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Desayuno con diamantes

Romance. Drama. Comedia Holly Golightly es una bella joven neoyorquina que, aparentemente, lleva una vida fácil y alegre. Tiene un comportamiento bastante extravagante, por ejemplo, desayunar contemplando el escaparate de la lujosa joyería Tiffanys. Un día se muda a su mismo edificio Paul Varjak, un escritor que, mientras espera un éxito que nunca llega, vive a costa de una mujer madura. (FILMAFFINITY)
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2
23 de noviembre de 2013
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde siempre he oído decir a la gente que: "Desayuno con diamantes" es una película inolvidable, romántica, brillante, sofisticada, llena de un humor ingenioso y mil cosas mas. Una película de esas que una vez que la ves te marca para toda la vida. Por lo que, siempre que escuchaba a alguien nombrar la cinta, me decía una y otra vez: - ¡A ver si la veo un día!, pero al final quedaba olvidada, como una cosa pendiente perpetuamente a realizar.
Por fin, el otro día me acordé y saqué tiempo para verla, por lo que me senté cómodamente con la esperanza de ver al fin esta aclamada obra maestra del boca a boca y oreja a oreja, para comprobar si es verdad lo que siempre había oído decir a la gente.

Emocionado, prendo la tele, viajando instantáneamente al New York de principios de los años 60. El color ha llegado ya al cine, y veo en los primeros fotogramas a una chica joven parada delante del escaparate de una joyería, contemplando unos diamantes, que nunca podrá comprar, mientras se papea un croissant y le da un sorbito coqueto a su café: (Desayuno con Diamantes). ¡Ahora entiendo el título de la película!...

Si a día de hoy, sale una película española con ese título y la escena mencionada, todo el mundo la pondría a parir, con unas puntuaciones bajísimas en esta sección de críticas. Pero es la peli del Blake Edwards y si todo el mundo dice que esta cursilada es lo más de lo más, ¿cómo vas a decir tú que es mala?. No, no, es un peliculón que va a marcar mi vida...

Y es que Audrey Hepburn interpreta a una chica sencilla, sin oficio ni beneficio, obsesionada con los diamantes y rodeada de pretendientes, que darían su vida, por complacerla cada segundo de su vida.
La muchacha suele levantarse temprano; (cuando se acuerda), no para ir a trabajar, como haría cualquier persona, para ganarse la vida, sino que lo hace para ir hasta su tienda favorita de Tiffany y desayunar de pie, con un croissant y un café, frente al escaparate, soñando con tener las joyas expuestas tras el cristal. Su mayor ambición en la vida es echarse un hombre rico que le pague todos sus caprichos, para abandonarse a una vida disoluta y regalada.
Para hacer mas excitante, si cabe, la historia de la película, hace su aparición el galante George Peppard; famoso por su papel como Hannibal en el Equipo A, que tratará por todos los medios de conquistar el corazón de la vecinita de abajo. Sin embargo, Holly Golightly (Audrey Hepburn) que es lo mas parecido a una Cassanova femenina, pero sin sexo, rehuirá del apuesto galante, a no ser que lo necesite para alguna tarea en particular. Mientras tanto, el bueno de Hannibal se consume fumando un cigarrillo tras otro, esperando que algún día, la excéntrica muchacha, que siente pavor a los compromisos de cualquier tipo, caiga enamorada de él.

Viendo el argumento irrisorio y poco realista, la conclusión es clara: con este planteamiento argumental la película esta sobrevalorada, mitificada y falsamente justificada. Al fin al cabo, no es mas que una "sofisticada" parodia de lo que podría haber sido una buena película.
9
11 de febrero de 2007
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El otro día volví a ver Desayuno con diamantes y me volvió a encantar.Bien es cierto, que la visioné por primera vez cuando era una niña, y los recuerdos de lo que has visto durante la niñez nunca son muy fieles a la realidad. De todas formas, este verano leí el libro y por lo tanto tenía los hechos y los personajes muy grabados en la memoria. Es increíble como una película de principios de los 60 puede transportarte a una realidad muy inmediata, aunque no tenga nada que ver con la tuya.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No conozco a nadie que sea una bella joven de la alta sociedad neoyorquina y que camine entre el oficio de prostituta y el de caza fortunas, si a alguno de estos dos se les puede llamar oficios, con todos mis respetos a las que se dedican. Sobre todo a las prostitutas. Lo que más fascina de la protagonista es su aspecto alocado y frívolo, supongo que así le resulta más fácil tragar toda su miseria, con alcohol y sexo las penas siempre son menos penas. Y lo que menos fascina, es su manía por desayunar delante de la joyería Tiffany's, ya que todos tenemos alguna rara costumbre y algún raro lugar que nos hace sentir especiales, aunque ni nosotros sepamos el motivo. Hubiera sido curioso ver lo que hubiera ocurrido si en lugar de interpretar el papel protagonista Audrey Hepburn, lo hubiera hecho Marilin Monroe, como realmente deseaba Truman Capote. Lo más probable es que hubiera tenido el mismo éxito. Ambás son iconos de la cultura popular, aunque muy diferentes. Las voluptuosidades de "la Monroe" hubieran dibujado un perfil muy diferente al que dibujó "la Hepburn", pero creo que hubiera una buena elección.
9
23 de febrero de 2011
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi querida Audrey brilla con luz propia ante el reflejo del rayo de “MoonRiver” y junto a su alma gemela parece navegar entre los destellos de ese falso mundo material…
El romanticismo total tiene eco desde el punto de vista del encuentro de dos almas gemelas que comparten un tipo de vida similar, en la jungla del asfalto, cegados por el fulgor de los diamantes eternos, pero que en el fondo están hambrientos de ese desayuno espiritual que necesitan sus almas que vibran en una sintonía afín.
Se ha acusado a esta película de un tono romántico bastante cursi. Tal vez porque nos negamos a aceptar que el oropel y el glamur de las cosas vanas y materiales nos convierte en autómatas de la vida, y no queremos dejar el rol de maniquís en la tienda Tiffany`s y poder recibir el rayo dorado del todo poderoso que nos instala en una misión mas grande que admirar una piedra preciosa. Ya que el alimento espiritual no se lleva con los diamantes. Grotesco banquete disparatado… una mañana en Nueva York.
10
6 de noviembre de 2011
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente guión y dirección, excelentes personajes, excelente encubierta del CONTENIDO del film en una comedia romántica simplona.

Aspectos “glamurosos” y “Hepburnianos” aparte, pues no entiendo de moda ni de mitificaciones (es mi primera película de Audrey Hepburn) me parece que el film está a la altura de tan merecida fama. Más que excusada la marca Tiffany´s como referencia al Art Nouveau donde se busca lo orgánico; lo sentimental; lo humano, como lo único verdadero (Los que piensen que es simple glamour que busquen “Charles Lewis Tiffany” y “Art Nouveau” en wikipedia. Holly es la clara representación del modernismo en persona). Bonita referencia poética a Walt Whitman y su germen con DOS cotiledones.

Me fascina tantísima evolución filosófica del personaje de Holly con un mínimo matiz en pantalla. ¿Cómo se puede encubrir tanto con tan poco?, ¿Cómo puede el espectador salir de la encrucijada política a la que se le expone plano tras plano?. Me mata el final, donde gana el reclamo taquillero (parece que Paramount Pictures no aprendió la lección).

Por fin entendido el dicho “el dinero no da la felicidad, pero ayuda” ayuda a evadirte, a mantenerte entretenido y no pensar... Ahora me planteo si realmente existen esos “cerebros vacíos” que vemos a diario vagabundear por la vida o sólo son personas encubiertas, tan encubiertas como lo está esta película por el romanticismo y la excentricidad.
8
16 de febrero de 2023
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La novela homónima de Truman Capote conoció una más que satisfactoria adaptación cinematográfica en esta película de Blake Edwards con guión de George Axelrod.

Se trata de un retrato agridulce, sofisticado y romántico de una mujer de vida aparente que procura ocultar su amargura interna con su presencia en ambientes lúdicos, en donde confluyen sus anhelos de crecimiento social con la evasión de tiempos pretéritos.

Al mismo tiempo que se establece dicho retrato y se contrasta su conducta pública con sus emociones íntimas al lado del personaje de George Peppard, también se ironiza sobre el comportamiento más frívolo de la clase alta que rodea a Audrey en sus apariciones festivas.

La gloriosa canción "Moon River" de Henry Mancini y Johnny Mercer resonará eternamente en la memoria del cinéfilo, de cuyo recuerdo tampoco se podrá borrar la deliciosa interpretación de Audrey Hepburn.
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