Billy Elliot
7.4
73,125
Drama. Comedia
En 1984, durante una huelga de mineros en el condado de Durham, se suceden los enfrentamientos entre piquetes y policía. Entre los mineros más exaltados están Tony y su padre. Éste se ha empeñado en que Billy, su hijo pequeño, reciba clases de boxeo. Pero, aunque el chico tiene un buen juego de piernas, carece por completo de pegada. Un día, en el gimnasio, Billy observa la clase de ballet de la señora Wilkinson, una mujer de carácter ... [+]
14 de enero de 2024
14 de enero de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No la vi en su momento, la verdad es que el año 2000 fue bastante malo para mí y no estaba yo para películas, menuda película me monté yo mismo… Tal vez por eso dejé pasar esta pequeña joya, que ahora por fin pude ver, en uno de los canales de Movistar +. Como bien han señalado otros en sus reseñas, la peli es una mezcla de comedia y drama, casi a partes iguales, con la que te ríes a veces, y con la que te conmueves, en muchos otros momentos. Tiene más de drama que de comedia, pero sobre todo, y esto es lo importante, tiene la fuerza, el ritmo, el brío de un musical, porque en el fondo lo es. Director y guionista han querido jugar con las canciones de la época, mientras aparece Billy tratando de salirse con la suya, y son estos momentos musicales los que dan frescura y vigor a una cinta, ya de por sí animada, con mucha acción. Es una peli, ni que decir tiene, que hay que ver en versión original, para captar esas voces, esos diálogos, ese ambiente tan inglés.
Ante todo, hay que decir que el guión es de 10, y por lo tanto ya hay una buena base sobre la que trabajar. Luego, la recreación de la época, 1984, está muy conseguida. Ese lugar minero, Durham, es bastante deprimente, y es justo esa contraposición, entre un lugar tan deprimente y unas aspiraciones tan artísticas, del pequeño Billy, lo que hace que la cinta llegue a la cumbre de las emociones básicas. Todo el ambiente familiar está muy bien retratado: un padre viudo, el típico bestia, un minero que es muy macho; el hermano mayor, Tony, que es un vivo sucesor del padre; la abuela, tan entrañable como diferente al resto; y luego, nuestro protagonista, un Billy Elliot que parece la oveja negra, el colgao de turno que hay en toda familia, pero que no lo es… Todo el discurrir de la historia es una lenta pero eficaz demostración de que ese talento que hay en Billy hay que explotarlo, hay que dejarlo salir, a pesar de las negativas y el ambiente en contra. En esta historia, al final, Billy se sale con la suya, pero, ¡en cuántas casas el joven talento, la chica brillante, se tienen que joder, porque el papa o la mama dicen que NO!
Toda esta cinta se sostiene sobre las interpretaciones brillantes de Jamie Bell, como Billy, y Julie Walters, como la señorita Wilkinson, esa profesora de ballet, amargada, que en Billy encuentra por fin una especie de destino, o al menos, de motivación para seguir adelante. Y bueno, qué decir del padre, interpretado muy bien también por Gary Lewis; e incluso los secundarios están muy bien: Nicola Blackwell como Debbie, esa niña con más peligro que un guiri en Magaluf; Stuart Wells, como Michael Caffrey, su mejor amigo, que resulta ser gay, etc. Y lo mejor de todo es que, aparte el ritmo, la magnífica fotografía, la música excelente, no hay momentos muertos, no falta ni sobra nada. ¡Ni siquiera el final, como dice algún que otro crítico! Ese final está muy bien, también me encantó. Luego, hay secuencias maravillosas, que quedan en el recuerdo, y que otros ya han comentado. Me gustaron esos momentos también: cuando Billy y la maestra de ballet leen la carta que dejó la madre del chico (ésta es otra, ese sentimientos de orfandad que tiene nuestro héroe); cuando Billy baila delante del padre; cuando llega la carta de Londres, esa expectación tan conseguida; o antes, cuando el padre decide incorporarse a la mina, va en el autobús, y el hijo (Tony) lo ve, y la que se lía después. Todo muy emotivo, pero nada sensiblero, para nada. Estamos ante una película auténtica, brillante, casi genial.
Ante todo, hay que decir que el guión es de 10, y por lo tanto ya hay una buena base sobre la que trabajar. Luego, la recreación de la época, 1984, está muy conseguida. Ese lugar minero, Durham, es bastante deprimente, y es justo esa contraposición, entre un lugar tan deprimente y unas aspiraciones tan artísticas, del pequeño Billy, lo que hace que la cinta llegue a la cumbre de las emociones básicas. Todo el ambiente familiar está muy bien retratado: un padre viudo, el típico bestia, un minero que es muy macho; el hermano mayor, Tony, que es un vivo sucesor del padre; la abuela, tan entrañable como diferente al resto; y luego, nuestro protagonista, un Billy Elliot que parece la oveja negra, el colgao de turno que hay en toda familia, pero que no lo es… Todo el discurrir de la historia es una lenta pero eficaz demostración de que ese talento que hay en Billy hay que explotarlo, hay que dejarlo salir, a pesar de las negativas y el ambiente en contra. En esta historia, al final, Billy se sale con la suya, pero, ¡en cuántas casas el joven talento, la chica brillante, se tienen que joder, porque el papa o la mama dicen que NO!
Toda esta cinta se sostiene sobre las interpretaciones brillantes de Jamie Bell, como Billy, y Julie Walters, como la señorita Wilkinson, esa profesora de ballet, amargada, que en Billy encuentra por fin una especie de destino, o al menos, de motivación para seguir adelante. Y bueno, qué decir del padre, interpretado muy bien también por Gary Lewis; e incluso los secundarios están muy bien: Nicola Blackwell como Debbie, esa niña con más peligro que un guiri en Magaluf; Stuart Wells, como Michael Caffrey, su mejor amigo, que resulta ser gay, etc. Y lo mejor de todo es que, aparte el ritmo, la magnífica fotografía, la música excelente, no hay momentos muertos, no falta ni sobra nada. ¡Ni siquiera el final, como dice algún que otro crítico! Ese final está muy bien, también me encantó. Luego, hay secuencias maravillosas, que quedan en el recuerdo, y que otros ya han comentado. Me gustaron esos momentos también: cuando Billy y la maestra de ballet leen la carta que dejó la madre del chico (ésta es otra, ese sentimientos de orfandad que tiene nuestro héroe); cuando Billy baila delante del padre; cuando llega la carta de Londres, esa expectación tan conseguida; o antes, cuando el padre decide incorporarse a la mina, va en el autobús, y el hijo (Tony) lo ve, y la que se lía después. Todo muy emotivo, pero nada sensiblero, para nada. Estamos ante una película auténtica, brillante, casi genial.
1 de noviembre de 2005
1 de noviembre de 2005
13 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película no conmueve, al menos a mí no, trata de sacarnos la lágrima fácil diciendo: "pobre chico todo lo que le toco vivir". Además creo que los actores sobreactuan, sobre todo el padre y Billy Elliot parece confundido en todo el metraje (con su sexualidad claro está). El único rescatable es el que hace del hermano. Los sucesos son pobres y muy forzados, algunos con mucha casualidad y demasiado oportunos. Una historia pasable tirando a regular.
6 de julio de 2005
6 de julio de 2005
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Preciosa película de Daldry (aunque luego filmara ese pastel llamado Las Horas) de un niño que quiere bailar (y vaya si lo hace) pese a las restricciones de un padre demasiado conservador. La única pega es que está a un paso de caer en el lagrimeo fácil, pero lo salva con elegancia y maestría. Sin duda una de los mejores películas británicas desde hace mucho tiempo.
25 de febrero de 2007
25 de febrero de 2007
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sorprendente este film, cómo no británico (digo esto porque cada vez me gusta más el cine de estas islas), donde el tema de fondo, que es la lucha de clases, pasa a un genial segundo plano, encubierto por la "lucha de clases" particular que afronta el joven Billy, que busca cumplir su sueño en un mundo prejuicioso y ambicioso por todos sitios.
Maravillosas interpretaciones, con una realización sencilla, muy humana, que se limita a mostrarle al espectador lo que quiere ver, sin grandes riesgos ni intentos fallidos de innovar como hacen otros.
Muy recomendable y nada pastel.
Maravillosas interpretaciones, con una realización sencilla, muy humana, que se limita a mostrarle al espectador lo que quiere ver, sin grandes riesgos ni intentos fallidos de innovar como hacen otros.
Muy recomendable y nada pastel.
19 de agosto de 2011
19 de agosto de 2011
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera palabra que se me ocurre para describir esta película es «bonita». Por supuesto que se podría haber hecho un dramón cambiando en parte el argumento, y desde luego que la idea es lo suficientemente buena como para hacer un peliculón; pero, a ver, no es lo que pretende, y ni siquiera lo necesita. Tal cual es, «Billy Elliot» es una película bonita, que consigue emocionar con una historia sencilla pero no por eso mala.
La banda sonora es realmente buena, acompañando a un Billy Elliot algo irreverente, incluso maleducado, pero absolutamente encantador. Su sensibilidad para el baile se narra con eficacia a través de un guión ágil y bien planteado, donde todas las escenas tienen sentido. Como punto flaco, apuntaría la historia de su mejor amigo, que me resulta bastante forzada, la verdad.
En cambio, lo mejor posiblemente sea la interacción de Billy con su familia. Algo simple y fácil por momentos, evitando el drama total y esquivando conflictos graves, sí, pero ¿y qué? El resultado es un musical lleno de esperanza, con tintes de humor y un ligero barniz dramático, lo justo para impulsar a la lágrima sin que se te borre la sonrisa.
Sin duda una buena opción para pasar un rato entretenido. Una película fresca y sin demasiadas complicaciones, pero bonita al fin y al cabo.
La banda sonora es realmente buena, acompañando a un Billy Elliot algo irreverente, incluso maleducado, pero absolutamente encantador. Su sensibilidad para el baile se narra con eficacia a través de un guión ágil y bien planteado, donde todas las escenas tienen sentido. Como punto flaco, apuntaría la historia de su mejor amigo, que me resulta bastante forzada, la verdad.
En cambio, lo mejor posiblemente sea la interacción de Billy con su familia. Algo simple y fácil por momentos, evitando el drama total y esquivando conflictos graves, sí, pero ¿y qué? El resultado es un musical lleno de esperanza, con tintes de humor y un ligero barniz dramático, lo justo para impulsar a la lágrima sin que se te borre la sonrisa.
Sin duda una buena opción para pasar un rato entretenido. Una película fresca y sin demasiadas complicaciones, pero bonita al fin y al cabo.
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