Un gato sobre el tejado caliente
8.0
22,938
Drama
La inminente muerte del anciano patriarca de una acomodada familia sureña crea una gran tensión ambiental. Uno de sus hijos, Brick, indeciso y apático, se refugia en el alcohol y se muestra completamente indiferente ante la situación, pero Maggie, su mujer, no está dispuesta a contemplar impasible su destrucción. El otro hijo, Gooper, al igual que su esposa, es ambicioso y oportunista. (FILMAFFINITY)
19 de febrero de 2010
19 de febrero de 2010
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo reconozco, no la había visto nunca.
Anoche la vi por primera vez, sin tener siquiera ideas previas. La disfruté minuto a minuto, preguntándome qué habría pasado para que pudiera odiarse a una mujer así, esperando la confesión, saboreando cada diálogo, cada mirada, la manera en que nos van haciendo partícipes de cada historia, de cada verdad oculta, de los sentimientos de ambos. Cómo hace que vayamos comprendiendo cada gesto, que lo entendamos a él y a ella, al resto de personajes que giran en torno a un amor increíble.
Tal vez alguien pensó que era una lástima, en la época, no poder hablar claramente de sentimientos censurables entonces. En mi opinión la censura creó algo mucho mejor, las suposiciones, lo no dicho, la interpretación.
Anoche la vi por primera vez, sin tener siquiera ideas previas. La disfruté minuto a minuto, preguntándome qué habría pasado para que pudiera odiarse a una mujer así, esperando la confesión, saboreando cada diálogo, cada mirada, la manera en que nos van haciendo partícipes de cada historia, de cada verdad oculta, de los sentimientos de ambos. Cómo hace que vayamos comprendiendo cada gesto, que lo entendamos a él y a ella, al resto de personajes que giran en torno a un amor increíble.
Tal vez alguien pensó que era una lástima, en la época, no poder hablar claramente de sentimientos censurables entonces. En mi opinión la censura creó algo mucho mejor, las suposiciones, lo no dicho, la interpretación.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Momentos memorables:
Cuando Maggie "pilla" a Brick mirándola de un modo especial.
Él oliendo la ropa de ella en el baño.
El final, esa manera indirecta de decir "ven aquí que te voy a hacer un hijo".
Cuando Maggie "pilla" a Brick mirándola de un modo especial.
Él oliendo la ropa de ella en el baño.
El final, esa manera indirecta de decir "ven aquí que te voy a hacer un hijo".
3 de abril de 2018
3 de abril de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Definitivamente hay películas que, incluso con el paso del tiempo (60 años han transcurrido desde el estreno de esta adaptación cinematográfica de Tennesee Williams), son tremendamente sobrevaloradas, sobre todo por parte del público. Es el caso de esta película, dónde el mayor interés radica en el intercambio dialéctico de Elizabeth Taylor y un distante Paul Newman, que demuestra sus tablas en el arte de la interpretación ( gran trabajo, realmente la única interpretación destacable del conjunto de esta película, demasiado estridentes y sobredamatizadas).
El guión resulta, si no confuso y enrevesado, de interés relativo e ideología claramente obsoleta y retrógrada (esa obsesión por tener muchos hijos y dotar de herederos a “Big daddy”, alrededor del cuál gira la mayor parte de la trama debido a su posible trama, la cual desean ardientemente el hermano mayor de Brick y su familia para quedarse con la mayor parte de la herencia). Un gran número de personajes (la madre de Brick, la mujer de Gooper y sus 5 “monstruitos cuellicortos”) son no sólo insoportables sino además poco realistas. Además, el estilo en que se desarrolla la acción es puramente teatral (este tipo de diálogos en Cine me resultan absurdos), que junto a un continuo parloteo estático hacen la película terriblemente pesada
Sin embargo el filme ofrece una interesante lectura sobre la intransigencia hacia la homosexualidad mediante la peculiar relación entre Brick y Skipper (sin duda este es un comportamiento difícil de digerir para su padre, ese hombre clásico que ha construido una fortuna por su cuenta y plantea la relación con su familia e hijo mediante la construcción de una familia pudiente , con hijos y que mantenga el negocio, más allá del encuentro de la felicidad y la realización de los sueños). Pero el mayor atractivo de la película es ver en pantalla grande a dos personas terriblemente hermosas en plena juventud discurriendo, y su particular relación nos es reflejada en pantalla con picardía y carisma.
Nos encontramos ante una película técnicamente correcta e interesante en cuanto a su aportación al melodrama, pero nada más.
El guión resulta, si no confuso y enrevesado, de interés relativo e ideología claramente obsoleta y retrógrada (esa obsesión por tener muchos hijos y dotar de herederos a “Big daddy”, alrededor del cuál gira la mayor parte de la trama debido a su posible trama, la cual desean ardientemente el hermano mayor de Brick y su familia para quedarse con la mayor parte de la herencia). Un gran número de personajes (la madre de Brick, la mujer de Gooper y sus 5 “monstruitos cuellicortos”) son no sólo insoportables sino además poco realistas. Además, el estilo en que se desarrolla la acción es puramente teatral (este tipo de diálogos en Cine me resultan absurdos), que junto a un continuo parloteo estático hacen la película terriblemente pesada
Sin embargo el filme ofrece una interesante lectura sobre la intransigencia hacia la homosexualidad mediante la peculiar relación entre Brick y Skipper (sin duda este es un comportamiento difícil de digerir para su padre, ese hombre clásico que ha construido una fortuna por su cuenta y plantea la relación con su familia e hijo mediante la construcción de una familia pudiente , con hijos y que mantenga el negocio, más allá del encuentro de la felicidad y la realización de los sueños). Pero el mayor atractivo de la película es ver en pantalla grande a dos personas terriblemente hermosas en plena juventud discurriendo, y su particular relación nos es reflejada en pantalla con picardía y carisma.
Nos encontramos ante una película técnicamente correcta e interesante en cuanto a su aportación al melodrama, pero nada más.
12 de abril de 2020
12 de abril de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las interpretaciones, el guión y un montón de frases que están a la altura de clásicos como Casablanca. Es de esas poquísimas veces que la escala del 1 al 10 se queda corta y aunque le pongas el máximo... merece más.
Newman lo borda (como en dos hombres y un destino, en El Golpe, en la del buscavidas, en la del preso que come huevos duros...). Liz Taylor también muy bien, el abuelo genial, vale, pero mis favoritos son los que hacen de contrapunto:
la madre que se hace la boba, la cuñada repelente y los pequeños monstruos cuellicortos.
Esos son los personajes que sirven para aliviar la tensión o para convertir la casa en una olla a presión.
Newman lo borda (como en dos hombres y un destino, en El Golpe, en la del buscavidas, en la del preso que come huevos duros...). Liz Taylor también muy bien, el abuelo genial, vale, pero mis favoritos son los que hacen de contrapunto:
la madre que se hace la boba, la cuñada repelente y los pequeños monstruos cuellicortos.
Esos son los personajes que sirven para aliviar la tensión o para convertir la casa en una olla a presión.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Las escenas de dormitorio comentando las jugadas de unos y de otros, las mentiras al padre sobre su enfermedad, las insidias de la cuñada...
Todos hacen referencia a la homosexualidad de Brick. Yo no lo tengo tan claro. Puede tratarse simplemente de un mejor amigo, compañero de borracheras y guía espiritual. También compañero sexual, claro, pero como todas las demás posibilidades.
Todos hacen referencia a la homosexualidad de Brick. Yo no lo tengo tan claro. Puede tratarse simplemente de un mejor amigo, compañero de borracheras y guía espiritual. También compañero sexual, claro, pero como todas las demás posibilidades.
24 de mayo de 2020
24 de mayo de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película que está estrechamente ligada con Gilda, y ese triunvirato amoroso entre dos hombres homosexuales y una mujer que es la que acaba pagando todos los platos rotos de ese affair.
La película es eminentemente teatral, procediendo la escena casi en tiempo real e interiores. Los actores están muy bien, con el gancho evidente de Paul Newman y Liz Taylor, en todo su apogeo mediático. Ojos azules contra ojos violetas…
Los diálogos, basados en la obra de Tennessee Williams, van acelerando su profundidad hasta más o menos la mitad de la trama, cuando todo explota y nos vemos ys subidos a la carga de caballería que el creador pretendía.
Los niños están muy bien elegidos, a la vez que la madre… Llegan a generar todo el odio que se merecen esos personajes, a pesar de que son inocentes niños.
La cobertura psicoanalítica que Big Daddy tiene con su hijo es sorprendente y resulta ser lo mejor de la película, ese diálogo en el sótano rodeado de trastos inservibles, en donde un hijo le dice a su padre que el dinero no da la felicidad, sino esa carrera antigua con el abuelo en busca de un tren… La felicidad son momentos, no utensilios.
Como mejor momento, la entrada en la habitación de la niña con la pistola de petardos y su tío en el suelo.
Lo peor es haber visto a Liz Taylor completamente seca segundos después de entrar de la calle bajo una lluvia torrencial...
La película es eminentemente teatral, procediendo la escena casi en tiempo real e interiores. Los actores están muy bien, con el gancho evidente de Paul Newman y Liz Taylor, en todo su apogeo mediático. Ojos azules contra ojos violetas…
Los diálogos, basados en la obra de Tennessee Williams, van acelerando su profundidad hasta más o menos la mitad de la trama, cuando todo explota y nos vemos ys subidos a la carga de caballería que el creador pretendía.
Los niños están muy bien elegidos, a la vez que la madre… Llegan a generar todo el odio que se merecen esos personajes, a pesar de que son inocentes niños.
La cobertura psicoanalítica que Big Daddy tiene con su hijo es sorprendente y resulta ser lo mejor de la película, ese diálogo en el sótano rodeado de trastos inservibles, en donde un hijo le dice a su padre que el dinero no da la felicidad, sino esa carrera antigua con el abuelo en busca de un tren… La felicidad son momentos, no utensilios.
Como mejor momento, la entrada en la habitación de la niña con la pistola de petardos y su tío en el suelo.
Lo peor es haber visto a Liz Taylor completamente seca segundos después de entrar de la calle bajo una lluvia torrencial...
1 de septiembre de 2020
1 de septiembre de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el autociclo que me estoy dedicando a mi dramaturgo favorito de todos los tiempos, Tennessee Williams, hoy tocaba mi preferida, para mí, la mejor de todas ellas: “La gata sobre el tejado de zinc”, una de las mejores películas de la historia del cine sustentada en una adaptación prodigiosa de la obra teatral de Tennessee Williams, una dirección absolutamente antológica de Richard Brooks (que sabe sacar partido a todos los elementos que conjuga como nadie) y las mejores interpretaciones de su filmografía por parte de Paul Newman y Elizabeth Taylor. La apuesta es insuperable.
La mendacidad (palabra clave en la película) se respira en cada rincón de esa gran mansión sureña (el acartonado y ultraconservador Sur de los USA como obsesión natal de Williams) propiedad del terrateniente de una gran plantación (un Burl Ives también en la mejor interpretación de su carrera) llamado por todos Gran Abuelo que, junto con una aparentemente sencilla y superficial Gran Abuela, tuvieron dos hijos: Gooper, el primogénito, el buen hijo, el que siempre ha diseñado su vida según los deseos de su padre, un abogado que aspira a heredar el gran negocio familiar, casado con una mujer especialmente fértil y profundamente insufrible embarazada de su sexto “monstruo cuellicorto”, y que, a pesar de haber dado su vida a su padre, se ha sabido menospreciado respecto a su hermano menor Brick, el ojo derecho del patriarca.
Pero Brick (el mejor Paul Newman jamás habido) está sumido en el aletargamiento del alcoholismo, huyendo de una vida de fracasos deportivos por culpa de una lesión, y de un matrimonio con una bellísima mujer que aborrece (también la mejor Elizabeth Taylor nunca vista). Es obvio que la causa de tanto odio estriba en algún episodio oscuro ocurrido entre su mujer Maggie y Skipper, su mejor amigo, o quizás algo más que un amigo, o mucho más que un amigo. Pero de eso jamás se habla en el profundo Sur.
Mendacidad por cada esquina de esa casa, por cada alma atormentada de cada personaje, por cada situación más enrarecida, sórdida y asfixiante que se va desplegando ante la vista del privilegiado espectador de una de las más grandes películas de la historia del cine.
Mendacidad en cada planta de la casa: en la planta alta, en cuento a las relaciones humanas; en la planta baja, en cuanto a los negocios; sólo en el sótano se puede hablar de verdad.
Y sus diálogos, los mejores que ningún ser humano haya escrito nunca, los que salieron de la privilegiada mente de Tennessee Williams, jamás superados por autor alguno y que, para mí, tocan techo en esta obra, en este descuartizamiento de la hipocresía familiar, los sentimientos interesados, los amores imposibles, el sexo como instrumento de cambio, el dinero como cáncer social.
Esa reunión familiar para celebrar el 65º cumpleaños del gran patriarca (y que solo algunos saben que será el último) levanta el telón de la obra dramática más sublime que se haya escrito nunca. Y la escena de la conversación entre padre e hijo en el sótano donde se amontonan todos los recuerdos es una de las mejores que haya dado el cine.
La mendacidad (palabra clave en la película) se respira en cada rincón de esa gran mansión sureña (el acartonado y ultraconservador Sur de los USA como obsesión natal de Williams) propiedad del terrateniente de una gran plantación (un Burl Ives también en la mejor interpretación de su carrera) llamado por todos Gran Abuelo que, junto con una aparentemente sencilla y superficial Gran Abuela, tuvieron dos hijos: Gooper, el primogénito, el buen hijo, el que siempre ha diseñado su vida según los deseos de su padre, un abogado que aspira a heredar el gran negocio familiar, casado con una mujer especialmente fértil y profundamente insufrible embarazada de su sexto “monstruo cuellicorto”, y que, a pesar de haber dado su vida a su padre, se ha sabido menospreciado respecto a su hermano menor Brick, el ojo derecho del patriarca.
Pero Brick (el mejor Paul Newman jamás habido) está sumido en el aletargamiento del alcoholismo, huyendo de una vida de fracasos deportivos por culpa de una lesión, y de un matrimonio con una bellísima mujer que aborrece (también la mejor Elizabeth Taylor nunca vista). Es obvio que la causa de tanto odio estriba en algún episodio oscuro ocurrido entre su mujer Maggie y Skipper, su mejor amigo, o quizás algo más que un amigo, o mucho más que un amigo. Pero de eso jamás se habla en el profundo Sur.
Mendacidad por cada esquina de esa casa, por cada alma atormentada de cada personaje, por cada situación más enrarecida, sórdida y asfixiante que se va desplegando ante la vista del privilegiado espectador de una de las más grandes películas de la historia del cine.
Mendacidad en cada planta de la casa: en la planta alta, en cuento a las relaciones humanas; en la planta baja, en cuanto a los negocios; sólo en el sótano se puede hablar de verdad.
Y sus diálogos, los mejores que ningún ser humano haya escrito nunca, los que salieron de la privilegiada mente de Tennessee Williams, jamás superados por autor alguno y que, para mí, tocan techo en esta obra, en este descuartizamiento de la hipocresía familiar, los sentimientos interesados, los amores imposibles, el sexo como instrumento de cambio, el dinero como cáncer social.
Esa reunión familiar para celebrar el 65º cumpleaños del gran patriarca (y que solo algunos saben que será el último) levanta el telón de la obra dramática más sublime que se haya escrito nunca. Y la escena de la conversación entre padre e hijo en el sótano donde se amontonan todos los recuerdos es una de las mejores que haya dado el cine.
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