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La profesora de piano

Drama Una mujer, profesora de piano en un conservatorio, frecuenta cines porno y tiendas de sexo para escapar de la influencia de su dominante madre. Uno de sus jóvenes alumnos se propone seducirla.
Críticas 149
Críticas ordenadas por utilidad
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8
24 de abril de 2012 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Michael Haneke es un director alemán afincado en Austria, poco conocido por el gran público. Realiza un cine muy personal que se basa fundamentalmente en dos ideas: la violencia y el sentido de culpa. En 'La pianista' se desarrollan las dos con la misma facilidad como se crea una enfermiza atmósfera, en la que el espectador se siente incómodo. La película adapta la novela de Elfriede Jelinek y donde el director disecciona la trastornada mente de una refinada profesora de piano que compensa una profunda frustración sexual con su sensibilidad artística.

La protagonista es una mujer que no se siente parte de un mundo que la desprecia, por sus diferencias y sus problemas. Su incapacidad de sentir y provocar sentimientos la lleva a entregarse a un singular modo de vivir el sexo que incluye todo tipo de autoflagelaciones y parafilias sexuales. Ella tiene un gran poder de influeciación sobre los demás, pero la llegada de Walter Klemmer, un alumno aventajado que intenta seducirla provocará un cisma en el perfil de Erika, provocada por la forma convencional de sentir de Klemmer y su forma de entender las relaciones, de tintes claramente sadomasoquistas.

'La pianista' es un film desagradable de ver y complejo de entender, atractivo, duro, exigente e inquietante, con un soberbio trabajo interpretativo de su pareja protagonista. Una controvertida adaptación que nos muestra una morbosa faceta de la naturaleza humana y la otra cara de la moneda.
8
24 de abril de 2012 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Asistimos a la vida de una mujer inteligente fuertemente constreñida por su madre, una mujer dominante y posesiva. La relación entre ambas es psicológicamente agresiva, de forma que la tiranía a la que se ve sometida la hija es principalmente de tipo emocional. La madre ejerce un control especialmente destructivo, como es el que se ejerce mediante la culpabilidad. El sexo y la música representan las únicas vías de escape que encuentra la pianista para huir de la prisión que ha levantado su maltratada psicología. La libido reprimida se canalizó en una actividad de tipo intelectual, alcanzando cotas brillantes, pero el sexo como desahogo solo era posible en un comportamiento distante y masoquista. Su inclinación hacia la automutilación señala para mí una contradicción esencial: por un lado, la autocensura, la culpabilidad y la penitencia, el martirio de quien no puede dejar de caer en el mismo agujero que tanto desprecia; por el otro, la denuncia y la súplica de quien no ha conocido existencia al margen de la omnipresente mirada de la madre protectora. También, por supuesto, pretende rescatar la expresión de la emoción profundamente enterrada, quizás liberada a través del dolor. Esta es una película con aspectos extraordinariamente sutiles, difíciles de comprender, que carece de los efectismos superfluos que, por ejemplo, observé en “Cisne negro” de Aronofsky.
9
17 de septiembre de 2012 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Historia perversa, interesante donde las haya, llena de represión y locura por ser más de lo que se es. Nadie pensaría que una mujer tan seria, estirada como ella, llegaría a tales prácticas por sentirse deseada y salir de las fauces dominantes de su influente madre.

Brillante papel e incluso excesivo para Huppert, ya que en ocasiones tanta perversión resultan demasiado increibles, Benoit está decente, notable diría yo ya que la que brilla es ella en todos los sentidos.
Muy recomendable porque es diferente en cierto modo, desgarradora y atrevida, muy atrevida y es raro encontrar películas tan buenas y tan atrevidas hoy en día.
7
14 de abril de 2014 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La clásica historia de una joven de mediana edad, profesora de música que siempre vivió bajo la tutela de su dictadora madre. Refleja perfectamente los temas literarios de la autora de la novela. La mujer europea después de la segunda guerra mundial, en un mundo aún nazi y huérfana de ideales humanos. Mujer perfecta en sus estudios universitarios pero desequilibrada moralmente. De sus cincuenta y tantas novelas sólo se han traducido al castellano unas pocas. ¿Se quiere tapar la boca a Elfriede Jelinek?.
5
17 de diciembre de 2014 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En este film no hay juegos metalingüísticos, muy típicos de la filmografía de Haneke. El director austriaco nos cuenta una historia seca, que gira hacia la mitad, en la secuencia del servicio, hacia la autodestrucción y la locura. Locura por la que la brutal pianista tiene una notable predisposición en el diálogo que preside el encuentro con Walter:

 No es el Schumann que ya no rige, sino justo el de antes. Una milésima antes. Sabe que está perdiendo la cabeza. (...) Es el momento en el que sabe qué es perderse a sí mismo, antes de quedar totalmente abandonado.



Basado en un relato de una escritora austriaca, igualmente cortante y carente de adornos, Elfriede Jelinek, el relato dicen que es fiel a la escritura y el espíritu de la novela. Erika Kohut mantiene una enfermiza relación con su madre, que se refleja en la relación de su alumna, Anna Schober con la suya. Como si ambas relaciones estuviesen enlazadas o fuesen diferentes expresiones temporales de la misma relación.

Como en muchas películas de Haneke, la televisión emite de forma constante y anárquica sus letanías de anuncios, telediarios, concursos, que sirven en ocasiones como contrapunto banal de acciones cargadas de tensión. Como si el mundo fluyese implacable ante los dramas de los que sufren. La madre, teleadicta, cuya misión existencial parece castrar a su hija, ahoga en alcohol y programas su tedio.

La familia, la cuestión de género, no recibe un tratamiento amable en la película.

En este entorno enfermizo, Walter se presenta como un joven brillante, de éxito, que desea amar a Erika. Es en la secuencia del servicio donde todo adquiere un aire grotesco y destructivo. Walter ve frustrados sus deseos adolescentes en las retorcidas fantasías distantes de Erika. El sexo deviene incomunicación y agresión. 

Haneke se detiene en las secuencias de violencia, de sexo, de sadismo y sumisión. El vídeo de Benny y Funny Games dan buena cuenta de su capacidad para demorar el tempo, rodar sin énfasis, cargar la escena de un voyeurismo malsano, del que hace partícipe al espectador, culpabilizándolo de alguna manera de las fantasías nocivas que ve en la pantalla, como si se le hubiesen ocurrido a él y no al director.



Como siempre, Isabelle Huppert, sabe tocar las fibras de un personaje que se muestra distante, convulso, sumiso o atormentado, de un minuto para otro. Desde luego, no es un personaje sencillo ni un melodrama al uso. Detrás de la necesidad de provocar, o de culpabilizar la complicidad del espectador, no se cuál es el alma de esta historia que parece difundir a gritos un mensaje que no me llega con claridad. Puede que todo se reduzca a denunciar la situación subordinada de la mujer, que genera fantasmas destructivos.
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