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El hoyo

Thriller. Ciencia ficción El futuro, en una distopía. Dos personas por nivel. Un número desconocido de niveles. Una plataforma con comida para todos ellos. ¿Eres de los que piensan demasiado cuando están arriba? ¿O de los que no tienen agallas cuando están abajo? Si lo descubres demasiado tarde, no saldrás vivo del hoyo.
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5
7 de abril de 2020
6 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con los tiempos que corren películas que plantean dicotomías sobre la naturaleza humana y su devenir están en auge (sino solo hay que ver el resurgir de películas como "Contagio" de Soderbergh). La última de estas producciones nos llega desde nuestra propia filmografía, la gran triunfante del pasado festival de Sitges, "El hoyo".

Con la vista puesta en el filme "Cube" de Natali, de la que toma prestado, no solo el ambiente opresivo que puede aportar una estructura simétrica e interminable, sino el espíritu de la misma. Si en aquella el conflicto estaba enfocado a desvelar la verdadera naturaleza humana en situaciones complicadas, aquí la lectura de la cinta tiene un objetivo mucho más político.

Justamente esta postura es la que la acerca más a "Snowpiercer" de Joon-ho, donde la acción era pura metáfora de la lucha de clases y de la relación que se establece entre éstas. Al igual que el tren ecosistema de la película protagonizada por Chris Evans, la estructura del hoyo también está dividida por estamentos, claro reflejo de la sociedad, en la que los privilegios de unos son las desgracias de otros.

Como vemos, una premisa que, aún sin ser del todo novedosa, sí es sumamente interesante. Si a esto le añadimos una factura impecable, un buen trabajo por parte del elenco actoral y sus coqueteos con el gore más explícito, la cinta contiene suficientes méritos como para ser objeto de culto.

Ahora bien, el principal problema de este tipo de producciones radica en dos puntos; el primero, el control del ritmo narrativo, ya que el transcurrir en un mimético escenario conlleva muchos riesgos y, en este caso, el director sale más o menos airoso, pese a la pretendida reiteración de la acción, buscando cierto desasosiego en el espectador.

El segundo, y más importante, es el sortear esa fina línea de la metáfora fácil y condescendiente. Y es aquí donde el filme fracasa, ya que todo lo que en él acontece está calculado al milímetro para que su mensaje llegue de forma directa, sin dobles lecturas, promoviendo un discurso grandilocuente en exceso que no sienta muy bien a una cinta de género de estas características. El problema es cuando sus responsables son conocedores de sus previas virtudes y aciertos, y eso resta fluidez a un conjunto que se subordina al mensaje.

Lo mejor; El diseño de producción del film, con ese atinado desfilar de cubículos interminables.

Lo peor; Es demasiado reiterativa y rimbombante para un film con claras aspiraciones de serie B.
7
2 de diciembre de 2019
5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alabada nada menos que por gente tan mediáticamente atendida como Álex de la Iglesia y Nacho Vigalondo, esta inesperada ópera prima se alzó en el Festival de Sitges con el premio a la mejor película convirtiéndose, curiosamente, en la primera película española que obtiene el galardón desde 1994.

Conciliar crítica y público no es moco de pavo. En este caso la forma en que la película protagonizada por Iván Massagué lo ha conseguido no es nada sorprendente. Parte de este éxito se debe sobretodo a lo atractivo y sencillo de su propuesta: en el interior de un complejo dividido en pisos y habitado por dos personas en cada uno, una plataforma baja todos los días llena de suculenta comida. Su objetivo es incierto, antes bien lo único seguro es que, conforme desciende, ésta se va vaciando; entre hambre y gula, ira y desidia, los estómagos se llenan de manera proporcional al piso que cada uno ocupa. Por el contrario, inversamente es como se relaciona la altura a la que se encuentra cada habitáculo con las aisladas manifestaciones de dolor y locura. Todo ante la atenta mirada de personas que, contribuyendo al tan laureado éxito de la cinta, desean la irrupción inmediata de la solidaridad espontánea.

De ahí se derivan algunas consecuencias más, ¡como si éstas no nos interrogasen a niveles éticos y antropológicos suficientemente profundos! Quizá por esto mismo, por tocar tan acertados palos, su planteamiento ha captado el interés de los espectadores, cada uno de los cuales puede (y quiere) asomarse a su propio yo. La duda implícita en el ineludible interés que despierta está clara ¿qué harías tú en el hoyo? Sin embargo, la barrera infranqueable de la ficción nos obliga a reformularla: ¿qué es exactamente lo que nos ofrece la experiencia de las personas que estamos contemplando? ¿Qué nos aporta El Hoyo como película?

El Hoyo es una entretenidísima alegoría que disecciona nuestra sociedad con un bisturí diseñado a medida del reducido espacio en el que toma lugar. Poblado por escasos personajes y sujeto a todavía menos reglas, el microcosmos valientemente construido por Galder Gaztelu-Urrutia, David Desola y Pedro Rivero no llega a trascender apenas una simbiosis entre Cube e Hijos de los hombres. No obstante, consigue elaborar, apoyado en notables interpretaciones, una aventura con buen ritmo, quizá demasiado obvia en forma y desarrollo, pero cuyo contenido no se nos arroja a la cara como a idiotas. Cosa, esta última, que siempre se agradece.

Tal como hicieron obras maestras de la talla de La noche del cazador o Los hermanos Karamázov (referencias éstas que dan testimonio de la ambición social del film) El Hoyo despliega, al tiempo que comparte con ellas, un mensaje universal casi imposible de ignorar. Éste, que no busca otra cosa más que ser escuchado por la porción de la humanidad que conforman “los de arriba”, no es una deliciosa panacota, sino el rostro unívoco del extracto más maltratado de entre todos los que existen; el único remotamente capaz de despertar los resquicios de compasión que presumiblemente en nuestro mundo restan. Da que pensar.


Escrito para Infodiario.es:

https://infodiario.es/cultura/cine/el-hoyo-un-vistazo-al-abismo/
9
10 de abril de 2020
5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Hay tres clases de personas: los de arriba, los de abajo y los que caen”. Y ahora empezamos con la lectura de lo que uno puede ver: la lucha de clases y las condiciones sociales de las mismas. La película está muy bien dirigida, con planos magníficos que demuestran la semiótica argumental que describe a la perfección lo que se quiere contar. Y cómo se cuenta...de locos. Las actuaciones son soberbias, sobre todo la de Antonia San Juan, que nunca pensé que fuera a demostrar que tiene talento más allá del simplón papel por el que se le conoce en “La Que Se Avecina”. Aviso que más que una película de suspense parece un thriller documental, si es que no lo es ya. Sin embargo, prefiero dejar las terminologías de género aparte. Hay un mensaje claro, que es difícil de no concebir a menos que no haya una conciencia de clase ni de cultura, pero algo chirriará en cualquier espectador. Y hablamos de la importancia del espectador como modus operandi de un ensayo social que se exterioriza de forma brutal. Nosotros, como espectadores de un producto de consumo como Netflix, estamos lejos de ésta construcción que parece ilusoria, imaginativa o incluso ficticia. Desde este sitio, el sofá de nuestra tele, nuestra cama o nuestra cocina, vemos las circunstancias ajenas a nosotros que influyen en la vida de las personas. El azar se muestra correspondiente a una clase social, aunque hayas estudiado toda tu vida para tener un puesto laboral para toda la vida o hayas tenido que currar sin descanso para llegar a fin de mes. Al fin y al cabo, el período de los 30 días para lograr nuestra remuneración económica es el pan de cada día. Lamentablemente, no siempre el pan llega calentito y tierno. A veces llega con moho, partido o mordido. Lo normal sería que después de un tiempo en el que pasas sin comer bien debido a que te ha tocado el pan más estropeado o rancio, no queda otra que apropiarte del pan de tu vecino, que si bien no está tan diferente al tuyo, al menos puedes sobrevivir. Al pasar por ese infierno, llegas a la increíble situación de que no te ha tocado un pan muy bueno y caliente, sino que encima tienes queso y jamón para hacerte un bocadillo para todo el día. Lo normal sería que te zamparás el bocadillo y te quedarás con la barriga llena. Pero lo raro es que decides compartir con los vecinos, dado que ellos tienen el pan bastante duro y poco comestible. Cuando llegas a la última casa, después de haber pasado por los mayores obstáculos que nunca pensaste encontrarte, ves que hay un niño que tiene hambre y no tiene nadie quien le cuide. ¿Y qué haces? Pues le das todo aquello que es indispensable para que nunca le falte pan en la mesa ni falta de recursos económicos cada 30 días para que tenga una vida digna. En resumen, un bonito mensaje que se puede convertir en una utopía social, y desde luego lo es. Porque es muy raro que tu compañero de trabajo se sacrifique contigo para luchar por lo justicia laboral y social que se merece. Es raro que una persona ayude a otra excluida ya sea por género, clase o raza para que ambos sean aceptados en igualdad de condiciones y posean los mismos derechos y oportunidades. Lo normal, desde el sillón de casa, es ver que es más cómodo decir que la vida es muy dura y twittear lo mal que estás porque no tienes dinero para comprarte un nuevo Iphone, o qué tu novi@ no te regaló aquello que tanto te gustaba, o que estas muy enfadad@ porque te pusieron un 6 y tu merecías un 9 en un examen de Universidad. Pero al otro lado de la pantalla hay una realidad tan objetiva para el sujeto anclado en la explotación capitalista de hoy día y tan subjetiva a la vez para aquella persona acomodada. La clase media ya no existe, ahora sólo existen aquellos que viven una vida plena y son capaces de devorar todo lo que toquen y aquellos que viven cada día deseando que alguna vez puedan decidir con seguridad si pueden acceder a algún lujo que no les haga despilfarrar lo máximo que tienen, que no es mucho. Si la realidad cambia, será gracias a las mentes mas jóvenes, con toda una vida por delante para luchar por la justicia social y por ser el mensaje que todo aquel que viva bajo el imperio de la clase necesite. Un mensaje de esperanza social en un mundo consumido por la avaricia, la traicion y el egocentrismo hacia el capital.
6
22 de abril de 2020
5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película no gustará a todo el mundo. Solo hay una cosa en la que todos, o la mayoría, estarán de acuerdo y es en que su final no hace justicia a la película en sí misma. Después de verla no puedo estar más de acuerdo, no obstante, esto no oscurece el resultado final, ya que el transcurso hasta llegar ahí es excelente. Esto es algo que suele suceder, ya sea en cine o en series, cuando se tiene algo muy bueno entre manos, que pocas veces saben cómo cerrarlo.

La historia está muy bien planteada, es original y está bien contada. Bien es cierto que recuerda a otras películas y que tiene pinceladas aquí y allá de ideas preconcebidas, pero el eje central está bien llevado. Un bloque enorme de pisos con una plataforma que va bajando con comida. Cuanto más baja menos comida llega y en peor estado. Esto hace florecer los egoísmos de la gente, con lo que eso conlleva. Grandísima idea llevada a cabo de forma magistral. Solo hace sombra en el desenlace, demasiado abierto y sin explicar casi nada.

El reparto cumple y es bastante solvente. Iván Massagué, el protagonista, lo hace genial. Transmite emoción y, tanto en estado normal como después con miedo y pánico, lo ejecuta a la perfección. Zorion Eguileor, obvio, infunde miedo auténtico con algunas expresiones. Muy convincente. Y luego el resto pasan brevemente, destacando una Antonia San Juan que parece repuntar. En general cumplen bien y están mejor de lo que cabría imaginarse.

La película puede tener varias interpretaciones. Se podría decir que es una crítica a la sociedad, una crítica de clases, de status, del mundo actual que vivimos o a la política. Yo creo que es un poco de todo. Critica al ser humano en todas sus facetas, lo que es capaz de hacer, ya no solo por sobrevivir, sino ese egoísmo innato que florece a la mínima de cambio. Es un poco eso y algo más. Esto ya es cuestión de la percepción de cada uno, pero creo que funciona bastante bien. Da que pensar y nos hace imaginar lo que haríamos nosotros en una situación así. Ver ésta película y no pensar en ello es totalmente imposible, os lo aseguro.

En resumen ''El hoyo'' es una buena película, eclipsada por un final que no está a la altura, pero buena. Aquí se demuestra que con ideas y buen hacer el cine español puede producir buenas películas, algo que era impensable es muchos aspectos. Ofrece una idea sorprendente, pero además la ejecuta muy bien. La recomendaría mucho.

Lo mejor: Es muy entretenida, la idea principal, el mensaje que transmite y las interpretaciones principales.
Lo peor: El final no está a la altura.

* Un 6 alto *
7
9 de octubre de 2020
5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sorpresa española. Para demostrar que aquí también se saben hacer películas con cuatro chavos. Metes a 10 actores en una habitación de cemento, comida usada y ala... ya tiene un psicotriller... Es "obvio" que el resto se basa en el guión y en los diálogos. Y para mí ha acertado bastante en casi todo...

- Lo bueno: Los actores y la idea de origen: Una habitación donde permaneces con otra persona un mes y solo comes lo que viene de arriba a través de un hoyo... pero ojo, son las sobras de los del nivel superior... y así sucesivamente con los de abajo... Te hace pensar mucho: el egoísmo, la brutalidad, la inhumanidad...

- Lo malo: El guion no profundiza (o no quiere profundizar) en el mensaje, por lo que quedan muchas dudas por contestar y toda la película es una obra abierta a numerosas interpretaciones personales.

De cabeza al spoiler a destrozar cosas:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
- Algunos quieren ver semejanzas en "Cube" (1997), pero en aquélla, las personas aparecen en el interior de un habitáculo sin saber el motivo y por tanto, quieren escapar de él. Aquí, las personas son voluntarias y hasta bien adentrado el filme, no quieren irse del lugar, sino acabar los meses que le tocan por contrato.

- Otros quieren verle parecido con "Snowpiercer" (2013), pero mientras que en ésta las clases sociales están bien diferenciadas, en "El hoyo" este mes puedes estar en el nivel 48 pero el mes que viene puedes bajar al 175, sin que sea algún tipo de castigo ni represalia... Simplemente porque así lo quiere la dirección.

- Algunos otros comentan que es una crítica social al capitalismo salvaje: Si los de arriba fueran solidarios, los de abajo comerían también (que es lo que desea hacer el personaje de Antonia), pero eso solo se mantendría si hubiera comida para todos los niveles y cuando ves que hay más de 250 (en realidad hay 333), pues ya ves que es imposible que la comida pueda alimentar a todos y por tanto, no hay crítica social. Además, la crítica social desaparece cuando al mes siguiente de estar arriba, puedes bajar de golpe sin motivo (en una sociedad, los de arriba no bajan casi nunca y los de abajo no suben casi nunca en el estrato social).

- Y además está el final... Abierto a más no poder... En el último nivel se encuentran a una niña, que no parece desnutrida... Optan por darle de comer la panacota y que sea ella la que suba hasta el nivel 0 para dar el mensaje de lo que está pasando en el hoyo. No es creíble la existencia de la niña ahí abajo y parece una alucinación del prota para buscarle un sentido a todo. Además, a mitad de la película aparece el chef enfadado con sus cocineros porque han devuelto la penacota ¡¡¡porque tenía un pelo!!!! Con lo cual, si ese es el final verdadero, ni subió la niña, ni nadie de arriba entiende lo que pasa abajo o le da lo mismo...

- Por tanto, si no es una película de gore y escape y no es de crítica social, ¿qué es? Pues ahí es donde creo yo que pierde sentido la peli: No tiene sentido. Es un disfrute "per se", sin más y por tanto, pierde puntos. Una lástima.
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