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Viridiana

Drama Don Jaime (Fernando Rey), un viejo hidalgo español, vive retirado y solitario en su hacienda desde la muerte de su esposa, ocurrida el mismo día de la boda. Un día recibe la visita de su sobrina Viridiana (Silvia Pinal), novicia en un convento, que tiene un gran parecido con su mujer. Basada libremente en la novela "Halma", de Benito Pérez Galdós. (FILMAFFINITY)
Críticas 131
Críticas ordenadas por utilidad
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6
24 de marzo de 2012
11 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
En general estoy comprobando que las películas de Buñuel envejecen mal. Pueden resultar impactantes en un primer momento pero no aguantan bien el paso del tiempo. Ya me pasó con Belle de Jour y ahora nuevamente tengo esa sensación con Viridiana. Tendrá la genialidad fecha de caducidad?

Mis seis puntos para "Viridiana" son por:

1. La bacanal de los pobres. Lo mejor con diferencia.

2. Viridiana sacando su corona de espinas de la maleta y colocándola en la cómoda. Tremendo.

3. El momento necrófilo de Fernando Rey y Viridiana vestida de novia. Supererótico.

4. Una frase de Paco Rabal: "Siempre supe que mi prima Viridiana terminaría jugando al tute conmigo". Simplemente genial.

5. La niña saltando a la comba bajo el árbol del ahorcado. Momento transgresión total.

6. Viridiana rezando el ángelus con sus indigentes en el campo, con su peculiar look vieja'l visillo de José Mota. Qué duro es ser pobre!

Para mí el momento cumbre de esta película es sin duda alguna el festín de todos esos personajes esperpénticos que nos regala Buñuel. Qué grandes Lola Gaos y María Isbert! En general todos los secundarios están magníficos, pero en esa secuencia que no tiene desperdicio hacen un verdadero alarde de brillantez. Además es divertidísima.

La parte de crítica religiosa que tanto resalta todo el mundo, sinceramente, me parece bastante grosera, muy poco sutil. La extrema beatitud del personaje de Viridiana se presta bastante al cachondeo burdo; de Buñuel se esperaría algo un poco más... fino, menos mascadito. A fin de cuentas se supone que su público no es tonto, no?
10 de enero de 2009
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es la primera película de Buñuel despues del exilio. Hecha en el 61, si se observa desde este punto de vista parece un milagro que Buñuel no tuviese que volver a México.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Trata de una novicia que se sale del convento y que al final de la película se insinúa que juega "a las cartas", concretamente al tute con su primo (Francisco Raval). Buñuel no se explicaba el revuelo que causó la película, dicen.
10
11 de julio de 2006
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poderosísima obra maestra de, en la mayoría de las ocasiones, genial Buñuel, a cuenta de llevar a la pantalla la desesperanza, el hambre, la miseria y la religión (entre otras cosas) por el camino del surrealismo costumbrista-religioso de la España franquista. Inigualable el mensaje de sexo escondido, de pasión recatada y de rebelión de la clase pobre:el plano de la última cena lo dice todo. Buñuel congela la pasión y la lleva al terreno del sueño, de una realidad que sólo él era capaz de verla como nadie la había observado así antes. Junto con Plácido de Berlanga, podemos jugar con cualquier cinematografía a un par de ases sin igual, porque la fuerza de ambas es brutal.
9
10 de junio de 2007
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película comienza con la canción de "Aleluya", a propósito, puesto que Luis Buñuel de forma irónica nos comunica, que por fin podía hacer una película en España.

Yendo ya a la película en sí misma, decir que se trata de una alocada historia, con situaciones inverosímiles, pero en mi juicio, muy divertidas, pero que, de forma sorprendente y eficaz, se entremezlan con situaciones dramáticas, incluso trágicas en ocasiones. Luis Buñuel juega con el régimen franquista y le "agradece" la oportunidad que le brindaron de hacer cine en su país, con un filme nada políticamente correcto en esa España de dictadura nacionalcatolicista, y cuando la vean sabrán a qué me refiero. Mencionar también las geniales interpretaciones de Francisco Rabal, Silvia Pinal y Fernando Rey. La recomiendo totalmente.
8
22 de mayo de 2008
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las mejores películas de Buñuel porque, quizá con las de su primera época, es donde expuso sin tapujos sus filias y sus fobias. La mejor prueba de su calidad son las despiadadas críticas que sufrió el aragonés por todos los lados, desde la Iglesia y el régimen franquista, como era de esperar, hasta un amplio sector de la izquierda española, que le echó en cara que hubiera vuelto a rodar en un país aún gobernado por Franco. Otra prueba de su calidad lo constituye el premio de Cannes, que a veces otorga sus galardones a buenas películas. En “Viridiana” aparecen todos los estilemas buñuelianos, desde las trilladas referencias surrealistas y parafilias varias, a un rico lenguaje metafórico, visual y verbal, pasando por una crítica demoledora contra la religión católica en particular y contra las convenciones sociales en general. Buñuel, como tantos otros marxistas, era un acomodado burgués cuyos chivos expiatorios eran dos; por arriba, el poder ideológico, la superestructura mental que impedía la renovación y justificaba una sociedad estamental en la que los nuevos ricos tenían vetado el acceso al poder, que desde hacía siglos encarnaba el aparato eclesiástico; por abajo, la miseria moral y material de mendigos y campesinos, a los que Marx, que frecuentaba los mejores restaurantes europeos, tanto despreciaba. Desde este punto de vista, la película es de lo más coherente. Pero es que, además, la ácida visión de una España en incipiente cambio (estamos en el inicio del desarrollismo), está dibujada de forma soberbia con cuatro pinceladas que sirven para caracterizar a unos personajes que sintetizan la esencia de una época. La rancia España que Buñuel conoció en su niñez y juventud, representada por Fernando Rey, un fetichista con apuntes de travestismo e incluso de necrofilia, da paso a la época encarnada por Francisco Rabal, sin ataduras, pragmática y moderna, que obvia la tradición y vive el presente. En medio, la beata Silvia Pinal, que vive esta transición a través de una catarsis más bien traumática. Y bastante machista, como el propio Buñuel, todo hay que decirlo.
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