Godzilla II: El rey de los monstruos
2019 

4.9
9,505
Ciencia ficción. Acción. Fantástico
Los criptozoólogos de la agencia Monarch tratan de enfrentrarse a un grupo de enormes monstruos, incluyendo el propio Godzilla. Entre todos intentan resistir a las embestidas de Mothra, Rodan o del último némesis de la humanidad: King Ghidorah. Estas ancianas criaturas harán todo lo posible por sobrevivir, poniendo en riesgo la existencia del ser humano en el planeta. (FILMAFFINITY)
4 de agosto de 2021
4 de agosto de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me ha gustado a pesar de que la anterior me gustó bastante.
En una película así no esperas gran argumento, pero en ese aspecto es muy inferior a la anterior.
Tenía demasiada acción sin justificación de la trama y se hacía tremendamente pesada.
Si hubiera sido más corta, hubiera sido mejor.
También tenía muchos personajes que no eran más que tópicos sin interés, no te importa lo más mínimo si mueren o están en peligro.
Humor muy simplón con juegos de palabras como pronunciar gydorah como gonorrea.
En una película así no esperas gran argumento, pero en ese aspecto es muy inferior a la anterior.
Tenía demasiada acción sin justificación de la trama y se hacía tremendamente pesada.
Si hubiera sido más corta, hubiera sido mejor.
También tenía muchos personajes que no eran más que tópicos sin interés, no te importa lo más mínimo si mueren o están en peligro.
Humor muy simplón con juegos de palabras como pronunciar gydorah como gonorrea.
8 de enero de 2024
8 de enero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mejor película del MonsterVerse, con más de 10 minutos de combate de kaijus. Si eres amante de estos monstruos, esta película definitivamente es para ti. Veo de otra manera está secuela y si vale la pena verla, ya que no es tan aburrida. Creo que es la mejor película de "Godzilla", la considero así.
9 de abril de 2024
9 de abril de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene todos los elementos de un viaje del héroe de manual: es hasta cierto punto trágica, su protagonista se encuentra en la cuerda floja, sufre, cambia y demás cuestiones técnicas que hacen a "El rey de los monstruos" un buen prototipo del concepto del héroe. Y es normal que haya sido criticada por su guión, de lo contrario esto no sería una película de monstruos. Si es usted como el que tiene la crítica más votada de por aquí, y le exige lo mismo a Godzilla que a Scorsese, pues empezamos mal.
El cálculo al que una producción de este tipo somete su producto no suele ofrecer lo que vemos aquí: un ensayo estéticamente discutible (a mi me encanta) donde la oscuridad crispa el visionado pero no el detalle, que compone escenarios susceptibles de ser destruidos donde pululan ambiciones por el poder, la reconciliación y la culpa. En cierto sentido, la cinta presenta elementos mascados a más no poder, chistes que a veces encajan (pocas) y otras no (muchas). En algunos momentos su acción es un tanto ininteligible, donde el azul contrasta con la mayoría de ambientes nocturnos y atmósferas enfermas que resultan del paso de los titanes. Y sin embargo, no obstante, funciona. Funciona porque los chistes no abundan tanto como para que neutralicen el evidente drama que se pretende dibujar.
Es en esta sensación de hermetismo, de desesperación palpable y constante, de derrota continua, donde la película graba sus enteros en la retina. A base de martillazos cuyas pretensiones deben ser medidas desde casa para tropezar con un drama menos zopenco de lo que parecería a simple vista.
El cálculo al que una producción de este tipo somete su producto no suele ofrecer lo que vemos aquí: un ensayo estéticamente discutible (a mi me encanta) donde la oscuridad crispa el visionado pero no el detalle, que compone escenarios susceptibles de ser destruidos donde pululan ambiciones por el poder, la reconciliación y la culpa. En cierto sentido, la cinta presenta elementos mascados a más no poder, chistes que a veces encajan (pocas) y otras no (muchas). En algunos momentos su acción es un tanto ininteligible, donde el azul contrasta con la mayoría de ambientes nocturnos y atmósferas enfermas que resultan del paso de los titanes. Y sin embargo, no obstante, funciona. Funciona porque los chistes no abundan tanto como para que neutralicen el evidente drama que se pretende dibujar.
Es en esta sensación de hermetismo, de desesperación palpable y constante, de derrota continua, donde la película graba sus enteros en la retina. A base de martillazos cuyas pretensiones deben ser medidas desde casa para tropezar con un drama menos zopenco de lo que parecería a simple vista.
25 de junio de 2019
25 de junio de 2019
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor: la feroz crítica social a la raza humana respecto a sus constantes e inconscientes interferencias sobre el orden natural es loable, proponiéndose un profundo e interesante debate que hará reflexionar (y cambiar) a más de uno; la alusión a los seres mitológicos que van cobrando vida (en especial a sus nomenclaturas originales) es una parte de contrastada historia que absorbe toda la atención, mas cuando comienzan a fusionarse con la criptozoología (el término existe de veras aunque parezca mentira) el asunto empieza a perder consistencia; la confrontación final entre los dos grandes (adjetivo nunca mejor traído a colación) protagonistas de la cinta es un espectáculo audiovisual sin precedentes, llegando a provocar de buen seguro el éxtasis entre los acérrimos seguidores a esta clase de obras.
Lo peor: el uso del ordenador es tan desproporcionado que contradice la vertiente realista que se ansía plasmar, llegando a no ser nada creíbles algunas recreaciones digitales (sobre todo las correspondientes a las batallas entre las criaturas mitológicas en cámara lenta); la duración del largometraje se antoja excesiva, pues la historia propiamente dicha apenas abarca la mitad de la misma siendo el resto un cúmulo de situaciones sumamente espectaculares pero también burdamente repetitivas; el sentido del humor del que hacen gala ciertos personajes no tiene la más mínima cabida en un panorama como el relatado y, si bien amenizan la longeva velada (no tiene sentido que se prolongue hasta las dos horas más que par justificar la inversión temporal), dilapidan cualquier atisbo de seriedad argumental.
Daniel Espinosa
www.cementeriodenoticias.es.tl
Lo peor: el uso del ordenador es tan desproporcionado que contradice la vertiente realista que se ansía plasmar, llegando a no ser nada creíbles algunas recreaciones digitales (sobre todo las correspondientes a las batallas entre las criaturas mitológicas en cámara lenta); la duración del largometraje se antoja excesiva, pues la historia propiamente dicha apenas abarca la mitad de la misma siendo el resto un cúmulo de situaciones sumamente espectaculares pero también burdamente repetitivas; el sentido del humor del que hacen gala ciertos personajes no tiene la más mínima cabida en un panorama como el relatado y, si bien amenizan la longeva velada (no tiene sentido que se prolongue hasta las dos horas más que par justificar la inversión temporal), dilapidan cualquier atisbo de seriedad argumental.
Daniel Espinosa
www.cementeriodenoticias.es.tl
18 de agosto de 2022
18 de agosto de 2022
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercera entrega de lo que al final ha resultado una familia de películas que intentan seriamente traer al presente y rentabilizar a la manera de Hollywood las andanzas del mítico monstruo japonés de los cincuenta. Personalmente, tanto el mito en sí como las películas clásicas me pillan un poco lejos y sólo he tenido acceso a la versión de 1998 de Roland Emmerich y al reboot de 2014 que dio comienzo a esta nueva saga, por lo que doy aquí mis opiniones con la mayor de las reservas y cierto desconocimiento respecto a si “Godzilla: rey de los monstruos” es más o menos respetuosa con el canon.
Ante todo, aviso que nunca he sido especialmente fan del bicho. No tanto del bicho en sí, que no me cae ni bien ni mal, como de sus propuestas cinematográficas de un lagarto gigante que se enfrenta a otros bichos provocando daños colaterales cuyas dimensiones se miden en ciudades de millones de habitantes arrasadas. Lo de enfrentar monstruos gigantes es algo que ya no causa sensación, por lo que el aliciente del universo Godzilla parece resumirse en esperar a descubrir qué poderes oculta cada nuevo muto y disfrutar, si es que es posible usar esa palabra, de efectos especiales que implican fundamentalmente edificios conocidos derrumbándose o explotando. Uno de los elementos que me han venido impidiendo conectar con la saga es que concibe unos kaijus demasiado invencibles, de modo que ver cómo los gobiernos del mundo mandan contra ellos todo lo que tienen en los arsenales y fracasan una y otra vez termina resultando aburrido por reiteración. Y por previsibilidad. Tampoco me gusta mucho el habitual tonito final de que toda la destrucción y toda la tragedia es responsabilidad del hombre por crear monstruos, alimentarlos o cabrear a la naturaleza. Casi preferiría que los bichos nos exterminasen porque sí, antes que aguantar más ecosermones.
Con todo, la saga no deja de tener cosas buenas o, como mínimo, interesantes. De entrada está bien hecha y saca partido al presupuesto sin reparar en gastos, al menos en FX. También luce el esfuerzo por crear lazos entre las entregas y hacer películas consistentes entre sí. Hay visión de conjunto entre “Godzilla” y “Godzilla: rey de los monstruos” tanto en lo argumental como en la estética. Y, personalmente, creo que la integración de King Kong en toda esta movida está bien traída. Es atrevida, es original y creo que está hecha con buen gusto y respeto a la inteligencia del espectador. Además, plantea una historia bastante sugerente a la hora de explicar el origen de Godzilla y del resto de titanes, así como para justificar sus comportamientos, las relaciones entre ellos y encontrar un enemigo a la altura. Los diseños artísticos de los kaijus y sus evoluciones son, por lo general, dignos de ver.
La película logra un equilibrio entre las peleas de gigantes entre sí, de hombres contra monstruos y de humanos contra humanos. Lanza al aire varias tramas simultáneas y es capaz de mantenerlas girando e interactuando entre sí con notable habilidad. Algunas ideas están más logradas que otras y algunas licencias tecnológicas son más sostenibles que otras, pero la proporción realidad/ficción está balanceada conforme al mundo que la producción ha querido crear. También logra colocar y hacer funcionar un mensaje ecologista de bastante sensatez y alejado del «Godzilla, mátanos por nuestro bien y el del planeta» que hemos visto en parte de la sociedad hasta no hace mucho de la mano de la niña Greta (madre mía, qué mal han envejecido en apenas dos años muchas de sus ecopatochadas). También encuentra una proporción equilibrada entre espectáculo destructivo y alivios cómicos, con algún que otro personaje aportando un tono humorístico para relajar tensiones y contentar a los más pequeños sin caer en la banalización.
Con todo, “Godzilla: rey de los monstruos” no es una película para todo el mundo ni para todos los gustos. Tiene agujeros de guion como para escribir un libro de gazapos y hay que verla considerando que no es un documental ni nada divulgativo, sino simplemente un desbarre de acción con diálogos estereotipados y tramas esencialmente genéricas que de vez en cuando da un giro curioso. Pero, a cambio, es una cinta que tampoco se toma un minuto de respiro y se pasa volando.
Ante todo, aviso que nunca he sido especialmente fan del bicho. No tanto del bicho en sí, que no me cae ni bien ni mal, como de sus propuestas cinematográficas de un lagarto gigante que se enfrenta a otros bichos provocando daños colaterales cuyas dimensiones se miden en ciudades de millones de habitantes arrasadas. Lo de enfrentar monstruos gigantes es algo que ya no causa sensación, por lo que el aliciente del universo Godzilla parece resumirse en esperar a descubrir qué poderes oculta cada nuevo muto y disfrutar, si es que es posible usar esa palabra, de efectos especiales que implican fundamentalmente edificios conocidos derrumbándose o explotando. Uno de los elementos que me han venido impidiendo conectar con la saga es que concibe unos kaijus demasiado invencibles, de modo que ver cómo los gobiernos del mundo mandan contra ellos todo lo que tienen en los arsenales y fracasan una y otra vez termina resultando aburrido por reiteración. Y por previsibilidad. Tampoco me gusta mucho el habitual tonito final de que toda la destrucción y toda la tragedia es responsabilidad del hombre por crear monstruos, alimentarlos o cabrear a la naturaleza. Casi preferiría que los bichos nos exterminasen porque sí, antes que aguantar más ecosermones.
Con todo, la saga no deja de tener cosas buenas o, como mínimo, interesantes. De entrada está bien hecha y saca partido al presupuesto sin reparar en gastos, al menos en FX. También luce el esfuerzo por crear lazos entre las entregas y hacer películas consistentes entre sí. Hay visión de conjunto entre “Godzilla” y “Godzilla: rey de los monstruos” tanto en lo argumental como en la estética. Y, personalmente, creo que la integración de King Kong en toda esta movida está bien traída. Es atrevida, es original y creo que está hecha con buen gusto y respeto a la inteligencia del espectador. Además, plantea una historia bastante sugerente a la hora de explicar el origen de Godzilla y del resto de titanes, así como para justificar sus comportamientos, las relaciones entre ellos y encontrar un enemigo a la altura. Los diseños artísticos de los kaijus y sus evoluciones son, por lo general, dignos de ver.
La película logra un equilibrio entre las peleas de gigantes entre sí, de hombres contra monstruos y de humanos contra humanos. Lanza al aire varias tramas simultáneas y es capaz de mantenerlas girando e interactuando entre sí con notable habilidad. Algunas ideas están más logradas que otras y algunas licencias tecnológicas son más sostenibles que otras, pero la proporción realidad/ficción está balanceada conforme al mundo que la producción ha querido crear. También logra colocar y hacer funcionar un mensaje ecologista de bastante sensatez y alejado del «Godzilla, mátanos por nuestro bien y el del planeta» que hemos visto en parte de la sociedad hasta no hace mucho de la mano de la niña Greta (madre mía, qué mal han envejecido en apenas dos años muchas de sus ecopatochadas). También encuentra una proporción equilibrada entre espectáculo destructivo y alivios cómicos, con algún que otro personaje aportando un tono humorístico para relajar tensiones y contentar a los más pequeños sin caer en la banalización.
Con todo, “Godzilla: rey de los monstruos” no es una película para todo el mundo ni para todos los gustos. Tiene agujeros de guion como para escribir un libro de gazapos y hay que verla considerando que no es un documental ni nada divulgativo, sino simplemente un desbarre de acción con diálogos estereotipados y tramas esencialmente genéricas que de vez en cuando da un giro curioso. Pero, a cambio, es una cinta que tampoco se toma un minuto de respiro y se pasa volando.
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