” Scorsese, se hacen notar en este film de Jacques Audiard. La narración es tan hipnótica, que no te permite apartarte ni un segundo de la pantalla. Las más de dos horas se pasan volando y te deja con ganas de más. No decae en ningún momento gracias aun guión sumamente perfecto. Audiard nos graba, a fuego lento en nuestras retinas, bellísimas imágenes carentes de algún resto de oquedad. Un film que va de cabeza a convertirse, sin lugar a dudas, en un clásico del género.
La historia narra la vida de El Djebena, un joven árabe (sorprendente Tahar Rahim) que se enfrenta a un duro ambiente hostil como es el patio de una cárcel. Analfabeto y con el calificativo de novato, deberá aprender e integrarse en ese grupo de malas influencias. Sufre condena por atacar a un policía, pero la verdadera condena, es la pesadilla psicológica que sufre por un fantasma que le persigue en sueños. Poco a poco irá escalando los peldaños de la pirámide del poder (como en ‘El precio del poder’), y pasará de ser el auxiliar de una banda de mafiosos corsas hasta llegar a ser el Profeta de su propia organización criminal.
Lo mejor: su pulso narrativo.
Lo peor: su escaso humor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Al final como ciervo libre consigue su libertad.
5 de febrero de 2011
5 de febrero de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Compleja y tal vez enrevesada definición la del título de la crítica, pero no se me ocurre nada mejor para definir a esta grandísima película francesa, multipremiada el pasado año, pero que, creo yo, poco conocida entre el gran público. Es una pena, porque es un plato fuerte dentro de un año, el 2010, que ha andado un poco rácano en peliculones.
Un profeta es la historia de Malik, un joven de 19 años que ingresa en prisión con una pena de seis. Su juventud y su aparente fragilidad le convierten en blanco fácil de los presos, en especial de la mafia corsa; pero, poco a poco, Malik aprenderá a moverse y a defenderse, ascendiendo en la "escala social" de la cárcel y tomando parte de los pequeños y grandes trapicheos que allí se llevan a cabo.
En su primera media hora, Un profeta se encuadra perfectamente en el thriller carcelario al uso. Pero, ¿cuál es su gran secreto? Una vez presentado el espacio, los personajes y el ambiente, llega el momento de hacer virar la historia y llevarla hacia algunos terrenos menos transitados. Ahí es donde el espectador se sorprende y a la vez queda maravillado de cómo evoluciona la historia. Una historia de dolor, violencia, humillación, pero donde, paradójicamente, siempre queda un resquicio para la esperanza. La historia de Malik es la de quien se ve obligado a crecer y madurar de golpe, a marchas forzadas, a remolque de las circunstancias.
Además, Un profeta es una historia que, en la actual Francia, hurga en la herida de los conflictos raciales y racistas. Lo interesante de las películas carcelarias siempre ha sido comprobar cómo ese microcosmos reproduce los patrones de la sociedad. El nuevo preso es un extraño que únicamente puede ser dos cosas: la presa o el cazador. Malik comienza siendo presa y termina siendo cazador, pero ese proceso es de todo menos un lecho de rosas. Y dentro de él tienen gran importancia la raza, el color de la piel, el idioma y, cómo no, la inteligencia para saber mover piezas, para saber utilizar a determinadas personas en beneficio propio.
La película de Audiard utiliza un estilo hiperrealista, muy cercano a los personajes, a los que, en un sitio como la cárcel, conocemos por sus acciones y sus amistades. Cada plano de sus dos horas y media es certero y tiene una intención, nada sobra y nada falta en esta historia, con un guión ajustado y directo, que deja de lado modas y mitos en torno a la mafia o la violencia. En Un profeta hay acciones atroces y repugnantes, pero la cámara no se aleja, sino que se acerca para que lo sintamos en nuestras carnes, para que nos duela a nosotros también, para que calibremos lo que nuestro protagonista tiene que soportar.
Es una pena que películas como Un profeta, por el mero hecho de ser europeas, no gocen de la difusión y distribución que merecerían. Un triunfo del cine europeo como éste no debe caer en el olvido. Mi más sincero aplauso a todos los que la han hecho posible.
Un profeta es la historia de Malik, un joven de 19 años que ingresa en prisión con una pena de seis. Su juventud y su aparente fragilidad le convierten en blanco fácil de los presos, en especial de la mafia corsa; pero, poco a poco, Malik aprenderá a moverse y a defenderse, ascendiendo en la "escala social" de la cárcel y tomando parte de los pequeños y grandes trapicheos que allí se llevan a cabo.
En su primera media hora, Un profeta se encuadra perfectamente en el thriller carcelario al uso. Pero, ¿cuál es su gran secreto? Una vez presentado el espacio, los personajes y el ambiente, llega el momento de hacer virar la historia y llevarla hacia algunos terrenos menos transitados. Ahí es donde el espectador se sorprende y a la vez queda maravillado de cómo evoluciona la historia. Una historia de dolor, violencia, humillación, pero donde, paradójicamente, siempre queda un resquicio para la esperanza. La historia de Malik es la de quien se ve obligado a crecer y madurar de golpe, a marchas forzadas, a remolque de las circunstancias.
Además, Un profeta es una historia que, en la actual Francia, hurga en la herida de los conflictos raciales y racistas. Lo interesante de las películas carcelarias siempre ha sido comprobar cómo ese microcosmos reproduce los patrones de la sociedad. El nuevo preso es un extraño que únicamente puede ser dos cosas: la presa o el cazador. Malik comienza siendo presa y termina siendo cazador, pero ese proceso es de todo menos un lecho de rosas. Y dentro de él tienen gran importancia la raza, el color de la piel, el idioma y, cómo no, la inteligencia para saber mover piezas, para saber utilizar a determinadas personas en beneficio propio.
La película de Audiard utiliza un estilo hiperrealista, muy cercano a los personajes, a los que, en un sitio como la cárcel, conocemos por sus acciones y sus amistades. Cada plano de sus dos horas y media es certero y tiene una intención, nada sobra y nada falta en esta historia, con un guión ajustado y directo, que deja de lado modas y mitos en torno a la mafia o la violencia. En Un profeta hay acciones atroces y repugnantes, pero la cámara no se aleja, sino que se acerca para que lo sintamos en nuestras carnes, para que nos duela a nosotros también, para que calibremos lo que nuestro protagonista tiene que soportar.
Es una pena que películas como Un profeta, por el mero hecho de ser europeas, no gocen de la difusión y distribución que merecerían. Un triunfo del cine europeo como éste no debe caer en el olvido. Mi más sincero aplauso a todos los que la han hecho posible.
25 de septiembre de 2011
25 de septiembre de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Donde exista una prisión detrás de una cámara, ahí estaré yo. Me encantan los temas carcelarios, porque siempre me ha fascinado todas las hitorias que se manejan detrás de esos muros. El ser humano no fue creado para estar encerrado, sino para vivir en libertad. 24 horas dan para pensar mucho ahí dentro, y eso es peor que la jungla, sobreviven los más fuertes y los que pertenecen a los diferentes grupos de etnias. Pero...¿y si te ves solo? ¿y si no perteneces a ningún grupo? ¿cómo sobrevivirías?
Pues es precisamente esta cuestión la más importante de las que trata Jacques Audiard en esta historia. Un chaval árabe-francés de 19 años, que es condenado a 6 años de prisión, se verá obligado a hacer cosas impensables, a relacionarse con personas muy peligrosas y actuar en misiones de carácter suicida para poder sobrevivir en dicha prisión.
Desde el primer día ve como funciona aquello, cuando en el patio le dan una paliza y le quitan sus zapatillas deportivas, ante la atenta mirada de todos...y nadie pestañea. ¡¡¡¡ Estás solo chaval !!!! A raíz de ahí, la mafia corsa dentro de prisión le encomienda una misión, y solo tiene una posibilidad, o lo hace o lo pagará con su vida. Conocerá la violencia en su estado más duro y sangriento, los entresijos del mundo de la droga, sus capos, sus negocios, y todo ello desde un asiento privilegiado en primera fila. Todo esto lo irá curtiendo y le dará la oportunidad de convertirse en uno de ellos y sacar el máximo beneficio posible de estas relaciones, saliendo lo menos dañado posible. Juega con varios bandos a la vez, es por decirlo así...un mercenario en un mundo sin ley.
Un profeta es una muy buena película, algo extensa eso sí, pero muy dura, muy real, donde sería de obligada visión a las masas de juventudes que habitan nuestra nación, para disuadirlos de cometer delitos de forma gratuita. ¡¡¡¡ Más de uno se lo pensaría, estoy seguro !!!!
Pues es precisamente esta cuestión la más importante de las que trata Jacques Audiard en esta historia. Un chaval árabe-francés de 19 años, que es condenado a 6 años de prisión, se verá obligado a hacer cosas impensables, a relacionarse con personas muy peligrosas y actuar en misiones de carácter suicida para poder sobrevivir en dicha prisión.
Desde el primer día ve como funciona aquello, cuando en el patio le dan una paliza y le quitan sus zapatillas deportivas, ante la atenta mirada de todos...y nadie pestañea. ¡¡¡¡ Estás solo chaval !!!! A raíz de ahí, la mafia corsa dentro de prisión le encomienda una misión, y solo tiene una posibilidad, o lo hace o lo pagará con su vida. Conocerá la violencia en su estado más duro y sangriento, los entresijos del mundo de la droga, sus capos, sus negocios, y todo ello desde un asiento privilegiado en primera fila. Todo esto lo irá curtiendo y le dará la oportunidad de convertirse en uno de ellos y sacar el máximo beneficio posible de estas relaciones, saliendo lo menos dañado posible. Juega con varios bandos a la vez, es por decirlo así...un mercenario en un mundo sin ley.
Un profeta es una muy buena película, algo extensa eso sí, pero muy dura, muy real, donde sería de obligada visión a las masas de juventudes que habitan nuestra nación, para disuadirlos de cometer delitos de forma gratuita. ¡¡¡¡ Más de uno se lo pensaría, estoy seguro !!!!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Es tanta la corrupción en dicha prisión, que un alto mando de la policía allí dentro, se acojona cuando César Luciani lo amenaza. De esta manera controlan la prisión a su antojo. Incluso llegar a un preso en una zona de seguridad es lo más sencillo del mundo, aunque la escena del asesinato de Reyeb me suene a forzada. Si te metes una hojilla de afeitar en la boca, entre tantas pruebas te rajas la boca mil veces.
13 de febrero de 2012
13 de febrero de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un profeta, en la más pura tradición del cine negro, cuenta una historia de ascenso al oculto pero siempre influyente mob power manchada de sangre y traición y dinero (ya) sucio. Y en la más pura, también, tradición noir francesa, es un film de contundente y acerada sequedad, en el que todo (gestos, actitudes, palabras, miradas), y todos, son tan duros y cortantes como la hojilla de afeitar que inicia la carrera de su protagonista.
Se nota que Jaques Audiard conoce bien los clásicos de esa corriente de la cinematografía francesa. Estos están presentes explícita e implícitamente en la elaboración y resultado de Un profeta, pero sin que Audiard y sus colaboradores confundan en ningún momento admiración con caligrafismo; y así, a través de la relectura y el uso de las convenciones del thriller penitenciario (pues no debe olvidarse que aquella debe servir para descubrir lo que todavía permanece oculto o velado entre, en este caso, los fotogramas de las películas revisadas), logra una obra renovadora, implacable, de ejemplar densidad, que como La escapada de Becker, se desarrolla en su mayor parte en un penal (este todavía más asfixiante), y como el magistral Círculo rojo del gran Jean-Pierre Melville (hay cosas que nunca cambian), no puede acogerse más que al nihilismo en su visión del mundo.
En este magnífico Un profeta, en el que la realidad tiene la textura de las alucinaciones y las alucinaciones la de la realidad, confundiéndose ambas hasta la indistinción de la pesadilla, se lanza, a la manera de un puñetazo en la boca, uno de las más devastadores juicios acerca de la (im)posibilidad de la justicia en el cine de las últimas décadas. Que el hombre no es bueno por naturaleza quizá sea algo discutible, pero lo seguro, y Un profeta se encarga de corroborarlo, es que la sociedad (o el microcosmos de la cárcel) ya se encarga de potenciar su maldad.
Se nota que Jaques Audiard conoce bien los clásicos de esa corriente de la cinematografía francesa. Estos están presentes explícita e implícitamente en la elaboración y resultado de Un profeta, pero sin que Audiard y sus colaboradores confundan en ningún momento admiración con caligrafismo; y así, a través de la relectura y el uso de las convenciones del thriller penitenciario (pues no debe olvidarse que aquella debe servir para descubrir lo que todavía permanece oculto o velado entre, en este caso, los fotogramas de las películas revisadas), logra una obra renovadora, implacable, de ejemplar densidad, que como La escapada de Becker, se desarrolla en su mayor parte en un penal (este todavía más asfixiante), y como el magistral Círculo rojo del gran Jean-Pierre Melville (hay cosas que nunca cambian), no puede acogerse más que al nihilismo en su visión del mundo.
En este magnífico Un profeta, en el que la realidad tiene la textura de las alucinaciones y las alucinaciones la de la realidad, confundiéndose ambas hasta la indistinción de la pesadilla, se lanza, a la manera de un puñetazo en la boca, uno de las más devastadores juicios acerca de la (im)posibilidad de la justicia en el cine de las últimas décadas. Que el hombre no es bueno por naturaleza quizá sea algo discutible, pero lo seguro, y Un profeta se encarga de corroborarlo, es que la sociedad (o el microcosmos de la cárcel) ya se encarga de potenciar su maldad.
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