Días de vino y rosas
1962 

8.1
20,489
9 de octubre de 2015
9 de octubre de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre he sido mucho más admirador del Blake Edwards de los dramas o los thrillers al de las comedias, en las que por otra parte la industria le encasilló apresuradamente. Debo ser de los pocos que no ensalzan esas comedias tan famosas como “El guateque” o “La pantera rosa”, entre otras, aunque no desmerecen, sólo me quedaría con “Desayuno con diamantes”, por Audrey, "Moon river" y su delicioso romanticismo. “Días de vino y rosas” me parece su mejor película, causó una fuerte impresión a mucha gente y hoy en día es un punzante clásico del cine dramático. El origen de la película fue un telefilm realizado cinco años antes por John Frankenheimer con Clift Robertson como protagonista. Nadie podía esperar que un habitual director de comedias y el mayor comediante de ese tiempo que era Jack Lemmon, pudieran hacer una obra tan amarga y emotiva como ésta.
Una fábula de corte moralista que debe su eficacia en gran medida al esmerado trabajo de sus actores y a la fotografía en claroscuro de blanco y negro, donde dominan los primeros planos extenuantes sobre unos personajes en situación límite, muy adecuado al drama sórdido y patético en ocasiones que rezuma el film. Curiosamente la película comienza como una comedia estilizada y lúdica, se nos presenta el personaje central Joe Clay (Lemmon), como un hombre afable y sumiso, empleado en relaciones públicas que conocerá mediante el clásico equívoco a una secretaria, Kirsten (la bellísima Lee Remick), formando una familia de clase media.
Pero la aparente comedia deriva rápidamente hacia un drama autodestructivo de un realismo social apabullante, mediante el alcohol, las necesidades afectivas, los sueños rotos y los fracasos profesionales derivados de una competencia insensata y poco civilizada. La película está poblada de escenas impactantes y terroríficas cercanas a la locura de una atroz dependencia insalvable, una notable reflexión sobre la adicción a un vicio tolerado a nivel social, capaz de degradar la convivencia y humillar a los que lo sufren. Más que un film sobre el alcoholismo, es un film sobre dos personas que beben casi siempre excesivamente. Eso ayuda a dar al film un tono adulto, alternativamente ligero y sombrío, que es su mejor propuesta. Destacar la música siempre delicada y maravillosa del maestro Henry Mancini, habitual en el cine de Edwards.
Una fábula de corte moralista que debe su eficacia en gran medida al esmerado trabajo de sus actores y a la fotografía en claroscuro de blanco y negro, donde dominan los primeros planos extenuantes sobre unos personajes en situación límite, muy adecuado al drama sórdido y patético en ocasiones que rezuma el film. Curiosamente la película comienza como una comedia estilizada y lúdica, se nos presenta el personaje central Joe Clay (Lemmon), como un hombre afable y sumiso, empleado en relaciones públicas que conocerá mediante el clásico equívoco a una secretaria, Kirsten (la bellísima Lee Remick), formando una familia de clase media.
Pero la aparente comedia deriva rápidamente hacia un drama autodestructivo de un realismo social apabullante, mediante el alcohol, las necesidades afectivas, los sueños rotos y los fracasos profesionales derivados de una competencia insensata y poco civilizada. La película está poblada de escenas impactantes y terroríficas cercanas a la locura de una atroz dependencia insalvable, una notable reflexión sobre la adicción a un vicio tolerado a nivel social, capaz de degradar la convivencia y humillar a los que lo sufren. Más que un film sobre el alcoholismo, es un film sobre dos personas que beben casi siempre excesivamente. Eso ayuda a dar al film un tono adulto, alternativamente ligero y sombrío, que es su mejor propuesta. Destacar la música siempre delicada y maravillosa del maestro Henry Mancini, habitual en el cine de Edwards.
4 de mayo de 2016
4 de mayo de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como disfruté con esta película me envolvió y me dejo destrozado. Ese Jack Lemmon maravilloso siempre lo recordaré con este papel ( lo borda ) esto es cine y Lee Remick espectacular, esto es vida. Llore como un niño y disfruté como un bebe, quiero mas cine como este lo QUIERO.QUE FRÁGILES somos los humanos y que grande el cine que no lo enseña. Un placer.
22 de marzo de 2020
22 de marzo de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Eso es lo que tarda en despegar y destrozarte el rey de la escalera real sobre alcoholismo.
58 minutos parece mucha espera, pero no lo es, al menos no en este caso.
Su introducción es correcta. Parece que nos disponemos a ver esa típica comedia agridulce a la que Jack Lemmon nos tiene tan bien acostumbrados. En esos momentos nada hace presagiar lo que se avecina. Va despacio, desarrolla los personajes, la relación y otros aspectos de la cinta con suma decencia, salvo por la terrible escena insectoide que da pie al beso.
La magia comienza cuando Joe se para frente al escaparate y ve su imagen reflejada. A partir de aquí todo son elogios. Interpretaciones, guión, música, fotografía, montaje, etcétera. Un cine demoledor que pone de manifiesto algo que todos deberíamos ver y entender.
A destacar escenas memorables como la del invernadero, la decadencia y sacrificio en el motel o su realista y sobrio (nunca he usado mejor este adjetivo) desenlace.
Por cierto, para los profanos en Póker el as de la escalera se llama The Lost Weekend (1945)
58 minutos parece mucha espera, pero no lo es, al menos no en este caso.
Su introducción es correcta. Parece que nos disponemos a ver esa típica comedia agridulce a la que Jack Lemmon nos tiene tan bien acostumbrados. En esos momentos nada hace presagiar lo que se avecina. Va despacio, desarrolla los personajes, la relación y otros aspectos de la cinta con suma decencia, salvo por la terrible escena insectoide que da pie al beso.
La magia comienza cuando Joe se para frente al escaparate y ve su imagen reflejada. A partir de aquí todo son elogios. Interpretaciones, guión, música, fotografía, montaje, etcétera. Un cine demoledor que pone de manifiesto algo que todos deberíamos ver y entender.
A destacar escenas memorables como la del invernadero, la decadencia y sacrificio en el motel o su realista y sobrio (nunca he usado mejor este adjetivo) desenlace.
Por cierto, para los profanos en Póker el as de la escalera se llama The Lost Weekend (1945)
21 de mayo de 2006
21 de mayo de 2006
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Qué grandes interpretaciones de ambos protagonistas! destilan humanidad como bourbon por sus poros.¡Qué escenas tan verídicas en ese descenso al os infiernos de dos personas como cualquiera!.
Jack Lemmon está expléndido, creo que no hay actores como él actualmente.Además lo maravilloso es que sin llegar a la sordidez de otra gran película sobre el tema como Leaving las Vegas, te trasmite más intensamente el drama.
Por eso me gustan las películas antiguas, porque aún haciendose en otro contexto de tiempo y modas siguen atrapando a generaciones futuras. ¿Será porque son obras maestras?. ¿Aguantarán tan bien el paso del tiempo lo que hoy llamamos buenas películas?.
Jack Lemmon está expléndido, creo que no hay actores como él actualmente.Además lo maravilloso es que sin llegar a la sordidez de otra gran película sobre el tema como Leaving las Vegas, te trasmite más intensamente el drama.
Por eso me gustan las películas antiguas, porque aún haciendose en otro contexto de tiempo y modas siguen atrapando a generaciones futuras. ¿Será porque son obras maestras?. ¿Aguantarán tan bien el paso del tiempo lo que hoy llamamos buenas películas?.
16 de abril de 2007
16 de abril de 2007
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una película de obligado visionado para todos aquellos a los que nos gusta el buen cine, y para todos aquellos jóvenes que piensan que por una copa no pasa nada, aunque luego venga otra, y luego otra y así hasta adentrarnos en el triste mundo del alcoholismo que magistralmente interpretan Lemmon y Remick en una película bien didirgida y estructurada sobre un guión demoledor.
A mi entender, el desarrollo de la película se asimila a lo que es una noche de borrachera, en la que se comienza con una apariencia de alegría y buen rollo, que acaba con la inevitable resaca que te arruina el día siguiente. Pues bien, pienso que esta simple estructura extrapolada a la vida de sus protagonistas es la que nos ofrece esta película, donde los personajes principales pasean su falsa alegría y felicidad motivada por el alcohol, para desembocar irremediablemente en la perenne resaca que supone la vida del alcohólico cuya existencia se ve arruinada por su adicción, arrastrando tras ello a los que le rodean, situación que en una magistral interpretación nos enseñan los protagonistas, siendo especialmente significativa la desgarradora y desesperada búsqueda de alcohol que lleva a cabo Jack Lemmon en el invernadero así como la caída libre que que padece la protagonista, maravillosa Lee Remick, en el desarrollo de la cinta.
Con independencia de su altísimo valor cinematográfico, creo que además es una película que todos los padres deberían hacer ver a sus hijos. Imprescindible.
A mi entender, el desarrollo de la película se asimila a lo que es una noche de borrachera, en la que se comienza con una apariencia de alegría y buen rollo, que acaba con la inevitable resaca que te arruina el día siguiente. Pues bien, pienso que esta simple estructura extrapolada a la vida de sus protagonistas es la que nos ofrece esta película, donde los personajes principales pasean su falsa alegría y felicidad motivada por el alcohol, para desembocar irremediablemente en la perenne resaca que supone la vida del alcohólico cuya existencia se ve arruinada por su adicción, arrastrando tras ello a los que le rodean, situación que en una magistral interpretación nos enseñan los protagonistas, siendo especialmente significativa la desgarradora y desesperada búsqueda de alcohol que lleva a cabo Jack Lemmon en el invernadero así como la caída libre que que padece la protagonista, maravillosa Lee Remick, en el desarrollo de la cinta.
Con independencia de su altísimo valor cinematográfico, creo que además es una película que todos los padres deberían hacer ver a sus hijos. Imprescindible.
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