Sin un hilo argumental firme, la película parece una sucesión de sketches. Santiago Segura tiene en ello su mejor y su peor enemigo. Mejor, por conseguir un ritmo bastante frenético y una sensación de diversión adecuada considerando lo blanco del humor de la película -se salvaban algunos gags en la primera parte en este aspecto. Peor, porque al compararla con la primera sale perdiendo en cohesión y en naturalidad. Más de uno verá en Padre no hay más que uno 2, una excusa para hacer un viaje a Disneyland para los títulos de crédito.

La conexión entre los actores y personajes es, eso sí, bastante sincera. Hay eso que llaman química. Se echa en falta más presencia de Toni Acosta ya que la película está demasiado centrada en la figura paternal, y es la segunda vez que ella tiene un papel muy en la sombra. La adhesión de Loles León se me hizo un poco desaprovechada, podría haber dado para más, y no negaré que algún giro de guión me comí sin verlo venir.

Apuesta decente, probablemente más divertida que la primera en general por frenética y variada, pero a la vez con menos cuerpo de película. Amena.

Como ya he criticado con anterioridad, Santiago Segura se ha dedicado a hacer películas para niños porque no tiene nivel para hacer otra cosa. Busca el público fácil, y llenarse los bolsillos por el camino. No es capaz de hacer películas que resulten atractivas para el público adulto. Así que se dedica a lo suyo, a hacer el payaso por los platós televisivos, y a aprovechar el hueco de que no se hacen películas infantiles con tramas españolizadas, para colar lo suyo.

Respecto a los actores de sus películas infantiles, tiene todo un elenco de actores y actrices de series, que matarían a sus madres por conseguir un papelito en una película, la que fuese. Imagino que también le han salido bien baratos al amigo Segura.

Al menos, por lo que he podido comprobar, a los niños les gusta. Pobrecitos, cuando crezcan y revisiten estas películas, qué chasco se van a llevar.

No resulta extraño, fórmula repetida y mismo éxito. Las bases, que ya venían cimentadas de antes, son incrementadas en número de participantes y en el de gansadas con gracia aleatoria, una secuencia lógica. La llegada de la suegra (Loles León) no es ningún seguro de vida para la chispa y menos aún para la improvisación ingeniosa, tan solo es fruto de lo esperado. Todo vuelve a dar una vaga sensación de situación forzada para el gusto consentido de los más pequeños, la complicidad de quienes estén pasando por una situación similar y de aquellos no demasiado exigentes con gags superficiales que atienden a las consabidas desavenencias familiares y poco más.

Es comprensible su éxito así como en su trama simple su consecuente desarrollo, pero no estaría de más que hubiera algo de espacio para la sorpresa. En los personajes secundarios, actitud que ya tenía su predecesora, no existe la vergüenza, así que habrá que asimilar la ajena como propia, añadiéndoles a los mismos cuestiones bochornosas y poco creíbles. La sangría de falta de agudeza salpica a los invitados esporádicos, sacados de la factoría 'Amiguetes Entertainment' y descontextualizados fuera de la saga torrentiana del amigo Segura. Una pena. Los menores son quienes, en ese pequeño ecosistema de caracteres que conforman con libre albedrío, dan con menos experiencia aquello que debieran dar los mayores.

Por salvar algún mueble y parafraseando al actor secundario Bob de mis queridos dibujos amarillos ('Los Simpson'), uno de los componentes fundamentales para hacer reír se presenta si hay dignidad sobre aquel a quien humillar. Gracias a esa pequeña soberbia envuelta en pasotismo sin mala fe que desprende Javier, el azorado padre que representa mi admirado Santiago Segura, la interacción con sus hijos de edades y locuras diferentes es de las pocas cosas que definen con seriedad lo que se supone que es, una comedia familiar.

Tiene propósitos de gran familia y se queda en familia grande.

Santiago Segura parece haber encontrado otro filón como ya le pasara con Torrente, ésta vez para el público infantil de la casa.
Visioné está película en pleno estreno de la tercera parte, y lo que nos queda...
Son de las típicas pelis que veo en Youtube, la tenía por ahí en favoritos para cuando me entraran ganas o para cuando no tuviera nada que ver.
Más floja que la primera, aunque se deje ver. Evidentemente no pienso pagar para ver ésto en el cine, si aún tuviese hijos podría comprenderlo, pero no los tengo.
Es una comedia íntegramente para niños, contiene algunos gags decentes que pueden caer bien para que los padres no bostezen y venga para casa todos contentos.
Como siempre, los míticos cameos de personajes famosos y las típicas acciones y diálogos de los niños para que la gente diga... ¡ Hay mi niña, que ricura!
Me sorprendió ver a la Cristina "trepas" Pardo haciendo incluso dos escenas, pero la verdad, dado su "chaqueteo" y lo que le gusta trepar para ganar... Bien pensado puede que no sea tanta la sorpresa.
Aún así se deja ver gracias sobre todo a Loles León, que le da un poco de salero a la cinta con su cómico carisma tan habitual en ella.

Santiago Segura vuelve a repetir, prácticamente sin cambios, la fórmula que tan bien le funcionó en taquilla en 'Padre no hay más que uno', pues el único elemento novedoso que introduce en esta secuela es un tópico de lo más manido en la comedia española: la suegra.

Y es que el resto de situaciones que se producen en pantalla son un calco de las que ya acontecían en la primera película de la (hoy ya) "trilogía": niños y adolescentes de una familia numerosa de diferentes años y, por tanto, con diferentes intereses y problemáticas propias de la edad, la pareja de cuñados que se entrometen en la vida familiar, las madres del colegio que también están muy pendientes de lo que ocurre de puertas para adentro de las casas ajenas, las discusiones y tensiones propias de una pareja, etc.

Pero el elemento distorsionador es el elemento latente de que para ayudar en casa después de la renuncia de la mujer que hasta ese momento tenía ese cometido, sea necesaria la presencia de la suegra del protagonista. Y es que verdad que cuando se consuma la amenaza, la presencia de Loles León (la suegra) se agradece y su actuación aporta para que la película no se convierta en un verdadero despropósito.

Al final, la película resulta entretenida (sobre todo para los niños) y quizá, solo por esta razón, sea recomendable, pero desde luego no destaca ni por su originalidad en el planteamiento principal ni en el que se introduce para diferenciarla de la precuela, por lo que da para un visionado con los niños y poco más. Ahora bien, si no hay niños a los que entretener ni en el casa ni en el cine, dedicaría las casi dos horas que dura la película a ver otra más interesante.