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El audaz

Drama Eddie Felson (Newman) es un joven arrogante y amoral que frecuenta con éxito las salas de billar. Decidido a ser proclamado el mejor, busca al Gordo de Minnesota (Gleason), un legendario campeón de billar. Cuando, por fin, consigue enfrentarse con él, su falta de seguridad le hace fracasar. El amor de una solitaria mujer (Laurie) podría ayudarlo a abandonar esa clase de vida, pero Eddie no descansará hasta vencer al campeón sin ... [+]
Críticas 134
Críticas ordenadas por utilidad
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10
13 de enero de 2016 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cómo puedo perder? No es suficiente con tener talento. Hay que tener carácter también. Sí, ahora sé lo que es tener carácter. Lo adquirí en una habitación de hotel en Louisville.

Al terminar de ver “El Buscavidas”, te queda siempre esa impresión de pensar que has visto una gran película, aunque la hayas revisionado en multitud de ocasiones. No sólo de las sensacionales escenas entre Newman y Gleason jugando al billar vive el argumento, sino que detrás hay un profundo e intenso melodrama, que funciona de manera soberbia, con seguramente uno de los personajes más carismáticos de la historia del cine, Eddie “Relámpago” Nelson, maravillosamente interpretado por Paul Newman, justamente nominado al Oscar e incompresiblemente no premiado.

Newman tiene esa cara dulce e inocente que embelesa al espectador y nos oculta tras esa faz una profunda oscuridad de carácter y comportamiento, de alguien muy convencido de sus virtudes, creyéndose invencible con un aire de chulería que produce cierta compasión en sus adversarios, como el Gordo de Minnesota. Newman no sólo nos ofrece esas características interpretativas, además se mueve como pez en el agua por todo el metraje de la película haciendo que parezca sencilla su actuación. Eddie Nelson es un personaje complicado, su vida no ha sido fácil, va de ciudad en ciudad usando su talento innato para el billar para conseguir dinero, pero su soberbia no le permite hacer caso su debilidad, una carencia de autovaloración. No se enfrenta a sus demonios interiores mientras va ganando, ya que si lo va haciendo no tendrá que enfrentarse con su estigma de perdedor. En ese micro mundo que se va creando se encuentra a su alma gemela, Sarah, una mujer solitaria, refugiada en el alcohol, interpretada sensacionalmente por Piper Laurie. Tanto Sarah como Eddie se buscan consuelo mutuamente, siendo egoístas el uno con el otro con sus sentimientos en principio, pero se va iniciando una historia de amor con tintes dramáticos. A ellos se une Bert Gordon, un magnífico George C. Scott, un “hombre de negocios” que se ofrece a Eddie para hacerle ganar más dinero, con una dualidad de intenciones muy clara, siendo alguien ambicioso en todos lo sentidos, no tiene más amor que el dinero.

Del nivel actoral de “El Buscavidas” faltarían adjetivos para definirla. Se podría decir que todos están perfectos, aunque la perfección no exista, pero Newman es mucho Newman, de nuevo hace el personaje suyo, lo llena de matices y expresiones, faltan de nuevo calificativos para poder expresar lo que Newman nos ofrece en pantalla. Que decir de Piper Laurie, el mejor papel de su carrera, una alcohólica que se va hundiendo progresivamente y que en su corazón guarda mucho amor, pero se interfiere en su camino George C. Scott, que encaja perfectamente en un hombre sin escrúpulos, que sólo piensa en su propio beneficio. Jackie Gleason le da una templanza mayúscula a el Gordo de Minnesota y aún siendo el competidor de Newman, en ningún momento sientes animadversión por él, ya que ves que es alguien afable y poco egocéntrico.

Lejos ya de las actuaciones, una de las partes más brillantes de “El Buscavidas” es su fotografía, donde hay una interacción entre luz y oscuridad impresionante, creada por Eugene Schufftan, que ganó el Oscar por su labor. Aunque en 1961 ya existía el color, la película no hubiera funcionado igual, ya que esa sutileza en la utilización en blanco y negro define excelentemente a los personajes, lo envuelve todo en algo sombrío y lleno de sombras. La dirección de Robert Rossen es excelsa, magnífica en todo momento, manejando las elipsis temporales de las partidas de billar con un reloj que gira y gira, añadiendo un montaje sucesivo de escenas entre la disputa de Eddie y el Gordo de Minnesota. Rossen no desvía en ningún momento el eje central de argumento y a pesar de ser un drama, mantiene un ritmo que engancha al espectador, haciendo que los diálogos sean fluidos. Este fue su mejor trabajo y posteriormente fallecería 5 años después.

No se pueden expresar con más palabras lo que es “El Buscavidas” simplemente hay que verla, disfrutarla, ya que es una de los mejores dramas de la historia sin duda. Si quieres conocer el cine clásico, de actores, “The Hustler” es tu película.
8
13 de marzo de 2018 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película posee una solidez argumental espléndida y una fuerza moral que te deja sin aliento. Paul Newman hace el papel de su vida, convirtiéndome casi en homosexual, lo que tiene mucho mérito. La fotografía es antológica y formalmente se podría decir (como dijo Boyero acerca de El hilo invisible) que es brillante. Sin embargo, aparte de la perfección formal, se puede decir que esta película llega al alma.
9
6 de mayo de 2019 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
60/07(13/04/19) Clásico del séptimo arte, drama psicológico intenso dirigido y producido por Robert Rossen (en su penúltima película), guión del propio director junto a Sidney Carroll adaptan la novela con una fascinante obra analiza con bisturí afilado el orgullo, soberbia, dignidad, autoestima, lealtad, fragilidad, traición, o manipulación. Todo enmarcado en marginales tugurios dedicados al billar americano, donde timadores y hombres de fortuna se cruzan en medio del humo y el alcohol, en un film con claras influencias del noir, moviéndonos por lugares deprimentes, calles solitarias, estaciones de autobuses, apartamentuchos, y por supuesto los salones de billar, aunque esto se convierte en un McGuffin, del que ni siquiera se centra la cámara en el juego, lo importante es el comportamiento humano llevado al extremo, podría ser el póker o los dados. Edificando Rossen un clima denso que nos atrapa, donde apenas existen los exteriores, acentuando la melancólica claustrofobia ambiental creada por la fenomenal cinematografía en glorioso b/n del alemán Eugen Schüfftan (ganó el Oscar por esta labor), creando por momentos sensación teatral, donde las actuaciones son lo que dan realce y esplendor sobresaliendo por supuesto su excelente protagonista Paul Newman encarnando con vigor a un perdedor intentado escapar a este sino, George C. Scott dando vida de modo sublime a esta especie de Fausto que intenta cual vampiro obtener el alma de Eddie, Piper Laurie como una mujer acomplejada por su tara física que encuentra en Eddie un motivo para seguir adelante, y Jackie Gleason como el Gordo de Minnesota, con un rol en el que apenas habla, un legendario jugador de billar al que impregna de un tremendo carisma. Tuvo nueve nominaciones, siete sin galardón (este año arrasó “West Side Story”): Mejor Película; Mejor Director para Robert Rossen; Mejor Actor Principal para Paul Newman; Mejor Actriz Principal para Piper Laurie; Mejor Secundario para Jackie Gleason; Mejor Secundario para George C. Scott (el actor renuncio); Mejor Guión Adaptado. Ganando dos: Mejor Fotografía en b/n para Eugen Schüfftan; Mejor Decoración en b/n para Harry Horner & Gene Callahan. Willie Mosconi, 15 años consecutivos campeón del mundo de billar (1941-1957) se desempeñó como asesor técnico en la película y realizó varias tomas.

Robert Rossen perteneció al partido comunista en la década de 1940, motivo por el que fue llamado por la HUAC (Comité de Actividades de la Cámara de Representantes no Americanos) para que diera nombres de comunistas, en 1951 se negó, pero la presión de estar en La Lista Negra de Hollywood, hizo que en 1953 cambiara opinión, delatando a 57. Parte de esto quizás esté presente en este film en el hecho de cómo uno de los personajes (Bert) tuerce poco a poco la voluntad del protagonista Fast Eddie.

Comienza de modo sugestivo, con un timo en bar que Eddie Felson y su colega Charlie (gancho encarnado por Myron McCormick), mostrándonos la personalidad aviesa de buscavidas que describe el título del protagonista, esto como preludio al maravilloso tramo del primer enfrentamiento “Gordo de Minnesota” vs Eddie “Fast” Felson, auténtica clase magistral de duelo de caracteres entre un perdedor y un ganador, de juego de gestos (esa caricia de Eddie al tapete al llegar al local), de juego de miradas, media hora antológica en que la densidad nos cala, como si el tiempo nos consumiera en medio del cansancio vital climático, sin apenas diálogos, sobresaliendo el sonido de las bolas rompiendo unas contra otras, como a los personajes parece nos pasen las horas, ello gracias a las sublimes elipsis, graduales, fluidas, manejo del tempo narrativo brillante, con unas actuaciones excelentes cuasi-mudas, con ambientación prodigiosa, al sudor y arrugas de Eddie, un auge y caída al Averno del protagonista que cae víctima de la superioridad de carácter de Fats, este termina reluciente, como recién llegado de novio a una boda, mientras Eddie parece un vagabundo tras una borrachera.

Rosen nos sumerge en un sub mundo deprimente, especie de trastienda del Sueño Americano, puerta trasera a este anhelado sueño, mayormente transitando por el subsuelo de las ciudades, claro símil de la antesala del Infierno, donde se asientan las salas de billar, lugares humeantes, donde el sol escasamente entra, donde la mayor luz se da sobre las mesas de juego, locales fríos y asfixiantes, tanto que alguien llega a decir "esas mesas son las losas sobre las que se ponen las cosas rígidas" (mesas de cadáveres?), y por allí se mueven buscavidas, arrogantes jugadores, timadores, Faustos en potencia, perdedores, ases del taco manipulados, ello mientras circula entre ellos el dinero y el alcohol como motor de vida, donde la fina línea entre el triunfo y la derrota la determina el carácter psicológico.

La cinta tiene en su centro vital un triángulo de personajes que se desarrollan de modo natural, tienen arco emocional orgánico a través d elos choques entre ellos se van puliendo y desgastando anímicamente. Eddie es un arrogante jugador de billar que se cree el mejor y cual pistolero en el wild west para demostrarlo deberá derrotar al que lleva el oficioso trono, como es Fats, pero su buen juego no le será suficiente para a aguantar el temple de su contrincante y acabará cayendo al abismo; Durante este duelo aparecerá Bert, un vampiro elegante con gafas de sol en la oscuridad, observa, analiza, y saca su punzante diagnóstico, Eddie es bueno, pero le puede su fanfarronería, lo que según Bert es sinónimo de perdedor, pero cual serpiente en charla en la barra de un bar sabe ganarse a Eddie, cree poderlo modelar para aprovecharse de él, "cómo vas a ser el mejor, si yo no te enseño cómo serlo?", le espeta a Eddie; Sarah es la tercera pieza en este singular ajedrez, una perdedora, baja en autoestima, solitaria que gusta de leer libros en estaciones de autobuses, encuentra en Eddie a su media naranja, a alguien con quien empatizar,… (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
… su cojera física emparejada a la cojera mental de Eddie, él encuentra la ilusión en la mujer desvalida, teniendo su momento edénico, único tramo en que escapamos de la claustrofobia ambiental, cuando la pareja van a merendar al campo, un remanso de paz y de luz solar, allí Eddie abre su corazón a Sarah, comentándole lo feliz que le hace jugar al billar, ella le comprende y alienta, diciéndole "Eres un ganador, Eddie; algunos jamás sienten algo así por nada"; Pero la colisión será inevitable, el viaje a Louisville para una partida de billar frente al adinerado Findley (Murray Hamilton) será una batalla, pues Bert ve en Sarah (que les acompaña) un peligro para sus aspiraciones, y sutilmente comienza las hostilidades contra ella, primero con claras indirectas, le dice a Eddie "Odiaría pensar estaba poniendo mi dinero en un tullido (ha estado con los pulgares rotos)", en realidad sew refiere a la “tullida” Sarah, luego en una fiesta en la casa de Findley estando ebria Bert le susurra algo al oído y ella enfurece y le tira un vaso de (supongo que whisky) al rostro, Sarah termina borracha tumbada en una cama; En realidad además de querer acabar con su rival, Bert intenta que esto endurezca a Eddie, pues lo ve frágil, esto tiene su zenit cuando durante la partida de billar contra Findley ella aparece, y la discusión Eddie-Sarah sirve de espoleta para que Bert empuje a “Fast” a jugar enrabietado contra Findley; Venido arriba Bert aprovecha para hacer jaque mate en el hotel contra Sarah; Al final todos han sufrido una catarsis, que les ha hecho madurar, aunque hay quien ya no tiene posibilidad;

Paul Newman realiza una actuación estupenda como el advenedizo Eddie “Fast” Felson, lo hace sobre todo con un lenguaje gestual notable (ejemplo la escena en que con las manos escayoladas intenta abrirse la camisa y no deja Sarah le ayude, al final se da cuenta no puede y hace un gesto para ella lo haga), con una poderosa expresividad en la voz, con intensidad en su actuación con gran compenetración con Scott y Laurie; George C. Scott (tercera aparición en un largometraje) en el rol de Bert Gordon resulta fascinante, proyecta ser una serpiente sibilina, un embaucador, un charlatán hipnotizador capaz de vender frigoríficos a los esquimales, especie de Fausto que quiere el alma de sus tutelados, aspira a absorber su sangre, su vitalidad, tipo elegante y sofisticado que parece flotar en pantalla, con una suficiencia arrolladora, un carisma avasallador, con esas gafas de sol que esconden unos ojos pérfidos, el modo en que manipula a los demás, la forma en que hinca el diente en Sarah hasta despojarla de su vida, Magna actuación; Piper Laurie como Sarah, es la encarnación de la perdedora, la que no puede escapar a su sino, sus ojos son su alma desamparada, con mesura y emocionalidad contenida mantiene una fenomenal química con Newman; Jackie Gleason con El Gordo de Minnesota da una lección de actuación comedida, de intensidad modulada, con apenas palabras, expresividad corporal incisiva, modo en que golpea el suelo en señal de aplauso a su contrincante por una jugada, y sobre todo nos queda ese último rostro sobre lo que Fats “vendió” para estar bajo el ala de Bert; Murray Hamilton como el superficial ricachón Findley, da una interpretación amanerada, como un gay intentando captar a su “novio”, y no es raro le guste el pipiolo con faz de Paul Newman.

Recomiendo encarecidamente que al que le gustó el film lea la crítica de David Vericat en Cinema Esencial sobre esta película, ensalzando con estimable acierto la importancia de los gestos y miradas de esta película: https://cinemaesencial.com/peliculas/el-buscavidas

Clásico imperecedero del Séptimo Arte, de los que te hace pensar, donde los personajes son matizados, tiene aristas, son grises, componiendo una odisea vital por momentos desgarradora. Fuerza y honor!!!

Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2019/05/el-buscavidas.html
10
25 de mayo de 2021 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La enfermedad que acabó prematuramente con la vida del director comenzó apenas terminar "El buscavidas" (título poco afortunado del original "El timador"). Sería su penúltima película. Fallecería cinco años después con 57 años.

"El buscavidas" supuso la vuelta de Rossen a un Hollywood del que se había "auto exiliado" en un periplo europeo de seis años poco afortunado, quizás huyendo de un sentimiento de culpa. Un joven Rossen socialmente comprometido había pertenecido al partido comunista y posteriormente lo había abandonado desencantado con las maniobras de Stalin. Su curriculum le convirtió en presa fácil para la caza de brujas de McCarthy. Al principio se resistió pero ante el boicot a su carrera como cineasta claudicó y acabó delatando en el 53 a compañeros de profesión. Nunca se lo perdonó.

A su regreso encontró en la novela de Walter Tevis todo el material que necesitaba para redimirse como cineasta (2 Oscar y 9 nominaciones) y como persona en un acto de expiación que culminó en una película inolvidable. Para empezar él mismo había sido de joven jugador de ventaja en el billar americano e incluso había escrito una pieza al respecto, "Corner pocket", sin demasiado éxito. El personaje que borda Paul Newman, no tan joven estrella (35 años) en ese momento, tiene todo el trasfondo existencial del propio Rossen.

"Eddie el rápido" es un artista en lo suyo y acabará vendiendo su alma al diablo (fantástico George C. Scott que rechazó su nominación) por llegar a lo más alto y desbancar al número 1 "El gordo de Minnesota" (inolvidable Jackie Gleason también nominado). Como siempre en estos pactos el diablo exigirá un sacrificio y acabará por hacer bueno el dicho de: "cuidado con lo que deseas que se puede cumplir". Eddie pagará un alto precio por recuperar su dignidad como ser humano que le dejará marcado para siempre. De esta tragedia existencial, el McGuffin será el juego del billar y aún así Rossen lo subirá a lo más alto del pódium con la mítica primera partida entre el Fat y  el Fast que ocupa buena parte del metraje inicial.

Más allá de la evidente metáfora sobre el hecho de buscar el éxito a cualquier precio, Rossen pone sobre la mesa las relaciones entre el cineasta artista y autor y el productor despiadado que solo busca el beneficio en el negocio. Y sobre todo ello un espejo en el que el propio Rossen se ve reflejado. Él también vendió su alma con sus delaciones para poder seguir en lo más alto como artista.

Pero una vez que Rossen cuelga los tacos, se centra en una desgarradora historia de amor entre dos perdedores que eleva el conjunto a un nivel dramático sobresaliente. La pelirroja Piper Laurie que llevaba una década ejerciendo de "chica ingenua del prota de turno" en todo tipo de géneros, viene a encontrar el papel de su vida por el que también fue nominada. De carácter introvertido abandonó la actuación después de esta cinta durante quince años para dedicarse a su hogar. Su vuelta en 1976 con "Carrie" le supuso su segunda nominación. Habría una tercera en el 86 con "Hijos de un dios menor". Y no quisiera dejarme en el tintero actoral la acertada composición de Myron Mccormick que falleció al año siguiente, como "Charlie" ese viejo manager de Eddie que le ve como un hijo que le facilitará su jubilación.

La película no tiene desperdicio a pesar de que la faceta de escritor de Rossen se imponga en algunos diálogos. Como decía Billy Wilder (palabra de Dios) el truco es trabajar con los mejores. Y al lado de Rossen esta la excepcional y mítica montadora  Dede Allen, el maestro de la fotografía Eugene Schüfftan, (que se llevó aquí su único Oscar) y así seguiríamos con los responsables de la estupenda bso o la dirección artística que saca petróleo del bajo presupuesto. Es una película del 61 pero remite al cine clásico de los 30 y los 40, al noir (con esa gama de grises), al western sobre todo en el desafío en ese saloon-billar (la entrada a las ocho en punto como siempre del gordo de Minnesota es imborrable). Rodado en CinemaScope hasta la fecha reservado para películas épicas (en el fondo está lo es).

Cuando uno se sienta en la butaca y antes de los títulos de crédito iniciales (cosa inhabitual) ve llegar ese Packard cuya denominación había desaparecido un año antes empieza el "efecto Proust" y el aroma de CINE con mayúsculas te transporta a la época dorada y sabes que lo que vendrá a continuación quedará impreso para siempre en tu memoria cinéfila.

cineziete.wordpress.com
9
7 de septiembre de 2021 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me cabreo un poco conmigo mismo cuando una película ampliamente considerada como uno de los mejores clásicos del cine y que, además, por estilo y concepto es una obra que a priori yo debería disfrutar, acaba sin convencerme del todo. Aunque en este caso hablo de que en vez de un 10 rotundo le daría un 8,5 o 9, que ya es una valoración muy alta, pero es de esos pocos grandes clásicos que nunca había visto y que daba por seguro que me enamorarían y al final creo que es una muy buena película pero no me enamora.

Para mi lo mejor del film son las interpretaciones, aunque a decir verdad creo que se exageró un poco nominando al Oscar a todo el reparto. Para mi Piper Laurie no está de Oscar ni de lejos y Jackie Gleeson está bastante bien el tiempo que sale, pero son muy pocos planos y creo que es más el aura de su personaje, presente incluso cuando no está en plano, que la propia interpretación de Gleeson, al que a mi me habría gustado ver más minutos en pantalla. Los que sí creo que sostienen la película magistralmente son Paul Newman y George C. Scott, estos dos sí que están impresionantes.

El guion tiene sus puntos fuertes y débiles. Creo que lo mejor es la creación de un personaje tan especial como Eddie Felson, capaz de lo mejor y lo peor, con tantos grises, un personaje encantador y a la vez sórdido, envidiable y a la vez repudiable, que se va moviendo de un extremo a otro en una lucha interna que al mismo tiempo sirve como conductor de un mensaje sobre la obsesión humana por el éxito. Es uno de los personajes mejor escritos de la historia del cine. Pero por otro lado, la trama en sí adolece de altibajos que a mi me impiden disfrutar de la película todo el tiempo. Su inicio para mi es de obra maestra, lo mejor de la película. Su parte central aúna momentos muy potentes con varios ratos regulares. Y su final, aunque sabe a poco en cierto sentido (cinematográficamente, la gran partida es la del principio, no la del final), acaba en alto.

Por último, sobre la puesta en escena, igualmente creo que hay luces y sombras. Rossen se apoya en una buena fotografía de interiores en B/N del veteranísimo Eugene Schüfftan en uno de sus últimos trabajos y también en un acertado diseño artístico que nos mete de lleno en ese submundo de los salones de juego, pero si nos ceñimos a la dirección tampoco me parece que este sea un gran ejercicio de estilo y pienso que se podría incluso haber aprovechado mejor esa genial ambientación. Creo que Rossen me gustó más en su ópera prima "Cuerpo y alma". Con todo, "El buscavidas" es una gran obra que tiene elementos inolvidables en la historia del séptimo arte.

Nota: 8,5-9
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