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El último tango en París

Drama. Romance Una mañana de invierno un maduro norteamericano y una joven muchacha parisina se encuentran casualmente mientras visitan un piso de alquiler en París. La pasión se apodera de ellos y mantienen relaciones sexuales en el piso vacío. Cuando abandonan el edificio, ambos se ponen de acuerdo para volver a encontrarse allí, en soledad, sin preguntarse ni siquiera sus nombres. (FILMAFFINITY)
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6
6 de diciembre de 2009
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay un hecho indiscutible, “El Último Tango en París” es toda una obra de culto, elevada a la categoría de miro. Las enormes repercusiones que tuvo su llegada no dejaron a nadie indiferente, es uno de los films más merecidos de llevar consigo el título de leyenda. Pero las cosas claras, el impacto que pueda ocasionar un film no tiene porque venir dado de su calidad. La polémica siempre ha acompañado la obra de Bertolucci, y parece ser que la seguirá por siempre jamás, este hecho hace que estemos ante una obra imperecedera, pero detrás de tanto parloteo y publicidad se esconde una cinta vacía, torpe y desequilibrada.

Este film confirma como algo se puede alzar de forma considerable gracias a su aroma y ruido. Mucho ruido y pocas nueces es la mejor forma de describirla. Marlon Brando interpreta a un hombre solitario, amargo, que padece una enorme crisis existencial que desemboca a un enorme vacío en su interior. Todo cambia con el cruce de una joven en un apartamento, donde acuerdan encontrarse en determinados momentos para tener relaciones sexuales sin ni siquiera saber quiénes son, cuanto menos sepan de ellos mejor. No hay cabida para el sentimentalismo, aquí todo se reduce a una palabra: Sexo… y rapidito, que se hace tarde.

No se puede negar que el tema que trata de reflejar Bertolucci es todo un reto, no es fácil plasmar en pantalla sentimientos tan complejos, oscuros y ambiguos. En cierto modo lo consigue, pero parece que no por los métodos que hubiese querido. Si al final comprendemos la crisis del personaje de Brando es porque nosotros estamos comenzando a vivir una debido a lo tedioso que puede resultar el film. Su estructura es simple, pero hartamente repetitiva hasta decir basta. Tiene numerosos altibajos en su ritmo más que notorios. Tampoco hay porque frotarse las manos, el sexo no es tan explícito como algunos lo comentan. “El Último Tango en París” no es una mala película, pero cae siendo una víctima de lo que ofrece, el bombón y ruido que se originó con su creación no era nada meritorio, creando unas altísimas expectativas inexistentes donde solo aparecen un hombre y una mujer desnudos practicando el sexo de vez en cuando y el resto teniendo problemas existenciales.

Es un film altamente conocido por su impacto, que no por sus méritos, que no abundan demasiado. Brando está muy bien, ofreciendo una de sus actuaciones más desgarradoras. Pero el film posee numeroso altibajos en su ritmo, con momentos demasiado lentos y aburridos. Tiene buenas ideas, pero al final todo termina siendo únicamente un tostón untado con mantequilla. Donde unos se maravillarán por el mensaje existencialista del film (si lo pillan), otros verán una película aburrida con dos que se lo están pasando bomba. ¿Por esto los españoles corrían despavoridos a los cines de Perpignan? Como está el patio...
10
25 de octubre de 2010
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca, absolutamente nunca en el mundo del arte se han explorado hasta extremos tan inusitados los sentimientos humanos.
En mi opinión, y sobre todo gracias a Brando en connivencia con un Bertolucci qe "le dejó hacer a sus anchas", sin duda la mejor película de la historia que refleja las pasiones humanas.
Sin palabras. Dudo que nadie pueda hacer algo similar, ni por aproximación.
8
29 de mayo de 2011
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jeanne es una joven bonita, sofisticada y que tiene un novio aspirante a director de cine que está más enamorado de su documental que de ella. Esta alquila un pequeño piso en París y allí conocerá a Paul, un hombre maduro recientemente viudo y atormentado por la pérdida de su esposa. Entre ellos surgirá una ardiente química que les introducirá en una espiral de sexo y degradación.

Soberbio trabajo de Bernardo Bertolucci que nos aproxima a los rincones más animales y carnales de una relación humana, contando con una fantástica fotografía de Vittorio Sttoraro que retrata a las mil maravillas ese inhóspito hotel, dotándolo de un toque muy íntimo y personal.

Hay que reconocer el arrojo y valor que tuvo Bertolucci al plantear esta película en los principios de la década de los setenta, una obra donde se muestran desnudos femeninos explícitos y secuencias de una intensidad sexual y una carga erótica que llegan a incomodar al espectador. El director italiano crecería con este intenso tango como cineasta y posteriormente alcanzaría la gloria con El último emperador y se sumergiría en un reflexivo repaso del siglo XX de su Italia en Novecento.

Pero siendo justos, Brando es el tango; Marlon aporta una actuación desgarradora y que conmueve a la vez que acongoja, derrochando sinceridad y pasión en cada palabra que pronuncia, en cada gesto o mirada que realiza. Está claro que él es el toque de distinción que toda película necesita. Apabulla cada minuto que está delante de la cámara y vuelve a brindar una actuación de cinco estrellas, superando incluso al Padrino del año anterior.
Junto a este coloso está María Schneider que no acabó muy bien parada tras la película, encasillada y con multitud de secuelas y dificultades personales, María hace bien su papel de chica frágil y sensual, aunque queda eclipsada por Brando. Jean Pierre Léaud es el tercero en discordia y la verdad es que su trabajo es olvidable y poco convincente.

Obra que levantó ampollas por su amplio contenido sexual y en la que Brando agiganta aún más su leyenda como el mejor intérprete masculino de la historia.
8
23 de diciembre de 2014
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y al igual que el gran Marlon Brando yo digo algo muy similar, pues definitivamente laas mujeres fueron, son y seguirán siendo uno de los mayores misterios del universo.

Ahora sobre el film no tengo más que acotar que lo he sentido en cuerpo y alma, es brutal en fondo y forma, es triste y cruel, pero real y casi tan palpable como una tierna caricia, un dulce beso o una bofetada o simples palabras que pueden llegar a herir hasta la muerte.

Marlon Brando en estado de gracia luce uno de sus roles de "macho", indomable, pero curiosamente, solitario, osco y en busca de algo que lo resucite emocionalmente, de ese algo que lo saque de su auténtica muerte en vida, y que lo llega a encontrar en un ser de similares características pero mucho más joven y uniéndose en una relación que podría resultar en una de las más extrañas, sensibles y emotivas que haya visto.

Más allá de lo que se pueda decir el protagonista sostiene en sus hombros el peso del film, algo que no sería posible si el mismo Bertolucci no lo hubiese hecho a propósito, ya que por aquel entonces el era (y siempre seguirá siendo) una de las estrellas más respetadas de la industria. Justificado plenamente su presencia en el rol protagónico y no sé si otro actor hubiese podido hacerlo mejor que él.

Del resto del reparto pues destacaría a la desaparecida Maria Schneider, la coprotagonista en uno de sus roles más conocidos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La escena en que utiliza la mantequilla causó gran controversia, sin embargo hay otras escenas que emocionalmente pueden llegar a ser más fuertes.

Los monólogos y diálogos del Sr. Brando son geniales.
6
5 de julio de 2015
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
107/15(26/06/15) Muy popular y controvertido film de Bernardo Bertolucci, sobrevalorada cinta, conjuga de modo pretencioso el drama más exacerbado con momentos de sexo muy transgresor para su época, en esto último donde el realizador hace que el valor de obra se eleve por lo alto de su calidad real. He leído a muchos exégetas que dan visiones bastantes peregrinas sobre el complejo subtexto de la historia, como el de enmarcarla en el clima convulsivo del mayo del 68, y el cambio generacional, cuando en la historia no hay mínima mención a estas revueltas. Me queda una historia donde el director nos espeta parte de su ideología reaccionaria-subversiva izquierdista reflejada en la nihilista personalidad del protagonista Paul, un ateo misántropo, que cree en el amor libre, sin ataduras morales, atacando al núcleo familiar y al modus vivendi de nuestra sociedad, su medio es escandalizarnos con un carrusel de secuencias y diálogos muy subidas de tono. El guión es de Bertolucci, Franco Arcalli y Agnès Varda (diálogo adicional), adaptada más tarde como novela de Robert Callejón. El realizador gestó la idea fruto de sus fantasías sexuales <En una ocasión soñé con ver a una hermosa mujer sin nombre en la calle y tener relaciones sexuales con ella sin saber quién era ella".

Bertolucci quiso reflejar una época de cambios, un tiempo de revolución sexual, de liberación femenina, se intenta deconstruir el choque entre generaciones que representan los dos protagonistas, se aborda los muros que nos autoimponemos de incomunicación, se tocan temas como las diferentes visones del amor y el desamor, con su interrelación con el sexo, se exploran diferentes relaciones en pareja, se analizan los ambiguos caminos hacia la felicidad, o más bien si esta existe, todo se profundiza por vías nihilistas, arremetiendo contra la religión, contra el matrimonio, contra nuestra sociedad biempensante, enfocado desde una óptica pesimista y desesperanzada. Bertolucci encuadra el film cual poema afligido, que ahonda en las bajas pasiones, con la miscelánea entre un tipo maduro de vuelta de todo, refleja a una burguesía cansada, desencantada, deprimida, y una joven ingenua, insegura, sugestionable y desorientada, ella refleja a una juventud sin rumbo, a través de ellos dos se hace una descarnada radiografía de la Condición Humana, dos seres perdidos en la inmensidad, que encuentran el sexo sin amarres una salida momentánea a su zozobrante mundo, nos habla de una sociedad degradada que se autodestruye. Todo esto marcado a fuego por una atmósfera cargada de intensa y latente tensión sexual, un drama romántico-perturbador-existencialista, done el núcleo del relato son los encuentros sexuales en el decrépito apartamento, sin muebles, alegoría del vacío de sus vacuas existencias, una singular relación otoñal-primaveral donde prima el sometimiento sexual. Todo esto me queda contado de modo pretencioso, en estructura redundante, reiterativa, con caídas en la bulimia narrativa, en el tedio, solo se sale por el lado morboso de la icónica escena de la mantequilla o la de cortarse las uñas, el resto queda un compendio de algunas buenos momentos que son un oasis en un desierto, se repiten más y más sin apenas avanzar, queda un ritmo lento, si se hubiera recortado metraje habría ganado en una fluidez que divaga. Luego está su premisa inicial, hay que darle patente de corso, que un tipo de mediana edad se encuentre en un piso con una jovencita desconocida y en apenas dos frases estén fornicando, me resulta chirriante y nada creíble, lo que sigue me es estridente desde el enfoque de la mínima credibilidad. Tampoco la elección de Maria Schneider me ha resultado buena, insípida, forzada, inexpresiva, no me la creo, no seduce a la cámara, no emite sensualidad (por lo menos a mí), a lo que se suma su subtrama con su novio Leaud, una caricatura guiñolesca, a la que seguro se le encuentra el significado de que la vida es una comedia, a mi me queda fachendoso, y sus charlas resultan de lo más petulantes y artificiosas, provocando que nos quede lo referido como irreal.

La actriz Maria Schneider quedó marcada por esta interpretación, en 1975 contó referente a la famosa escena de la sodomización <Debería haber llamado a mi agente o tenido pedido que mi abogado viniera, no se puede obligar a alguien a hacer algo que no está en el guión, en ese momento, no sabía eso>. Marlon me dijo que no me preocupase, que era sólo una película, durante la escena, a pesar de que lo que estaba haciendo Marlon no era real, yo estaba llorando lágrimas de verdad. Me sentí humillada y para ser honestos, me sentí un poco violada, tanto por Marlon y como por Bertolucci. Después de la escena, Marlon no me consoló o pidió disculpas. Afortunadamente, hubo solo hubo una toma>. La actriz dijo que hacer este papel fue el gran lamento de su vida, arruinó su vida, llegando a decir de Bertolucci que era un gangster y proxeneta. Marlon Brando no tuvo mejor opinión del realizador, comentando que se sintió violado y manipulado por él, durante 15 años estuvo sin hablarle al director. Bertolucci en 2013, confesó <Tal vez yo era culpable de comportamiento con Maria Schneider, pero no puedo condenarme por ello>.

El film tuvo grandes problemas de distribución por su alto contenido sexual (para la época), en España se prohibió y muchos españoles viajaron a verla a los cines franceses en Biarritz y Perpiñán, en USA generó un gran escándalo, y aún siendo recortadas sus escenas más gráficas fue clasificada X, en UK redujeron la escena de la sodomía. En Italia, tras ser retirado el grito blasfemo de Brando al inicio, fue estrenada el 15 de diciembre de 1972, recaudó una cifra sin precedentes de $ 100,000 en 6 días, una semana más tarde, la policía confiscó todas las copias por orden de un fiscal, quien definió la película como "pornografía egoísta ",... (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
...Bertolucci fue llevado a juicio por obscenidad, el 26 de enero de 1976 por el Tribunal Supremo italiano, condenó todas las copias a ser destruidas, (algunas fueron preservadass por la Biblioteca Nacional de Cine). Bertolucci fue condenado a una sentencia suspendida de 4 meses en la cárcel y tuvo sus derechos civiles revocados por 5 años. La versión original era de 250 minutos, la que se lanzó en DVD en España es de 124, la que yo he visto.

Marlon Brando es el alma del film, cuando él no aparece se le echa en falta, es el sol emocional que ilumina esta pseudofilosófica historia, viva imagen de la frustración, de la tristeza interior, del fracaso, encuentra una válvula de escape a su patética existencia en la relación cuasi-masoquista con una joven, personaje de calado profundo, malhablado, ateo, neurótico, lascivo, misántropo, un arriesgado rol que se mueve con un poderío deslumbrante, con carisma, fuerte personalidad, arrollador. Como acostumbraba últimamente no memorizaba sus frases, ponía notas por diferentes lugares para mientras se movía ir siguiéndolas con improvisación, Bertolucci debía hacer no que aparecieran en pantalla, Brando cobró 250.000 $ y un 10% de los ingresos.

La puesta en escena resulta excelente, un tremendo collage que canaliza adecuadamente el clima inquieto del film, con un gran diseño de producción de Philippe Turlure (“El perfume”), rodándose en una visión deprimente de París, alejada del glamur, empezando por el Pont Bir-Hakeim, o el vetusto edificio en la calle Jules Verne, o el interior del edificio, siendo un protagonista más el apartamento, pero sobre todo destaca la fascinante fotografía de Vittorio Storaro (“Apocalypse Now”), que aporta un lirismo visual muy remarcado, influenciado por la pintura del irlandés Francis Bacon (1909-1992), ya apuntado esto desde los créditos iníciales sobre dos cuadros del irlandés, “Retrato de Lucien Freud” y “Estudio para retrato de Isabel Rawsthorne”, con tonalidades propias de sus obras, naranjas, blancos apagados, rojos, marrones degradados, se inspira en sus descentrados encuadres, en sus perspectivas, en luz tenue, en sus sombras, en sus penumbras, en su luz, en sus decorados caóticos, con uso de grúas, avanti, travellings, primeros ultraexpresivos planos, tomas a través de vidrios o espejos para distorsionar al personaje, o el impresionante contrapicado con que nos presentan al colérico Paul, logrando evocadoras tomas, Berttolucci llevó a Brando a una exposición de Bacon y le mostró los cuadros que aparecen en los créditos principales, y le pidió se inspirase para Paul en las figuras del pintor, en el tormento que transpiraban, en su plasticidad física inherente a su personalidad, y a todo esto se añade la música del saxofonista argentino Gato Barbieri, aportando sensualidad con sus melodías, sus valses y tangos, todo esto sumado provoca en el espectador melancolía y zozobra.

Momentos recordables, alguno ya mencionado: El primer encuentro entre Paul y Jeanne en el piso; El famoso momento de la mantequilla; La incomoda charla que tiene Paul con el amante de su esposa muerta; Cuando Paul pide a Jeanne se corte las uñas de la mano, para que le haga un “análisis de próstata”; El soliviantado monólogo que suelta Paul ante el cuerpo muerto de su esposa; El entre sensual y paternal lavado que hace Paul a Jeanne en la bañera; El alocado baile que despliegan Jeanne y Paul en una sala en la que hay un concurso, alegoría de lo políticamente incorrecto, de los transgresor, coronado por el calvo que Paul espeta a una juez.

En conjunto me queda una petulante propuesta, más escandalosa que buena, parece más preocupado Bertolucci de molestar que de ofrecernos fluidez narrativa, donde lo que más sobresale es un apabullante Marlon Brando. Fuerza y honor!!!

Crítica sesgada por el límite de caracteres, ver íntegra en: http://tomregan.blogspot.com/2015/07/el-ultimo-tango-en-paris.html
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