JCVD
Thriller. Drama. Acción
Relato de semificción sobre Jean-Claude Van Damme, en el que el actor ironiza sobre su vida y su carrera cinematográfica, convirtiéndose en un personaje real que se encuentra en una situación ficticia, con unas consecuencias ficticias. El gran astro del cine de acción, JCVD, se encuentra disfrutando de un merecido descanso en Bruselas cuando sufre una repentina crisis existencial. De repente la gran estrella de cine que todos conocemos ... [+]
27 de mayo de 2015
27 de mayo de 2015
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fea, mal escrita, desdibujada. Tanto como su cara magullada, encanallada, castigada.
Una película de Van Damme que se ríe del personaje y de su carrera y que tiene la rara cualidad de ser bastante peor que la mayoría de las suyas. Ese es el chiste verdadero, el único digno de llevar tan alto nombre, de esta metaficción autorreferencial; acomodaticia, blanda y roma, tan plúmbea como inane; noventa minutos de martirio inclemente con la excusa de la jodida broma.
Una fotografía espantosa para un secuestro somnífero, ridículo, rotundamente estúpido.
Una especie de "Tarde de perros" sin Lumet, sin Cazale, sin Pacino..., sin tarde, sin perros y... en Bélgica.
Ni el monólogo levitador y resultón ni un par de comentarios (muy tibios y pusilánimes) sobe las abundantes miserias de su arte redimen esta sesión narcótica emperrada en un vuelo raso que sestea, muriendo de aburrimiento y pena.
Debe ser muy triste que hagas una autoparodia y que te salga más seria y que tenga mucha menos gracia e interés que los simpáticos bodrietes mamporreros que sueles perpetrar con tanta generosidad comercial y entrega saltimbanqui, con una disciplina tan sana y anabolizada.
Sobra todo, casi todo, especialmente esos malotes de tebeo zarrapastroso encontrados en cualquier vertedero, esos policías de vergüenza (ajena... y propia) o ese público atontado que ponen de relleno para hacer bulto y dar sensación de algo (lo que sea), así como rehenes de aliño, periodistas como decorado, taxista de pena... y demás boludeces.
Un bluff, una filfa, una birria, un tostón mostrenco e innecesario. Hasta para reírse de uno mismo es necesario ser realmente sincero y valiente, a tumba abierta, sin medias tintas, con las tripas afuera, de lo contrario, el experimento curioso se transforma en funeral deprimente, en misa del gallo... sin gallo.
Una película de Van Damme que se ríe del personaje y de su carrera y que tiene la rara cualidad de ser bastante peor que la mayoría de las suyas. Ese es el chiste verdadero, el único digno de llevar tan alto nombre, de esta metaficción autorreferencial; acomodaticia, blanda y roma, tan plúmbea como inane; noventa minutos de martirio inclemente con la excusa de la jodida broma.
Una fotografía espantosa para un secuestro somnífero, ridículo, rotundamente estúpido.
Una especie de "Tarde de perros" sin Lumet, sin Cazale, sin Pacino..., sin tarde, sin perros y... en Bélgica.
Ni el monólogo levitador y resultón ni un par de comentarios (muy tibios y pusilánimes) sobe las abundantes miserias de su arte redimen esta sesión narcótica emperrada en un vuelo raso que sestea, muriendo de aburrimiento y pena.
Debe ser muy triste que hagas una autoparodia y que te salga más seria y que tenga mucha menos gracia e interés que los simpáticos bodrietes mamporreros que sueles perpetrar con tanta generosidad comercial y entrega saltimbanqui, con una disciplina tan sana y anabolizada.
Sobra todo, casi todo, especialmente esos malotes de tebeo zarrapastroso encontrados en cualquier vertedero, esos policías de vergüenza (ajena... y propia) o ese público atontado que ponen de relleno para hacer bulto y dar sensación de algo (lo que sea), así como rehenes de aliño, periodistas como decorado, taxista de pena... y demás boludeces.
Un bluff, una filfa, una birria, un tostón mostrenco e innecesario. Hasta para reírse de uno mismo es necesario ser realmente sincero y valiente, a tumba abierta, sin medias tintas, con las tripas afuera, de lo contrario, el experimento curioso se transforma en funeral deprimente, en misa del gallo... sin gallo.
2 de junio de 2010
2 de junio de 2010
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mejor actor que parió la tierra nos deja asombrados con esta espectacular obra de arte. Una de las mejores películas del mundo mundial protagonizada por el mejor actor, J.C.V.D.
12 de diciembre de 2008
12 de diciembre de 2008
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los acérrimos del belga de oro no encontrarán grandes saltos ni tiroteos (alguno hay, salvando las distancias) ni hazañas imposibles del señor Van Damme en esta cinta. Eso, para los más escépticos seria una "no grata" sorpresa tratándose del personaje que nos ocupa, sin embargo Jean Claude nos ofrece una visión totalmente diferente y un registro (permítanme la licencia) sorprendentemente bueno a la par que sincero,algo de alabar como hecho. La trama de la película es sencilla, a la par que compleja la situación del héroe de acción. Un atraco a una sucursal de correos es el detonante para que este señor, con mucho oficio ya, ponga en escena un sincero análisis de lo que ha sido y es su vida.
Mabrouk El Mechri en la dirección da un soplo de aire fresco a la trillada carrera del actor dándole la oportunidad (gran oportunidad) de que demuestre que no sólo sabe dar patadas voladoras, sino sufrir, llorar, disculparse, analizarse de un modo muy introspectivo delante de las cámaras. Y todo ello con una soltura envidiable.
Hay espacio para la acción (poca, y se agradece), la introspección, la tristeza y la humildad en un largometraje en el que la redención del actor quedaría firmada inmediatamente por cualquiera, especialmente por un fan comprensivo. Por que no todo son músculos perfectos y patadas desde 3 planos diferentes en la carrera de este señor. También hay una vida detrás, con sus alegrías y sus posos amargos, sus arrepentimientos y sus anhelos, sus preguntas sin responder, como en la de todos.
Una película casi necesaria para el actor, que cambia de registro totalmente, nos cuenta los comienzos y dificultades por las que ha pasado y al final, se nota que ha madurado muy mucho y que está de vuelta de todo. Y vaya que lo está.
Recomendada para los fans del actor y, solo por ver un par de escenas junto con el monólogo que se marca el señor Juan Claudio, ya es digno su visionado.
Un momento cumbre sin duda, el sincero monólogo que dedica a cada espectador, que llega a conmover de veras.
Van Damme aún tiene mucho que decir, de hacerlo con esta humildad, que sea durante mucho tiempo...
Mabrouk El Mechri en la dirección da un soplo de aire fresco a la trillada carrera del actor dándole la oportunidad (gran oportunidad) de que demuestre que no sólo sabe dar patadas voladoras, sino sufrir, llorar, disculparse, analizarse de un modo muy introspectivo delante de las cámaras. Y todo ello con una soltura envidiable.
Hay espacio para la acción (poca, y se agradece), la introspección, la tristeza y la humildad en un largometraje en el que la redención del actor quedaría firmada inmediatamente por cualquiera, especialmente por un fan comprensivo. Por que no todo son músculos perfectos y patadas desde 3 planos diferentes en la carrera de este señor. También hay una vida detrás, con sus alegrías y sus posos amargos, sus arrepentimientos y sus anhelos, sus preguntas sin responder, como en la de todos.
Una película casi necesaria para el actor, que cambia de registro totalmente, nos cuenta los comienzos y dificultades por las que ha pasado y al final, se nota que ha madurado muy mucho y que está de vuelta de todo. Y vaya que lo está.
Recomendada para los fans del actor y, solo por ver un par de escenas junto con el monólogo que se marca el señor Juan Claudio, ya es digno su visionado.
Un momento cumbre sin duda, el sincero monólogo que dedica a cada espectador, que llega a conmover de veras.
Van Damme aún tiene mucho que decir, de hacerlo con esta humildad, que sea durante mucho tiempo...
31 de diciembre de 2008
31 de diciembre de 2008
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es una de las mejores que he visto en este año 2008. Una gran sorpresa sin lugar a dudas tratándose de Van Damme que nos tiene acostumbrados a repartir mamporros a diestro y siniestro (algunas de sus películas son entretenidas pero otras no hay quien las vea). Aquí nos encontramos a un Van Damme demacrado, triste, desesperado y dándonos explicaciones sobre su vida, sin lugar a dudas el único personaje dramático que podría enterpretar y que fuese creíble: el personaje de su propia vida.
12 de noviembre de 2009
12 de noviembre de 2009
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
JCVD tal vez sea uno de los saltos mortales más osados de los últimos años. ¡Una película metaficcional e irónico-caricaturesca basada parcialmente en la vida de Jean-Claude Van Damme y con él mismo autointerpretándose! ¡Es de locos! No sé quién es Mabrouk El Mechri, pero es un temerario de mucho cuidado. Y entonces, movido por una irrefrenable curiosidad, la ves...
Y te gusta. Y si has seguido más o menos la filmografía de Van Damme, te hace mucha gracia. Y le encuentras un puntillo a la película como pocas tienen. Porque estás viendo en pantalla a un tío del que nunca pensaste que supiera decir dos palabras seguidas, y no sólo lo ves saliendo del aprieto con mucha solvencia, sino que el tío sabe reírse de sí mismo e incluso tiene un par de escenas en que te llega a emocionar. Y claro, eso te descoloca completamente, te rompe todos los esquemas, pero para bien, para muy bien.
Merece la pena ver JCVD no sólo por la curiosidad sana de ver a Van Damme sin dar patadas, sino también por los múltiples temas que toca: la decadencia de la estrella de cine, el precio de la fama, la realidad superando a la ficción, etc. Es una película más seria de lo que puede parecer, más profunda que otras muchas que se ponen trajes de pretenciosidad y supuestos argumentos sesudos. Simplemente, JCVD parte de dos ideas: ¿qué pasa con la estrella de cine de acción cuándo su momento ha pasado?, ¿qué pasa si metemos a Van Damme en una situación que podría ser perfectamente la que ha vivido en muchas de sus películas?
Yo creo que son muchos los alicientes para JCVD. El principal es que es una película radicalmente diferente, arriesgada, y también divertidísima. Y ver a Jean-Claude Van Damme haciendo un monólogo... no tiene precio.
Y te gusta. Y si has seguido más o menos la filmografía de Van Damme, te hace mucha gracia. Y le encuentras un puntillo a la película como pocas tienen. Porque estás viendo en pantalla a un tío del que nunca pensaste que supiera decir dos palabras seguidas, y no sólo lo ves saliendo del aprieto con mucha solvencia, sino que el tío sabe reírse de sí mismo e incluso tiene un par de escenas en que te llega a emocionar. Y claro, eso te descoloca completamente, te rompe todos los esquemas, pero para bien, para muy bien.
Merece la pena ver JCVD no sólo por la curiosidad sana de ver a Van Damme sin dar patadas, sino también por los múltiples temas que toca: la decadencia de la estrella de cine, el precio de la fama, la realidad superando a la ficción, etc. Es una película más seria de lo que puede parecer, más profunda que otras muchas que se ponen trajes de pretenciosidad y supuestos argumentos sesudos. Simplemente, JCVD parte de dos ideas: ¿qué pasa con la estrella de cine de acción cuándo su momento ha pasado?, ¿qué pasa si metemos a Van Damme en una situación que podría ser perfectamente la que ha vivido en muchas de sus películas?
Yo creo que son muchos los alicientes para JCVD. El principal es que es una película radicalmente diferente, arriesgada, y también divertidísima. Y ver a Jean-Claude Van Damme haciendo un monólogo... no tiene precio.
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