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Relatos salvajes

Comedia. Drama La película consta de seis episodios que alternan la intriga, la comedia y la violencia. Sus personajes se verán empujados hacia el abismo y hacia el innegable placer de perder el control, cruzando la delgada línea que separa la civilización de la barbarie. (FILMAFFINITY)
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Críticas ordenadas por utilidad
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7
20 de octubre de 2014
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La caída. De todo lo viejo, corrupto y encasquillado. De la mugre y la costra. De lo que nos detiene y desespera. Lo que nos va matando, poco a poco, gota a gota.
El hasta aquí hemos llegado. No puedo más, no quiero más, no. No, no y no. Yo me bajo, ¿y tú?
Y el estallido, el desahogo. El porque sí. La liberación, la destrucción y el caos. El abrazo de la muerte y la sangre.
Siempre está bien utilizar el cine como vía de escape, como sublimación del dolor. Darle forma al sinsentido con más absurdo todavía. Cagarse en todo y en todos. Jurar en hebreo y morirse de risa. Apurar el último trago, hasta el fondo.
Dioniso de verbena. Empastillado, a mala sangre.
Lo difícil es el equilibrio; entre el exceso paródico/brutal y la opinión. No perderse en la borrachera y el disparate. Mantener la mano firme y evitar que se te vaya la historia. No conformarte con la broma fuerte y el llamar la atención, querer decir algo, hacer un retrato viciado del estado de cosas. Y lo consiguen, bastante. No del todo, pero mucho. Varias historias lo logran, otras se acercan.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El primero es una broma. Ingeniosa y divertida pero no más.
El segundo apunta más alto. Hacia los hijos de puta que están ahí arriba justamente por ser hijos de puta. Venganza por mano ajena. Justicia poética.
El tercero es genial. Curso acelerado sobre la lucha de clases y la incomunicación. Ensayo sobre la ceguera. Cuento sobre el absurdo humano; como escorpiones quemándose a fuego lento. Acuchillados en su miseria moral y estupidez. Minucioso y procaz. Muy brillante.
La cuarta es algo más floja. Don Erre que erre argentino. La idea está bien pero no alza el vuelo. Se queda en lo obvio. Deja la poderosa imagen de la demolición y el final onírico.
El quinto es buenísimo. Mezcla la sátira sobre el dinero con la mirada ajustada sobre la condición humana. La crítica con la risa. La moral con la chanza. El poder retratado; mangantes como chinches. Al final paga el más débil, no por bueno, sino por pobre y tonto.
El sexto es una celebración. Certero culmen. Purificación oligofrénica antes del deber conyugal. De cómo llegar limpios a la noche de bodas. Purga feroz. Como rito iniciático; atávico y hermoso.
Lujuriosa película. Logran lo que se proponen. Y no es poco.
8
20 de octubre de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Realtos salvajes” consta de seis episodios diferentes, totalmente independientes unos de otros. Lo único que es une, es que sus protagonistas pierden el control en algún momento y sufren arrebatos de ira y violencia.

En el primero, el pasajero de un avión (Darío Grandinetti) se da cuenta de que todos los pasajeros tienen algo en común. En el segundo, una camarera (Julieta Zylberberg) reconoce a un cliente, el hombre que le destrozó la vida a su familia. En el tercero, un conductor (Leonardo Sbaraglia) que circula por una carretera poco transitada se pica por adelantar a otro coche. En el cuarto, un ingeniero (Ricardo Darín) empieza a perder la paciencia cuando le lleva el coche la grúa, al tiempo que su mujer se quiere separar y pierde el trabajo. En el quinto, un hombre rico (Oscar Martínez) intenta evitar que su hijo vaya a la cárcel por un atropello, y se encuentra con que su abogado y todas las partes implicadas quieren sacar tajada. En el sexto, la boda entre Romina (Erica Rivas) y su novio, da un giro inesperado cuando ella descubre que él le ha sido infiel.

Es una película de bastante buen nivel y además muy comercial. Creo que gustará por igual a todo tipo de público. Repleta de referencias cinematográficas (“Cuentos asombrosos”, “El diablo sobre ruedas”, “Un día de furia”, etc.) cuenta con una baza a su favor: los espectadores, de toda condición, se sentirán identificados con las situaciones que se exponen, por lo que les resultará fácil implicarse en la película.

No es perfecta, no es una obra maestra, pero es tremendamente disfrutable. Se trata de un film muy entretenido, divertido, sarcástico y muy cercano. Pero podría haber sido mejor, sospecho. Quizá le falta algo de mala leche, creo que podría ser más violenta y retorcida. Su humor negro tiene mucho de humor y poco de negro. Me da la sensación de que la película habría ganado aún más si su director (Damián Szifrón) se hubiera atrevido a dar un par de pasos más hacia lo salvaje.

Pero es innegable que la película funciona. Szifrón logra algo que no es sencillo: ensamblar seis episodios que no tienen conexión entre sí, de diferentes duraciones y contenidos, y lograr un todo sólido de gran nivel. Las dos horas de cine se disfrutan sin paliativos y uno sale del cine satisfecho con lo que ha visto.

Lógicamente, no todas las historias son igual de buenas. Es inevitable hacer un ejercicio comparativo. En ese sentido, yo considero que la tercera es la mejor, y la segunda la más floja. La primera está muy bien como aperitivo. La cuarta sería de las mejores si no fuera por el final, innecesariamente edulcorado, que le quita muchos puntos. La quinta y sexta son excelentes, aunque la última quizá se alarga en exceso y por momentos parece que el director no sabe cómo terminarla, pero está bien resuelta.

Pero todas ellas tienen su interés, aunque su calidad sea desigual. Todas te atrapan por su forma narrativa, por su concisión y porque el espectador se siente identificado con muchos de los personajes y situaciones que aparecen. Además, Szifrón sabe ponerte en tensión con las partes dramáticas para, a continuación, desarmarte y sacarte una carcajada.

Técnicamente, la película es intachable. Buena fotografía (excepcional en la tercera historia), buena música, y sobre todo muy destacable el montaje, que es para mí el punto fuerte del film en el aspecto técnico.

“Relatos salvajes” llama a la puerta que tenemos muy dentro en la naturaleza del ser humano, esa puerta en la que se esconde la violencia. Los celos amorosos, la injusticia, el abuso, los conductores, el tráfico, la deshumanización de la administración pública, los abogados… hay muchas cosas que hacen sonar el timbre de esa puerta de la violencia que ninguno queremos abrir, pero que está ahí oculta en la personalidad de todos. Nos identificamos con las escenas, pero al estar revestidas de toques de humor se evita que nos hagan sentir mal.

Muy buenas todas las interpretaciones, sin excepción. Desde los más conocidos (Sbarablia está fantástico) a los que eran desconocidos para mí. Todos están a un nivel muy alto y dan verosimilitud a las escenas. Otro gran acierto de Szifrón, lograr este nivel interpretativo con tantos actores como aparecen.

Película recomendable para todos los públicos. La violencia y el humor nos une a todos.

https://keizzine.wordpress.com/
9
20 de octubre de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una film que te mantiene enganchado de principio a fin. Las diferentes historias no tienen nada que ver entre ellas , pero el director consigue que la película no flaquee ni un instante. Todas las historias son atractivas y muy interesantes. Si tuviese que elegir una me quedaría con la que protagoniza Ricardo Darín como “el bombita” , aunque tenga un tufo a “Dias de furia” la historia es redonda con una crítica social cuya moraleja es muy interesante ,eso sí llevada de manera extrema. El episodio protagonizado por Leonardo Sbaraglia es de un realismo brutal , por momentos te metes en el personaje y pasas autentica agonía . El resto de las historias son igualmente divertidas y no bajan el nivel ni un ápice. Una película apasionante , dinámica, entretenida y con un trasfondo que la hacen altamente recomendable.
10
25 de octubre de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el film, Damián Szifrón, director argentino de estas historias enhebradas por la venganza, mantiene que ésta siempre es saludable aunque te lleve a la muerte. Mejor morir satisfecho que vivir con una cuenta pendiente.
Cualquiera de la seis historias te deja buen sabor de boca y más de una te arranca una sonrisa diabólica.
Las seis dejan bien claro la tesis que defienden pero sin lugar a dudas la redondez del guión, la filigrana del final cabal y la “vuelta de tuerca” están en las historias que yo he llamado “El adelantamiento inconveniente” y “La boda final”.
En “El adelantamiento inconveniente”, especie de ballet terrible que se danza al son de motores, dos conductores se sienten atraídos el uno por el otro y una y otra vez regresan el uno en brazos del otro hasta acabar en un antológico final que no voy a contar pero que recoge plenamente el odio del uno por el otro. Una gozada.
En “La boda final”, dónde se baila para festejar la ceremonia, lo que se proyecta es la carrera de dos enloquecidos conyugues que no se dan tregua desde que se inicia la salida de su desencuentro hasta un final inimaginable que hasta sorprende a los invitados que se van dejándolos por imposibles, solos, “odiándose tiernamente”. Otra gozada.
En ambas te engañas, vas imaginando el final previsible y a medida que este final se va superando y vas poniendo otro escalón, el director te va empujando, hasta llegar en ambos casos a un desenlace clamoroso de acierto y originalidad. Sólo por estas dos perfectas historias merece la pena la película.
Que en los entresijos de los seis cortos aparezca una cierta crítica a los abusos de los poderosos, tanto privados como públicos, no es más que la excusa para hilvanar fragmentos de vida que gracias a la rebeldía, que eso es la venganza, una rebelión contra lo que se cree una injusticia, lo sea o no, quedan en paz, serenas y tranquilas, saciadas.
A destacar en las otras historias:
En “Gabriel que estás en los cielos”, la imagen de esos dos padres que no saben que su hijo no quiere dejar de contar con ellos en el último viaje. Je, Je.
En “La última cena”, esa cocinera de veneno fácil más necesitada de hacer justicia que la propia víctima.
En “La grúa que fue a por lana y salió trasquilada”, la proximidad que un servidor de ustedes sintió con la víctima y la envidia con la solución que encontró. Les habrá pasado a muchos espectadores.
En “Culpable por poderes”, ese padre que dando muestras de por qué es el más rico y poderoso se rebela contra las ratas que lo acosan y da una lección de negociación al borde del abismo. Implacable el final.
Recomendable cien por cien. No cometan el error de no ir a verla. Sacaran ideas para por si acaso. Je,Je.
9
31 de octubre de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante que considero que este film es una obra maestra, y eso que me no acaban de convencer las películas que se componen de una suma de cortometrajes por la falta de unidad de la que muchas veces adolecen, aunque hay que reconocer que este caso sí que se da dicha unidad. Podríamos decir que el tema principal es el ser humano expuesto al límite hasta que explota, tratado todo ello con un aire de humor negro, aunque no en exceso y no siempre presente.

La película es argentina y contiene seis pequeñas o medianas historias. He querido señalar que es argentina porque puede ser relevante para algunos. Muchas veces a los españoles nos cuesta entender el acento argentino en el cine. En este caso puedo asegurar que se entiende todo, y que te metes en la vida porteña de una forma bastante potente.

Sobre la seis historias que se cuentan diré que hay tres de una duración más bien corta, entre cinco y quince minutos, que son la del avión, la del restaurante cutre, y la del coche de lujo en la carretera semidesértica. La del avión sirve de introducción antes de los títulos de crédito, tan solo dura cinco minutos, y hace las funciones de un muy buen aperitivo para lo que viene después. La del coche es puro humor negro tildado de tragedia, francamente magistral.

Las otras tres historias, que cierran el film, son verdaderos mediometrajes que servirían cada uno de ellos para hacer un largometraje de cierta duración. No puedo destacar una sobra otra. La del Bombita, protagonizada por un siempre efectivo Ricardo Darín, es impactante; la del niñato que atropella a un mujer embarazada es sobrecogedora; y, por último, la del banquete de bodas raya la genialidad, más cuando hay momentos que parece que se va a ir de madre, pero no, ahí está el director y también guionista para saber llevarla a buen puerto, un puerto porteño, valga la redudancia.
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