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El artista

Comedia. Drama. Romance Hollywood, 1927. George Valentin es una gran estrella del cine mudo a quien la vida le sonríe. Pero con la llegada del cine sonoro, su carrera corre peligro de quedar sepultada en el olvido. Por su parte, la joven actriz Peppy Miller, que empezó como extra al lado de Valentin, se convierte en una estrella del cine sonoro.
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10
20 de marzo de 2012
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se podría calificar a “The artist” como milagro cinematográfico, pero quizá sería injusto con quienes han hecho posible esta gozada visual, porque detrás de ella hay un encomiable trabajo y mucho esfuerzo por sacar adelante un proyecto por el que pocos apostaron en principio.

Aunque parezca mentira, es cine hecho en 2011, en blanco y negro, y mudo, con algunos intertítulos. Hay pocas frases (todo un acierto) pero taxativas, fenomenalmente escogidas. En realidad casi no las necesita, todo se entiende.

Para los amantes del cine clásico, no ha habido nada en muchos años que se parezca, al menos que haya tenido la enorme trascendencia de “The artist” y tan galardonada.
Tarde o temprano lo iba a decir, así que sin más preámbulos allá va: yo también me rindo a la evidencia, me sumo a los que la adoran: “The artist” es una auténtica maravilla, una película que cualquier cinéfilo desea ver y que cualquier director que se precie hubiera querido dirigir.
La trama se centra en el egocéntrico George Valentin (fenomenal Jean Dujardin) una estrella del cine mudo, que se fija en Peppy Miller (genial Bérénice Bejo) una bella aspirante a actriz, al tiempo que su matrimonio va haciendo aguas. Con la introducción paulatina del cine sonoro y su rechazo a ello, su estrella se va apagando, al contrario que su idolatrada aspirante a actriz, que va escalando en su carrera.

Motivos para el elogio: la arriesgadísima apuesta que supone, su perfección técnica, el fantástico envoltorio (desde el vestuario, los logradísimos decorados, maquillaje, peinados, la fabulosa ambientación,…), su temática (aparte de otros, está el cine y el amor, dos temas eternos en el séptimo arte con un tratamiento fantástico ¿qué más se puede pedir?), y sinceramente, hay pocas películas que tengan tantas escenas o secuencias mágicas: la destrucción de rollos de películas; el simbólico encuentro de ellos en las escaleras, él abajo y ella ya arriba; el fiel sirviente esperando junto al coche, la escena del traje con manos, etc..

A los actores, habría que darles a todos un 10, excepto a Bérénice Bejo... que merece mucho más, por su brío, su carisma y su belleza dentro de una extraordinaria actuación. Poseedora de una de las mejores piernas de la Historia del cine, su dulce interpretación resulta encantadora. ¿Cómo es posible que no estuviera nominada a los Oscar? Yo se lo habría dado.

Cada secuencia contiene una escena inolvidable y, prácticamente un homenaje al cine. Viva “The artist”, viva el cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
P.D. ¡Qué año de cine! ¡La invención de Hugo y The artist el mismo año! Será muy difícil de igualar.
9
3 de noviembre de 2011
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tragicomedia homenaje al cine mudo, a una forma de contar el cine y al CINE en general.
La película, al igual que hiciera la magistral Cantando bajo la lluvia, a la que debe muchísimo, cuenta el fin del cine mudo y el comienzo de los talkies, pero si la película de Kelly y Donen lo hacía desde el musical esta, al contrario, lo hace desde el mudo.

The Artist intenta ser cine mudo de la época que retrata, pero se notan (para el espectador avezado en cine mudo) ciertos tics del cine actual, ciertos movimientos de cámara, excesivos primeros planos, música que acompaña a la acción en lugar de actuar con la acción, etc.
Pero todo esto es perdonable porque The Artist te hace sentir como si fueses un espectador de aquella época.

La elección de realizar la película de esta forma es sin duda arriesgada y ha demostrado ser todo un acierto y, al contrario de lo que esperaba, es capaz transmitir las cualidades de ese cine como son la economía de tiempo a la hora de narrar, el encanto naïf, y especialmente la intensidad y pureza que emite el cine mudo.

Pero no se limita a la imitación, también es un ejercicio artístico, capaz de crear grandes momentos como ese de pesadilla que resulta magistral; montar grandes escenas de aroma clásico, el baile que se marcan sin verse, ella y el abrigo, el genial final; o saber narrar, la despedida de Valentín y su chofer es impagable.

Sobre la música resulta curiosa la idea de escoger temas de otras películas (¿otro homenaje a Cantando bajo la lluvia?), muy apropiados para el momento que narra, pero puede tener un efecto contraproducente, en especial al sonar el maravilloso tema de amor de Vértigo, me sentí más pillado por la música que por las imágenes y es que el tema de Herrmann me llevaba a la peli de Hitchcock.

Mención aparte merece la pareja protagonista, Jean Dujardin, inseparable del director, está realmente bien, si bien resulta algo exagerado o sobreactuado al comienzo, pero en la sobriedad de después está estupendo. Bérénice Bejo no hace de chica de los años 20, lo es, está perfecta. A destacar la fisicidad de ambos y también al perro que es un secundario de lujo.

Cine enamorado del cine, que logra hacer reír y llorar al espectador con una historia no muy original pero que logra transmitir la magia, la fuerza y la sensación de gran cine que posee el cine clásico. Para todos aquellos que saben que el cine mudo es mucho más que cine antiguo, que es una forma de narrar.
9
20 de diciembre de 2011
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Solo podía salir de la sala pensando en ese calificativo, magnífica, hacía mucho que no disfrutaba de una joya actual que demostrara tanto talento en el ambiente cinematográfico, tantos guiños al cine mudo, y que rememorara aquellos primeros géneros con tanta soltura y acorde con la línea argumental. Jean Dujardin, sublime
8
24 de diciembre de 2011
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El ocaso de una estrella del cine mudo es narrado en esta sorprendente cinta retro, que cuida tanto la forma como el fondo.

"The Artist" no es una de esas películas que hará a la audiencia llorar a mares o reir con estruendo... sin embargo es una película que despierta un amplio abanico de emociones; y que transfiere al espectador (de principio a fin) una magnífica empatía hacia su protagonista, una abrumadora complicidad en sus momentos y una absorvente e hipnótica evasión en su relato... tanto hay de esto, que resulta uno de esos filmes que no deseas que termine y que cuando lo hace la experiencia ha resultado demasiado corta.

El director no utiliza como excusa para la pretenciosidad las formas narrativas del cine mudo, sino que las emplea como mecanismos artísticos que cumplen su cometido de fluidez narrativa (y además son aprovechados por sus actores que hacen suya la frase de "una imagen vale más que mil palabras". Por supuesto destaca un simpatiquísimo Dujardin, admirablemente natural y entusiasta, y sublime en sus momentos dramáticos. Pero el resto de secundarios (donde se incluye una encantadora Bejo, una divertida Miller y unos enternecedores Cromwell y "Uggie") no le van a la zaga)... a la vez que presentan continuos guiños, referencias y evocaciones con intelecto y cariño. Y es que el ritmo es uno de sus aciertos; "The Artist" transcurre con diligente fluidez sin divagar en nada innecesario, haciendo que sus situaciones cargadas de sencillez, sentimiento, complicidad e intensidad (increíble como se engarzan los segundos de ternura, tristeza, ensoñación o entusiasmo) se sucedan sin tiempo para una autocomplaciencia hueca.

A nivel plástico "The Artist" es una maravilla (encuadres perfectos, transiciones enamoradoras y montaje de ingeniería... y ya no hablemos de esa magnífica banda sonora que es una historia en sí misma), y Hazanavicius engrana todas estas virtudes creando una atmósfera completamente envolvente... pero siempre al servicio de la historia intimista que nos presenta (que es la que va comprometiendo al público). Una historia nostálgica sobre el amor correspondido (al cine) y su pérdida, una historia admirablemente desarrollada cargada de añoranza y melancolía (algunas de las pocas frases escritas son lapidarias)... pero que a su vez nunca pierde el humor y la ternura. Así que toda petulancia retro que podría esperarse queda esfumada cuando nos topamos con una compilada historia con un fondo emotivo atemporal puesto en la escena de forma grata. Esa es la gran diferencia entre una obra pretenciosa (que abandona el fondo... o la forma) y una obra homenaje como ésta, en la que Hazanavicius demuestra que sabe perfectamente lo que es la esencia del cine aportando un amor tanto al contenido como al contenedor... y a la maravillosa combinación que se da entre ellos.

"The Artist" ofrece toda una experiencia cinematográfica de lo más disfrutable y deliciosa, abstrayendo y haciendo vivir una aventura.

Lo mejor: ...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
... Probablemente (y entre tantas virtudes cinematográficas) Jean Dujardin.

Lo peor: Su concisión hace que nunca llegue a ser tremendamente desagarradora en el drama o absolutamente desternillante en el humor... pero tampoco era lo que se buscaba.
9
16 de enero de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un tributo al cine clásico. Un homenaje a los orígenes del cine. Un recuerdo melancólico de lo que fue. Una muestra brillante de lo que podría haber sido. Todo ello y más es 'The Artist'. (http://vmalo8.blogspot.com/2012/01/y-el-mundo-del-cine-se-quedo-mudo.html)

La magistral película de Michel Hazanavicius nos transporta a la primera gran metamorfosis que sufrió el producto destinado a la gran pantalla: el paso del cine mudo al sonido de la voz y los diálogos. El final de la gesticulación llevada hasta su máxima expresión, para convertir el séptimo arte en la interpretación hablada.

Con el fin de engrandecer las películas que se hacían antes, en este film nos encontramos con todos los clichés clásicos imaginables, empezando por los rótulos, y pasando por el blanco y negro, el vestuario, el arquetipo de los protagonistas, la especial gesticulación de los mismos, la duración del film (no se incluyen minutos gratuitamente, todo el tiempo empleado tiene una razón de ser) y, como no podía ser de otra manera, la supresión de las voces de los actores.

Precisamente la comunión de todos estos aspectos es lo que convierte a 'The Artist' en una obra absolutamente innovadora, que brilla con luz propia y se diferencia del resto de películas bebiendo de los orígenes del cine para tornarse en una película rompedora sin buscar el impacto fácil, y en una de las películas más modernas que nos ha brindado el cine en los últimos tiempos, pese a estar basada en lo que triunfaba hace 70 u 80 años. Sin duda, un guiño a los tiempos en que el cine vivía de su calidad, y no tanto de la cantidad.

Nominada a seis Globos de Oro, ganadora del premio al mejor actor en el Festival de Cannes y recolectora de muchos otros premios en numerosos certámenes internacionales, 'The Artist' narra una historia de amor (también al estilo clásico, en que los besos brillan por ausencia). Pero, más allá, hay una historia que rebosa alegría, felicidad y energía, aunque también se describan sensaciones opuestas, como el orgullo, la decepción o el abatimiento. No obstante, el mensaje es positivo y, por momentos, las sonrisas de los protagonistas (Jean Dujardin y Bérénice Bejo) inundan con gusto la pantalla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
'The Artist' también es una historia de éxitos y fracasos, que habla del paso del tiempo y nos explica como George Wilson, el actor de moda del cine mudo en Hollywood, se ve superado por la implantación del cine sonoro. Sus problemas para adaptarse a los nuevos tiempos contrastan con la joven Peppy Miller, que tuvo sus primeras oportunidades gracias a George y, a través del nuevo tipo de cine, se dispara su carrera hasta lo más alto. Mientras la decadencia de George se plasma hundiéndose en arenas movedizas, Peppy hará lo posible por rescatarlo, enalteciendo valores como la generosidad y el agradecimiento.

Pero, por encima de todo, estamos ante una preciosa historia sobre el cine y sobre como evolucionó en sus orígenes. Curiosamente, y a pesar del envoltorio clásico dispuesto alrededor de esta cinta, se pueden reconocer muchos aspectos también presentes en el Hollywood actual. Y es que el cine, arte para la mayoría, sigue siendo un mercado para unos pocos, los más poderosos, que ven en el celuloide una buena manera de hacer engordar sus cuentas bancarias.

Mención a parte merece la banda sonora orquestada por Ludovic Bource que desde el principio (en un inicio que es toda una declaración de intenciones) y hasta el final se adapta a la perfección a cada escena y cobra un protagonismo vital. Así como los efectos sonoros (Etienne Colin) que alcanzan el clímax cuando el protagonista se da cuenta por primera vez de lo que supondrá el cine sonoro y nos brindan un desenlace sencillamente genial. Película de visionado obligatorio para el amante del cine y sumamente recomendable para el que no lo sea.
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