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Hasta que llegó su hora

Western Brett McBain, un granjero viudo de origen irlandés, vive con sus hijos en una zona pobre y desértica del Oeste americano. Ha preparado una fiesta de bienvenida para Jill, su futura esposa, que viene desde Nueva Orleáns. Pero cuando Jill llega se encuentra con que una banda de pistoleros los ha asesinado a todos.
Críticas 205
Críticas ordenadas por utilidad
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10
6 de abril de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tres hombres esperan pacientemente en una estación. Uno se entretiene con una mosca, otro con una gota de agua y el último se limita a esperar la llegada del tren. Mientras tanto, se suceden paulatinamente los créditos del film. Un agudo chirrío interrumpe la tensa calma, el tren para en la estación, aparentemente nadie baja. Los tres hombres se dirigen a sus respectivas monturas y se escucha una armónica, el hombre al que esperaban ha bajado por el otro lado. Los mira fijamente, sin pestañear. Termina de tocar.

Así comienza Hasta que llegó su hora, el épico western de Sergio Leone. Con un ritmo pausado, son necesarios más de cuarenta minutos para presentar a los cuatro protagonistas, una música inolvidable, del siempre magistral Ennio Morricone, y unas escenas magníficamente planteadas y rodadas, la llegada de Jill (Claudia Cardinale) a la ciudad.

Todo ello hace de este uno de las mejores películas jamás realizadas, una ópera de violencia llena de sutiles detalles (ver spoiler*) y de imágenes que ya forman parte de la historia del cine, cinco misteriosos hombres armadas y ataviados con guardapolvos marrones dirigiéndose a un petrificado niño. No hay que sorprenderse con estas secuencias ya que el film tiene algo que ver con la muerte, aunque también con la vida, Hasta que llegó su hora no deja de ser la visión de un director sobre el comienzo de una nueva y moderna nación.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
*Un moribundo Morton, interpretado eficazmente por Gabriele Ferzetti, con la cabeza prácticamente metida en un charco con el sonido de su anhelado mar como fondo.
9
1 de julio de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy he visto esta peli, un poco tarde, lo se, pero cada película tiene su momento y cada momento tiene su película. Con anuncios, tres horas de duración, buf!, qué pereza!, pero valió la pena. Una historia del oeste que narra a través de unos personajes cincelados a golpe de guión la llegada de la revolución industrial a una América donde los hombres medían su valía en función del tamaño de su revolver.
A mi forma de ver es destacable como Leone juega con todos los sentidos, nos hace oler los establos queriendo expresar un escenario realista, sucio, viril y pre-industrializado, nos hace esperar durante largas escenas a pleno sol con las moscas molestando a un protagonista sugiriendo autenticidad, tal vez por eso sus actores no son entes perfectos, son feos, desaliñados, hasta el punto que no cabe más que dejarse guiar por sus miradas, ah! y los silencios donde se puede interpretar que sucederá sin palabras, que bello es que traten al espectador de forma inteligente.
No es de extrañar que Tarantino fuese un fan de Leone, pues extrajo lo mejor de este genio para crear su magnífica Kill Bill, donde traslada la filosofía del salvaje oeste a un mundo globalizado, donde por un puñado de dolares en america dos malos se la juegan con una katana.
Y hablando de malos, en este film no hay ni uno bueno, todos son villanos en cierta manera, algunos por naturaleza y los demás por designios del destino. Quizá por eso la obra es coral y rompe al final como una ola en un acantilado, cuando nadie es perfecto y todo el mundo tiene sus motivos, cualquier cosa puede pasar.
Claudia Cardinale es guapa, atractiva y convence, el contrapeso a una historia de feos y canallas, donde la princesa es la rana, y la rana es la princesa.
Es un western, es una película histórica, es entretenimiento y es cultura, si entendemos la cultura como la plasmación de una serie de artes enlatadas en un rollo de película.
10
26 de septiembre de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La más cara de todas las películas que rodó en España Sergio Leone, hizo construir una ciudad para ambientar su historia junto a la estación de Calahorra (Granada) con algunos exteriores rodados en Death Valley.
Sin duda el colofón de la carrera del director italiano que, años antes, había sorprendido a todos con su trilogía del puñado de dólares. Una ambiciosa apuesta en la que el director quiso tener libertad absoluta a la hora de construir esta trama ambientada alrededor de la construcción de una ciudad en la Norteamérica del siglo XIX.
Los personajes están diseñados con un celo y meticulosidad dignos de mención. Una magistral interpretación de Henry Fonda en un papel poco convencional en él haciendo de villano, un Charles Bronson que no cambia el gesto en todas sus apariciones, un magnífico Jason Robards en el papel del inolvidable Cheyenne y una tremendamente atractiva Claudia Cardinale conforman una historia maravillosa a la vez que decadente, igual que el género que representa. Después de ésta película ya no hubo ninguno más, ni de Sergio Leone ni de ningún otro.
El ritmo es lentísimo pero, sin embargo, la película no pierde en ningún momento suspense, intriga ni ritmo narrativo.
Genial la dirección, inolvidable la banda sonora de Morricone e inconmensurables los diálogos del film. Contó con la colaboración de otros dos pesos pesados del cine italiano, a la hora de dar forma a la historia, Bertolucci y Argento.
Una atípica e inimitable obra maestra.

Mario Olivera
10
7 de noviembre de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dejó en mí una huella imborrable en mi adolescencia, pero cuando muchos años después volví a visionarla el impacto fue mayor. Sin duda uno de los más grandes "westerns", una dirección perfecta, llena de silencios muy bien intercalados con acción, en donde esa acción es casi lo de menos pues los rituales previos como los planos forzados, miradas y música son lo importante, muy bien copiados hoy por Tarantino (según él confiesa) Excelente fotografía (exteriores muy bien mezclados de Monument Valley y Tabernas (Almería; se dice que Leone trajo aquí arena de Arizona...), mejor guión (Bertolucci, Argento, Donati);y ¿qué decir de la música?... Morricone no necesita alabanzas, a veces trepidante, a veces cómica, a veces nostálgica y triste y siempre cada personaje o situación tiene la suya propia. El reparto excelente, Claudia es el erotismo sublime, Bronson la venganza, Robards el malo-bueno, Fonda el malvado perfecto (no es normal verlo en ese papel, pero lo borda) y con secundarios de lujo, Elam, Strode. En resumen un homenaje a los tópicos de la era dorada del western y su broche perfecto, solo algunos westerns posteriores se acercan a ese nivel, Pollack con Jeremiah Johnson o Eastwood que creó estilo propio. Cargada de filosofía y crítica al capitalismo inhumano que llega en forma de progreso por el ferrocarril.
Se criticó su larga duración, pero es necesaria, solo hay que ver su inicio con sus 15 minutos de créditos, con sus planos cenitales y el travelling perfecto de Sweetwater, y las muchas veces que el tiempo se detiene y congela para recrearse en los detalles no puede ser un defecto cuando se paladea cada fotograma. Sin duda Leone entró por derecho entre los mejores, Mann, Ford, Hawks, Wellman, Peckinpah, Stevens, Sturges, Zinnemann y todos aquellos que consiguieron crear un género fundamental en la historia del cine para interpretar mediante un cliché (el western) la realidad mísma, la vida y las mejores virtudes y defectos humanos, de los cuales, este film, es una antología y el himno final a su mejor época.
10
11 de marzo de 2018 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
165 minutos de lirismo, 165 minutos de fascinación y 165 minutos de goce absoluto (he podido verla en un cine y ha sido una de las mejores experiencias de mi vida) contienen el que Leone quería fuese su último western, y para el cual contó con un enorme presupuesto y un conocido reparto, además de rodar en el estadounidense Monument Valley, al igual que su ídolo John Ford.

Personalmente es una de mis películas favoritas y uno de los mejores tres westerns de todos los tiempos; también sé que el cine de Leone cuenta con detractores y ha de gustarte mucho el arte del italiano para adorar "C´era una volta in west". Pero, verdaderamente, nunca estuvo tan desatado, tan barroco, tan apoteósico, tan suyo.

Nunca unos títulos de crédito han sido tan largos, personales e hipnóticos.
Nunca un villano ha sido presentado de manera tan rotunda y perfecta (primera aparición del despiadado Frank).
Nunca el limitado Charles Bronson lució tan veraz en un personaje, Armónica, a su medida: callado, letal y aparentemente insensible.
Nunca Jason Robards encarnó a un bandido más bueno que malo, tan carismático y entrañable (el Tuco de "El bueno, el feo y el malo" no es comparable) como Cheyenne. Inolvidable lo que expresa con su melancólica mirada.
Nunca Claudia Cardinale, ni ninguna actriz, han vuelto a hacer el sudor tan sexy. Nunca una antigua prostituta como su Jill ha resultado tan atrayente, adorable y a la vez tan fuerte. Mi mito erótico de todos los tiempos.
Nunca Henry Fonda, el "bueno" por antonomasia, resultó tan despreciable y terrorífico encarnando a Frank. El actor se presentó barbado y con lentillas para disimular su azulada mirada, pero Leone, ese viejo zorro, lo quería tal cual.
Nunca unos guardapolvos al viento han resultado tan icónicos, legendarios e imperecederos.
Nunca un flashback (cuando conocemos la historia de Armónica) ha emergido tan poderosamente y ha dejado tanta huella. De hecho, es EL FLASHBACK, con mayúsculas.
Nunca un duelo fue tan corto y, a la vez, tan largo, pues llevaba a cargas toda una vida.
Nunca unos movimientos de cámara nos llevaron de la tierra al cielo, sobrevolando la muerte.
Nunca unos paisajes naturales (tanto los norteamericanos como los españoles de Almería y Granada) han resultado tan significativos.
Nunca una banda sonora (compuesta por un Morricone imperial antes del rodaje) ha encajado tan bien con cada personaje o momento, desde los acordes metálicos de Frank a los jadeos armónicos, pasando por la cómica de Cheyenne o la elegía de "Finale".
Nunca un western condensó prácticamente todos los motivos y tópicos del género de manera tan brillante.
Nunca hablando tan poco, se ha dicho tanto.
Nunca unos personajes a los que le rondaba la muerte a cada instante, murieron (o no) en el momento oportuno.

Nunca nadie supo detener el tiempo tan bien como Leone, en su sinfonía de la muerte en el Oeste.
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