Relaciones peligrosas
1988 

7.6
24,927
Drama
Francia, siglo XVIII. La perversa y fascinante marquesa de Merteuil (Glenn Close) planea vengarse de su último amante con la ayuda de su viejo amigo el Vizconde de Valmont (John Malkovich), un seductor tan amoral y depravado como ella. Una virtuosa mujer casada, Madame de Tourvel (Michelle Pfeiffer), de la que Valmont se enamora, se verá involucrada en las insidiosas maquinaciones de la marquesa.
28 de septiembre de 2011
28 de septiembre de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya habia visto "Valmont" interpretada por Colin Firth, y el verla una noche de 2007 sin esperar gran cosa fue más que suficiente para que me enamorara de la historia y me interesase por obtener la novela, que casualmente, la compré. Una novela al estilo epistolar que tardé en leer por diversas razones y que fue incluso mejor que la propia película. Años después, en este mismo año 2011 tuve la oportunidad de visionar esta version de la novela escrita en 1782 por Pierre Chordelos de Laclos y no puedo decir otra cosa que es incluso mejor que la propia novela y que la versión protagonizada por Colin Firth.
Quizás sea un completo inocente, pero ¡por dios! me resulta impensable que unas personas sean tan malas como el vizconde de Valmont y la condesa de Mertreuil. Un papelón interpretado por una joven Glenn Close que demuestra lo buen actriz que es (y eso que a mí las atrices no me suelen gustar) que da un repaso a todos de como se debe de hacer de mala y lasciva mujer. Malkovich haciendo de malo es una delicia. Comprendo que no todo es el físico para poder triunfar con las mujeres, pero madre de Dios! es demasiado feo para entender que una mujer tan bella como la Pfeffer puede caer en sus brazos. Pero el personaje es un "as" con las mujeres, todo hay que decirlo y es lo que demuestra tanto en las dos versiones de la novela como en la novela misma.
Pfeiffer hace de Presidenta de Trouvel, una esposa con ferreas convinciones católicas que abandonada por su marido y desatendida como esposa, se acaba refugiando en el ladino Valmont. Que curiosamente acaba por sentir algo más que deseo sexual por ella. Igual es que no era tan malo al final.
No sólo es recomendable esta película sino también la novela que puede asustar debido a su enorme cantidad de páginas (aunque bueno si eres de los que te asusta una novela porque tenga 400 hojas pues mejor no te gastes el dinero en literatura, la verdad).
Tan sólo los papeles interpretados por Reeves y Thurman me dejaron descontento. Ya que los actores que dieron vida al caballero Danceny y a la pequeña Cecile Volanges en el film "Valmont", no sólo eran más reales sino que no tenian esa cara de sosos que Keanu y Uma tienen durante toda la historia. La Cecile de Volanges que interpreta Fairuza Balk en "Valmont" es la mejor que se puede hacer y encima tiene una liviana belleza pre-adolescente que me gusta más que Uma Thurman que es una tia muy pánfila.
Quizás sea un completo inocente, pero ¡por dios! me resulta impensable que unas personas sean tan malas como el vizconde de Valmont y la condesa de Mertreuil. Un papelón interpretado por una joven Glenn Close que demuestra lo buen actriz que es (y eso que a mí las atrices no me suelen gustar) que da un repaso a todos de como se debe de hacer de mala y lasciva mujer. Malkovich haciendo de malo es una delicia. Comprendo que no todo es el físico para poder triunfar con las mujeres, pero madre de Dios! es demasiado feo para entender que una mujer tan bella como la Pfeffer puede caer en sus brazos. Pero el personaje es un "as" con las mujeres, todo hay que decirlo y es lo que demuestra tanto en las dos versiones de la novela como en la novela misma.
Pfeiffer hace de Presidenta de Trouvel, una esposa con ferreas convinciones católicas que abandonada por su marido y desatendida como esposa, se acaba refugiando en el ladino Valmont. Que curiosamente acaba por sentir algo más que deseo sexual por ella. Igual es que no era tan malo al final.
No sólo es recomendable esta película sino también la novela que puede asustar debido a su enorme cantidad de páginas (aunque bueno si eres de los que te asusta una novela porque tenga 400 hojas pues mejor no te gastes el dinero en literatura, la verdad).
Tan sólo los papeles interpretados por Reeves y Thurman me dejaron descontento. Ya que los actores que dieron vida al caballero Danceny y a la pequeña Cecile Volanges en el film "Valmont", no sólo eran más reales sino que no tenian esa cara de sosos que Keanu y Uma tienen durante toda la historia. La Cecile de Volanges que interpreta Fairuza Balk en "Valmont" es la mejor que se puede hacer y encima tiene una liviana belleza pre-adolescente que me gusta más que Uma Thurman que es una tia muy pánfila.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Sólo puedo poner una pega a esta historia rodada por Stephen Fears: El final no es muy fiel a la novela de Chordelos de Laclos ya que el personaje de Close a causa de un accidente ve deformada su cara y apurada por la vergüenza y por el escándalo sabido por todos, toma un coche de caballos y abandona Francia para siempre. Aparte de eso, la película es muy buena y el 8 que le otorgo es más que merecido.
22 de marzo de 2012
22 de marzo de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Le he enseñado a ejecutar con total naturalidad servicios que dudaría en pedir a una profesional"
Creo que esta frase representa bastante bien el tono y asunto de la película.
Un acierto Stephen Frears realizara todo el film en base a planos cortos, jugando con tejidos y estampados, en vez de con la típica espectacularidad tan habituales en estos dramones de época (parece ser que los productores americanos querían rodar algún palacio en Hungría, que era más barato, y "sigue siendo Europa, qué más da un país que otro"; lógicamente el director y el director artístico comprendían que Hungría no es Francia, pero sí resultaba mucho más caro rodar ahí, así que Frears supo sacar partido a lo que podría haber sido una limitación).
Creo que el único reproche que se le puede hacer a "Las amistades peligrosas" es el tono excesivamente frío, tenso, que convierte la frivolidad dieciochesca en algo casi metódico; a esto contribuye el enfoque que hace Glenn Close de su personaje: en este sentido y sin entrar en más comparaciones creo que Annette Bening en "Valmont" estaba más en su sitio por lo coqueto, sonriente y amable de su planteamiento: después de todo la marquesa no deja de ser una loba con piel de cordero, pero a juzgar por la interpretación de Glenn Close, a su cordero se ven hasta los colmillos....
Creo que esta frase representa bastante bien el tono y asunto de la película.
Un acierto Stephen Frears realizara todo el film en base a planos cortos, jugando con tejidos y estampados, en vez de con la típica espectacularidad tan habituales en estos dramones de época (parece ser que los productores americanos querían rodar algún palacio en Hungría, que era más barato, y "sigue siendo Europa, qué más da un país que otro"; lógicamente el director y el director artístico comprendían que Hungría no es Francia, pero sí resultaba mucho más caro rodar ahí, así que Frears supo sacar partido a lo que podría haber sido una limitación).
Creo que el único reproche que se le puede hacer a "Las amistades peligrosas" es el tono excesivamente frío, tenso, que convierte la frivolidad dieciochesca en algo casi metódico; a esto contribuye el enfoque que hace Glenn Close de su personaje: en este sentido y sin entrar en más comparaciones creo que Annette Bening en "Valmont" estaba más en su sitio por lo coqueto, sonriente y amable de su planteamiento: después de todo la marquesa no deja de ser una loba con piel de cordero, pero a juzgar por la interpretación de Glenn Close, a su cordero se ven hasta los colmillos....
30 de octubre de 2018
30 de octubre de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es casual la alusión a "Juego de tronos". Intrigas, pasiones, venganzas, duelos, ambiciones y muchos juegos de poder en un mundo donde lo que prima es la manipulación de los hilos que mueven a las marion...personas, perdón, personas. Ejem. ¿Les suena, verdad? "El arte de la guerra", Maquiavelo, Clausewitz y demás mafio...políticos venidos a filósofos, ¿o al revés? Solo que en este caso el escenario fantástico se transmuta en la Francia prerrevolucionaria y la erótica del poder se centra en...¡la erótica misma!
Bien, ya tenemos el mundo de George R. Martin pero, ¿dónde están el hielo y el fuego? El hielo se halla en las formas dieiochescas tan propias de los salones ilustrados. Ou la la, si es Monsier de Valmont, qué enorme placer recibirle en nuestra humilde mora... ad nauseam. Las formas gélidas unida a una cortesía que aburriría al más pintado: la reputación, el tratamiento, la castidad, la vanidad y demás mandanga de la sociedad bienpensante, aparente y represiva de la época.
¿Dónde está la pasión, el amor, el desbordamiento, los arrebatos nocturnos y las declamaciones de balcón? Quietos, aún no hemos llegado el romanticismo. Qué os pensabais. Estamos en la edad de la razón, esa época tan apasionada en la que el ilustrado Kant murió sin la mácula que aporta el pecado venéreo. Sólo vemos hielo, un jodido iceberg afilado y cortante. Pero es propio de los icebergs ocultar la mayor parte de su ser, y es que debajo de ellos se encuentra un volcán a punto de estallar. La erupción es, en este caso, de deseo, dominio y sexo, mucho sexo. Valmont es la antítesis de Cyrano de Bergerac, allí donde Depardieu no se comía un colín, aquí Malkovich se cepilla a todo lo que se encuentra a su paso. Nunca un actor se lo pasó tan bien durante un rodaje ¡Menudo festín dionisiaco! Eso sí, guardando las formas. Hemos visto el hielo y el fuego, veamos sus virtudes y sus defectos.
Lo mejor:
-La impecable factura de la película. Todo luce como si estuviera recién estrenado: decorados, vestidos, iluminación, encuadres...nada que reprochar. Mención especial para el juego de espejos y de máscaras tan importantes para la lectura metafórica de la película.
-La dirección de Stephen Frears. Propia de un autor experimentado y curtido. Alterna planos generales con primerísimos primeros planos en un montaje velocísimo que propicia un vertiginoso ritmo narrativo a pesar de la abundancia de diálogos de la película. Su mayor virtud es que logra una excelencia artística sin imponerse a la propia película con un marcado sello autoral. La película transcurre en una atmósfera de sorprendente naturalidad. Frears es bueno porque es invisible, y sin embargo, nos deslumbra con una modernidad y una lucidez nunca vista en los dramas de época. Y no se impone debido a que esta no es una película de autor, es una película de actores.
-La elección del reparto. Por su parte, las actuaciones son prodigiosas. Malkovich se come la película. De las mejores actuaciones de los últimos 30 años. Se le podrá acusar de sobeactuación, pero a mi modo de ver, su papel exige cierto histrionismo dentro del comedimiento de los ademanes de la época. Como digo, más allá del elogio una actuación que ni siquiera estuvo nominado para los Oscars. Olvido imperdonable. Glenn Close está soberbia. No me extraña que esta mujer interpretara a Cruella de Vil. Qué malignidad, qué temple, qué mente. Domina la partida desde la distancia como un ajedrecista omnisciente. Michelle Pfeiffer. Qué decir de ella. Realiza aquí una de las mejores actuaciones de su carrera si no la mejor. Kawabata le tenía que haber dedicado su libro "Lo bello y lo triste". Físico imponentemente bello (he aquí el otro animal más bello del celuloide) y actuación conmovedoramente triste. En "Scarface" pudo estás más exuberante y en "Los fabulosos Baker Boys" más sensual, pero más bella que aqui no la he visto nunca.
Lo peor:
-Uma Thurman y Keanu Reeves. Sus actuaciones palidecen por inevitable (y odiosa) comparación. Se demuestra el triunfo de la veteranía frente a la bisoñez de unos recien llegados al mundo del cine.
-¿La historia? El guión, aunque soberbio, se halla siempre encorsetado por el espejo que representa la novela de Laclos. Esto origina que el argumento se desarrolle siempre en un territorio donde la superficialidad de los estamentos sociales dieciochescos se entremezcle con la de la propia temática, impidiendo una gran implicación emocional en los momentos más trágicos de la cinta. El guión es incisivo dentro de una historia que se mueve siempre en la levedad. Todo es una pantomima, para bien y para mal.
-Escaso número de escenarios. Parece ser que el dinero no sobraba, o que se lo gastaron todo en los vestidos.
Bien, ya tenemos el mundo de George R. Martin pero, ¿dónde están el hielo y el fuego? El hielo se halla en las formas dieiochescas tan propias de los salones ilustrados. Ou la la, si es Monsier de Valmont, qué enorme placer recibirle en nuestra humilde mora... ad nauseam. Las formas gélidas unida a una cortesía que aburriría al más pintado: la reputación, el tratamiento, la castidad, la vanidad y demás mandanga de la sociedad bienpensante, aparente y represiva de la época.
¿Dónde está la pasión, el amor, el desbordamiento, los arrebatos nocturnos y las declamaciones de balcón? Quietos, aún no hemos llegado el romanticismo. Qué os pensabais. Estamos en la edad de la razón, esa época tan apasionada en la que el ilustrado Kant murió sin la mácula que aporta el pecado venéreo. Sólo vemos hielo, un jodido iceberg afilado y cortante. Pero es propio de los icebergs ocultar la mayor parte de su ser, y es que debajo de ellos se encuentra un volcán a punto de estallar. La erupción es, en este caso, de deseo, dominio y sexo, mucho sexo. Valmont es la antítesis de Cyrano de Bergerac, allí donde Depardieu no se comía un colín, aquí Malkovich se cepilla a todo lo que se encuentra a su paso. Nunca un actor se lo pasó tan bien durante un rodaje ¡Menudo festín dionisiaco! Eso sí, guardando las formas. Hemos visto el hielo y el fuego, veamos sus virtudes y sus defectos.
Lo mejor:
-La impecable factura de la película. Todo luce como si estuviera recién estrenado: decorados, vestidos, iluminación, encuadres...nada que reprochar. Mención especial para el juego de espejos y de máscaras tan importantes para la lectura metafórica de la película.
-La dirección de Stephen Frears. Propia de un autor experimentado y curtido. Alterna planos generales con primerísimos primeros planos en un montaje velocísimo que propicia un vertiginoso ritmo narrativo a pesar de la abundancia de diálogos de la película. Su mayor virtud es que logra una excelencia artística sin imponerse a la propia película con un marcado sello autoral. La película transcurre en una atmósfera de sorprendente naturalidad. Frears es bueno porque es invisible, y sin embargo, nos deslumbra con una modernidad y una lucidez nunca vista en los dramas de época. Y no se impone debido a que esta no es una película de autor, es una película de actores.
-La elección del reparto. Por su parte, las actuaciones son prodigiosas. Malkovich se come la película. De las mejores actuaciones de los últimos 30 años. Se le podrá acusar de sobeactuación, pero a mi modo de ver, su papel exige cierto histrionismo dentro del comedimiento de los ademanes de la época. Como digo, más allá del elogio una actuación que ni siquiera estuvo nominado para los Oscars. Olvido imperdonable. Glenn Close está soberbia. No me extraña que esta mujer interpretara a Cruella de Vil. Qué malignidad, qué temple, qué mente. Domina la partida desde la distancia como un ajedrecista omnisciente. Michelle Pfeiffer. Qué decir de ella. Realiza aquí una de las mejores actuaciones de su carrera si no la mejor. Kawabata le tenía que haber dedicado su libro "Lo bello y lo triste". Físico imponentemente bello (he aquí el otro animal más bello del celuloide) y actuación conmovedoramente triste. En "Scarface" pudo estás más exuberante y en "Los fabulosos Baker Boys" más sensual, pero más bella que aqui no la he visto nunca.
Lo peor:
-Uma Thurman y Keanu Reeves. Sus actuaciones palidecen por inevitable (y odiosa) comparación. Se demuestra el triunfo de la veteranía frente a la bisoñez de unos recien llegados al mundo del cine.
-¿La historia? El guión, aunque soberbio, se halla siempre encorsetado por el espejo que representa la novela de Laclos. Esto origina que el argumento se desarrolle siempre en un territorio donde la superficialidad de los estamentos sociales dieciochescos se entremezcle con la de la propia temática, impidiendo una gran implicación emocional en los momentos más trágicos de la cinta. El guión es incisivo dentro de una historia que se mueve siempre en la levedad. Todo es una pantomima, para bien y para mal.
-Escaso número de escenarios. Parece ser que el dinero no sobraba, o que se lo gastaron todo en los vestidos.
13 de diciembre de 2023
13 de diciembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por no escribir ninguna, pocas películas hay más mimadas que LAS AMISTADES PELIGROSAS, acaso Amadeus, a lo mejor La edad de la inocencia, por cuanto a música y a vestuario se refiere; aunque, a este respecto, al respecto de lo de la música, resulta extraño que la banda sonora se le atribuya a George Fenton, porque el noventa por ciento de los acordes que en la cinta se escuchan, o el noventa y cinco, son cosa de Bach, Handel o de Vivaldi, ese cura pelirrojillo.
Encaja poco, a pesar de lo buena persona que es, Keanu Reeves como diletante lloroso en la ópera; pero por entonces, en 1988, se mostraba todavía un tanto tierno. A su lado, junto a Keanu, Michelle Pfeiffer, insípida y elogiada; Uma Thurman, de turgencias imponentes; Mildred Natwick, entonando su canto del cisne; y Swootsie Kurtz, con su papel de más peso. Por encima, una también muy alabada Glenn Close, no tan fiera como se la pinta, y John Malkovich, más contenido en su histrionismo y acercándose a lo soberbio.
La obra más grande, sin duda ninguna, de Stephen Frears. Su grande operone, por decirlo también con dos términos latinos.
Encaja poco, a pesar de lo buena persona que es, Keanu Reeves como diletante lloroso en la ópera; pero por entonces, en 1988, se mostraba todavía un tanto tierno. A su lado, junto a Keanu, Michelle Pfeiffer, insípida y elogiada; Uma Thurman, de turgencias imponentes; Mildred Natwick, entonando su canto del cisne; y Swootsie Kurtz, con su papel de más peso. Por encima, una también muy alabada Glenn Close, no tan fiera como se la pinta, y John Malkovich, más contenido en su histrionismo y acercándose a lo soberbio.
La obra más grande, sin duda ninguna, de Stephen Frears. Su grande operone, por decirlo también con dos términos latinos.
3 de abril de 2008
3 de abril de 2008
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película anómala para mí, porque aparecen algunos de los intérpretes más cargantes y discutibles de los últimos años, y sin embargo, me gusta. Tanto los insípidos Malkovich y Thurman como la histriónica Close o la habitualmente vacua Pfeiffer están probablemente en el papel de sus vidas. Incluso un cineasta tan irregular como Frears da en el clavo. La recreación de la época y de los usos sociales de la degenerada, lúbrica e hipócrita aristocracia francesa pre-revolucionaria, es impecable; las imágenes parecen una sucesión de pinturas de rococó en movimiento. Y aunque la película puede resultar cansina, hasta aburrida en los primeros momentos, la verdad es que va de menos a más para culminar con una media hora final realmente espléndida. El rostro de Glenn Close lo dice todo, por una vez. Quizá sobran unos minutos y tal vez los diálogos sean demasiado literarios, pero sin duda, es una película por la que merece la pena hacer un esfuerzo.
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