El hilo fantasma
2017 

6.8
17,750
Drama. Romance
En el Londres de la posguerra, en 1950, el famoso modisto Reynolds Woodcock (Daniel Day-Lewis) y su hermana Cyril (Lesley Manville) están a la cabeza de la moda británica, vistiendo a la realeza y a toda mujer elegante de la época. Un día, el soltero Reynolds conoce a Alma (Vicky Krieps), una dulce joven que pronto se convierte en su musa y amante. Y su vida, hasta entonces cuidadosamente controlada y planificada, se ve alterada por la ... [+]
2 de febrero de 2018
2 de febrero de 2018
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
No cabe duda de que Paul Thomas Anderson es un cineasta atípico. Proclive a rodar películas densas, complejas y extrañas, posee la rara característica de reflejar en todas sus obras su marca personal, aunque no se parezcan en nada unas a otras. La ágil y corrosiva “Boogie Nights”, la profunda e intensa “Magnolia”, la etérea y surrealista “Embriagado de amor”, la precisa y dura “Pozos de ambición” y la intrincada y atormentada “The Master” conforman una filmografía que, a buen seguro, haría las delicias de algunos psicólogos especializados en mentes laberínticas y jeroglíficas. Ahora presenta “El hilo invisible”, otra minuciosa cinta que desarrolla sobre una serie de personajes interesantes, a los que disecciona, moldea y expone para construir sobre ellos una trama bien rodada y ambientada. Pese a contar con un menor número de excentricidades y diversas recreaciones más convencionales, continúa destilando ese aroma a singularidad y originalidad que acompaña siempre al realizador californiano. Cabe afirmar que, a través de hilos visibles e invisibles, lleva la historia a un terreno en el que se encuentra muy cómodo. Sin embargo, puede no decirse lo mismo de los espectadores, a quienes apabulla con su recreación obsesiva.
Ambientada en el Londres de los años cincuenta, muestra la vida de un diseñador de moda responsable de crear el vestuario de las clases sociales adineradas, incluso de la realeza. Su existencia acomodada dará un notable giro cuando conoce a una bella joven que terminará convirtiéndose en su musa y amante. Pero la compatibilidad entre su mundo particular y el de la chica es dificultosa, hasta el punto de que su estructurada y organizada rutina se ve expuesta a sufrir una serie de efectos no deseados.
Film con una estética de corte clásico, la fotografía, dirección artística, vestuario, banda sonora e incluso ritmo del metraje nos trasladan a una época y a unas formas artísticas tradicionales. No así el guion ni la naturaleza de los protagonistas, que albergan más matices y dobleces. A lo largo de la proyección se percibe la textura del drama, pero también su mezcla con toques de suspense. Al final, las aristas y los mensajes subliminales que contiene, condimentados a base de silencios, miradas y gestos, indican que se abarcará mejor su esencia en posteriores visionados. Cuestión distinta es que resulte aconsejable volver a verla inmediatamente. Personalmente, dejaría transcurrir un plazo razonable. Ante tanta contundencia, una sobredosis de Paul Thomas Anderson no parece ahora mismo lo más recomendable.
Le avalan seis nominaciones a los Oscar (película, director, actor protagonista, actriz secundaria, banda sonora y vestuario) y ha logrado asimismo diversas candidaturas a los BAFTA británicos, los Globos de Oro y los galardones de las Asociaciones de Críticos más prestigiosas. Aun así, y después de ocho ocasiones de haberse hecho acreedor de la estatuilla dorada Hollywood, es improbable que este año pueda llevársela tampoco a casa. El triunfo siempre le ronda, pero no termina de acercarse a él lo suficiente. En mi opinión, ni falta que le hace, habida cuenta su sólida carrera profesional, su importante legión de seguidores y sus numerosos reconocimientos. Sin discusión, estamos ante un artista que no se traiciona a sí mismo.
Para concluir, es justo mencionar de modo especial a Daniel Day-Lewis, otro extraño, portentoso y poco convencional talento, como sucede con el propio director. Contemplándole en la pantalla, me recordaba por momentos a su Newland Archer de “La edad de la inocencia” y, a partir de ahí, a un sinfín de interpretaciones memorables. Sus tres merecidos Oscars dan cuenta de una portentosa habilidad para la actuación. Sobre él recae buena parte del peso de “El hilo invisible”, que parece soportar sin dificultad ni sufrimiento. Le acompañan en el reparto la luxemburguesa Vicky Krieps (“El hombre más buscado”, “Hanna”) y Lesley Manville (“Viajo sola”, “Maléfica”).
www.cineenpantallagrande.blogspot.com
@gerardo_perez_s
Ambientada en el Londres de los años cincuenta, muestra la vida de un diseñador de moda responsable de crear el vestuario de las clases sociales adineradas, incluso de la realeza. Su existencia acomodada dará un notable giro cuando conoce a una bella joven que terminará convirtiéndose en su musa y amante. Pero la compatibilidad entre su mundo particular y el de la chica es dificultosa, hasta el punto de que su estructurada y organizada rutina se ve expuesta a sufrir una serie de efectos no deseados.
Film con una estética de corte clásico, la fotografía, dirección artística, vestuario, banda sonora e incluso ritmo del metraje nos trasladan a una época y a unas formas artísticas tradicionales. No así el guion ni la naturaleza de los protagonistas, que albergan más matices y dobleces. A lo largo de la proyección se percibe la textura del drama, pero también su mezcla con toques de suspense. Al final, las aristas y los mensajes subliminales que contiene, condimentados a base de silencios, miradas y gestos, indican que se abarcará mejor su esencia en posteriores visionados. Cuestión distinta es que resulte aconsejable volver a verla inmediatamente. Personalmente, dejaría transcurrir un plazo razonable. Ante tanta contundencia, una sobredosis de Paul Thomas Anderson no parece ahora mismo lo más recomendable.
Le avalan seis nominaciones a los Oscar (película, director, actor protagonista, actriz secundaria, banda sonora y vestuario) y ha logrado asimismo diversas candidaturas a los BAFTA británicos, los Globos de Oro y los galardones de las Asociaciones de Críticos más prestigiosas. Aun así, y después de ocho ocasiones de haberse hecho acreedor de la estatuilla dorada Hollywood, es improbable que este año pueda llevársela tampoco a casa. El triunfo siempre le ronda, pero no termina de acercarse a él lo suficiente. En mi opinión, ni falta que le hace, habida cuenta su sólida carrera profesional, su importante legión de seguidores y sus numerosos reconocimientos. Sin discusión, estamos ante un artista que no se traiciona a sí mismo.
Para concluir, es justo mencionar de modo especial a Daniel Day-Lewis, otro extraño, portentoso y poco convencional talento, como sucede con el propio director. Contemplándole en la pantalla, me recordaba por momentos a su Newland Archer de “La edad de la inocencia” y, a partir de ahí, a un sinfín de interpretaciones memorables. Sus tres merecidos Oscars dan cuenta de una portentosa habilidad para la actuación. Sobre él recae buena parte del peso de “El hilo invisible”, que parece soportar sin dificultad ni sufrimiento. Le acompañan en el reparto la luxemburguesa Vicky Krieps (“El hombre más buscado”, “Hanna”) y Lesley Manville (“Viajo sola”, “Maléfica”).
www.cineenpantallagrande.blogspot.com
@gerardo_perez_s
25 de febrero de 2018
25 de febrero de 2018
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de ver la más reciente película de Paul Thomas Anderson, ‘El hilo fantasma’, queda la sensación de haber visto una obra realizada en otro tiempo, en otra época, una obra atemporal de un director de un talento desbordante que narra una historia impredecible y fascinante.
Ambientada en Londres en los años 50, narra la historia de Reynolds Woodcock (Daniel Day-Lewis), un excéntrico, obsesivo y famoso diseñador de ropa que junto con su hermana Cyril (Leslie Manville), han consolidado la Casa Woodcock que cuenta entre su clientes a personalidades de la realeza y de alta sociedad de la época, él es un tipo entregado a su trabajo de creación mientras Cyril es quien maneja todos los demás asuntos, incluyendo ser la encargada de anunciarles a las conquistas de Reynolds que la historia se ha terminado.
Un día, a sugerencia de su hermana, Reynolds se da unos días de descanso que pasa en su casa en la campiña, yendo a desayunar a un restaurant donde queda impactado con la joven mesera, Alma (Vicky Krieps), una chica extranjera que se convertirá en su musa y modelo, siempre bajo la mirada de Cyrirl, y que de a poco irá imponiendo su personalidad a pesar de parecer no encajar en la dinámica de la casa, lo que termina por alterar la silenciosa y peculiar rutina de Reynolds.
Muchas cosas destacan en la narrativa de Paul Thomas Anderson, decisiones formales que dotan a ‘El hilo fantasma’ de una personalidad única y que empieza con el uso del sonido y la música, omnipresente en el relato y a cargo del Radiohead Jonny Greenwood, dando forma a una banda sonora donde los silencios no abundan, lo sonidos adquieren un rol puramente dramático según la perspectiva de Reynolds, y la música no sugiere la dirección de las emociones del relato, sino que reviste las escenas de la atmósfera necesaria para conseguir esa sensación de distinción y buen gusto, propia del escenario donde se desarrolla la acción.
La sutileza es la marca propia de esta película, que se nota en cada momento ya sea en los inteligentes diálogos, en el sugerente montaje, el ya mencionado uso de la música, y las portentosas actuaciones del trío principal, donde se destaca ese duelo constante entre los personajes de Vicky Krieps y Leslie Manville, así como una notable actuación de Daniel Day-Lewis, la última según ha declarado el actor, llena de matices y detalles que escapan a los recurrentes excesos de algunas interpretaciones previas del gran actor inglés.
Y lo portentoso del relato es coronado con una historia impredecible y atrapante de una historia de amor como muchas, pero narrada de una manera única, donde lo exquisito y elegante van de la mano de lo desafiante y poco convencional de una narrativa que consigue bordar otra gran película dentro de la filmografía del gran Paul Thomas Anderson. Una maravilla.
http://tantocine.com/el-hilo-fantasma-de-paul-thomas-anderson/
Ambientada en Londres en los años 50, narra la historia de Reynolds Woodcock (Daniel Day-Lewis), un excéntrico, obsesivo y famoso diseñador de ropa que junto con su hermana Cyril (Leslie Manville), han consolidado la Casa Woodcock que cuenta entre su clientes a personalidades de la realeza y de alta sociedad de la época, él es un tipo entregado a su trabajo de creación mientras Cyril es quien maneja todos los demás asuntos, incluyendo ser la encargada de anunciarles a las conquistas de Reynolds que la historia se ha terminado.
Un día, a sugerencia de su hermana, Reynolds se da unos días de descanso que pasa en su casa en la campiña, yendo a desayunar a un restaurant donde queda impactado con la joven mesera, Alma (Vicky Krieps), una chica extranjera que se convertirá en su musa y modelo, siempre bajo la mirada de Cyrirl, y que de a poco irá imponiendo su personalidad a pesar de parecer no encajar en la dinámica de la casa, lo que termina por alterar la silenciosa y peculiar rutina de Reynolds.
Muchas cosas destacan en la narrativa de Paul Thomas Anderson, decisiones formales que dotan a ‘El hilo fantasma’ de una personalidad única y que empieza con el uso del sonido y la música, omnipresente en el relato y a cargo del Radiohead Jonny Greenwood, dando forma a una banda sonora donde los silencios no abundan, lo sonidos adquieren un rol puramente dramático según la perspectiva de Reynolds, y la música no sugiere la dirección de las emociones del relato, sino que reviste las escenas de la atmósfera necesaria para conseguir esa sensación de distinción y buen gusto, propia del escenario donde se desarrolla la acción.
La sutileza es la marca propia de esta película, que se nota en cada momento ya sea en los inteligentes diálogos, en el sugerente montaje, el ya mencionado uso de la música, y las portentosas actuaciones del trío principal, donde se destaca ese duelo constante entre los personajes de Vicky Krieps y Leslie Manville, así como una notable actuación de Daniel Day-Lewis, la última según ha declarado el actor, llena de matices y detalles que escapan a los recurrentes excesos de algunas interpretaciones previas del gran actor inglés.
Y lo portentoso del relato es coronado con una historia impredecible y atrapante de una historia de amor como muchas, pero narrada de una manera única, donde lo exquisito y elegante van de la mano de lo desafiante y poco convencional de una narrativa que consigue bordar otra gran película dentro de la filmografía del gran Paul Thomas Anderson. Una maravilla.
http://tantocine.com/el-hilo-fantasma-de-paul-thomas-anderson/
14 de febrero de 2018
14 de febrero de 2018
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
-No creo que haya nada semejante en todo el cine de 2017.
-Si Day-Lewis se retira con ésto, puede irse en paz. Se merece su cuarto Oscar.
A estas alturas no cabe la menor duda de que Paul Thomas Anderson es uno de los mejores y más personales cineastas de la actualidad. La evolución de su filmografía es orgánica, fascinante e intachable. Con su última obra me ha vuelto a trastocar, y me he convertido de repente en un personaje contradictorio. Hacía tiempo que no tenía tantas ganas de hablar de una película, y al mismo tiempo una conciencia tan clara de que hacerlo sería despreciable. Eso convierte las líneas siguientes en un trabajo harto complejo de realizar. Pero no se alarmen, intentaré que cada palabra y cada espacio sean significativos, al igual que las punzadas de Woodcock para sus vestidos y cada elemento de la espléndida película de Thomas Anderson.
El clasicismo y la renovación siempre han sido dos opuestos complementarios en el cine de Anderson. En “Phantom Thread” todo va de opuestos complementarios. Ambición frente a constricción, niñez frente a vejez, constancia frente a novedad, palabra frente a silencio, dureza frente a fragilidad, belleza frente a maldición, etc. El cineasta plantea su misterio con formas de melodrama de época, para más tarde desafiarnos en cada escena, cada mirada y cada encuadre, caldeando el ambiente a fuego lento, con exquisita delicadeza, hasta lograr una ardiente tensión de thriller claustrofóbico, con inesperadas punzadas de comedia negra.
Todo resulta clave en este juego en el que la impresionante composición musical de Jonny Greenwood da el contraste a las imágenes del cineasta (que ha colaborado en la fotografía), cuya cámara se posiciona estratégicamente para encerrar a sus tres personajes: Reynolds, Alma y Cyril. Tres criaturas psicológicamente complejas y sin duda diferentes, en especial los dos primeros, contradictorios pero necesitados mutuamente para completarse. El trío interpretativo es fabuloso, y es difícil elegir entre el gigantesco trabajo de Day-Lewis y la imponente transmutación que Vicky Krieps realiza con su personaje. Queda mencionar el guion del propio director, tejido con maestría, sutil, minucioso, repleto de capas y con un don para que cada diálogo, al igual que cada ausencia del mismo, sea necesario y revelador.
Todo elemento que compone el filme de Paul Thomas Anderson destaca dentro de una obra mayúsucula, perfectamente ensamblada. Es otro juego de espejos, otro laberinto psicológico, otra lección de cine, otro misterio falsamente encorsetado que se revela inquietantemente transgresor. Una película de aliento singular, exquisita delicadeza y lirismo espectral, que uno devora con obsesión y que, a posteriori, trasciende.
-Si Day-Lewis se retira con ésto, puede irse en paz. Se merece su cuarto Oscar.
A estas alturas no cabe la menor duda de que Paul Thomas Anderson es uno de los mejores y más personales cineastas de la actualidad. La evolución de su filmografía es orgánica, fascinante e intachable. Con su última obra me ha vuelto a trastocar, y me he convertido de repente en un personaje contradictorio. Hacía tiempo que no tenía tantas ganas de hablar de una película, y al mismo tiempo una conciencia tan clara de que hacerlo sería despreciable. Eso convierte las líneas siguientes en un trabajo harto complejo de realizar. Pero no se alarmen, intentaré que cada palabra y cada espacio sean significativos, al igual que las punzadas de Woodcock para sus vestidos y cada elemento de la espléndida película de Thomas Anderson.
El clasicismo y la renovación siempre han sido dos opuestos complementarios en el cine de Anderson. En “Phantom Thread” todo va de opuestos complementarios. Ambición frente a constricción, niñez frente a vejez, constancia frente a novedad, palabra frente a silencio, dureza frente a fragilidad, belleza frente a maldición, etc. El cineasta plantea su misterio con formas de melodrama de época, para más tarde desafiarnos en cada escena, cada mirada y cada encuadre, caldeando el ambiente a fuego lento, con exquisita delicadeza, hasta lograr una ardiente tensión de thriller claustrofóbico, con inesperadas punzadas de comedia negra.
Todo resulta clave en este juego en el que la impresionante composición musical de Jonny Greenwood da el contraste a las imágenes del cineasta (que ha colaborado en la fotografía), cuya cámara se posiciona estratégicamente para encerrar a sus tres personajes: Reynolds, Alma y Cyril. Tres criaturas psicológicamente complejas y sin duda diferentes, en especial los dos primeros, contradictorios pero necesitados mutuamente para completarse. El trío interpretativo es fabuloso, y es difícil elegir entre el gigantesco trabajo de Day-Lewis y la imponente transmutación que Vicky Krieps realiza con su personaje. Queda mencionar el guion del propio director, tejido con maestría, sutil, minucioso, repleto de capas y con un don para que cada diálogo, al igual que cada ausencia del mismo, sea necesario y revelador.
Todo elemento que compone el filme de Paul Thomas Anderson destaca dentro de una obra mayúsucula, perfectamente ensamblada. Es otro juego de espejos, otro laberinto psicológico, otra lección de cine, otro misterio falsamente encorsetado que se revela inquietantemente transgresor. Una película de aliento singular, exquisita delicadeza y lirismo espectral, que uno devora con obsesión y que, a posteriori, trasciende.
16 de febrero de 2018
16 de febrero de 2018
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando hablamos de Phantom Thread estamos hablando de una película de otro nivel. Es una pélicula tan especial, tan singular y tan extraña que no se podría comparar adecuadamente con ningun otro de los estrenos recientes. Esta es una cinta que juega en otra liga.
Se que soy muy cansino pero es que sigo. Es dificil encontrar otra película de este año en la que cada escena, cada diálogo, cada plano esten tan meticulosamente trazados. Técnicamente hay pocas pegas que encontrar, ya que la ambientación y bonita fotografía hacen de Phantom Thread un deleite visual. Paul Thomas Anderson demuestra una vez mas su dominio de la cámara. Esa nominacion a Mejor Director no puede ser mas merecida. Algunos encontrarán el ritmo algo lento. Lo entiendo pero no comparto la opinión, ya que esta es la manera en la que PTA queria contarnos su particular historia.
Lo que nos muestra es un complejo romance, una especie de deconstrucción de la historia de amor convencional. Pero según avanza la trama indagamos en varios temas dentro del mundo en el que viven sus protagonistas. Por medio de una sucesión de momentos aparentemente simples Anderson hace toda una declaración de intenciones. Son los diálogos y silencios acentuados por la música de Johnny Greenwood, los que componen una obra completísima y tremendamente inteligente. Es como un clásico hecho en años 40. Es difícil ignorar los parecidos con obras de Hitcock, sean Rebeca o Sospecha.
Punto y aparte para las interpretaciones. No voy a decir nada sobre Daniel Day-Lewis que no se haya dicho ya. Consigue que me interese totalmente en un personaje tan antípatico como Reynolds Woodcock. Como he leido de otros usuarios, si esta es realmente su última actuación, se va por la puerta grande. No olvidemos a la elegantísima Leslie Manville, que si bien en un papel secundario es toda una robaescenas. Pero la sorpresa aqui es Vicky Krieps, todo un descubrimiento que lleva el peso protagonista y entrega un maravilloso duelo interpretativo con Day-Lewis. Reynolds, Alma y Cyril son personajes riquísimos y no podrian haber sido llevados a la vida por otro trio de actores.
Podría hablar de Phantom Thread por muchos mas parrafos, analizarla minuciosamente y debatir sobre detalles la trama. Pero creo que he escrito suficiente y francamente, tengo un poco de sueño. En definitiva, es a mi parecer una de las mejores películas del año, de otro nivel. No sé si pensarás lo mismo cuando la veas pero no por ello voy a dejar de recomendártela. Gracias por leer mi crítica.
Crítica en ecartelera: https://www.ecartelera.com/peliculas/phantom-thread/critica/20014/
Se que soy muy cansino pero es que sigo. Es dificil encontrar otra película de este año en la que cada escena, cada diálogo, cada plano esten tan meticulosamente trazados. Técnicamente hay pocas pegas que encontrar, ya que la ambientación y bonita fotografía hacen de Phantom Thread un deleite visual. Paul Thomas Anderson demuestra una vez mas su dominio de la cámara. Esa nominacion a Mejor Director no puede ser mas merecida. Algunos encontrarán el ritmo algo lento. Lo entiendo pero no comparto la opinión, ya que esta es la manera en la que PTA queria contarnos su particular historia.
Lo que nos muestra es un complejo romance, una especie de deconstrucción de la historia de amor convencional. Pero según avanza la trama indagamos en varios temas dentro del mundo en el que viven sus protagonistas. Por medio de una sucesión de momentos aparentemente simples Anderson hace toda una declaración de intenciones. Son los diálogos y silencios acentuados por la música de Johnny Greenwood, los que componen una obra completísima y tremendamente inteligente. Es como un clásico hecho en años 40. Es difícil ignorar los parecidos con obras de Hitcock, sean Rebeca o Sospecha.
Punto y aparte para las interpretaciones. No voy a decir nada sobre Daniel Day-Lewis que no se haya dicho ya. Consigue que me interese totalmente en un personaje tan antípatico como Reynolds Woodcock. Como he leido de otros usuarios, si esta es realmente su última actuación, se va por la puerta grande. No olvidemos a la elegantísima Leslie Manville, que si bien en un papel secundario es toda una robaescenas. Pero la sorpresa aqui es Vicky Krieps, todo un descubrimiento que lleva el peso protagonista y entrega un maravilloso duelo interpretativo con Day-Lewis. Reynolds, Alma y Cyril son personajes riquísimos y no podrian haber sido llevados a la vida por otro trio de actores.
Podría hablar de Phantom Thread por muchos mas parrafos, analizarla minuciosamente y debatir sobre detalles la trama. Pero creo que he escrito suficiente y francamente, tengo un poco de sueño. En definitiva, es a mi parecer una de las mejores películas del año, de otro nivel. No sé si pensarás lo mismo cuando la veas pero no por ello voy a dejar de recomendártela. Gracias por leer mi crítica.
Crítica en ecartelera: https://www.ecartelera.com/peliculas/phantom-thread/critica/20014/
28 de agosto de 2018
28 de agosto de 2018
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si le gusta el cine, si le gusta de verdad, estoy seguro de que sin duda sabe quién es Paul Thomas Anderson. No necesitará ninguno de esos instructivos artículos que se han puesto tan de moda, del tipo Diez cosas que (quizá) no sabías de Paul Thomas Anderson o Te vamos a contar un secreto sobre Paul Thomas Anderson que (seguramente) te dejará helado. Y, por supuesto, podrá saltarse varios párrafos de esta crítica ya que no le aportarán lo más mínimo. Me disculpo por adelantado, en mi defensa sólo puedo decir que el redactor jefe de este blog da demasiada importancia a eso de ubicar al lector, y además es un tirano. Me temo por tanto que tendrá que recorrer todavía varias estaciones antes de llegar a El Hilo Invisible.
Tras un debut sin duda estimable, Paul Thomas Anderson pasaría a ser mundialmente conocido gracias a Boogie Nights. Película que sin duda se adaptaba muy bien a aquello que en los noventa se consideraba innovador. Deudora del estilo de todos esos grandes directores a los que ahora se agrupa bajo la etiqueta New Hollywood, recuperaba a otrora una gran estrella en horas bajas (Burt Reynolds), abusaba de movimientos de cámara al más puro estilo Casino o Uno de los Nuestros, trataba un tema quizá transgresor como la industria del porno, incluso colaboraba en ella alguna de las estrellas más rutilantes del sector, y contaba asimismo con la presencia de Julianne Moore, actriz de la que, si de verdad le gusta el cine, seguramente esté enamorado (no se preocupe, le guardaré el secreto).
Debo decir, sin embargo, que aquella película, a pesar de contener escenas por las que siempre daré gracias a Dios me resultó un pelín larga e insulsa como, dicho sea de paso, viene siendo tradición en la mayoría de películas comerciales decididas a introducirse en el mundo del porno.
Después de Boogie Nights vino Magnolia, una de esas películas que salen en artículos del tipo Las cien películas que deberías ver antes de morir, o aquellos otros del tipo Grandes películas que (quizá) no conozcas. Para no alargarme sólo diré que es miel y que esta escena es magistral, como también lo son ésta y ésta. Paul Thomas Anderson disipaba cualquier duda acerca de su talento y demostraba tener el valor necesario para rodar escenas que quizás algunos pudieran considerar, ejem, en exceso arriesgadas (o no).
Película imprescindible en todas las listas del tipo Los críticos dicen que estas son las mejores películas del nuevo milenio ¿estás de acuerdo?
Años después, de una nueva colaboración con Daniel Day Lewis surge Phantom Thread (El Hilo Invisible). He suplicado durante semanas a mi redactor jefe que me dejara escribir una crítica sobre esta película, de verdad, nuestro blog no debería limitarse a la pseudoliteratura, existen otros placeres que también alimentan nuestras almas. Creo que es, aludiendo al tópico una de esas películas de las que sales del cine quizá no siendo otra persona, pero sí sintiéndote diferente. Hablaré de ella, por supuesto, pero el tirano insiste en que siga ubicándoles.
Para mí, serían estas tres sus mejores películas, sin embargo, debo decir que el cine de Paul Thomas Anderson, guste o no, siempre merece una especial atención. Si dirige alguna película hay que ir a verla, así de simple.
Aun reconociendo que algunas de sus películas se podrían calificar como de digestión pesada. No me alargaré, sólo diré que Punch-Drunk Love me aburrió enormemente, Puro Vicio acabó con mi paciencia y, dicho sea de paso, también con la del segundo mejor crítico cinematográfico de este país del mismo modo que nos encandiló con The Master.
Y vayamos a lo que nos ocupa. Podría ir a ver El Hilo Invisible cada día hasta que la quiten de la cartelera sin temor a equivocarme. Es una película de factura clásica y contenido transgresor, en la que cada escena se abre a infinidad de interpretaciones.
Si pertenecen a ese grupo de personas a las que les encanta llorar en el cine, discúlpenme, pero ésta no es su película. Es una historia de amor, sí, y quizá una de las más tristes jamás contadas, pero estamos ante una película de Paul Thomas Anderson y no tras el efectismo estudiado de otros directores como Juan José Campanella (al que no menosprecio, pero es lo que hay).
Dicho esto, la película me decepcionó en sus primero minutos. Observaba aquellos vestidos, aquellos salones, aquellos paisajes, y pensaba que el director o el encargado de la fotografía se habían equivocado con el objetivo, considerando que si yo hubiera sido el hombre sentado en la silla hubiera escogido otro que proporcionara más profundidad a las escenas. Me hubiera recreado más en la belleza de las imágenes, los trajes, los decorados y me habría equivocado. Sobre todo porque todavía no sabía de qué iba de verdad la película.
Esos primeros planos tan agresivos, los viajes nocturnos en coche a la velocidad de la luz, las habitaciones que se acortaban, tenían un objetivo claro: introducirnos en la psicología de los personajes, en pequeños mundos de objetivos a veces indispensables, a veces inenarrables y siempre opresivos. Donde para él cada día de rutina sin sobresaltos es una victoria y su trabajo una religión. Donde ella lucha constantemente por encontrar su lugar en un universo rendido a las rutinas de Reynolds Woodcock, en una casa llena de gente que trabaja para hacer su voluntad. Trata de encontrar un hueco entre las infinitas rutinas y obsesiones a las que Reynolds vive entregado gracias a la fe del converso, las mismas que le atrapan y le hacen tremendamente infeliz.
(continúa en el spoiler)
https://gauzarraroak.es/el-hilo-invisible-paul-thomas-anderson-2017/
Tras un debut sin duda estimable, Paul Thomas Anderson pasaría a ser mundialmente conocido gracias a Boogie Nights. Película que sin duda se adaptaba muy bien a aquello que en los noventa se consideraba innovador. Deudora del estilo de todos esos grandes directores a los que ahora se agrupa bajo la etiqueta New Hollywood, recuperaba a otrora una gran estrella en horas bajas (Burt Reynolds), abusaba de movimientos de cámara al más puro estilo Casino o Uno de los Nuestros, trataba un tema quizá transgresor como la industria del porno, incluso colaboraba en ella alguna de las estrellas más rutilantes del sector, y contaba asimismo con la presencia de Julianne Moore, actriz de la que, si de verdad le gusta el cine, seguramente esté enamorado (no se preocupe, le guardaré el secreto).
Debo decir, sin embargo, que aquella película, a pesar de contener escenas por las que siempre daré gracias a Dios me resultó un pelín larga e insulsa como, dicho sea de paso, viene siendo tradición en la mayoría de películas comerciales decididas a introducirse en el mundo del porno.
Después de Boogie Nights vino Magnolia, una de esas películas que salen en artículos del tipo Las cien películas que deberías ver antes de morir, o aquellos otros del tipo Grandes películas que (quizá) no conozcas. Para no alargarme sólo diré que es miel y que esta escena es magistral, como también lo son ésta y ésta. Paul Thomas Anderson disipaba cualquier duda acerca de su talento y demostraba tener el valor necesario para rodar escenas que quizás algunos pudieran considerar, ejem, en exceso arriesgadas (o no).
Película imprescindible en todas las listas del tipo Los críticos dicen que estas son las mejores películas del nuevo milenio ¿estás de acuerdo?
Años después, de una nueva colaboración con Daniel Day Lewis surge Phantom Thread (El Hilo Invisible). He suplicado durante semanas a mi redactor jefe que me dejara escribir una crítica sobre esta película, de verdad, nuestro blog no debería limitarse a la pseudoliteratura, existen otros placeres que también alimentan nuestras almas. Creo que es, aludiendo al tópico una de esas películas de las que sales del cine quizá no siendo otra persona, pero sí sintiéndote diferente. Hablaré de ella, por supuesto, pero el tirano insiste en que siga ubicándoles.
Para mí, serían estas tres sus mejores películas, sin embargo, debo decir que el cine de Paul Thomas Anderson, guste o no, siempre merece una especial atención. Si dirige alguna película hay que ir a verla, así de simple.
Aun reconociendo que algunas de sus películas se podrían calificar como de digestión pesada. No me alargaré, sólo diré que Punch-Drunk Love me aburrió enormemente, Puro Vicio acabó con mi paciencia y, dicho sea de paso, también con la del segundo mejor crítico cinematográfico de este país del mismo modo que nos encandiló con The Master.
Y vayamos a lo que nos ocupa. Podría ir a ver El Hilo Invisible cada día hasta que la quiten de la cartelera sin temor a equivocarme. Es una película de factura clásica y contenido transgresor, en la que cada escena se abre a infinidad de interpretaciones.
Si pertenecen a ese grupo de personas a las que les encanta llorar en el cine, discúlpenme, pero ésta no es su película. Es una historia de amor, sí, y quizá una de las más tristes jamás contadas, pero estamos ante una película de Paul Thomas Anderson y no tras el efectismo estudiado de otros directores como Juan José Campanella (al que no menosprecio, pero es lo que hay).
Dicho esto, la película me decepcionó en sus primero minutos. Observaba aquellos vestidos, aquellos salones, aquellos paisajes, y pensaba que el director o el encargado de la fotografía se habían equivocado con el objetivo, considerando que si yo hubiera sido el hombre sentado en la silla hubiera escogido otro que proporcionara más profundidad a las escenas. Me hubiera recreado más en la belleza de las imágenes, los trajes, los decorados y me habría equivocado. Sobre todo porque todavía no sabía de qué iba de verdad la película.
Esos primeros planos tan agresivos, los viajes nocturnos en coche a la velocidad de la luz, las habitaciones que se acortaban, tenían un objetivo claro: introducirnos en la psicología de los personajes, en pequeños mundos de objetivos a veces indispensables, a veces inenarrables y siempre opresivos. Donde para él cada día de rutina sin sobresaltos es una victoria y su trabajo una religión. Donde ella lucha constantemente por encontrar su lugar en un universo rendido a las rutinas de Reynolds Woodcock, en una casa llena de gente que trabaja para hacer su voluntad. Trata de encontrar un hueco entre las infinitas rutinas y obsesiones a las que Reynolds vive entregado gracias a la fe del converso, las mismas que le atrapan y le hacen tremendamente infeliz.
(continúa en el spoiler)
https://gauzarraroak.es/el-hilo-invisible-paul-thomas-anderson-2017/
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En el apartado interpretativo, Daniel Day Lewis está perfecto en el papel de un hombre tremendamente desequilibrado que sólo encuentra la paz en un orden perfecto y cuyo único camino a la liberación conduce directamente a la enfermedad. Su personaje evoluciona a lo largo de todo el metraje, primero seduciéndonos, después descolocándonos hasta llegar un momento de odio supremo en el que deseamos que ella salga corriendo sin mirar atrás. Y, sin embargo, después aquel dictador empieza a mostrar sus deseos, sus debilidades y acaba conduciéndonos a la empatía, deseando que logre obtener la catarsis que tan desesperadamente niega necesitar.
Se dice que la desazón que le provocó interpretar este papel es uno de los motivos que le ha llevado a tomar la decisión de retirarse, algo que no resulta extraño dada la intensidad con la que el actor interpreta siempre sus papeles. La etiqueta de mejor actor de su generación siempre me ha parecido una boutade, no obstante hay que reconocerle una trayectoria intachable, no siendo capaces en esta redacción de recordar título alguno que no sea relevante.
A pesar de la lección dada por su compañero de reparto, su labor no eclipsa la de la para mí hasta ahora semidesconocida Vicky Krieps. Interpreta un personaje fuerte, a pesar de estar atrapada por la admiración, el amor y demás circunstancias dañinas, lucha durante todo el metraje por destacar sus opiniones, su aportación, la originalidad de su personalidad y, finalmente, también por encontrar el modo de comunicarse de una forma única y sincera con la persona que más ama en este mundo.
Al contrario de lo que ocurre con él, del pasado de ella apenas conocemos nada. Nada que nos haga entender el motivo por el que se entrega a ese amor descorazonador y mínimamente pasional. Sin embargo, la actriz consigue crear un personaje fuerte, que a pesar de haber entregado todo su ser a su gran amor es incapaz de conformarse con ser solamente un maniquí, de ocultar su personalidad, sus opiniones, sus aportaciones y su manera suicida de resolver los problemas. A destacar también el tour de forcé que mantiene con Leslie Manville, el tercer pilar, la hermana de él, a quien domina y por quien hace esfuerzos sobrehumanos para mantener el orden de su universo.
Finalmente, no me queda claro si el amor triunfa o quizá sólo se trata de las últimas reacciones químicas de dos almas moribundas. No lo sé, me encuentro indeciso, vean la película y saquen sus propias conclusiones porque yo no puedo ayudarles.
Se dice que la desazón que le provocó interpretar este papel es uno de los motivos que le ha llevado a tomar la decisión de retirarse, algo que no resulta extraño dada la intensidad con la que el actor interpreta siempre sus papeles. La etiqueta de mejor actor de su generación siempre me ha parecido una boutade, no obstante hay que reconocerle una trayectoria intachable, no siendo capaces en esta redacción de recordar título alguno que no sea relevante.
A pesar de la lección dada por su compañero de reparto, su labor no eclipsa la de la para mí hasta ahora semidesconocida Vicky Krieps. Interpreta un personaje fuerte, a pesar de estar atrapada por la admiración, el amor y demás circunstancias dañinas, lucha durante todo el metraje por destacar sus opiniones, su aportación, la originalidad de su personalidad y, finalmente, también por encontrar el modo de comunicarse de una forma única y sincera con la persona que más ama en este mundo.
Al contrario de lo que ocurre con él, del pasado de ella apenas conocemos nada. Nada que nos haga entender el motivo por el que se entrega a ese amor descorazonador y mínimamente pasional. Sin embargo, la actriz consigue crear un personaje fuerte, que a pesar de haber entregado todo su ser a su gran amor es incapaz de conformarse con ser solamente un maniquí, de ocultar su personalidad, sus opiniones, sus aportaciones y su manera suicida de resolver los problemas. A destacar también el tour de forcé que mantiene con Leslie Manville, el tercer pilar, la hermana de él, a quien domina y por quien hace esfuerzos sobrehumanos para mantener el orden de su universo.
Finalmente, no me queda claro si el amor triunfa o quizá sólo se trata de las últimas reacciones químicas de dos almas moribundas. No lo sé, me encuentro indeciso, vean la película y saquen sus propias conclusiones porque yo no puedo ayudarles.
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