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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
5
2 de mayo de 2020 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unos años, los que vivimos fuera de Euskadi veíamos con cierto estupor los sketchs del programa de ETB 'Vaya semanita', que llegaban en píldoras a nuestras televisiones a través de los programas de zapping. Había para todos los gustos, pero los que más "éxito" tenían eran aquellos en los que, de una manera u otra, se ridiculizaba o parodiaba todo lo relacionado con el terrorismo. Es cierto que aquélla ya no era la ETA de los años de plomo, pero, al fin y al cabo, a ningún fascista le gusta que le aireen los trapos sucios y le dejen en vergüenza y, por tanto, se corría cierto riesgo al realizar ese programa.

Lo que hace Emilio Martínez Lázaro en 'Ocho apellidos vascos' carece de todo riesgo, no sólo porque ETA dejase de asesinar en 2010 y, por tanto, la ridiculización de la izquierda abertzale que se hace en la película no va a ser contestada con el ruido de las pistolas, sino porque, además, la película se aferra a viejos tópicos que, inexplicablemente, siguen haciendo muchísima gracia. Unos porque apelan directamente a las emociones que en algunos patriotas de hojalata sigue desperando España ("colonización" del País Vasco por un sevillano, galante y ligón) y que, en definitiva, enaltecen todos los tópicos que subyacen en el (no tan soterrado) enfrentamiento territorial (lo ya dicho sobre el señorito andaluz que les quita las mujeres; ridiculización de las mujeres vascas que se cortan el flequillo con un hacha, el padre de la novia retratado como un euskaldun recalcitrante, etc.). El argumento, que a alguien gustará por entretenido, no hay por donde cogerlo. Eso sí, concedo que en algunos momentos sí me reí de manera sincera, pero que en otros simplemente me dejé llevar por la incercia del resto de la sala.

Lo mejor de la película es, sin duda, el personaje de Karra Elejalde, y a poca distancia el de Carmen Machi. Dos actores siempre solventes, que saben dejar su impronta en cada uno de los papeles que interpretan. Dani Rovira es como si estuviese haciendo un monólogo (constante) en 'La Chocita del Loro', y Clara Lago tiene escenas en las que se ve cómo se ríe (sin estar guionizado) de las gracietas del malagueño (éstas sí guionizadas).

En fin, una película de humor muy normalita, que fue tocada por la mano de los dioses y por una promoción descarnada de Mediaset, y que, como sabemos, tuvo una secuela oficiosa en la serie de Antena 3 'Allí abajo', que abusa de los mismos tópicos que la película de Martínez Lázaro, pero cambiando las verdes y fértiles laderas de Euskadi por la calurosa Sevilla.
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spoiler:
Ni en el peor de los finales que uno pudiera imaginar aparecían Los del Río... Pues en el definitivo de la película, sí.
14 de marzo de 2017 Sé el primero en valorar esta crítica
Uno encara el visionado de 'Combustión' con un punto de ternura, pues desde el principio sabe que lo que pretende emular es la saga de 'Fast & Furious' ('A todo gas'), pero ya desde los propios títulos de crédito se percibe que no se ha contado con el presupuesto ni, por tanto, con los medios de las productoras americanas. Y ese sentimiento va en aumento cuando se comprueba que, efectivamente, la intención podría ser buena, pero el resultado es nefasto.

No funciona nada: las carreras parecen grabadas a cámara lenta, como si el director se hubiera autoimpuesto algún límite de velocidad; siguiendo porque no es lo mismo que te persiga un coche de los Rangers o del NYPD a que lo haga uno de la Guardia Civil o de la Policía Local de Alcobendas; las escenas de sexo (que, ¡oh, sorpresa!, también las hay) están metidas con calzador (como casi todas en el cisne español orientado a adolescentes); en cualquier barrio de periferia de una gran ciudad hay bandas que dan más miedo que los que organizan las carreras ilegales de la película; me creo poco a Adriana Ugarte y nada a Álex González; la banda sonora es igual a toda la música que crea Carlos Jean. Y así un largo etcétera, sin entrar siquiera al argumento de la película propiamente dicho.

Está claro que en lo que más dinero han empleado ha sido en los coches (tampoco comparables a los de su "prima lejana", por decir algo, americana) y en pagar el alquiler a ADIF por el uso de las instalaciones del Puerto Seco de Abroñigal en Méndez Álvaro (Madrid).

Salvaría de la quema a María Castro, que me parece bastante solvente en todo lo que interpreta, y aquí no es una excepción, aunque tenga un papel muy secundario.

Del resto, ya ha quedado claro que nos encontramos ante una versión cañí de 'Fast & Furious', con todo lo malo que eso implica.
Diego Maradona
Documental
Reino Unido2019
7.0
2,760
Documental, Intervenciones de: Diego Armando Maradona, Dalma Maradona, Claudia Villafañe ...
7
8 de febrero de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
Al encarar un documental sobre la figura de Maradona sabemos de antemano que la equidistancia ha de quedarse fuera de la sala de cine o de nuestra sala de estar donde vayamos a visionarlo. Y asimismo pareció tenerlo claro Asif Kapadia cuando se puso a examinar la ingente cantidad de horas de metraje que tenía por delante, pues no se ahorra ninguna de las luces que alumbraron una de las mejores épocas como futbolista del astro argentino (las varias temporadas que jugó en el Nápoles), pero tampoco ninguna de las muchas sombras que lo acompañaron a lo largo de su vida.

De origen humilde, Diego Armando Maradona supo explotar sus innatas cualidades en el deporte que más pasiones mueve a lo largo y ancho del planeta. Las habilidades que fue fraguando mientras se fogueaba en las calles mal asfaltadas y las humildes canchas de Lanús fueron a la vez su salvación (y la de su familia), pero al mismo tiempo el éxito y la fama que fue consiguiendo le catapultaron hasta el infierno que conoció al final de su vida.

El documental carece de un narrador principal, y el hilo conductor lo llevan las distintas personas que van siendo entrevistadas a lo largo del metraje. A pesar de ello, la acción está perfectamente estructurada, a lo que ayuda bastante la exposición en orden cronológico utilizada para exponer los hechos.

Durante buena parte de su metraje, el documental se centra en la época en que Maradona jugó en el Nápoles, profundizando en la relación casi mesiánica que dicha ciudad tenía con la estrella argentina, y que queda patente con las imágenes de júbilo y éxtasis que alcanzaba la capital de la región de Campania cada vez que el equipo local, comandado por Maradona, conseguía un título o una victoria importante.

Y esas imágenes festivas contrastan con algo que se estaba fraguando al mismo tiempo que aquéllas, como es el descenso a los infiernos de Maradona: acercamiento a los clanes mafiosos de Sicilia que utilizaban el fútbol como salvoconducto para corromper y granjearse poder en todas y cada una de las esferas de la sociedad; coqueteos con las drogas que luego acabarían condicionando sus últimos años de vida, problemas sentimentales con varias parejas que se encontraban en su órbita.

Esta mezcla de éxito y decadencia (y cuestionamiento) conducen hasta el culmen del documental: el partido que disputa con la selección argentina en el Mundial organizado por Italia en el año 1990, que se jugó en un estadio del Nápoles convertido en una olla a presión (pero no para el equipo visitante, sino para la selección local y anfitriona de la competición internacional. Tal era el sentimiento que Nápoles mostraba por Maradona).

El último tramo del documental se centra en la controvertida figura en que se convirtió el astro argentino cuando se retiró del fútbol profesional y comenzó a aparecer en la prensa, con más asiduidad, por motivos ajenos al mundo del deporte (familiares, sentimentales, de salud, de drogas, etc.).

Asif Kapadia tenía un gran reto por delante y lo cumple sobradamente en este documental, que colmará las expectativas de los aficionados al fútbol, pero sobre todo de aquellos que muestran un "odio eterno al fútbol moderno", porque podrá utilizarse como comparativa de todo lo que se ha perdido a lo largo de los años para llegar hasta el descafeinado deporte que tenemos hoy, empezando por la ausencia de las pasiones que movían personajes tan controvertidos como Diego Armando Maradona.
6 de septiembre de 2022 Sé el primero en valorar esta crítica
Santiago Segura vuelve a repetir, prácticamente sin cambios, la fórmula que tan bien le funcionó en taquilla en 'Padre no hay más que uno', pues el único elemento novedoso que introduce en esta secuela es un tópico de lo más manido en la comedia española: la suegra.

Y es que el resto de situaciones que se producen en pantalla son un calco de las que ya acontecían en la primera película de la (hoy ya) "trilogía": niños y adolescentes de una familia numerosa de diferentes años y, por tanto, con diferentes intereses y problemáticas propias de la edad, la pareja de cuñados que se entrometen en la vida familiar, las madres del colegio que también están muy pendientes de lo que ocurre de puertas para adentro de las casas ajenas, las discusiones y tensiones propias de una pareja, etc.

Pero el elemento distorsionador es el elemento latente de que para ayudar en casa después de la renuncia de la mujer que hasta ese momento tenía ese cometido, sea necesaria la presencia de la suegra del protagonista. Y es que verdad que cuando se consuma la amenaza, la presencia de Loles León (la suegra) se agradece y su actuación aporta para que la película no se convierta en un verdadero despropósito.

Al final, la película resulta entretenida (sobre todo para los niños) y quizá, solo por esta razón, sea recomendable, pero desde luego no destaca ni por su originalidad en el planteamiento principal ni en el que se introduce para diferenciarla de la precuela, por lo que da para un visionado con los niños y poco más. Ahora bien, si no hay niños a los que entretener ni en el casa ni en el cine, dedicaría las casi dos horas que dura la película a ver otra más interesante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Al final, Loles León no es la suegra de Santiago Segura, sino la madre. Y ahí sí hay que reconocer que juegan bien las cartas disponibles para hacer creer al espectador lo contrario hasta el final.
19 de abril de 2021 Sé el primero en valorar esta crítica
Cuando el amor se termina, mejor gestionarlo sin intermediarios. Esa es la valiosa lección que puede extraerse de 'Historia de un matrimonio'. Bien es cierto que no siempre es posible, sobre todo en separaciones muy traumáticas, pero da la sensación de que en el caso de Charlie (Adam Driver) y Nicole (Scarlett Johansson) los que generaban las tensiones eran aquéllos que estaban llamados para que éstas no se produjeran.

Muchos (o al menos un gran número) llegarían hasta esta cinta a través del meme de la infernal discusión entre Charlie y Nicole (confieso que soy uno de ellos), que constituye el punto álgido de la película, y que es una lección de interpretación descomunal de los dos actores principales, pero sobre todo de Adam Driver. No había visto nada suyo hasta 'Historia de un matrimonio' y me pareció un actor con un dominio impactante de todas las situaciones: la discusión con su ex-mujer, la relación con su ex-cuñada y su ex-suegra, pero, por encima de todo lo demás, en el cariño que profesa al hijo que ambos tienen en común.

Y más allá del innegable talento del elenco principal, lo que nos muestra el film es lo fácil que pueden tambalearse los cimientos de algo que consideramos sólidamente asentado. Charlie y Nicole son una pareja con cierto éxito en la escena neoyorkina, director él, actriz ella, cuando todo se viene abajo y comienza un descenso autodestructivo en barrena.

La ciudad juega un papel fundamental en esta película. Es significativo el cambio de Nueva York a Los Ángeles, la estancia en apartamentos vacíos e impersonales, que intenta llenar con plantas, posters y con todo aquello que pueda insuflar algo de vida; la personalidad y el carácter de la gente de Los Ángeles, encarnados en la familia de Nicole y en los abogados contratados para sus respectivas defensas; la superficialidad con la que todo es tratado en la ciudad de la costa oeste de los Estados Unidos.

En definitiva, una película que trasciende al meme, que por momentos es dura, pero también tierna, y que nos enseña que no todo está perdido ni cuando no podemos ni siquiera vislumbrar un pequeño rayo de luz.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Genera ternura y desasosiego a partes iguales el primer abogado que contrata Charlie para negociar los términos del divorcio: su gula, su capacidad de generar incomodidad con chistes malos y fuera de lugar durante un prolongado espacio de tiempo, la falta de higiene de su despacho, ubicado en una planta baja de un suburbio de las afueras de Los Ángeles.
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