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Día de lluvia en Nueva York

Romance. Comedia Gatsby Welles (Timothée Chalamet) y Ashleigh (Elle Fanning) son una joven pareja enamorada de universitarios que se dispone a pasar un fin de semana en la ciudad de Nueva York. Ella va a entrevistar al reconocido cineasta Roland Pollard (Liev Schreiber), que pasa por un momento de crisis creativa, y durante su azarosa aventura conocerá al cautivador actor Francisco Vega (Diego Luna). Por su parte, Gatsby también conocerá a una joven, ... [+]
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7
11 de octubre de 2019 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Me han insultado por haberme casado más de una vez pero, si eso es un crimen, también son culpables millones de americanos. Me persiguen porque en mis películas expongo opiniones que ellos no comparten. Atacan primero mi conducta moral y luego buscan motivos legales" (Charlie Chaplin)

Amarga confesión de uno de los grandes iconos del humor fílmico de todos los tiempos, tras haberse exiliado a Europa intentando huir de un foco de atención tan intenso como insoportable.

Una historia que discurre bastante en paralelo con la del maestro Woody Allen, y recuerda una de sus sentencias más celebres, aquella que dice que la comedia, es tragedia más tiempo, y la esperanza de que todo este dichoso asunto de rejuzgar un pasado libre de culpa, bajo la implacable trituradora del dichoso #MeToo, acabe difuminado con el paso de los años, y solo quede la obra fílmica de uno de los grandes responsables de plasmar la inteligencia suma en la gran pantalla.

Tras el chapucero y mezquino secuestro de Amazon, la que supone, en cifras redondas, la película número 50 del genio neoyorkino, ve por fin la luz y podría suponer su último trabajo en La Gran Manzana, rompiendo así un idilio de algo más de cuatro décadas, interrumpido solo por un pequeño exilio autoimpuesto en su paso por aquella etapa de turismo por Europa, tras la caída de las Torres Gemelas.

Clásico, y sobrado de lucidez, Allen vuelve a exponer su decálogo anual de obsesiones, convertidas en una marca de estilo solemne, que transitan desde la neurosis habitual hasta la religión, bajo la omnipresente mirada del sexo, motor existencial que define y provoca la mayoría de las decisiones a las que se suele enfrentar el ser humano en su trágico deambular.

Pese a ello, no se puede hablar de pesimismo bajo la lluvia de este azaroso día en Nueva York, si de una nostalgia consciente por parte de Allen, que tiene al fenómeno meteorológico como complice, según palabras textuales, de los mejores momentos de su cine, todo ello regado con unos diálogos marca de la casa, que justifican cualquiera de sus obras, y que indiscutiblemente representan el principal hallazgo de su alta consideración como autor.

Reparto generacional, que contempla actores consagrados como Jude Law o Liev Schreiber, en contraposición a talentos a punto de eclosionar, como es el caso de una encantadora Elle Fanning, expuesta a la presencia de una cada vez más convincente Selena Gomez, o la estrella emergente de Timothée Chalamet, que cumple en su papel como alter ego del realizador.

Por último , una sencilla recomendación para incautos y prejuiciosos, ésta no es su película, el cine del maestro Woody Allen se mueve siempre entre lo bueno, lo notable, o lo sencillamente memorable, y entre las dos primeras se posiciona este elegante Día de Lluvia en Nueva York, un trabajo que contempla el oficio de sus 83 primaveras, y ofrece el habitual y necesario alivio contra la mediocridad, que cualquiera de sus seguidores espera, evadidos a su sofisticada ficción cinematográfica, que como bien dice el incombustible maestro neoyorkino, siempre supera con creces a la realidad.



<Lee esta crítica, y muchas más, en Fusion-Freak.com>
8
13 de octubre de 2019 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
ARGUMENTO
Gatsby y Ashleigh, joven, guapa y heterogénea pareja de estudiantes de la modesta universidad de Yeardley, afrontan con ilusión un prometedor fin de semana en Nueva York. Ella, de Arizona, porque va a entrevistar para el periódico universitario a un famoso cineasta; él, newyorkino, porque aprovechará para enseñarle los mejores lugares de la ciudad. Les vamos a acompañar durante esos dos días, en los que nada va a salir como estaba planeado.

¿POR QUÉ LA ELEGÍ?
Sé que corren malos tiempos para Woody Allen. Si ha protagonizado las perrerías de que le acusa parte de su exfamilia, o si es una víctima inocente, creo que nunca lo sabremos. Probablemente, ni calvo ni con dos pelucas… Pero la sensibilidad está a flor de piel a raíz del ‘Mee too’, y veremos si el prolífico director puede cumplir su propósito de seguir rodando una película al año hasta que muera en un plató a consecuencia de alguno de los múltiples males que tanto teme. Personalmente, acudiré fielmente a ver sus trabajos cada vez que se estrenen. No para absolverle en sus cuitas personales, solo para disfrutar de su personal e intransferible cine.

DESDE MI PUNTO DE VISTA
Si alguien quiere torturarme, puede empezar por obligarme a ver una comedia romántica. Si acaba con un final blando y previsible, me hará más daño que separándome las uñas de los dedos… ‘Día de lluvia en Nueva York’ es, efectivamente, una comedia romántica; y cuando Gatsby se apea del coche de caballos y se dirige hacia el reloj de Central Park para la última secuencia de la película, supe tan perfectamente como el resto de la sala lo que iba a pasar. Pero abandoné el cine sin ira, sin indignación. Antes más, con una sonrisa bobalicona en la boca. Me lo había pasado estupendamente durante hora y media de inmersión en una comedia romántica. Por cosas así soy tan fiel a Woody Allen…
Acusar al director neoyorkino de llevar a cabo un tipo de cine chapado a la antigua es como tratar de ofender a una bombilla aludiendo a su calvicie… Esos títulos de crédito con que empiezan todas sus películas, esa música de fondo que te lleva hasta la primera escena… Es naftalina pura, pero el día que uno de sus filmes empiece de otra manera, mi decepción será de una hondura insondable.
Entre las habilidades más reseñables de su forma de contar historias, una de las que más me subyugan es cómo te pone en situación en un pis-pas. A menudo recurriendo a la voz en off, llevas un par de minutos acompañando a sus personajes, y ya sabes de qué va la vaina, de qué pie cojea cada cual, y hacia dónde se dirige la trama. En esta ocasión, rápidamente sabemos que él es un pijo culto hasta la náusea, y ella una almendra adorable (el ‘Mee too’ tiene munición facilona por ahí… y a Woody Allen se la refanfinfla).
Nuestra pareja llega a Nueva York, y lo que cabía esperar se desmanda. Argumentalmente, nada va a seguir la senda prevista; pero ahí están otra vez señas de identidad del cine de Allen, para solaz de quienes lo adoramos: localizaciones de alto standing, en las que me resulta imposible no sentir una gran comodidad rayana con la envidia malsana; diálogos riquísimos en lo lingüístico, en lo cultural y en lo afilado (las puyas entre Gatsby y Chan me parecen memorables; y la confusión de ella adjudicando al periodismo el carácter de oficio más antiguo del mundo no me parece inocente, sé en primera persona cuán baratamente tenemos que vendernos quienes nos dedicamos a esto…); giros de guión delirantes, tras los que los personajes salen prácticamente indemnes, con una naturalidad pasmosa… Entiendo perfectamente a quien no conecte con todo este paisaje tan propio del cine woodyalleniano, puedo empatizar con sus haters sin mayor esfuerzo. Pero yo disfruto, me río, me intrigo por la siguiente vuelta de tuerca, le hago las concesiones que me pida… Y nunca me defrauda.
En esta ocasión, separa a los protagonistas, y nos cuenta simultánea y alternativamente sus andanzas por Nueva York, llevándonos a fiestas, partidas de poker, casoplones, estimulantes piano-bars… Tras muchos sobresaltos, nos los vuelve a reunir en el crepúsculo de la historia, y nos amaga con un “aquí no ha pasado nada” que también le habría comprado, antes de pegar un último bandazo que nos lleva a la citada última escena, potativa para mí en otro contexto, pero que tolero sin aspavientos en este caso. Amén de mi apego al director y a su estilo, seguro que también me predispone al perdón la luminosa fotografía con la que masajea mis pupilas pese a mostrarme la ciudad bajo una pertinaz lluvia. Ahora entiendo por qué ha apostado por Donosti para su siguiente película…
Por supuesto, ahí estaré en el fin de semana del estreno.
7
14 de octubre de 2019 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya pensábamos que no le permitirían hacer mas películas en su país, pero afortunadamente nos ha llegado este día de lluvia en un NY tan animado como siempre y tan de W.A. como nos tiene acostumbrados. Es una peli amable, sin estridencias, que te deja llevar a su ritmo y con sus múltiples situaciones a cual mas extrema. Yo pasé un buen rato y salí con la sonrisa puesta, para mí suficiente. Es una peli fresca y con ritmo que te hace pasar un buen rato, y que sino eso es la misión del cine......
Calificación: 7/10
7
15 de octubre de 2019 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basándose en su propio género: el 'alleniano' el director se sumerge sin cortapisas con un toque más de humor e ironía en una vuelta de tuerca de alabanza de su ciudad fetiche y de sus personajes retóricos y eternos con sus actitudes pensativas. La buena elección de su elenco actoral, con esa dirección sublime, ese paso adelante del humor retórico mezclado con flema y autoanálisis, todo revuelto con una trama fresca (tierna y recurrente pero sin cansar) y una banda sonora de lujo, hace que el mejor Woody Allen de la comedia romántica añada un nombre más a su lista. No es la mejor, pero se le acerca. Los diálogos ganan frescura con las descaradas y desahogadas interpretaciones del reparto. Se mimetizan con el alma de la película, que a su vez bebe del director y su alter ego cinematográfico. La temática se rejuvenece y coge agilidad y cierto toque de atrevimiento. No peca de redundante ni busca lo absurdo, se deja llevar y gana en naturalidad.
7
22 de octubre de 2019 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como si el tiempo no pasara pero a la vez siendo consciente de su cruel, rápido y demoledor paso, Woody Allen se encarna en un buen y muy apropiado Timothée Chalamet para volver a regalarnos un paseo por su querida New York. Un paseo nostálgico, lleno de melancolía, brumoso, salpicado de diálogos ingeniosos, frases que sentencian esa tristeza vital de vivir un mundo que ya no es. Es curioso ver como el personaje de Elle Fanning, magistral en su composición, maneja ciertos giros del lenguaje de los millennials que se insertan en los diálogos de siempre de un Allen que reniega de ciertas convenciones actuales: el uso del móvil en algunas escenas, el personaje de Chalamet, una especie de pijo joven pero tan clásico que parece antiguo, el paseo en carruaje de caballos por Central Park. Es una comedia de otro tiempo, elegante, impregnada de tristeza, una demostración que no era necesaria por reiterativa y evidente, del talento de Allen y de su enternecedor inmovilismo. Qué bien maneja el encaje en pequeños papeles de estrellas como Jude Law o Liev Schreiber, o el magnífico Diego Luna en su parodia del galán latino y la casi anecdótica aparición de Rebecca Hall en poco más que un cameo. Todo ese devenir de grandes actores en apariciones secundarias está manejado con una maestría que solo los grandes son capaces de conseguir. Y es que si te gusta Woody Allen, esta película te gustará mucho más que otras recientes y si no te gusta Allen, esta película te gustará.
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