Los amantes pasajeros
2013 

4.3
27,093
Comedia
Un grupo de estrafalarios pasajeros viaja de Madrid a Ciudad de México en un avión cuya tripulación es absolutamente esperpéntica. Durante el vuelo, una grave avería hace que los pasajeros de clase business, al verse inevitablemente al borde de la muerte, se sientan inclinados a revelar los asuntos más íntimos de su vida. Todo ello desembocará en una comedia caótica y disparatada. (FILMAFFINITY)
10 de septiembre de 2013
10 de septiembre de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un atisbo del Almodóvar de los viejos tiempos.
No hace mucho pensaba que ya nunca más veremos películas como Pepi, Luci, Bom... y lo sigo pensando... los tiempos que corren son de tedio y sometimiento, pero Los amantes pasajeros me ha devuelto un poco de la locura que tanto necesitamos y me ha sacado una de esas sonrisas bobaliconas que se te quedan pegadas a la boca durante bastante más tiempo del que imaginas.
Puede que no sea el mejor Almodóvar, pero si tienes sentido del humor y un espíritu libre y juvenil, esta película, seguramente, te gustara.
¡Ah!... Homófobos abstenerse. ;)
No hace mucho pensaba que ya nunca más veremos películas como Pepi, Luci, Bom... y lo sigo pensando... los tiempos que corren son de tedio y sometimiento, pero Los amantes pasajeros me ha devuelto un poco de la locura que tanto necesitamos y me ha sacado una de esas sonrisas bobaliconas que se te quedan pegadas a la boca durante bastante más tiempo del que imaginas.
Puede que no sea el mejor Almodóvar, pero si tienes sentido del humor y un espíritu libre y juvenil, esta película, seguramente, te gustara.
¡Ah!... Homófobos abstenerse. ;)
24 de noviembre de 2013
24 de noviembre de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me resisto habitualmente a ver las películas de este director de cine encumbrado por sectores afines en lo político y en lo social. Alguna vez me hizo reír con películas del pasado e incluso estuve de acuerdo con algún premio recibido. Pero la creatividad o genialidad que se le otorgan es tan falsa como los escenarios que utiliza.
La película es no solo un bodrio chabacano, es un triste intento de recuperar algo que alguna vez tuvo y que ya no le volverá: sorpresa y frescura. Nada de esto tiene la cinta, ni tan siquiera la aparición de tanto supuesto talento interpretativo español ofrece algo más que pena. Ni el montaje, ni el decorado ni la fotografía ayudan a mejorar este delirio más propio de un degenerado sexual que de un cineasta. Los diálogos son malos y producen repugnancia. El faloismo del que hace gala Almodovar le impide desarrollar ni un sólo minuto de cine sin más. Su obsesión por introducir pollas en las bocas de los actores o actrices, sólo es equiparable a cualquier película porno del espectro rancio de Nacho Vidal o Dinio.
Un fracaso total, del cual me alegro, pues la vulgaridad y lo soez pueden evitarse incluso por los amigos del izquierdismo progre para vender humo.
Vergüenza ajena.
La película es no solo un bodrio chabacano, es un triste intento de recuperar algo que alguna vez tuvo y que ya no le volverá: sorpresa y frescura. Nada de esto tiene la cinta, ni tan siquiera la aparición de tanto supuesto talento interpretativo español ofrece algo más que pena. Ni el montaje, ni el decorado ni la fotografía ayudan a mejorar este delirio más propio de un degenerado sexual que de un cineasta. Los diálogos son malos y producen repugnancia. El faloismo del que hace gala Almodovar le impide desarrollar ni un sólo minuto de cine sin más. Su obsesión por introducir pollas en las bocas de los actores o actrices, sólo es equiparable a cualquier película porno del espectro rancio de Nacho Vidal o Dinio.
Un fracaso total, del cual me alegro, pues la vulgaridad y lo soez pueden evitarse incluso por los amigos del izquierdismo progre para vender humo.
Vergüenza ajena.
29 de marzo de 2015
29 de marzo de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dice el crítico Carlos Boyero que no entiende en que se diferencia este producto de las comedias más cochambrosas de Mariano Ozores. Aquellas películas de españolitos pequeños y salidos, que se comían con los ojos a las turistas que venían a disfrutar de nuestro sol y del macho hispano. Y algunos años después con la llegada de la democracia, arribó también aquello que se conoció como destape, donde se lucían españolas despampanantes, esculturales, de vertiginosas curvas y verbo descarado, a pesar de no saber que en nuestro país existieran mujeres así; y en el colmo del surrealismo se desnudaban hasta con la disculpa de lavarse las manos o de tomarse un café.
En esta película Almodóvar nos muestra una panda de mariconas (y utilizo esta palabra políticamente incorrecta para definirlos, porque quiero pensar que ese grupo, que aquí se exhibe, produce sonrojo y pesadumbre a los verdaderos y discretos homosexuales, o gais, cuya aplastante mayoría es tan respetable e íntegra como cualquier otro colectivo, que se precie de ser, en primer lugar, y ante todo personas) y alguna salida, o frustrada, que también pululan por allí. La pregunta del crítico tiene sentido, peor aun cuando este subproducto de ahora, no tiene la disculpa del franquismo y la represión, ni la avidez de consumir aquello que durante tantos años había estado prohibido. Y es una pena ver a prestigiosos actores, intentando dar forma a infumables papeles, causando un evidente ridículo, porque es algo simplemente imposible de sostener, llevándonos al peor de los esperpentos, e inundándonos de una sensación a la que se denomina vergüenza ajena.
Donde está el Almodóvar de Mujeres al borde, Todo sobre mi madre, o Que he hecho yo para merecer esto, y alguna más que sin llegar a alcanzar este nivel fueron dignas películas. Dónde está esa chispa, esa frescura, esa conexión con el público. Creo que la ha perdido hace tiempo, y es una lástima que no se haya dado cuenta, o lo que es peor, que lo sepa, y quiera seguir explotando el filón económico que pueda suponer. Sea cual sea el motivo, el resultado es sencillamente patético.
Como no me agradaría ser solo displicente con quien me ha hecho disfrutar en bastantes ocasiones, me he esforzado en sacar alguna lectura positiva de este fiasco, y a pesar de que me ha costado lo mío, y aun corriendo el riesgo de bordear yo también el patetismo, resaltare un par de ellas. La nómina de actores, de lo más granado del cine español, aunque lamentablemente muy poquitos se salvan, quizás M.A. Silvestre, por tener un papel entre comillas normalito, Javier Cámara porque posee una enorme categoría, y en menor medida Lola Dueñas, porque es una actriz que me gusta mucho, aunque el papelito suyo tiene tela. También alguna ligera indirecta o directa a la casa real, a los políticos que construyeron faraónicas obras que después no tuvieron uso, y de pasada al poder bancario que de forma tan cruel ha golpeado a una parte importante de la sociedad.
Me gustaría equivocarme, pero después de tres chascos seguidos, no albergo mucha esperanza de volver a emocionarme y a disfrutar con una película de Almodóvar. Espero que los hechos me quiten la razón.
En esta película Almodóvar nos muestra una panda de mariconas (y utilizo esta palabra políticamente incorrecta para definirlos, porque quiero pensar que ese grupo, que aquí se exhibe, produce sonrojo y pesadumbre a los verdaderos y discretos homosexuales, o gais, cuya aplastante mayoría es tan respetable e íntegra como cualquier otro colectivo, que se precie de ser, en primer lugar, y ante todo personas) y alguna salida, o frustrada, que también pululan por allí. La pregunta del crítico tiene sentido, peor aun cuando este subproducto de ahora, no tiene la disculpa del franquismo y la represión, ni la avidez de consumir aquello que durante tantos años había estado prohibido. Y es una pena ver a prestigiosos actores, intentando dar forma a infumables papeles, causando un evidente ridículo, porque es algo simplemente imposible de sostener, llevándonos al peor de los esperpentos, e inundándonos de una sensación a la que se denomina vergüenza ajena.
Donde está el Almodóvar de Mujeres al borde, Todo sobre mi madre, o Que he hecho yo para merecer esto, y alguna más que sin llegar a alcanzar este nivel fueron dignas películas. Dónde está esa chispa, esa frescura, esa conexión con el público. Creo que la ha perdido hace tiempo, y es una lástima que no se haya dado cuenta, o lo que es peor, que lo sepa, y quiera seguir explotando el filón económico que pueda suponer. Sea cual sea el motivo, el resultado es sencillamente patético.
Como no me agradaría ser solo displicente con quien me ha hecho disfrutar en bastantes ocasiones, me he esforzado en sacar alguna lectura positiva de este fiasco, y a pesar de que me ha costado lo mío, y aun corriendo el riesgo de bordear yo también el patetismo, resaltare un par de ellas. La nómina de actores, de lo más granado del cine español, aunque lamentablemente muy poquitos se salvan, quizás M.A. Silvestre, por tener un papel entre comillas normalito, Javier Cámara porque posee una enorme categoría, y en menor medida Lola Dueñas, porque es una actriz que me gusta mucho, aunque el papelito suyo tiene tela. También alguna ligera indirecta o directa a la casa real, a los políticos que construyeron faraónicas obras que después no tuvieron uso, y de pasada al poder bancario que de forma tan cruel ha golpeado a una parte importante de la sociedad.
Me gustaría equivocarme, pero después de tres chascos seguidos, no albergo mucha esperanza de volver a emocionarme y a disfrutar con una película de Almodóvar. Espero que los hechos me quiten la razón.
12 de octubre de 2020
12 de octubre de 2020
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo malo de tener un conocimiento cinematográfico que no más allá de ser capaz de valorar si me ha compensado o no pagar una entrada es que muchas veces echo la culpa del fracaso de una película o le atribuyo el mérito de su éxito al responsable equivocado. Por ejemplo, puede que esté diciendo que el guion es una mierda cuando realmente es el director no ha sido capaz de plasmarlo en pantalla; o que la dirección me haya parecido firme cuando el que ha salvado la película es el jefe de fotografía. Por eso, lo bueno de hacer críticas de Almodóvar es que con él no tengo ese problema. El hombre se encarga de todo lo relacionado con sus obras, producción, guion, dirección, montaje, fotografía, música, sonido… en definitiva TODO, así que si digo que acierta o se equivoca con tal o cual concepto no puedo equivocarme.
También es cierto que equivocarse con un truño como esta “Los amantes pasajeros” es muy complicado, porque no hay por donde cogerla. De hecho, no es fácil catalogarla como película, porque una película intentaría contar algo, expresar algo, entretener a un público, cosa que, a todas luces, no es el caso. “Los amantes pasajeros” es más una terapia de autoafirmación, un golpe en la mesa de Almodóvar en esa época en la que andaba a malas con la Academia Española del Cine que no le daban a cada una de sus películas los Goyas que él pensaba que merecía, sino sólo de vez en cuando. Primero se marcó un autohomenaje con “Los abrazos rotos” para narrar lo duro que es ser una estrella de la dirección a la que no valoran lo suficiente y, en vista de que la crítica no reaccionaba y le seguía dando Goyas a Bayona o a Amenábar, subió decidió subir la apuesta.
Lo más significativo es que “Los amantes pasajeros” no tiene argumento. O por lo menos nadie se lo ha encontrado salvo el propio Pedro y cuatro incondicionales a sueldo de una línea editorial. Aquí hay que señalar que es de las películas peor acogidas por una crítica profesional que, al valorar a Almodóvar, suele escribir sus reseñas con plantillas elogiosas y que, en esta ocasión, tuvieron el valor de contar que el rey estaba desunudo. Como decía no hay argumento, estamos ante lo que se podría considerar una performance de dos horas con un avión que no puede aterrizar por problemas técnicos y, en su interior, los pasajeros duermen hasta que se despiertan para decir frases inconexas. Podríamos quitar personajes, poner personajes, quitar frases y poner frases y la película seguiría siendo la misma tomadura de pelo.
Supuestamente es una comedia, pero nada trabajada. El humor procede de tres azafatos haciendo de homosexuales, diciendo patochadas y luciendo pluma. Eso es todo. A veces cantan, a veces flirtean entre ellos, a veces se colocan y se supone que eso tiene que hacer gracia porque se le pone a Pedro en sus mismísimos. Quizá en los primeros años de la democracia ese humor pudiera funcionar por aquello de la novedad y el atrevimiento, pero hace ya algunas décadas que sacar mariquitas en pantalla dejó de ser suficiente para hacer reír. Y toda la película rezuma esa prepotencia de que hay que reirse porque lo dice Él, con silencios tras cada frase para que el espectador pueda, hipotéticamente, descojonarse sin miedo a perderse el comienzo de la siguiente escena… lo que, dado que es prácticamente imposible reírse, genera una arritmia desesperante y una sensación de irrealidad, de comedia fallida, como cuando el típico cuñado plasta tiene un día malo y no deja de contar chistes y anécdotas que sólo consigue, alguna sonrisa forzada, silencios incómodos y alguna tosecilla.
De lo único que puede presumir Almodóvar es de haber reunido a todos, o casi todos, los actores que eran alguien en el cine español en ese momento. Pero a la mayoría, a los más veteranos, se les ve rígidos, envarados, conscientes de que sueltan frases sin recorrido y como que están saldando viejas deudas con su antiguo mentor. Ese es el punto: más que actuar, más que interpretar, están pagando favores de sus comienzos. Los más jóvenes sí tienen el vigor y el entusiasmo de quienes están cumpliendo un sueño (o un hito en sus carreras), pero sus diálogos son igual de escuetos y sin sentido.
En lo puramente técnico, “Los amantes pasajeros” es una mala comedia y una mala película. A lo mejor se podrían salvar detalles sueltos como la fotografía, el vestuario o el sonido, pero no tiene rumbo ni intención de contar nada. Es solamente el fruto del rencor, de las ganas de llamar la atención haciendo ver puede hacer la mierda que quiera y que la crítica profesional dirá que huele a flores. Que puede poner en pantalla lo que se le antoje y el público pagará por verlo. Que puede chasquear los dedos y todas las estrellas del cine se darán de bofetadas por el papel que Él quiera darles.
Y lo mejor es que puedo decir sin miedo a equivocarme que el mérito de esta tontería es única y exclusivamente suyo, de Pedro. Nivel de truño: truño rencoroso. Afortunadamente, fue tal el fracaso a todos los niveles que Almodóvar tomó nota y dejó de hacer esta clase de cine, se tomó su tiempo para reflexionar, dejar de exigir casito y volver con su cine de siempre.
También es cierto que equivocarse con un truño como esta “Los amantes pasajeros” es muy complicado, porque no hay por donde cogerla. De hecho, no es fácil catalogarla como película, porque una película intentaría contar algo, expresar algo, entretener a un público, cosa que, a todas luces, no es el caso. “Los amantes pasajeros” es más una terapia de autoafirmación, un golpe en la mesa de Almodóvar en esa época en la que andaba a malas con la Academia Española del Cine que no le daban a cada una de sus películas los Goyas que él pensaba que merecía, sino sólo de vez en cuando. Primero se marcó un autohomenaje con “Los abrazos rotos” para narrar lo duro que es ser una estrella de la dirección a la que no valoran lo suficiente y, en vista de que la crítica no reaccionaba y le seguía dando Goyas a Bayona o a Amenábar, subió decidió subir la apuesta.
Lo más significativo es que “Los amantes pasajeros” no tiene argumento. O por lo menos nadie se lo ha encontrado salvo el propio Pedro y cuatro incondicionales a sueldo de una línea editorial. Aquí hay que señalar que es de las películas peor acogidas por una crítica profesional que, al valorar a Almodóvar, suele escribir sus reseñas con plantillas elogiosas y que, en esta ocasión, tuvieron el valor de contar que el rey estaba desunudo. Como decía no hay argumento, estamos ante lo que se podría considerar una performance de dos horas con un avión que no puede aterrizar por problemas técnicos y, en su interior, los pasajeros duermen hasta que se despiertan para decir frases inconexas. Podríamos quitar personajes, poner personajes, quitar frases y poner frases y la película seguiría siendo la misma tomadura de pelo.
Supuestamente es una comedia, pero nada trabajada. El humor procede de tres azafatos haciendo de homosexuales, diciendo patochadas y luciendo pluma. Eso es todo. A veces cantan, a veces flirtean entre ellos, a veces se colocan y se supone que eso tiene que hacer gracia porque se le pone a Pedro en sus mismísimos. Quizá en los primeros años de la democracia ese humor pudiera funcionar por aquello de la novedad y el atrevimiento, pero hace ya algunas décadas que sacar mariquitas en pantalla dejó de ser suficiente para hacer reír. Y toda la película rezuma esa prepotencia de que hay que reirse porque lo dice Él, con silencios tras cada frase para que el espectador pueda, hipotéticamente, descojonarse sin miedo a perderse el comienzo de la siguiente escena… lo que, dado que es prácticamente imposible reírse, genera una arritmia desesperante y una sensación de irrealidad, de comedia fallida, como cuando el típico cuñado plasta tiene un día malo y no deja de contar chistes y anécdotas que sólo consigue, alguna sonrisa forzada, silencios incómodos y alguna tosecilla.
De lo único que puede presumir Almodóvar es de haber reunido a todos, o casi todos, los actores que eran alguien en el cine español en ese momento. Pero a la mayoría, a los más veteranos, se les ve rígidos, envarados, conscientes de que sueltan frases sin recorrido y como que están saldando viejas deudas con su antiguo mentor. Ese es el punto: más que actuar, más que interpretar, están pagando favores de sus comienzos. Los más jóvenes sí tienen el vigor y el entusiasmo de quienes están cumpliendo un sueño (o un hito en sus carreras), pero sus diálogos son igual de escuetos y sin sentido.
En lo puramente técnico, “Los amantes pasajeros” es una mala comedia y una mala película. A lo mejor se podrían salvar detalles sueltos como la fotografía, el vestuario o el sonido, pero no tiene rumbo ni intención de contar nada. Es solamente el fruto del rencor, de las ganas de llamar la atención haciendo ver puede hacer la mierda que quiera y que la crítica profesional dirá que huele a flores. Que puede poner en pantalla lo que se le antoje y el público pagará por verlo. Que puede chasquear los dedos y todas las estrellas del cine se darán de bofetadas por el papel que Él quiera darles.
Y lo mejor es que puedo decir sin miedo a equivocarme que el mérito de esta tontería es única y exclusivamente suyo, de Pedro. Nivel de truño: truño rencoroso. Afortunadamente, fue tal el fracaso a todos los niveles que Almodóvar tomó nota y dejó de hacer esta clase de cine, se tomó su tiempo para reflexionar, dejar de exigir casito y volver con su cine de siempre.
19 de marzo de 2013
19 de marzo de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como si de una superproducción hollywoodiense de catástrofes propia de los setenta se tratara (sin ir más lejos, por ejemplo, Airport (Aeropuerto) (1970), de George Seaton), Pedro Almodóvar ha reunido a un mastodóntico reparto de estrellas para su última película, Los amantes pasajeros. Y aunque los mete a todos (o a casi todos) en un avión con problemas para aterrizar, sus similitudes con aquél subgénero tan de moda en los setenta acaban ahí, pues mientras en aquellas producciones uno era capaz de aguantar el habitual cruce de historias de personajes más o menos esquemáticos y meramente funcionales hasta la llegada pletórica de las publicitadas secuencias de catástrofes (daba igual si era un terremoto, un volcán en erupción o un incendio en un rascacielos) en las que los equipos de efectos especiales ponían toda la carne en el asador, en la última cinta de Almodóvar el reclamo es el (también muy publicitado) número musical de los tres azafatos protagonistas al ritmo del vertiginoso "I'm So Excited" de las Pointer Sisters. He ahí la gran traba que podría extenderse al grueso del metraje de Los amantes pasajeros: igual que los conflictos (siempre cogidos con pinzas y resueltos de manera superficial) que vivían los repartos corales de las superproducciones de Hollywood servían de excusa para "entretener" al respetable mientras se desarrollaba la trama principal acerca de la inminente catástrofe, la que justificaba toda la puesta en pie de la película, en Los amantes pasajeros no hay una trama principal que justifique este "montaje", lo que convierte a la cinta en una sucesión de gags (mayoritariamente verbales) que finalmente hacen gracia por acumulación, pero que no sostienen por sí solos la película.
A Almodóvar le ha salido, valorándola dentro de su obra, su película más gamberra, bestia, desenfadada y despreocupada (en el contenido, que no en la forma) en años. Pero, juzgándola a través de la consideración de "autor" de la que ya goza el manchego en la cinematografía patria, Los amantes pasajeros resulta escatológica, soez, infantil y ridícula. Esta (esperada) vuelta a la comedia del realizador peca de absurda e incongruente, primero porque el humor usado en los diálogos y en las situaciones remite a un Almodóvar que el actual director está ya muy lejos de ser. Que en pleno auge de la Movida de los 80, el personaje de Olvido Gara "Alaska" le meara literalmente en la cara al de Eva Siva en Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980) era incluso razonable dadas las circunstancias de emancipación y liberación transgresora que vivía el país (y también su joven realizador), pero que habiendo llovido como lo ha hecho desde entonces, que la práctica totalidad del reparto de Los amantes pasajeros se pongan a follar en pleno avión en una 'casi' orgía, es prácticamente de vergüenza ajena y más habiendo el autor hecho madurar en el espectador su propia concepción del amor y, sobre todo, el sexo a través de sus películas de los últimos años. Y segundo, y todavía mucho más cabreante, es que habiendo obtenido la calma y solidez que ha venido demostrando en sus últimos títulos en su labor como guionista, es de cárcel el que el mayor y más sangrante fallo de Los amantes pasajeros nazca precisamente de un guión mal hilado, donde la historia de base ni siquiera llega a aspirar ser un macguffin perfecto para permitir el avance de los personajes, entre otras cosas porque la trama principal (las complicaciones técnicas de un avión impiden su aterrizaje y obligan al mismo a dar vueltas todo el rato hasta localizar una pista idónea) no interesa, no engancha, ni siquiera al mismo autor, más interesado en dar cancha a los estelares cameos de Antonio Banderas y Penélope Cruz que en explotar como merecía el nacimiento del conflicto principal y, por supuesto, obvia por completo las posibilidades cómicas de semejante punto de partida en favor de una colección de sketches conectados entre sí por el fino alambre de la "casualidad" y no de la "causalidad", protagonizados por una estrambótica galería de personajes, donde ni ellos ni los conflictos que les acompañan resultan verdaderamente creíbles sobre el papel (ni siquiera valorándolos dentro del personal universo del realizador), aunque el mencionado elenco de campanillas se entregue entusiasta a aportarles el alma que Almodóvar no ha sabido depositarles.
(Continúa en "spoiler" por falta de espacio)
A Almodóvar le ha salido, valorándola dentro de su obra, su película más gamberra, bestia, desenfadada y despreocupada (en el contenido, que no en la forma) en años. Pero, juzgándola a través de la consideración de "autor" de la que ya goza el manchego en la cinematografía patria, Los amantes pasajeros resulta escatológica, soez, infantil y ridícula. Esta (esperada) vuelta a la comedia del realizador peca de absurda e incongruente, primero porque el humor usado en los diálogos y en las situaciones remite a un Almodóvar que el actual director está ya muy lejos de ser. Que en pleno auge de la Movida de los 80, el personaje de Olvido Gara "Alaska" le meara literalmente en la cara al de Eva Siva en Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980) era incluso razonable dadas las circunstancias de emancipación y liberación transgresora que vivía el país (y también su joven realizador), pero que habiendo llovido como lo ha hecho desde entonces, que la práctica totalidad del reparto de Los amantes pasajeros se pongan a follar en pleno avión en una 'casi' orgía, es prácticamente de vergüenza ajena y más habiendo el autor hecho madurar en el espectador su propia concepción del amor y, sobre todo, el sexo a través de sus películas de los últimos años. Y segundo, y todavía mucho más cabreante, es que habiendo obtenido la calma y solidez que ha venido demostrando en sus últimos títulos en su labor como guionista, es de cárcel el que el mayor y más sangrante fallo de Los amantes pasajeros nazca precisamente de un guión mal hilado, donde la historia de base ni siquiera llega a aspirar ser un macguffin perfecto para permitir el avance de los personajes, entre otras cosas porque la trama principal (las complicaciones técnicas de un avión impiden su aterrizaje y obligan al mismo a dar vueltas todo el rato hasta localizar una pista idónea) no interesa, no engancha, ni siquiera al mismo autor, más interesado en dar cancha a los estelares cameos de Antonio Banderas y Penélope Cruz que en explotar como merecía el nacimiento del conflicto principal y, por supuesto, obvia por completo las posibilidades cómicas de semejante punto de partida en favor de una colección de sketches conectados entre sí por el fino alambre de la "casualidad" y no de la "causalidad", protagonizados por una estrambótica galería de personajes, donde ni ellos ni los conflictos que les acompañan resultan verdaderamente creíbles sobre el papel (ni siquiera valorándolos dentro del personal universo del realizador), aunque el mencionado elenco de campanillas se entregue entusiasta a aportarles el alma que Almodóvar no ha sabido depositarles.
(Continúa en "spoiler" por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Pero no todo son "abrazos rotos". Tiene Los amantes pasajeros una más que cuidada factura y aunque ese avión apeste a decorado por los cuatro costados, hay que señalar a su favor ese sabor a añejo, a película antigua, que respira toda la escenografía creada por Antxón Gómez, así como el vistoso vestuario diseñado por Tatiana Hernández y David Delfín. Por no hablar de la colorista fotografía del gran José Luis Alcaine, que aporta a la película la clase y la luminosidad de las que carece el guión original y que nos remite directamente a la comedia americana de los cincuenta y sesenta, con Pillow Talk (Confidencias a medianoche) (1959), de Michael Gordon, como principal referencia. Y, faltaría más, en el apartado de aciertos nos es obligado detenernos en la colosal y desprejuiciada labor de ese trío de azafatos, desde ya personajes históricos y míticos en la obra de Almodóvar, a los que interpretan con excéntrico frenesí Raúl Arévalo, Javier Cámara y Carlos Areces. Verdaderos hilos conductores del film, los actores se desvanecen por completo en las pieles de sus personajes haciendo de la letra del tema del número musical que interpretan el lema que regirá casi por completo toda su intervención. Y mientras Cámara da una vuelta de tuerca más al registro plumífero que tan bien conocemos por sus trabajos en La mala educación (2004) o Fuera de carta (2008), de Nacho G. Velilla, Arévalo sorprende desenvolviéndose con inusitada frescura en un campo desconocido para él. Pero "la reina del baile" es, sin ningún género de dudas, Carlos pestañones Areces. El camaleonismo de este intérprete en Los amantes pasajeros arranca y alcanza grados de estupefacción en el respetable, que si suma carcajada tras carcajada es simple y llanamente por el trabajo de Areces, soltando las inenarrables frases escritas por el manchego con esa insulsez tan característica suya y que aporta el nivel justo de mala uva a un personaje estereotipado, sí, pero ciertamente irresistible. Cada leve gesto, cada mirada, cada aparición suya son una invitación descarada a la risotada. Si hay un motivo por el que recomendar el visionado de Los amantes pasajeros, ése es el trabajo de Carlos Areces, que figura desde este momento en uno de nuestros indiscutibles favoritos al Goya secundario del próximo año.
http://actoressinverguenza.blogspot.com
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