The BoysSerie
2019 

Evan Goldberg (Creador), Seth Rogen (Creador) ...
7.7
28,849
Serie de TV. Fantástico. Acción. Drama. Comedia
Serie de TV (2019- ). La serie tiene lugar en un mundo en el que los superhéroes representan el lado oscuro de la celebridad y la fama. Un grupo de vigilantes que se hacen llamar 'The Boys' decide hacer todo lo posible por frenar a los superhéroes que están perjudicando a la sociedad, independientemente de los riesgos que ello conlleva. (FILMAFFINITY)
Renovada por una 5ª temporada.
Renovada por una 5ª temporada.
1 de septiembre de 2024
1 de septiembre de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo me bajo de este barco. Muy rico todo. Gracias.
Solo pude aguantar hasta el primer capítulo de la segunda temporada. Y me refiero a aguantar como forma generosa de decir que la serie ya me había aburrido desde el primer capítulo de la primera temporada, por lo que decidí darle el beneficio de la duda visionando un poco más de capítulos hasta poder tener formada una opinión firme.
Le tuve paciencia como para ver por dónde iban a ir los tiros y no me equivoqué un ápice desde los minutos iniciales de visionarla. La cosa pintaba mal o, por lo menos, la historia, universo y forma de narrar no me hablaba a mi como espectador, era un camino super trillado. No me producía ningún interés.
Básicamente suscribo la crítica de Nymphetamine, usuario que ya en 2019 sintió lo mismo, 5 años más tarde, que un servidor.
Lo que flaquea aquí, para variar, es el guion, que es de lo más básico y vago posible, plagado de clichés y relleno por doquier.
La narración no solo que flaquea y se queda a medias en cada capítulo, sino que se vuelve repetitiva y pesada. Sientes que la trama no avanza y, lo peor de todo y siendo honestos, lo que nos cuentan no da ni por las tapas para capítulos de 65 minutos de duración, ni mucho menos para cuatro temporadas y contando, como vamos actualmente hasta el día de la fecha.
Yo creo que, otro factor que no me termina de convencer, es que hoy en día no me resulta provocativa ni desafiante su supuesta "irreverencia" en su propuesta. Para mí, llega muy tarde. Tal vez hubiera funcionado mejor hace 8 o 10 años.
Hoy, no me aporta nada. Es un chiste que se agota a los pocos minutos. Sí, ya entendí que critican a la sociedad capitalista, a la industria de cine, parodian a los supehéroes y al mainstream audiovisual, ok, ¿y con eso que hacemos? No, conmigo esto no funciona.
A todo lo anterior, agreguémosle que cuando intenta ser seria y adulta lo logra pero con mucho esfuerzo y, cuando intenta ser graciosa, no supera la mediocridad, rozando la ridiculez en la mayoría de los casos.
Solo pude aguantar hasta el primer capítulo de la segunda temporada. Y me refiero a aguantar como forma generosa de decir que la serie ya me había aburrido desde el primer capítulo de la primera temporada, por lo que decidí darle el beneficio de la duda visionando un poco más de capítulos hasta poder tener formada una opinión firme.
Le tuve paciencia como para ver por dónde iban a ir los tiros y no me equivoqué un ápice desde los minutos iniciales de visionarla. La cosa pintaba mal o, por lo menos, la historia, universo y forma de narrar no me hablaba a mi como espectador, era un camino super trillado. No me producía ningún interés.
Básicamente suscribo la crítica de Nymphetamine, usuario que ya en 2019 sintió lo mismo, 5 años más tarde, que un servidor.
Lo que flaquea aquí, para variar, es el guion, que es de lo más básico y vago posible, plagado de clichés y relleno por doquier.
La narración no solo que flaquea y se queda a medias en cada capítulo, sino que se vuelve repetitiva y pesada. Sientes que la trama no avanza y, lo peor de todo y siendo honestos, lo que nos cuentan no da ni por las tapas para capítulos de 65 minutos de duración, ni mucho menos para cuatro temporadas y contando, como vamos actualmente hasta el día de la fecha.
Yo creo que, otro factor que no me termina de convencer, es que hoy en día no me resulta provocativa ni desafiante su supuesta "irreverencia" en su propuesta. Para mí, llega muy tarde. Tal vez hubiera funcionado mejor hace 8 o 10 años.
Hoy, no me aporta nada. Es un chiste que se agota a los pocos minutos. Sí, ya entendí que critican a la sociedad capitalista, a la industria de cine, parodian a los supehéroes y al mainstream audiovisual, ok, ¿y con eso que hacemos? No, conmigo esto no funciona.
A todo lo anterior, agreguémosle que cuando intenta ser seria y adulta lo logra pero con mucho esfuerzo y, cuando intenta ser graciosa, no supera la mediocridad, rozando la ridiculez en la mayoría de los casos.
20 de diciembre de 2020
20 de diciembre de 2020
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
(Contiene spoilers).
The Boys es un retrato sarcástico, y menos cínico de lo que puede parecer, de la situación política estadounidense. Desde esta perspectiva, Homelander, eje de la trama, puede representar varios aspectos: la alianza entre los sistemas de creencias (la religión), propaganda (internet y los medios de comunicación de masas) y entretenimiento (Disney) mediante la cual se establece un criterio de normalidad; el intervencionismo como método de preservación del poder; la toma de control de las fuerzas armadas por parte de intereses privados… La intervención de Homelander en el extranjero ya contiene en sí cualquiera de esos tres niveles: primero fabricando un enemigo que luego ha de combatir, después eliminándolo a sangre fría (escena que podría ser el reverso de aquella en la que los Vengadores, mediante el asesinato de Thanos, legitimaban la ejecución de Bin Laden) y, posteriormente, vendiendo la operación como un éxito que por sí mismo justifica la concesión de una mayor cuota de poder.
Sin embargo, detrás ese horizonte social caótico, de la tensión inherente a la lucha por el poder, The Boys perfila un retrato más humano y tenebroso, en el que incluso el ser más superpoderoso del mundo, Homelander, no es más que otro payaso.
Pese a lo que puede parecer, no es malo; y ni tan siquiera ambicioso. No, al menos, de la manera que cabría esperar. Observad su trono por un momento: es el ser más fuerte conocido, nada escapa a su percepción por mucho tiempo, y sin embargo, a lo largo de su vida y como consecuencia directa de esas mismas características, jamás ha recibido la más mínima muestra de afecto. Peor aún, aquellos que se le han aproximado lo han hecho con miedo y por interés, con la única finalidad de usarlo en su beneficio y sin tan siquiera molestarle en aclararle el por qué. Por supuesto, en vez de la verdad, se esforzaron en engañarle cuanto es posible con el objetivo de que nunca hiciera o dijese nada fuera del margen establecido. Con su mirada puede destruir edificios y con voluntad podría someter a la humanidad; pero no quiere hacerlo, no aún, porque está tan desesperado por un poco de afecto que teme que algo así pueda volverse en su contra. Al fin y al cabo, para servir a sus amos ha tenido que hacer cosas que no le gustaría que salieran a la luz: nadie sabe mejor que él que todo es una cuestión de marketing; y nadie está tan firmemente atado a esa rueda como él: pese a todos sus superpoderes, no es más que la cobaya final. Lo sabe. Toda su vida es tan falsa como el marketing y creer en algo en esas circunstancias es prácticamente imposible. Sin embargo, su paciencia tiene un límite humano: saber que los líderes no nacen, se hacen; porque eso significa que los tíos que le han permitido estar donde está (algo que ni eligió ni parece disfrutar) pueden pasarlo a la reserva en cualquier momento, solo tiene que mirar lo que le hicieron a Deep por mucho menos de lo que él ha hecho en nombre de la paz. Y el amor. A fin de cuentas, es muy incómodo estar en la cima, o a un peldaño, y saber que la estructura sobre la que te apoyas ha sido construida, pues en tal caso la estructura puede volverse a recombinar en cualquier momento. Y eso por no hablar de las variables imprevistas. Así, el miedo, algo desconocido hasta entonces para él, comienza a hacer acto de presencia. Y desde ese instante ya no sólo es una marioneta sino que también ha de esforzarse, a perpetuidad, en demostrar a los demás, a sus jefes, que siempre será el cabronazo más duro del corral. Cualquier muestra de debilidad, no digamos ya de afecto, ha de quedar proscrita indefinidamente. En definitiva, está tan jodido que su único consuelo es mamar de las tetas de una fulana que se hace pasar por la madre que nunca conoció. No exageran: solo le quedan las pajas.
Por otro lado, Homelander también funciona como un espejo de la sociedad que lo crea. Y no simplemente porque esta puso su empeño no tanto en crear algo mejor como en fabricar el arma definitiva, una bomba de relojería cuya superioridad es interpretada por sus hacedores como una amenaza potencial hacia ellos mismos. Los cuales, para intentar neutralizar cualquier conato de rebelión, para someterlo, han explotado sus vulnerabilidades (la relación de la segunda temporada con la agente del KKK se basa en esa premisa: no es que Homelander sea necesariamente racista, pero puede llegar a serlo si ve que así puede obtener un poco de afecto –el paralelismo con los republicanos, los abolicionistas, es obvio) para mutilarlo emocionalmente. Así las cosas, no es de extrañar que Homelander se revele una y otra vez como una persona profundamente dependiente.
Y sin embargo, a pesar de todos los cortafuegos, él, como el resto de personajes centrales (Starlight, Butcher, Hughie), acaba rebelándose contra ese orden establecido; y al igual que los demás: no tanto por ambición como por desesperación: han sido duramente golpeados, están bastante rotos y tienen poco que perder. De momento, el resultado es una tragicómica lucha de títeres cargados de falacias construidas ex profeso para no tener que admitir lo mucho que odian su situación y, especialmente, a sí mismos, intercalada por pequeñas y breves explosiones de furia en las que lo individual se revela rebelándose, en ocasiones con gran sutileza, contra lo (políticamente) correcto. Lo mismo da el feminismo que los evangelistas, Disney que el Pentágono, los republicanos que los demócratas; el caso es retratar, entre veras y burlas, una sociedad bárbara (es decir: sin pasado) y fragmentada cuyas ideas no son más que marketing de la ley del más fuerte. Así, después de todo, quizá lo verdaderamente heroico, la autentica lección de las dos primeras temporadas, sea la piadosa resignación mediante la que Homelander sobrelleva la situación. Otros, no necesariamente supers y puede que incluso al contrario, con mucho menos ya han hecho mucho más, y no precisamente en beneficio de la humanidad.
The Boys es un retrato sarcástico, y menos cínico de lo que puede parecer, de la situación política estadounidense. Desde esta perspectiva, Homelander, eje de la trama, puede representar varios aspectos: la alianza entre los sistemas de creencias (la religión), propaganda (internet y los medios de comunicación de masas) y entretenimiento (Disney) mediante la cual se establece un criterio de normalidad; el intervencionismo como método de preservación del poder; la toma de control de las fuerzas armadas por parte de intereses privados… La intervención de Homelander en el extranjero ya contiene en sí cualquiera de esos tres niveles: primero fabricando un enemigo que luego ha de combatir, después eliminándolo a sangre fría (escena que podría ser el reverso de aquella en la que los Vengadores, mediante el asesinato de Thanos, legitimaban la ejecución de Bin Laden) y, posteriormente, vendiendo la operación como un éxito que por sí mismo justifica la concesión de una mayor cuota de poder.
Sin embargo, detrás ese horizonte social caótico, de la tensión inherente a la lucha por el poder, The Boys perfila un retrato más humano y tenebroso, en el que incluso el ser más superpoderoso del mundo, Homelander, no es más que otro payaso.
Pese a lo que puede parecer, no es malo; y ni tan siquiera ambicioso. No, al menos, de la manera que cabría esperar. Observad su trono por un momento: es el ser más fuerte conocido, nada escapa a su percepción por mucho tiempo, y sin embargo, a lo largo de su vida y como consecuencia directa de esas mismas características, jamás ha recibido la más mínima muestra de afecto. Peor aún, aquellos que se le han aproximado lo han hecho con miedo y por interés, con la única finalidad de usarlo en su beneficio y sin tan siquiera molestarle en aclararle el por qué. Por supuesto, en vez de la verdad, se esforzaron en engañarle cuanto es posible con el objetivo de que nunca hiciera o dijese nada fuera del margen establecido. Con su mirada puede destruir edificios y con voluntad podría someter a la humanidad; pero no quiere hacerlo, no aún, porque está tan desesperado por un poco de afecto que teme que algo así pueda volverse en su contra. Al fin y al cabo, para servir a sus amos ha tenido que hacer cosas que no le gustaría que salieran a la luz: nadie sabe mejor que él que todo es una cuestión de marketing; y nadie está tan firmemente atado a esa rueda como él: pese a todos sus superpoderes, no es más que la cobaya final. Lo sabe. Toda su vida es tan falsa como el marketing y creer en algo en esas circunstancias es prácticamente imposible. Sin embargo, su paciencia tiene un límite humano: saber que los líderes no nacen, se hacen; porque eso significa que los tíos que le han permitido estar donde está (algo que ni eligió ni parece disfrutar) pueden pasarlo a la reserva en cualquier momento, solo tiene que mirar lo que le hicieron a Deep por mucho menos de lo que él ha hecho en nombre de la paz. Y el amor. A fin de cuentas, es muy incómodo estar en la cima, o a un peldaño, y saber que la estructura sobre la que te apoyas ha sido construida, pues en tal caso la estructura puede volverse a recombinar en cualquier momento. Y eso por no hablar de las variables imprevistas. Así, el miedo, algo desconocido hasta entonces para él, comienza a hacer acto de presencia. Y desde ese instante ya no sólo es una marioneta sino que también ha de esforzarse, a perpetuidad, en demostrar a los demás, a sus jefes, que siempre será el cabronazo más duro del corral. Cualquier muestra de debilidad, no digamos ya de afecto, ha de quedar proscrita indefinidamente. En definitiva, está tan jodido que su único consuelo es mamar de las tetas de una fulana que se hace pasar por la madre que nunca conoció. No exageran: solo le quedan las pajas.
Por otro lado, Homelander también funciona como un espejo de la sociedad que lo crea. Y no simplemente porque esta puso su empeño no tanto en crear algo mejor como en fabricar el arma definitiva, una bomba de relojería cuya superioridad es interpretada por sus hacedores como una amenaza potencial hacia ellos mismos. Los cuales, para intentar neutralizar cualquier conato de rebelión, para someterlo, han explotado sus vulnerabilidades (la relación de la segunda temporada con la agente del KKK se basa en esa premisa: no es que Homelander sea necesariamente racista, pero puede llegar a serlo si ve que así puede obtener un poco de afecto –el paralelismo con los republicanos, los abolicionistas, es obvio) para mutilarlo emocionalmente. Así las cosas, no es de extrañar que Homelander se revele una y otra vez como una persona profundamente dependiente.
Y sin embargo, a pesar de todos los cortafuegos, él, como el resto de personajes centrales (Starlight, Butcher, Hughie), acaba rebelándose contra ese orden establecido; y al igual que los demás: no tanto por ambición como por desesperación: han sido duramente golpeados, están bastante rotos y tienen poco que perder. De momento, el resultado es una tragicómica lucha de títeres cargados de falacias construidas ex profeso para no tener que admitir lo mucho que odian su situación y, especialmente, a sí mismos, intercalada por pequeñas y breves explosiones de furia en las que lo individual se revela rebelándose, en ocasiones con gran sutileza, contra lo (políticamente) correcto. Lo mismo da el feminismo que los evangelistas, Disney que el Pentágono, los republicanos que los demócratas; el caso es retratar, entre veras y burlas, una sociedad bárbara (es decir: sin pasado) y fragmentada cuyas ideas no son más que marketing de la ley del más fuerte. Así, después de todo, quizá lo verdaderamente heroico, la autentica lección de las dos primeras temporadas, sea la piadosa resignación mediante la que Homelander sobrelleva la situación. Otros, no necesariamente supers y puede que incluso al contrario, con mucho menos ya han hecho mucho más, y no precisamente en beneficio de la humanidad.
7 de agosto de 2019
7 de agosto de 2019
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comienza muy fuerte esta serie, capítulos muy entretenidos y rápidos de ver, utiliza un humor negro que engancha y cada personaje es un mundo completamente distinto del siguiente, y lo bueno de ellos es que todos enamoran.
Si tuviera que poner un pero sería que a medida que la serie avanza parece olvidar ese toque divertido que tenía al principio.
Los personajes principales eran ya perfectos al principio, no necesitaban la profundidad que se les ha querido dar entrada la segunda mitad de la primera temporada.
Si tuviera que poner un pero sería que a medida que la serie avanza parece olvidar ese toque divertido que tenía al principio.
Los personajes principales eran ya perfectos al principio, no necesitaban la profundidad que se les ha querido dar entrada la segunda mitad de la primera temporada.
11 de agosto de 2019
11 de agosto de 2019
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los siete son un grupo de super heroes que defienden el mundo de los malotes. Sus cuestiones del día a día son gestionadas por una empresa llamada Vough. Hughie es un chico normal que sale con su novia Robin hasta que unos de estos super héroes, el así llamado A-Train, se cruza en su camino cambiando su vida para siempre.
Por otra parte, El Farolero, un super del grupo de Los Siete se retira y se busca un nuevo candidato.
Lo que pasa en el resto de episodios es una completa locura que he disfrutado del primer minuto al último.
Mucho humor negro y unos personajes impactantes sobre el fondo de un mundo donde el capitalismo gestiona de forma discutible (o no) el mundo de los super héroes.
Por otra parte, El Farolero, un super del grupo de Los Siete se retira y se busca un nuevo candidato.
Lo que pasa en el resto de episodios es una completa locura que he disfrutado del primer minuto al último.
Mucho humor negro y unos personajes impactantes sobre el fondo de un mundo donde el capitalismo gestiona de forma discutible (o no) el mundo de los super héroes.
4 de octubre de 2020
4 de octubre de 2020
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Boys es una serie que bebe indudablemente de los grandes éxitos de los últimos años: Juego de Tronos (usando esos giros de guion tan imprevisibles y sorprendiendo visualmente al espectador, con un alto nivel de crudeza y gore) y a Breaking Bad, con un antihéroe que se enfrenta de forma imposible con dioses que le superan, pero a los que conseguirá herir con perseverancia. De Breaking Bad también adopta una estética triste y oscura (a pesar de los intensos colores de los trajes de los superhéroes) y a Giancarlo Exposito, lo que creo que acaba de demostrar su referencia en la serie.
La violencia y el gore entronca el argumento de The Boys. Es sorprendente la creatividad de los guionistas para destrozar el cuerpo humano. Argumentalmente, no deja de ser una historia de cine negro, como una historia de gangsters y mafiosos.
Algo curioso es el poco interés que despiertan los personajes - en teoría - protagonistas. Ni Hugh, ni El Carnicero, ni Frenchie... se antojan relevantes. De hecho, da la sensación de que si los sacásemos de la serie, todo continuaría mas o menos igual. Me atrevería a decir que son simples recursos de guion para dirigir a los auténticos protagonistas: los superhéroes y la empresa Vought, con todas sus tramas.
Lo mas inquietante para mi es el mensaje de la serie: es una critica a nuestra creencia ciega en ciertos individuos, asociaciones e instituciones a los que creemos indudablemente buenos, bondadosos y a nuestro favor, cuando realmente son egoistas y egolatras, oscuros y miserables. En la serie lo suelen ligar por supuesto a los grupos de derechas, conservadores, nazis y religiosos, villanos habituales de toda película, y es una lastima que no amplie el espectro tambien con los “engañabobos” de izquierdas que tanto abundan en nuestra sociedad actualmente, reyes del buenismo y la corrección politica, los amos de las religiones feministas, ecologistas, antiracistas o “antifascistas” pues haría mas interesante la serie. Pero en fin, cada uno verá reflejado en esos superheroes a los villanos de la vida real que prefiera. En cualquier caso, es interesante que una serie se atreva a decir que los supervillanos no son siempre evidentes, y a menudo se esconden tras campañas de intenso lavado de imagen.
Una gran empresa con un inmenso poder e influencia, que dirige a los superheores y llamada Vought, maneja de forma intocable el destino de la sociedad y el mundo. Es realmente irónico que este mensaje se de en una serie producida por Amazon, que junto a Apple, Google y Facebook podrían representar sin problemas a Vought, empresas de inmenso poder que suelen dar mensajes de bondad y de estar comprometidos con esos “palabros” tan “modelnos” como son la inclusión, el racismo y la defensa del pimiento del piquillo. El ultracapitalismo tiene estas cosas.
Y eso es lo que muestra esta serie: nuestro tiempo de religiones paganas. Eso, y mucha viscera.
La violencia y el gore entronca el argumento de The Boys. Es sorprendente la creatividad de los guionistas para destrozar el cuerpo humano. Argumentalmente, no deja de ser una historia de cine negro, como una historia de gangsters y mafiosos.
Algo curioso es el poco interés que despiertan los personajes - en teoría - protagonistas. Ni Hugh, ni El Carnicero, ni Frenchie... se antojan relevantes. De hecho, da la sensación de que si los sacásemos de la serie, todo continuaría mas o menos igual. Me atrevería a decir que son simples recursos de guion para dirigir a los auténticos protagonistas: los superhéroes y la empresa Vought, con todas sus tramas.
Lo mas inquietante para mi es el mensaje de la serie: es una critica a nuestra creencia ciega en ciertos individuos, asociaciones e instituciones a los que creemos indudablemente buenos, bondadosos y a nuestro favor, cuando realmente son egoistas y egolatras, oscuros y miserables. En la serie lo suelen ligar por supuesto a los grupos de derechas, conservadores, nazis y religiosos, villanos habituales de toda película, y es una lastima que no amplie el espectro tambien con los “engañabobos” de izquierdas que tanto abundan en nuestra sociedad actualmente, reyes del buenismo y la corrección politica, los amos de las religiones feministas, ecologistas, antiracistas o “antifascistas” pues haría mas interesante la serie. Pero en fin, cada uno verá reflejado en esos superheroes a los villanos de la vida real que prefiera. En cualquier caso, es interesante que una serie se atreva a decir que los supervillanos no son siempre evidentes, y a menudo se esconden tras campañas de intenso lavado de imagen.
Una gran empresa con un inmenso poder e influencia, que dirige a los superheores y llamada Vought, maneja de forma intocable el destino de la sociedad y el mundo. Es realmente irónico que este mensaje se de en una serie producida por Amazon, que junto a Apple, Google y Facebook podrían representar sin problemas a Vought, empresas de inmenso poder que suelen dar mensajes de bondad y de estar comprometidos con esos “palabros” tan “modelnos” como son la inclusión, el racismo y la defensa del pimiento del piquillo. El ultracapitalismo tiene estas cosas.
Y eso es lo que muestra esta serie: nuestro tiempo de religiones paganas. Eso, y mucha viscera.
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