De repente en el verano
1959 

7.6
8,120
Drama. Intriga
En la Nueva Orleans de 1937, una rica viuda, la señora Venable, ofrece al doctor Cukrowicz los fondos para crear un hospital a condición de que practique una lobotomía a su sobrina Catherine. La señora Venable se encuentra perturbada por la reciente muerte en Europa de su hijo Sebastian, con quien solía viajar todos los veranos, salvo el último, en el que Sebastian prefirió llevar como acompañante a su prima Catherine. (FILMAFFINITY)
12 de agosto de 2014
12 de agosto de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
- La Naturaleza no ha sido creada a imagen de nuestra a compasión –explica el doctor a Violette, horrorizada al contar cómo las tortugas eran devoradas por las aves rapaces en las islas Galápagos.
- La Naturaleza es cruel. Sebastian lo sabía, pero yo no. Decía: “No, no. Se trata de pájaros, de tortugas, no de nosotros.”
Esta imagen, contada hacia el principio del film es en realidad clave, pues cobrará todo su sentido al final, cuando se desvele la muerte de Sebastian. A la vez, explica el ensañamiento de Violette con Catherine, queriendo a toda costa lobotomizarla. Por otro lado, Sebastian es un depredador que usaba (según explica la propia Catherine) a su madre y a la misma Catherine como medio para conseguir sus presas.
La intriga, el conflicto moral, consiste en ligar la ayuda que Venable piensa otorgar al hospital, donde trabaja Cukrowicz, a la operación a Catherine.
Sebastian, Sebastian... es el nombre más repetido de la historia… Sebastian, como el santo que se sacrifica, que recibe los dardos (o amor) de la madre, el hijo que ha visto a Dios, el hombre que es virgen, según asegura la madre. De hecho, sin decirlo, se alude a tendencias homosexuales (le gustaban los rubios, los nórdicos...). El final aclara este aspecto sin dejar lugar a dudas.
Todos los actores están impresionantes, cada uno en su estilo: la rica viuda algo desquiciada (Katharine Hepburn), el meticuloso doctor (Montgomery Clift), capaz de apiadarse de las historias ajenas y de escuchar con paciencia; la dulce y perturbada Catherine (Liz Taylor). Cada uno de los tres tiene una belleza particular y contundente.
Toda esta fauna de personajes, se mueve en un entorno opulento, algo decadente y sombrío. La preciosa fotografía en blanco y negro (pena que no se aprecien los enormes ojos azules de Clift, tal y como los menciona Catherine en varios momentos) resalta el contraste entre los personajes. Hay encuadres muy estudiados y marcados, pero que no restan fluidez al relato (la escena en la que Violette cuenta la escena de Galápagos, ella se pone en pie, el doctor se sienta, ella se aleja, se acerca después, plano-contraplano de los dos personajes… También abundan los planos en picado o contrapicado que acentúan el dramatismo, pero a la vez, dan protagonismo a cada uno de los personajes que está hablando.
El guión está escrito por Tenessee Williams (y Gore Vidal) y se basa en gran medida en su propia obra. Williams era gay, alcohólico, depresivo (cada uno de estos adjetivos marcaron su vida… y su obra). Williams es un maestro en contar la opresión que ejercen en nosotros los secretos (en La gata sobre el tejado de zinc, Un tranvía llamado deseo…), así como el poder que los demás consiguen ejercer sobre nosotros; en este caso, la dominación de Violette sobre su hijo (¡o viceversa!).
- La Naturaleza es cruel. Sebastian lo sabía, pero yo no. Decía: “No, no. Se trata de pájaros, de tortugas, no de nosotros.”
Esta imagen, contada hacia el principio del film es en realidad clave, pues cobrará todo su sentido al final, cuando se desvele la muerte de Sebastian. A la vez, explica el ensañamiento de Violette con Catherine, queriendo a toda costa lobotomizarla. Por otro lado, Sebastian es un depredador que usaba (según explica la propia Catherine) a su madre y a la misma Catherine como medio para conseguir sus presas.
La intriga, el conflicto moral, consiste en ligar la ayuda que Venable piensa otorgar al hospital, donde trabaja Cukrowicz, a la operación a Catherine.
Sebastian, Sebastian... es el nombre más repetido de la historia… Sebastian, como el santo que se sacrifica, que recibe los dardos (o amor) de la madre, el hijo que ha visto a Dios, el hombre que es virgen, según asegura la madre. De hecho, sin decirlo, se alude a tendencias homosexuales (le gustaban los rubios, los nórdicos...). El final aclara este aspecto sin dejar lugar a dudas.
Todos los actores están impresionantes, cada uno en su estilo: la rica viuda algo desquiciada (Katharine Hepburn), el meticuloso doctor (Montgomery Clift), capaz de apiadarse de las historias ajenas y de escuchar con paciencia; la dulce y perturbada Catherine (Liz Taylor). Cada uno de los tres tiene una belleza particular y contundente.
Toda esta fauna de personajes, se mueve en un entorno opulento, algo decadente y sombrío. La preciosa fotografía en blanco y negro (pena que no se aprecien los enormes ojos azules de Clift, tal y como los menciona Catherine en varios momentos) resalta el contraste entre los personajes. Hay encuadres muy estudiados y marcados, pero que no restan fluidez al relato (la escena en la que Violette cuenta la escena de Galápagos, ella se pone en pie, el doctor se sienta, ella se aleja, se acerca después, plano-contraplano de los dos personajes… También abundan los planos en picado o contrapicado que acentúan el dramatismo, pero a la vez, dan protagonismo a cada uno de los personajes que está hablando.
El guión está escrito por Tenessee Williams (y Gore Vidal) y se basa en gran medida en su propia obra. Williams era gay, alcohólico, depresivo (cada uno de estos adjetivos marcaron su vida… y su obra). Williams es un maestro en contar la opresión que ejercen en nosotros los secretos (en La gata sobre el tejado de zinc, Un tranvía llamado deseo…), así como el poder que los demás consiguen ejercer sobre nosotros; en este caso, la dominación de Violette sobre su hijo (¡o viceversa!).
16 de enero de 2015
16 de enero de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una rica viuda (K. Hepburn) intenta mediante sobornos practicarle una lobotomía a su sobrina (E. Taylor) a la que culpa que culpa de la muerte de su hijo el último verano, el medico que tiene que llevar a cabo la operación (M. Clift) es el único que quiere saber realmente lo que ocurrió.
Es una película basada en una obra de Tennesse Williams y como tal tenemos todos sus temas preferidos, drama familiar, almas atormentadas y una homosexualidad mal explicada. El intento de sorprender al espectador con un final un tanto extraño y morboso muy diferente a lo que estaban acostumbrados los espectadores de la época puede ser uno de los motivos del poco reconocimiento de esta película, reconocimiento que si merecen por otra parte su trio protagonista. E. Taylor y K. Hepburn están increíbles como siempre y M. Clift consigue estar a la altura de las dos divas.
Recomendable si quieres ver una película muy diferente a las que se hacían por entonces.
Es una película basada en una obra de Tennesse Williams y como tal tenemos todos sus temas preferidos, drama familiar, almas atormentadas y una homosexualidad mal explicada. El intento de sorprender al espectador con un final un tanto extraño y morboso muy diferente a lo que estaban acostumbrados los espectadores de la época puede ser uno de los motivos del poco reconocimiento de esta película, reconocimiento que si merecen por otra parte su trio protagonista. E. Taylor y K. Hepburn están increíbles como siempre y M. Clift consigue estar a la altura de las dos divas.
Recomendable si quieres ver una película muy diferente a las que se hacían por entonces.
6 de marzo de 2015
6 de marzo de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
De repente, el último verano de Joseph L. Mankiewicz es un drama basado en los años 30 sobre una rica viuda que quiere que le practiquen a su sobrina una lobotomía, ya que cree que su actitud es violenta y desmedida desde que presencio la muerte de su hijo Sebastian. Dirigida con un ritmo paulatino y con un estilo personal y bien trabajado, es una obra que no se toma prisas en presentar a sus complejos personajes y su profunda trama para ir generando en el público poco a poco el interés que el film merece, logrando crear un gran film que contiene enormes interpretaciones y una historia sustanciosa para los amantes exigentes de cine clásico, concluyendo una de las películas más recordables del director.
La fotografía en blanco y negro está bien cuidada en detalles alusivos, consiguiendo una bella definición con imágenes magistrales al ser estéticamente rica en matices. La música clásica añade drama al film gracias a unas melodías intrigantes e incluso insidiosas que dan esplendor al acompañamiento según la acción. Los planos y movimientos de cámara consuman un sobrio y elegante trabajo técnico mediante el uso del seguimiento, detalles, generales, primeros planos, reconocimiento, cámara en mano, avanti, retroceso y grúas en continuo movimiento para seguir a los personajes y sacar lo mejor de sus interpretaciones.
Las actuaciones son deslumbrantes y profundas. Como protagonistas Montgomery Clift está muy acertado en un papel con calado psicológico, Katharine Hepburn está radiante en un papel con desequilibrio psíquico y Elisabeth Taylor lustrosa y emotiva en un trabajado papel, siendo notables los acompañamientos de Albert Dekker, Mercedes McCambridge, Gary Raymond y Joan Young. Emplea para estos la dirección artística unos vestuarios y caracterizaciones elegantes y distinguidos que marcan la alta clase social de los protagonistas, en una labor que junto con los decorados te transportan notablemente al momento y lugar en cuestión.
El guion, escrito por Gore Vidal y Tennessee Williams y basado en una obra de teatro de este último, va de menos a más y es intrigante al ir creando una atmósfera de duda sobre lo que realmente paso, llegando a un final inesperado y bien trabajado que deja al público sorprendido y con enormes sensaciones sobre él, siendo por tanto una de las obras más destacables tanto del director como del conocido escritor Tennessee Williams. Esto se lleva a cabo con una narrativa clásica y dinámica que con tono educado deja clara la personalidad de cada uno de los personajes en una tarea expresiva y desde luego impecable. Cabe destacar también, el montaje lineal pero con flash-back imaginativos en un momento determinado para explicar al público todo lo ocurrido en el último y citado verano.
Concluyendo, la considero una obra indeleble e indispensable en los dramas basados en buenas obras de teatro que dejan lo mejor para el final para ir creando notablemente interés a medida que avanza el film, ya que va mostrando unos complejos personajes que no dan su verdadera cara hasta el final, siendo por tanto un film de los más acertados y provocadores en su categoría. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, planos, vestuarios y narrativa que convierten a De repente, el último verano, en un film de lo más incitador y con un inesperado final que no dejará a nadie indiferente.
La fotografía en blanco y negro está bien cuidada en detalles alusivos, consiguiendo una bella definición con imágenes magistrales al ser estéticamente rica en matices. La música clásica añade drama al film gracias a unas melodías intrigantes e incluso insidiosas que dan esplendor al acompañamiento según la acción. Los planos y movimientos de cámara consuman un sobrio y elegante trabajo técnico mediante el uso del seguimiento, detalles, generales, primeros planos, reconocimiento, cámara en mano, avanti, retroceso y grúas en continuo movimiento para seguir a los personajes y sacar lo mejor de sus interpretaciones.
Las actuaciones son deslumbrantes y profundas. Como protagonistas Montgomery Clift está muy acertado en un papel con calado psicológico, Katharine Hepburn está radiante en un papel con desequilibrio psíquico y Elisabeth Taylor lustrosa y emotiva en un trabajado papel, siendo notables los acompañamientos de Albert Dekker, Mercedes McCambridge, Gary Raymond y Joan Young. Emplea para estos la dirección artística unos vestuarios y caracterizaciones elegantes y distinguidos que marcan la alta clase social de los protagonistas, en una labor que junto con los decorados te transportan notablemente al momento y lugar en cuestión.
El guion, escrito por Gore Vidal y Tennessee Williams y basado en una obra de teatro de este último, va de menos a más y es intrigante al ir creando una atmósfera de duda sobre lo que realmente paso, llegando a un final inesperado y bien trabajado que deja al público sorprendido y con enormes sensaciones sobre él, siendo por tanto una de las obras más destacables tanto del director como del conocido escritor Tennessee Williams. Esto se lleva a cabo con una narrativa clásica y dinámica que con tono educado deja clara la personalidad de cada uno de los personajes en una tarea expresiva y desde luego impecable. Cabe destacar también, el montaje lineal pero con flash-back imaginativos en un momento determinado para explicar al público todo lo ocurrido en el último y citado verano.
Concluyendo, la considero una obra indeleble e indispensable en los dramas basados en buenas obras de teatro que dejan lo mejor para el final para ir creando notablemente interés a medida que avanza el film, ya que va mostrando unos complejos personajes que no dan su verdadera cara hasta el final, siendo por tanto un film de los más acertados y provocadores en su categoría. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, planos, vestuarios y narrativa que convierten a De repente, el último verano, en un film de lo más incitador y con un inesperado final que no dejará a nadie indiferente.
26 de febrero de 2017
26 de febrero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película, generalmente reconocida como una obra maestra del cine, es inclasificable. Indudablemente, consigue una tensión dramática excepcional, y su factura es impresionante. Pero cuenta con un problema, y es el exceso de diálogo, muchas veces injustificado. Esta teatralidad se pierde sin embargo con uno de los finales más inesperados y surrealistas del cine americano.
23 de abril de 2017
23 de abril de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película ambientada en el año 1937, donde un prominente médico de apellido Cukrowicz (Montgomery Clift), especializado en la arcaica práctica de la lobotomía, es contactado por la millonaria señora Violet Venable (una envejecida Katharine Hepburn), para que le practique esta operación a su sobrina Catherine (Elizabeth Taylor), quien en teoría se encuentra en un estado deplorable de salud mental.
Una lobotomía es un proceso médico donde se interviene el cerebro haciéndole un enorme daño al cerebro, donde los pacientes quedan en un estado aún peor del que tenían previamente, este comenzó a estar en boga por la época en la que se contextualiza el filme. Cuando el doctor comienza a hurgar dentro de las intenciones de los personajes, se dará cuenta que hay algo más dentro de todo el panorama que se muestra.
El filme está basado en una obra teatral homónima (1958) de Tennessee Williams, para la adaptación el propio Williams participó del guion junto a Gore Vidal, dirigida por un ya entonces experimentado Joseph Mankiewicz. El largometraje está construido en base a largas secuencias que transcurren en distintos aposentos, siendo el dialogo una constante inmensa y fuente fundamental del relato, la importancia de esta es enorme y es lo que va formando el argumento.
Esto es así por dos cosas, la primera el ya mencionado origen teatral, pero además porque se va edificando en base a un personaje que no aparece en pantalla, que es el hijo de Venable, un individuo que representa todo para la obra. Los anhelos, pretensiones y actuar de los dos personajes femeninos se establecen por él, alrededor de esta enigmática figura, de la que se conocen algunos trazos de una personalidad idealizada por su madre.
Por su parte, lo visual se presenta ya sea para mostrar la riqueza de Venable, o la locura de los hospitales para personas con problemas mentales, salvo en el final, donde el recurso del flashback es utilizado para darle lucidez a lo que la protagonista dice. Es en este punto donde tanto dialogo como lo visual se unen para llegar a ese monstruoso clímax que deja cansado tanto a los personajes como al espectador.
Suddenly, Last Summer gana por ser una película que absorbe al espectador, entre minutos y minutos de dialogo, pistas y detalles que se van develando, todo se va esclareciendo, en un entorno que se va volviendo más turbio y oscuro. Un filme clásico.
Una lobotomía es un proceso médico donde se interviene el cerebro haciéndole un enorme daño al cerebro, donde los pacientes quedan en un estado aún peor del que tenían previamente, este comenzó a estar en boga por la época en la que se contextualiza el filme. Cuando el doctor comienza a hurgar dentro de las intenciones de los personajes, se dará cuenta que hay algo más dentro de todo el panorama que se muestra.
El filme está basado en una obra teatral homónima (1958) de Tennessee Williams, para la adaptación el propio Williams participó del guion junto a Gore Vidal, dirigida por un ya entonces experimentado Joseph Mankiewicz. El largometraje está construido en base a largas secuencias que transcurren en distintos aposentos, siendo el dialogo una constante inmensa y fuente fundamental del relato, la importancia de esta es enorme y es lo que va formando el argumento.
Esto es así por dos cosas, la primera el ya mencionado origen teatral, pero además porque se va edificando en base a un personaje que no aparece en pantalla, que es el hijo de Venable, un individuo que representa todo para la obra. Los anhelos, pretensiones y actuar de los dos personajes femeninos se establecen por él, alrededor de esta enigmática figura, de la que se conocen algunos trazos de una personalidad idealizada por su madre.
Por su parte, lo visual se presenta ya sea para mostrar la riqueza de Venable, o la locura de los hospitales para personas con problemas mentales, salvo en el final, donde el recurso del flashback es utilizado para darle lucidez a lo que la protagonista dice. Es en este punto donde tanto dialogo como lo visual se unen para llegar a ese monstruoso clímax que deja cansado tanto a los personajes como al espectador.
Suddenly, Last Summer gana por ser una película que absorbe al espectador, entre minutos y minutos de dialogo, pistas y detalles que se van develando, todo se va esclareciendo, en un entorno que se va volviendo más turbio y oscuro. Un filme clásico.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here