Ágora
6.5
66,986
Aventuras. Romance
En el siglo IV, Egipto era una provincia del Imperio Romano. La ciudad más importante, Alejandría, se había convertido en el último baluarte de la cultura frente a un mundo en crisis, dominado por la confusión y la violencia. En el año 391, hordas de fanáticos se ensañaron con la legendaria biblioteca de Alejandría. Atrapada tras sus muros, la brillante astrónoma Hypatia (Rachel Weisz), filósofa y atea, lucha por salvar la sabiduría del ... [+]
5 de marzo de 2010
5 de marzo de 2010
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Àgora es una gran pelicula porque toca un tema de validez universal: la resistencia del pensamiento libre frente a la opresión política. Cómo "las ideologías o creencias" se corrompen y se manipulan cuando llegan al poder. Y eso no es "criticar al cristianismo", como dicen muchos que "sales de ahí odiando a los cristianos" pero eso solo les pasa a los que confunden las ideas con quienes las representan. El resultado va mucho más allá: el gran valor de las personas que no se dejan arrodillar ante la opresión y por ello sufren todas las represiones. Yo creo además, aparte de ser una película histórica, toca un tema totalmente actual: la lucha de la inteligencia contra el Pensamiento actual Único de las grandes masas. Con Ágora uno puede trasladarse perfectamente a la República de Weimar, a la Revolución de Febrero en la Rusia de 1.917 o a la Segunda República Española. Regímenes inestables y violentos que sucumbirán -de forma inevitable- al empuje de las nuevas ideas encarnadas en partidos únicos de carácter dinámico, unitario y armado.
Àgora es una película de resistencia, de grandes valores representados en una sola persona. Todos sucumben ante la opresión menos Hipatia. Porque defiende sus propias convicciones frente a todos, aunque tenga que pagar por ello un alto precio. Investirse de altura moral -en definitiva- dentro de un torbellino social adverso.
Àgora es una película de resistencia, de grandes valores representados en una sola persona. Todos sucumben ante la opresión menos Hipatia. Porque defiende sus propias convicciones frente a todos, aunque tenga que pagar por ello un alto precio. Investirse de altura moral -en definitiva- dentro de un torbellino social adverso.
12 de octubre de 2009
12 de octubre de 2009
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por fin Amenábar sale de su neutralidad y se moja. Y mojarse con su película más ambiciosa tiene, en principio, un mérito que luego debe ser corroborado: la valentía.
Sus anteriores películas son de una factura técnica y formal sobresalientes pero se trataba de cine sin más pretensiones que entretener (excepto Mar adentro). Hasta ahí ningún problema. Bienvenido sea el entertainment bien elaborado. Pero Amenábar se pone bravo y da un paso más allá y confirma su evolución. Se mete en camisa de once varas, lo que conlleva su siguiente mérito: la evolución como creador de películas.
Meterse en camisa de once varas conlleva no agradar a todo el mundo porque el autor se posiciona ideológica y moralmente y eso puede chocar con otras posiciones. No digo que se posicione porque la historia que se cuenta en Ágora haya sido manipulada con ciertos fines sino que la elección misma de esa historia es definitivamente partidista. Y eso me encanta. A eso se le llama dejar su espacio dentro del cine de género al cine de autor.
Otras críticas observan que es fría, aburrida, plana, carente de emociones... Estas afirmaciones son incuestionables porque si la trama, la ambientación, los diálogos, los personajes o el mensaje no consiguen meterte dentro de la historia entonces te aburres con esta y con cualquier película.
A mi si me ha emocionado. Y mucho. Pero quizá es porque además las imagenes más impactantes, los grandes diálogos y el equilibrio a la hora de contar la historia, me siento totalmente identificado en el mensaje que emana de la historia. Si no fuera así quizá la nota de la película bajaría a un 8 o un 7. Pero no son fan de la neutralidad o de la objetividad. No las creo posibles en el arte (ni en otras parcelas).
Sus anteriores películas son de una factura técnica y formal sobresalientes pero se trataba de cine sin más pretensiones que entretener (excepto Mar adentro). Hasta ahí ningún problema. Bienvenido sea el entertainment bien elaborado. Pero Amenábar se pone bravo y da un paso más allá y confirma su evolución. Se mete en camisa de once varas, lo que conlleva su siguiente mérito: la evolución como creador de películas.
Meterse en camisa de once varas conlleva no agradar a todo el mundo porque el autor se posiciona ideológica y moralmente y eso puede chocar con otras posiciones. No digo que se posicione porque la historia que se cuenta en Ágora haya sido manipulada con ciertos fines sino que la elección misma de esa historia es definitivamente partidista. Y eso me encanta. A eso se le llama dejar su espacio dentro del cine de género al cine de autor.
Otras críticas observan que es fría, aburrida, plana, carente de emociones... Estas afirmaciones son incuestionables porque si la trama, la ambientación, los diálogos, los personajes o el mensaje no consiguen meterte dentro de la historia entonces te aburres con esta y con cualquier película.
A mi si me ha emocionado. Y mucho. Pero quizá es porque además las imagenes más impactantes, los grandes diálogos y el equilibrio a la hora de contar la historia, me siento totalmente identificado en el mensaje que emana de la historia. Si no fuera así quizá la nota de la película bajaría a un 8 o un 7. Pero no son fan de la neutralidad o de la objetividad. No las creo posibles en el arte (ni en otras parcelas).
11 de enero de 2011
11 de enero de 2011
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Secuencias muy significativas, planos que te remiten a la obra de Carl Sagan, no quiero arriesgar a decir que es “un pálido punto azul” hecho película, pero puedo decir que pocas películas hacen reflexionar tanto, pocas películas enseñan tanto. Refleja mucho lo que pienso sobre religión, gente y ciencia. Obra magistral y poco conocida quizá por meterse a dar una visión tan objetiva que incomoda.
Agora es una película que trata de recrear la vida de Hipatia de Alejandría, una de las primeras mujeres científicas de la historia, dedicada a la enseñanza de matemáticas y astronomía y posteriormente perseguida por no convertirse al cristianismo.
Amenábar nos muestra el advenimiento del cristianismo, religión de esclavos que lo copó todo, el auge del judaísmo y por contrapartida las creencias paganas. Escenas y situaciones lamentables, de impotencias lacrimógenas y la triste sensación tras entender el atraso que provoca la ignorancia. Independientemente del rigorismo histórico trata de hacernos reflexionar sobre lo complicada que es la verdad y lo cómodas que son las creencias.
Los personajes están muy bien pero destaca la protagonista y nunca mejor dicho, eclipsa a todos a su alrededor, pocas veces alguien puede mostrar la forma seductora que tiene el conocimiento y me gustó la metáfora de que los demás giraran en torno a ella como planetas.
Da más mensajes con gestos, situaciones, planos que con los diálogos entre personajes. La gente razonable va disfrutar mucho más esta película que la de fe, es un hecho.
Agora es una película que trata de recrear la vida de Hipatia de Alejandría, una de las primeras mujeres científicas de la historia, dedicada a la enseñanza de matemáticas y astronomía y posteriormente perseguida por no convertirse al cristianismo.
Amenábar nos muestra el advenimiento del cristianismo, religión de esclavos que lo copó todo, el auge del judaísmo y por contrapartida las creencias paganas. Escenas y situaciones lamentables, de impotencias lacrimógenas y la triste sensación tras entender el atraso que provoca la ignorancia. Independientemente del rigorismo histórico trata de hacernos reflexionar sobre lo complicada que es la verdad y lo cómodas que son las creencias.
Los personajes están muy bien pero destaca la protagonista y nunca mejor dicho, eclipsa a todos a su alrededor, pocas veces alguien puede mostrar la forma seductora que tiene el conocimiento y me gustó la metáfora de que los demás giraran en torno a ella como planetas.
Da más mensajes con gestos, situaciones, planos que con los diálogos entre personajes. La gente razonable va disfrutar mucho más esta película que la de fe, es un hecho.
1 de noviembre de 2009
1 de noviembre de 2009
48 de 90 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, y lo siento por Amenábar, pero él es amigo de las mujeres y no entiende que no es acusada por brujería sino por marujeo, verdulerismo y otros delitos: ¿un trapo manchado con su propio tomate menstrual? Por favor, qué manera más elegante de dar calabazas.
Que sepáis, de todas formas, que estoy absolutamente en contra de la lapidación. De hecho podría decirse que soy un mártir en ese terreno: una vez contesté un correo para que no lapidasen a Amina Lawal y el resultado fue que me colaron un virus de la hostia y todo los días tenía en la bandeja de entrada varios mensajes para agrandar el pene. ¿Existe alguna metáfora más elocuente que esta sobre el triste paso del género masculino en la existencia de nuestra especie?
En fin, tenemos en esta superproducción a una mujer decidida, bella, inteligente, autosuficiente, jetsetiana, amiga de los esclavos, joven, fuerte, sensata e independiente. Mis conocimientos de historia son limitados, muy limitados, pero me lo jugaría todo a una carta: esa mujer no existía entonces. El tema es que a Amenábar le hace ilusión pensar que sí, así que nada, otra musa más al saco, que ahora viene la parte divertida, la que más le gusta, que su hermosa (a mí me parece feilla y clavadita a Pilar López de Ayala) actriz estrella errante le agarre del brazo y paseen por las alfombras rojas de festivales fetén donde les besarán el trasero aunque su película sea un clarísimo nifunifá de cartelera.
Un trío de buenos detalles:
las vistas de pájaro y el google earth quedan guay en pantalla grande.
Gran acierto que el actor que hace de Sinesio sea delgado.
Y lo mejor, ese engaño visual con el cono de Apolonio tomado desde arriba: un círculo, otro círculo.. no, picando un poco la imagen se ve que es una elipse.
La parábola, para los parabolanos, y la hipérbola, la hiper-bola, es afirmar que esta película es una obra maestra.
Pedazo de astrónoma la Hipatía, vive Zeus: no sólo Kepler le roba la idea original de las órbitas elípticas. También podría esta mujer denunciar a Galileo y Newton, vulgares plagiadores de sus experimentos y teorías.
Todos esos papiros ardiendo, qué pena... qué cantidad de información se perdía en esas piras. ¿Pa qué son estos papiros? Pa las piras. Que te pires. Humor del bueno. Igual se quemaron ahí los datos suficientes como para que alguien pudiese rodar de una vez una película de romanos que resulte creíble, porque vive Isis, que no hay manera de trasladarse allí con la imaginación, por muchos miles de extras con túnica y maquetas gigantes que pongan. Es verdad, qué cantidad de extras trabajan en las pelis de romanos, santo dios... qué cansino. Y qué pesaos con la religión todo el día parriba y pabajo. Reconozcámoslo: LAS PELÍCULAS DE ROMANOS SON TODAS UN COÑAZO.
Por cierto: San Cirilo de Alejandría fue el cretino y macabro manipulador que sentenció a muerte a la buena de Hipatía. Palabra de Amenabar,
alabemos al señor.
Que sepáis, de todas formas, que estoy absolutamente en contra de la lapidación. De hecho podría decirse que soy un mártir en ese terreno: una vez contesté un correo para que no lapidasen a Amina Lawal y el resultado fue que me colaron un virus de la hostia y todo los días tenía en la bandeja de entrada varios mensajes para agrandar el pene. ¿Existe alguna metáfora más elocuente que esta sobre el triste paso del género masculino en la existencia de nuestra especie?
En fin, tenemos en esta superproducción a una mujer decidida, bella, inteligente, autosuficiente, jetsetiana, amiga de los esclavos, joven, fuerte, sensata e independiente. Mis conocimientos de historia son limitados, muy limitados, pero me lo jugaría todo a una carta: esa mujer no existía entonces. El tema es que a Amenábar le hace ilusión pensar que sí, así que nada, otra musa más al saco, que ahora viene la parte divertida, la que más le gusta, que su hermosa (a mí me parece feilla y clavadita a Pilar López de Ayala) actriz estrella errante le agarre del brazo y paseen por las alfombras rojas de festivales fetén donde les besarán el trasero aunque su película sea un clarísimo nifunifá de cartelera.
Un trío de buenos detalles:
las vistas de pájaro y el google earth quedan guay en pantalla grande.
Gran acierto que el actor que hace de Sinesio sea delgado.
Y lo mejor, ese engaño visual con el cono de Apolonio tomado desde arriba: un círculo, otro círculo.. no, picando un poco la imagen se ve que es una elipse.
La parábola, para los parabolanos, y la hipérbola, la hiper-bola, es afirmar que esta película es una obra maestra.
Pedazo de astrónoma la Hipatía, vive Zeus: no sólo Kepler le roba la idea original de las órbitas elípticas. También podría esta mujer denunciar a Galileo y Newton, vulgares plagiadores de sus experimentos y teorías.
Todos esos papiros ardiendo, qué pena... qué cantidad de información se perdía en esas piras. ¿Pa qué son estos papiros? Pa las piras. Que te pires. Humor del bueno. Igual se quemaron ahí los datos suficientes como para que alguien pudiese rodar de una vez una película de romanos que resulte creíble, porque vive Isis, que no hay manera de trasladarse allí con la imaginación, por muchos miles de extras con túnica y maquetas gigantes que pongan. Es verdad, qué cantidad de extras trabajan en las pelis de romanos, santo dios... qué cansino. Y qué pesaos con la religión todo el día parriba y pabajo. Reconozcámoslo: LAS PELÍCULAS DE ROMANOS SON TODAS UN COÑAZO.
Por cierto: San Cirilo de Alejandría fue el cretino y macabro manipulador que sentenció a muerte a la buena de Hipatía. Palabra de Amenabar,
alabemos al señor.
9 de octubre de 2009
9 de octubre de 2009
18 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
…que no me lo trago. O sea, la espectacularidad está. La controversia, también. Los buenos actores… pues también. Pero ¿y la historia? Eso es lo que ya no está. El (no tan) niño prodigio del cine español ha vuelto a formarla: su estrategia para convertirse en un cineasta de renombre internacional está cobrando resultados a cada película que realiza. Y hasta ahora, estaba en lo cierto, porque todos sus filmes eran pequeñas (o grandes) maravillas del séptimo arte, demostrando una enorme madurez como realizador, como guionista e incluso como compositor (recordemos de Mr. Amenábar, además de director también es un excelente músico, ahí están partituras tan lucidas como las de “Nadie conoce a Nadie” o “La Lengua de las Mariposas”). Pero ahora con su proyecto más ambicioso, con una gran expectativa, una gran producción, una gran difusión…¿qué le ha pasado? Ha cometido un error impropio en su carrera, que hasta ahora había tenido la lucidez de evitar: enamorarse del envoltorio y descuidar el contenido. En sus películas, él era siempre la estrella, aunque estuviera rodeado de Nicole Kidman o Javier Bardem; en esta ocasión es la británica y preciosa Rachel Weisz la que hace de maestra de ceremonias y ¿protagonista? (luego hablaremos de ello…) de un film sobre los amores imposibles. Al menos, sobre el papel, porque en realidad, la cinta es un canto, loa y homenaje al fundamentalismo ideológico, la intolerancia, y el enfrentamiento entre la ciencia y la religión. Dejando atrás las estériles discusiones del rigor histórico de “Ágora” (como por ejemplo, que Hypatia no murió joven, sino a los 60 años, que la Biblioteca de Alejandría fue arrasada por Julio César, o que el propio Cirilo de Alejandría confesó en una carta que Hypatia era su guía del conocimiento…) el gran problema de esta esplendorosa cinta es el guión: muchos ampulosos discursos, varias secuencias espectaculares de batallas –incluyendo cierto tono “gore”, cabezas, miembros amputados y sangre a raudales, todo incluido- pero en realidad no existe progresión en los personajes, ni conflicto entre ellos. Es más, la historia de amor entre la protagonista y su esclavo está tan traída por alfileres que casi resulta ridícula. Eso por no hablar del diseño de personajes, absolutamente maniqueo. Claro que a lo mejor es que Mateo Gil y Amenábar pensaba que el público es tan poco agudo, que son necesarios los clichés: el bueno, el malo, la mártir… y así todo. Estamos en el siglo IV, en Alejandría, (Egipto): el Imperio Romano ahora es católico y existe un cierto recelo hacia las antiguas creencias politeístas grecorromanas, incluyendo la filosofía y todas las ciencias que ahora se enfrentan con las creencias del sagrado libro. (sigue en spoiler...)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Esta situación se torna insostenible cuando Cirilo alimenta la intolerancia de sus seguidores, azuzándolos contra todo aquel que no comulgue con la fe de Cristo. En esta terrible situación, Hypatia es una de las últimas herederas del legado de los antiguos filósofos y mantiene su status de científica y preceptora. Uno de sus esclavos, convertido al cristianismo, se debate entre sus creencias y la admiración de su dueña, que en realidad, disfraza una pasión incontenible… Todo está perfecto: escenografía, fotografía, realización, montaje, banda sonora (aunque no la haya hecho Amenábar) pero ¿y la historia? Pues que desde mi punto de vista, aburre, no avanza. Vamos, que no funciona: la presunta protagonista, siempre está en Babia, de espaldas a lo que le sucede tanto a ella como a su mundo, que se está yendo al carajo (y ella pensando en, literalmente, las estrellas mientras destrozan la ciudad, le cortan el pescuezo a unos cuantos filósofos, a otros tantos judíos…). Y en cambio, el presunto antagonista, cambiando, atormentándose por lo que pasa, intentando adaptarse a ese nuevo mundo…O sea, que es el verdadero protagonista de la historia. La verdad, un caos, con secuencias impactantes, pero todas ellas sin alma, sin chicha, sin esa esencia especial que hasta ahora había definido la obra de este director. Alguien dijo alguna vez que cuanto menos dinero se tenía, más se agudizaba el ingenio. Pues parece que los 50 millones de euros (es la producción más cara de la historia del cine español) le ha restado varios enteros al talento y la brillantez de D. Alejandro.
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