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La sospecha

Intriga. Romance Un atractivo vividor coincide en el tren con una joven ingenua que acabará teniendo que pagarle el billete. Más adelante, vuelven a encontrarse en una fiesta y, tras un breve romance, ella decide casarse con él, a pesar de la oposición de su padre. Considerada por todos, incluida su familia, una solterona, está empeñada en demostrarles que alguien la puede amar. (FILMAFFINITY)
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5
16 de febrero de 2015 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lina (Joan Fontaine) conoce a un atractivo joven en el tren (Cary Grant) del que se enamora rápidamente a pesar de la oposición de sus padres, poco después de la boda se da cuenta de que su marido no es como ella creía y empieza a tener serias dudas sobre sus intenciones.
Sospecha es una de las primeras películas americanas de Hitchcock y no de las mejores precisamente, a pesar de contar con la presencia de Grant y Fontaine que bordan sus papeles es evidente que el guión cuenta con numerosos fallos, desde un principio muy precipitado a un final resuelto de manera chapucera y poco clara.
Hitchcock es el director mas maltratado de Hollywood, es un sacrilegio que no ganara ningún Oscar teniendo en su filmografía obras maestras como "Rebeca", "Con la muerte en los talones" o "Vértigo" entre otras, pero a Sospecha no la pondríamos en este grupo, es una película aceptable pero de Hitchcock siempre se espera algo mas.
5
26 de noviembre de 2024 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
(Ver una de Hitchcock siempre supone o es un día de fiesta de mayor, de guardar, jarana, managnidad, porque aunque sus películas sean malas o flojas -que la mayoría, desgraciadamente, mal que nos pese, es lo que tienen, lo son-, se gozan, se pasa/n bomba porque es un cachondo, el maestro que ríe, en broma, a más a más, porque nos trata de/por subnormales, nos conoce de sobra, lo cual, obvio, tanto o mucho se agradece, el arte de birlibirloque, empáticamente)
Se trata de una obra jacarandosa y pinturera de las que ya no quedan, un monstruo de dos cabezas o tetas testas, en dos partes dividida; la primera brillante y asombrosamente disfrutona y la segunda pueril y triste torpe tediosamente tonta como ella sola, de Henry James, La heredera (que hizo, en la versión cinematográfica del gran Wyler, ocho años más tarde, su hermana, la de Joan, Olivia, no Fontaine, más bien de Havilland, a la que tanto odiaba, sentimiento mutuo o recíproco o compartido por entrambas, todo encaja, no existen las casualidades ni se dan sin hilo puntadas en nuestras eximas sesudas críticas, no hay otra, del círculo la cuadratura), plagio, otro, a, qué pena, la raza degenera, Joe Ezterhas, me corto los huevos, dualidad, duopolio, binomio, sí o no, será malo o bueno, las dos caras opuestas de la misma trucada falsa moneda, la bien pagá.
Así como en el rato inicial, hasta más o menos la mitad, es una deliciosa siniestra bestia, tan sutil como burra pero siempre desternillante y tan satírica y satisfactoria que de la risa te parte o dobla, los ricos son lerdos, los pobres o venidos a menos, aberrantes o abyectos, lo mejor de cada casa, nacer para esto, merienda de negros, descalzaperros, comedia sobre los simpáticos estragos, como el ébola, que causa un Pijoaparte o Julien Sorel o calienta bragas sinvergüenza de no te menees, de ábreme todas las puertas que entro con todo, nena, de usted, señorita o señora, tan posible solterona, impoluta, límpida, telarañas hasta en las orejas o el alma, La edad de la inocencia, (todavía, por lo que más quiera, no se) corra, cierre la bolsa o cartera, entera, (como alma que el diablo lleva) huya, rece todo lo que sepa, desinfecte la casa, ni un puto duro, arruinado, a dos velas, el segundo tramo, sin embargo o en cambio, es de un básico, simple o primitivo, el mecanismo de un chupete o sonajero con su penoso soniquete, agita la coctelera, menda, jefe, que hasta al más pintado asusta, por quién nos toman o tratan, el coño la Bernarda, para, con una botella, que no de anís (carita, erre que erre, venga) de/l mono, de Brandy rota cortarse las venas, de un tajo seco de carnicero experto, y también las arterias, lo que sea, desangra, como un cerdo, por si las moscas.
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spoiler:
A partir del dichoso murder ese (nada, que mi marido, al que tantísimo quiero hasta este mismo momento, me derrito por sus huesos, es un en potencia asesino a toda hora, horror de horrores, me acabo de dar cuenta, yo deduzco, Watson, querido, la o con un canuto, no como otros, mi cabeza, de hecho, humo echa, como una máquina de vapor o una cafetera) hasta el final chistoso, Lynch follando como Benny Hill en medio de la Carretera, perdida, para más señas, guarrería no tan española, no salimos de (la karraka matraca) esa o, del mecanismo averiado diabólico bobo, eso, sí, no, sí, no, sí, no, sí, no, sí no..., tiroriro, Dios, cuánta tontería niñera idiocia a espuertas, qué jodido aburrimiento, esto parece un pleno del puto ayuntamiento, un mierda de medida, sorpresa, sorpresa, del gobierno, lo hacen por nosotros, todo para el pueblo mientras me cago en ello, en todos ellos, un burócrata haciendo tiempo, venga usted mañana, viejo, Alfredo, para variar, nos vuelve a tomar el pelo, por el pito del sereno, nos ve como a moscas, de las que se pegan o chocan contra la ventana una vez tras otra, a gallinas, turulecas, o a monos, ni siquiera.
Ella es/taba preciosa (la escotadura supraesternal o Bósforo de Almasy) y qué bien interpretaba (el doblaje es perfecto, ayuda, no, en este caso, molesta), la cabrona, maravillosa (quién la pillara por banda, La herencia, no te confundas, querida, lo primero es el juego, caballo ganador, Dinero, para el amor siempre hay tiempo, como para de la nada crear todo un universo), una tigresa que hace de angora gatita y no hay quién se lo/a crea, él, como siempre, eternamente (lo mismo le daba Shakespeare que un vodevil, a la juerga y la chanza, la pantomima y la caricatura, el arte, mucho menos el cine, no es para sufrir, por eso le gustaba tanto al jefe de todo esto, afinidades electivas, cuestión de gustos y chuscos), (de) caricato, de chufla, payaso (por ahí lo de asesino, todo encaja y rima), sin falta, si hasta ¿rompe? la cuarta pared, la tira abajo a las risas, se chotea, se mea, se carcajea, la narración es envolvente y eficaz y se derrenga o desbarranca en/con esa dinámica de feria de barraca ya sobrada suficientemente señalada, todo ese entramado tan ridículo y grotesco, ni al que asó la manteca, montado para tratar de crear tensión y/o alarma, entretenimiento, estupor, suponemos, el beneficio de la duda le daremos, cuando, ya decimos, con observar las (in)morales mezquinas miserias de semejante rampante verbenero desaforado jotero trepa o tipejo y a/con su pánfila alelada esposa ya era una jodida obra maestra del humor, perfecta, pues no, nada, a joder la marrana se ha dicho, lo sabido y conocido, ni una a derechas, como defecar en la Capilla Sixtina, herejía, este hombre orondo no sabría reconocer una buena historia ni aunque le mordiera la barriga o tripa, la pifia, tuercebotas, a la madera, todas fuera, se ceba, yerra, gula.
Sí, a las mujeres les gustan los Granujas (a todo ritmo) y los fornicadores (las veinticuatro horas del día, a diestra y siniestra), comprobado, por ese orden, y a ellos..., bueno, no dar golpe, vivir por encima de sus posibilidades y que cuando digan, ellas, quién si no, sí, sea sí y no, por lo que sea, no, y al revés igualmente, se me entiende, claro, la ley es la ley, ante, y de repente.
Bébete toda la leche, no te quejes, no hagas melindres, hidrátate, bebe, bebé.
6
6 de agosto de 2014 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película muy de Hitchcock, pero muy lejos de la mejor de Hitchcock.

La idea era buena. Hitchcock retuerce la historia en que está basado este film para poner en el centro del argumento la idea de la duda, la sospecha que sirve de título a la película. Un marido aparentemente adorable resulta ser un golfo, y progresivamente nos invade la idea de que también es un asesino. Todo lo vemos desde el punto de vista del personaje de Joan Fontaine, que pone las dosis justas de ingenuidad, inocencia y zozobra interior. Seguramente, una interpretación perfecta para transmitir lo que el director pretendía.

Cabe decir también que "Sospecha" tiene muchos de los elementos propios del gran cine de Hitchcock. El suspense se logra a través de pequeñas frases, a veces simples miradas, que consiguen cambiar radicalmente el tono de cualquier escena. Toda la película está salpicada del humor ácido típico del autor, con momentos divertidos como el del policía mirando un cuadro de arte moderno. Mención aparte merece el personaje del médico forense. Es genial su presentación mediante un inefable retrato en el salón de su hermana, así como sus explicaciones sobre las maneras de matar a una persona, mientras trincha su asado...

Y, sobre todo, Hitchcock demuestra de nuevo su dominio de la luz y de la sombra, no sólo para lograr imágenes espectaculares, sino como un recurso narrativo que se integra en la historia de una manera perfecta. La célebre escena del vaso de leche ha pasado a la Historia por méritos propios.

Lástima del guión, que en mi opinión no funciona. Hay algo en la manera de explicar las relaciones entre los personajes que hace que no nos creamos nada. El objetivo final de trasladar la sensación de duda al espectador no se consigue bien, por culpa de las constantes contradicciones en que incurren los personajes. Y, sobre todo, por un final metido con calzador que dinamita todo el conjunto. Parece que Hitchcock se pone al servicio de sus estrellas, y no al revés. Lástima.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Sí, el final es increíble. Al parecer, era inimaginable que Cary Grant fuese un malvado, y menos aún un asesino, así que la historia debía acabar con un happy end. Los productores (la pasta) mandan. El problema es que, si cada película tiene su final, el de ésta no podía ser el que se nos propone. El desenlace le sienta a este film como a un Cristo dos pistolas. Después de todo lo que hemos visto, no es verosímil que el personaje de Cary Grant, finalmente, no sea un asesino. Pero aún eso podría tener un pase. Lo que ya no puede admitirse es que al final resulte que en todo momento ha estado perdidamente enamorado de su mujer. Eso no hay quien se lo pueda tragar. Algunos han querido interpretar ese imposible final como una manera de poner un desenlace abierto, de modo que podamos pensar que, en la última escena, Cary Grant ha engañado a Joan Fontaine, una vez más. A mí no me convence, ni creo que eso fuese lo que pretendía Hitchcock. He leído cuál era el final que el director quería, y desde luego es mucho mejor que este disparate.

Una pena, porque a mi modo de ver este final revienta la película. Quizá en 1941 esto era más digerible. Ahora, no.
6
10 de noviembre de 2024 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues sí, estamos ante un clásico de Hichcock con todos los ingredientes que acompañan su filmografía. Especialmente las cintas que rodó a comienzos de los 40 que recordamos en el título. Y aun podríamos añadir "Falso culpable" sin desentonar mucho.
En realidad la intriga en este caso está en comprobar la posible culpabilidad de Johnny (Grant), un vividor que pega el braguetazo con la dulce Lina (Fontaine) para ver si le puede sacar de sus estafas y desfalcos.
Casi estamos ante el jeta y la boba.
Un guion descompensado con una primera parte insulsa que tarda en coger tensión. Pero la coge a tiempo de mostrar unas cuantas escenas marca de la casa que nos meten el miedo en el cuerpo.
Personajes inquietantes, sobre todo Johnny que nunca sabes por donde va a salir pero que sabe lo que quiere, "¿Me la presentas? -Esa chica no es para ti. -Estoy harto de las chicas que son para mí".
A un sin rebeca, Lina (buena interpretación la suya) nos recuerda vagamente a Manderley, incluso en los retratos ocupando el lugar central. ¡Ay!, pero nos falta la señora Danvers.
Con todo no deja de ser Hitchcock y no hay que perdérselo.
8
25 de abril de 2020 Sé el primero en valorar esta crítica
Explico primero el título de mi crítica, para mi Cary Grant es de los mejores actores que ha dado el cine americano, pero estoy muy acostumbrado a verlo en papeles cómicos, donde se desenvuelve como pez en el agua. Y aquí la verdad, es que me ha descolocado por completo, pero me ha hecho, apreciarlo mucho más en un registro al cual no nos tenía acostumbrados.

Es cierto que el personaje de Johnnie tiene mucho del legado de los diferentes personajes de Cary Grant, donde con sus dotes de conquistador y tipo simpático, se maneja muy en su línea, lo peculiar es el transfondo que esconde el personaje, donde el ingenio de Hitchcock nos irá presentando a un tipo descarado, sinvergüenza y vividor o estamos ante un asesino calculador?

Con la atmósfera de una familia acomodada, cuya hija parece que tiene muchas dificultades para encontrar ya no solo al hombre de su vida, que no es nada fácil aprovechando el tema, sino que tan siquiera alguien que pueda prestarle una merecida atención. ¿Estamos hablando de la bella Joan Fontaine? Eso parece. ¿Tendrá algo que ver su archienemiga y hermana Olivia de Havilland? Jajajaja, esa historia llegará en otro momento. A lo que íbamos, Lisa a puesto los ojos en el vividor y viceversa y ella intentará demostrar a su familia, que el amor puede estar por encima del dinero.

A lo largo de la trama, Lisa irá descubriendo cosas y asuntos relativos a su nuevo marido, en ocasiones por información que le pasa un gran amigo de éste, el divertidísimo Nigel Bruce en el papel de Beaky, quien va dejando caer pequeñas o grandes pistas para que la esposa pregunte o porque los acontecimientos y casualidades la llevarán a ver movimientos cuanto menos llamativos en comportamientos y vicios de Johnnie.

El mago del suspense lo vuelve a hacer, crea la duda razonable en el espectador y la mantiene hasta la última escena de la película, de tal manera que hasta llegar a ese momento, no sabremos cual será el desenlace final.

Notable película de intriga de la mano del gran Alfred Hitchcock.
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